INFORME: Análisis de la situación urbanística de la Urbanización “Entrepinos” de los términos municipales de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real (Comunidad de Madrid), en particular sobre la conservación de la redes públicas de servicios y sobre la viabilidad de constituir una Entidad Urbanística Colaboradora. EMITIDO POR: Jiménez de Parga Abogados A SOLICITUD DE: de la Comunidad de Propietarios de la Urbanización “Entrepinos”. 2 de Septiembre 2014 1 I.- ANTECEDENTES. i.- La urbanización “Entrepinos” está en los términos municipales de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Leal de la Comunidad de Madrid, estando administrada por la Comunidad de Propietarios que se rige por el Reglamento de la Comunidad de Propietario de la Urbanización Parque Residencial “Entrepinos”, tramitados de acuerdo con la entonces vigente Ley del Suelo y Ordenación Urbanística (LS´1956) y aprobados por la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid en sesión celebrada el 22 de julio de 1970. Respeto a su naturaleza y al régimen jurídico que le será aplicable, el artículo 2 establece “que se regirá por los presentes Estatutos y en lo no previsto en ellos por las disposiciones legales aplicables y, de un modo expreso, por lo dispuesto en las Ordenanzas aprobadas por las Autoridades competentes en la Ley de Propiedad Horizontal de 21 de junio de 1960, en la Ley sobre Régimen de Suelo y Ordenación Urbana de fecha 12 de mayo de 1956 y por las Normas del Código Civil”. La finalidad de la urbanización está prevista en el artículo 5 de los Estatutos que establece lo siguiente: “La Comunidad de Propietarios de la Urbanización Parque Residencial “Entrepinos” tiene por finalidad agrupar a los propietarios delas parcelas que componen dicha urbanización para procurar el descanso de los moradores de la misma, el recreo y el deporte privado. La organización de la vida comunitaria, sus mutuas relaciones y las de la Comunidad con terceros, la conservación y mejora de la Urbanización y, en general, para decidir resolver y ejecutar cualquier cuestión o acuerdo que afecta directa o indirectamente a la Urbanización. (...) Es irrenunciable el carácter de miembro de la Comunidad sin renunciar asimismo a la propiedad de la parcela de la que es propietario, por lo que la renuncia a la Comunidad no surtirá ningún efecto y, por 2 tanto, no exime del pago de cuotas ordinarias o extraordinarias que por los gastos comunes correspondan”. Establece el artículo 4 que la Comunidad tiene una duración indefinida. El artículo 7 señala que la Comunidad de Propietarios la integrarán los propietarios de parcelas, edificadas o no, locales y viviendas enclavadas en terrenos de la urbanización y que figuren el Libro de comuneros, bastando para ser dado de alta en el mismo la comunicación que remita la Sociedad Urbanizadora. La Urbanización se describe dentro de los elementos comunes del artículo 11 de los Estatutos, cuyo tenor literal reza: Son elementos comunes: a) Los tendidos de suministro de energía eléctrica, en alta y baja tensión, con sus casetas de transformación y farolas e instalaciones de luz para uso general de la Urbanización, desde la conexión con la red general, siempre que no sean de propiedad de la Compañía suministradora de dicho servicio (...) c) El alcantarillado con todas sus instalaciones, d) Los viales y las plazas, e) Las zonas verdes de uso común, una vez esté terminada la Urbanización y vendida el 90 por 100 de la misma., f) Las zonas o instalaciones deportivas ubicadas en terrenos de uso común. Todo lo anterior, en caso de que los Ayuntamientos respectivos, empresas suministradoras de agua y luz u otros organismos o empresas no acepten los viales, zonas verdes, servicios o instalaciones antedichas. Los elementos comunes como cualquier otra urbanización pueden ser cedidos a los Ayuntamientos en cuyo término municipal se ubican, pero la obligación de conservar seguirá persistiendo. Así se establece expresamente en el artículo 14 de los Estatutos, pues “aún en el caso de que se cedan los viales y zonas verdes a los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real, y estos acepten, corresponderán a la Comunidad de Propietarios los gastos de conservación o mejora de dichos viales y zonas verdes”. Estableciendo el artículo 15 que “será obligación de la Comunidad la relación de aquellas obras que sean 3 necesarias para el uso normal de las cosas o elementos comunes o para evitar que a consecuencia de los desperfectos de estos”. Lógica consecuencia de lo anterior es entender que la Comunidad de Propietarios de “Entrepinos” no es una Comunidad normal de la Ley de Propiedad Horizontal en el sentido de que está llamada desde su origen a cumplir una función urbanística o pública, lo que se acredita por los siguientes: Se reconoce expresamente entre sus funciones “la conservación y mejora de la Urbanización” entendiendo