KENIA | 13 de Abril Un juego peligroso Mercy MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN AFRICANA CENTRO -- ORIENTAL M 7 ercy tiene once años y vive en la región occidental de Kenia. [Señale Kenia en el mapa.] A ella le gusta jugar a los mismos juegos que solemos jugar nosotros. Le encanta jugar a las muñecas con su hermana, aunque no tiene muñecas muy sofisticadas, con ropitas especiales y coloridas. Mercy fabrica sus propias muñecas con bolsas de plástico. Pone varias bolsas de plástico unas dentro de las otras, y entonces cose la abertura, para formar la cabeza. A continuación, forma el cuerpo de la misma manera. Fabrica los brazos y las piernas con bolsas enrolladas, que finalmente cose al cuerpo. Y también usa retazos de tela para fabricar ropas sencillas y sombreros para a sus muñecas. Una dolorosa lección A Mercy le gusta mucho su nombre, porque significa “misericordia”. Le recuerda que Cápsula informativa Kenia se encuentra en el este del continente africano. En la costa y en otras regiones del país, el clima es cálido y húmedo. En las regiones más altas, las temperaturas se vuelven más moderadas. Por los parques nacionales de Kenia y de los países vecinos, deambulan muchos animales salvajes, que atraen a una gran cantidad de turistas. Estos brindan una importante fuente de ingresos al país. En las tierras altas de la región occidental de Kenia, hay zonas ricas para la agricultura. A pesar de ello, las frecuentes sequías y las inundaciones ocasionales han causado dificultades financieras para la gente, que depende básicamente de la agricultura para subsistir. Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com Una oración en medio del dolor “Mamá me llevó al hospital, donde los médicos trataron las quemaduras y el capellán del hospital oró por mí. Mamá tenía que llevarme al hospital cada dos días, para que los médicos me fueran quitando la piel dañada del rostro. Mamá lloraba, y yo gritaba cada vez que tenían que rasparme la piel. “Durante semanas, no pude ver ninguna mejoría, pero sabía que todos nuestros conocidos estaban orando por mí. Poco a poco, nueva piel fue reemplazando la piel quemada, y mamá dejó de frotarme la cara. ¡No me ha quedado ni siquiera una cicatriz! K e n ia Dios fue misericordioso con ella en uña ocasión en que un juego que jamás debería haber jugado le produjo mucho dolor. Mercy cuenta la historia para que otros también sepan que Dios nos ama y responde nuestras oraciones. “Un día estaba jugando en la casa de mis primos –dice Mercy—. Los más grandes esta ban cocinando sobre una estufa de carbón y una cacerola tenía en su interior aceite muy caliente. Mi hermana y yo estábamos jugando en la cocina, un lugar no muy seguro cuando hay gente cocinando. Traté de saltar sobre la sartén de aceite caliente, ¡pero caí dentro del aceite! “Grité mucho, porque el aceite me quemó el mentón, la nariz y la boca. ¡Qué dolor tan horrible sentí! Mi tío me puso una crema en el rostro y me llevó a casa. Le contó a mi madre que había sufrido graves quemaduras. Lecciones importantes “Esa experiencia me enseñó lecciones muy importantes. Mi hermana y yo jamás hemos vuelto a jugar en la cocina cuando alguien está cocinando. Aprendimos también que Dios siempre está con nosotros, aun cuando nos suceda algo malo. Dios se preocupa por nosotros; él no nos deja solos. En esos momentos difíciles en los que más sufría, sé que Dios estuvo junto a mí, a mi lado. “Aprendí que hay algunos juegos que es mejor no jugar. ¡Podemos salir lastimados! Otros juegos pueden hacernos daño espiritualmente o quitarnos el tiempo que podríamos pasar con Dios. “Quiero que otros niños confíen en Dios; en la sabiduría y el amor que él siente por nosotros”. Cantemos en Swahili Yesus Endemiwodegn Kidus kalu Negeregn Tanashoch Yersu Nachew Sidekmu yaberetal (C r i s t o m e a m a ) P r O n u n C i a Ci Ó n Ye-sus en-de-mi-uo-deng Ki-dus ka-lu ne-gue-reng ta-na-sho-chier su-na-chau si-dek-mu ya-be-re-tal. Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com www.AdventistMission.org YeSu S Yiw Od eg n a l 8