Onomástica y ortografía a través de ella, determinados fines narrativos, lingüísticos o sociales, como bien podremos ver en el siguiente estudio de la trilogía de Ana María Matute La torre vigía – Olvidado Rey Gudú – Aranmanoth. 3.2 Ana María Matute y su trilogía La torre vigía – Olvidado Rey Gudú – Aranmanoth 3.2.1 Vida y obra Ana María Matute Ausejo nace en Barcelona el 26 de julio de 1926 de padre catalán y madre castellana. Su vida en el seno de una familia acomodada se ve gravemente afectada, de un lado, por las consecuencias de una infección de riñón que está a punto de costarle la vida a los cuatro años y otra enfermedad grave a los ocho que la lleva a vivir con sus abuelos a Mansilla de la Sierra, provincia de Logroño; de otro lado, por las tensiones emocio­nales debidas a la falta de cariño materno y el especial afecto de su padre, los numerosos desplazamientos de su familia entre Madrid y Barcelona y la división fa­miliar característica de la Guerra Civil. De 1965 a 1966 es lectora en Bloomington (Indiana) y en 1968 en Norman (Oklahoma). En 1996 ingresa en la Real Academia Española de la Lengua y el 18 de enero de 1998 lee su discurso y ocupa el asiento K, anteriormente ocupado por Carmen Conde Abellán entre 1979 y 1996. Ana María Matute es así la tercera mujer en ingresar en 300 años en la rae. La segunda fue Elena Quiroga que ocupó el asiento A de 1983 a 1995. La vida de la autora, especialmente las experiencias de su infancia y la Guerra Civil española, tiene una gran relevancia en su obra narrativa. Quizás motivada por las historias que le cuenta su padre cuando vuelve de sus viajes y la necesidad de expresar sus tensiones internas, Ana Maria Matute escribe su primer cuento ya a la edad de 5 años; a los 10 redacta una revista ambiciosa, Shibyl, cuyo público es su propia familia. A los 17 escribe Pequeño teatro, su primera novela, donde Gorogó, un muñeco negro que le trae su padre de un viaje, se convierte en personaje —ésta publicada en 1954, después de Los Abel (1948) y Fiesta al noroeste (1952). Con Luciérnagas queda finalista del Premio Nadal en 1949, pero también esta novela tarda años en publicarse, primero como versión censurada en 1955 bajo el título de En este País y en 1993 en su versión original. En 1971 publica La torre vigía y a continuación redacta la primera versión de Olvidado Rey Gudú que no se atreverá a publicar hasta 1996, tras haberla reelaborado intensamente. Durante muchos años su único publico será, como ya con la revista Shibyl, su propia familia. En una entrevista Ana María Matute responde al comentario de Elena Pita: P.—Sus sobrinas debieron de sentirse despojadas cuando lo publicó: 25 años de cuento. R.—Sííí, oh, fue tremendo; yo también, lloré mucho, qué ridícula ¿no?, qué idiota, sí, 77 Francisco Báez de Aguilar González lloré: no lo quería entregar. Es que ¿sabes?, Rey Gudú era un personaje que vivía con nosotras cuando ellas eran pequeñas. Yo les contaba y ellas lo veían como si fuera de verdad, venían a Sitges como al paraíso. Entonces lo tuve en aquel cajoncito con ruedas, paseándolo. Y el día que decidí que sí… Bueno, aquello fue… Nos lo habían quitado, se había ido. Y ahora la mayor no puede ni leerlo. (Pita 2001: s. p.) El enorme interés desde los años noventa por la novela histórica medieval y de fantasía parece haberle dado el valor para publicarlo finalmente: […] yo suelo hacer siempre dos versiones de un libro. Primero una absoluta­mente torrencial, y otra en la que lo retomo y lo corrijo hasta dejarlo como me parece que debe ser. Hace veintitantos años hice la primera versión de este li­bro, pero parecía que no era el momento de publicarlo porque, en primera, no es una literatura que sea usual aquí y nunca lo ha sido. Sospeché que no iba a ser comprendido, lo aparqué y al cabo de unos años he pensado que ahora valía la pena, que ahora sí era el momento. Ha tenido una recepción fabulosa y estoy muy contenta. Escribí en año y pico la primera versión, y básicamente empleé dos años para corregirlo y ponerlo a punto. Es el libro que siempre deseé escribir, podría decir sin exageración que desde que era chiquita —porque escribo desde muy joven— quería siempre haber escrito este libro, lo llevaba dentro. Ha ido creciendo conmigo, dentro de mí, se fue transformando como se fue transformando mi persona, se ha ido enriqueciendo, se ha ido pervirtiendo en algunos momentos como hacemos todos, se ha ido conformando como tiene que ser. (Ruiz Camacho 1996: s. p.) De hecho, leyendo Olvidado Rey Gudú se obtiene la impresión de que la autora está elaborando, digiriendo, intentando superar experiencias propias de su vida: “La memoria modifica, es un escultor, a veces elimina cosas que deben desaparecer para no amargarnos la existencia. Eso en el fondo es la literatura: una memoria modificada” (Pita 2001: s. p.). La trilogía se cierra en 2000 con Aranmanoth. Ana María Matute ha recibido numerosos premios literarios y ha quedado finalista para muchos otros, incluso en cinco ocasiones para el premio Nobel de literatura —en 1977, según la academia sueca, su candidatura era la que más pesaba junto a la de V. Aleixandre. Hoy en día hay un premio de Narrativa de Mujeres que lleva su nombre y que en 2007 se convocó en su xx edición. El premio es organizado por Ediciones Torremoza (Madrid). 3.2.2 La trilogía: La torre vigía – Olvidado Rey Gudú – Aranmanoth En estas tres obras la autora hace honor a su pasión por el mundo de los cuentos y por el de la Edad Media. En el primero, considerado generalmente un mundo de la fanta­sía, se desarrollan para la autora aquellas “leyendas que mostraban sin hipócritas pudores las infinitas gamas de que se compone la naturaleza humana. En ellas están reflejadas en pequeñas y sencillas historias, toda la grandeza y la miseria del ser humano” (Mora 2001: s. p.). En el segundo, el de la Edad Media, conside78