por tal las redes públicas de la urbanización (red viaria, red abastecimiento de agua, red de alcantarillado, red de alumbrado eléctrico, etc.) que no dejan de ser infraestructuras de redes públicas y dotaciones públicas –afectas a servicios públicos-. Se rige por las Ordenanzas que aprueben las Autoridades, en clara remisión a las Ordenanzas urbanísticas y demás Ordenanzas locales, así como por la Ley sobre Régimen de Suelo y Ordenación Urbana, lo que difiere del régimen jurídico propio de las Comunidades de Propietarios del Código Civil y de la Ley de Propiedad Horizontal. Se establece para los propietarios de las parcelas la obligación de integrase en la Comunidad y de contribuir a los gastos de conservación mientras sean titulares de sus parcelas, siendo la Sociedad urbanizadora la que transmite la obligación de conservación, bastando para ello la mera comunicación. Se establece el destino público de los elementos comunes de la Comunidad de Propietarios, a diferencia de la Comunidades normales de la Ley de Propiedad Horizontal, que no es otro que ser cedidos a los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real. Se le reconoce personalidad jurídica propia, a diferencia de las Comunidades de Propietarios. El planeamiento urbanístico, como veremos, se refiere a una Asociación Administrativa (precedente de las Entidades Colaboradoras). En definitiva, el Reglamento por el que se rige la Comunidad de Propietarios responde a los Estatutos de una Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, más que a los Estatutos de una Comunidad de Propietarios del 4 artículo 396 Código Civil o de la Ley de Propiedad Horizontal. Como quiera que se redactara y aprobara antes de la entrada en vigor del Texto Refundido de la Ley del Suelo de 1976 y del Reglamento de Gestión Urbanística de 1978, es por lo que se denominó Comunidad de Propietarios. Ahora bien, como advertiremos en el cuerpo de este informe, para que una Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación adquiera personalidad jurídica, es preceptivo que se inscriba en el Registro de Entidades Colaboradoras de la Comunidad de Madrid. Y el hecho de que fuera una Entidad Urbanística de Conservación no impide que se aplique la Ley de Propiedad Horizontal. Es más, el Apartado e) del Artículo Segundo de la referida Ley (tras la redacción dada por la disposición final 1.1 de la Ley 8/2013, de 26 de junio), establece que “a las entidades urbanísticas de conservación en los casos en que así lo dispongan sus estatutos”. Efectivamente, los Estatutos (o Reglamento) prevé expresamente la aplicación de la Ley de Propiedad Horizontal. ii.- La Comunidad de Propietarios está obligada a conservar la urbanización habida cuenta de que dicha obligación la impone el planeamiento urbanístico a los propietarios de las parcelas. El Plan Parcial de Ordenación del Parque Residencial “Entrepinos” fue redactado en 1967. En Documento originario el apartado 3 relativo a la “Ejecución y conservación de la obra de urbanización” se establece que “las superficies de los viales, parques y jardines públicos previstos en el planeamiento, serán cedidos a los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real” siendo obra de urbanización a realizar por el promotor las de “explanación, encintado y pavimentación definitiva de las calzadas, saneamiento, drenaje, alumbrado público y redes de agua y electricidad, plantación de arbolado”, corriendo la conservación de la misma “a cargo de los futuros propietarios de las parcelas”, y que la cesión de la obra urbanizadora a los Ayuntamientos “no entrañará, pues, obligaciones algunas para éstas, en orden al mantenimiento idóneo de las instalaciones”, sino que “una Asociación Administrativa en la que se integrará todos los propietarios afectados, será la encargada de dichas tareas, con cargo a los fondos nutridos por un canon anual de urbanización”. De conformidad con lo dispuesto en el planeamiento urbanístico, los Ayuntamiento habilitarán y velarán por la correcta ejecución de la urbanización pero no realizarán obra ni inversión alguna, ni asumirán los costes de 5 mantenimiento de las infraestructuras de los servicios públicos. Así se deduce claramente del apartado 4.1 relativo a los compromisos entre el Ayuntamiento y la Promotora: “Los promotores se comprometen formalmente (...) a la ejecución íntegra y a su costa de las obras de conservación, a la cesión gratuita de las superficies de los viales y parques y jardines públicos y a la conservación de las obras ejecutadas, sin que los Ayuntamientos hayan de realizar obra o inversión alguna. Las obligaciones derivadas del compromiso de conservación serán transmisible –por subrogación- a los futuros adquirentes de las parcelas resultantes de la urbanización”. Por tanto, serán los propietarios de las parcelas de la urbanización quienes asumirán la obligación de conservación de la obra urbanizadora por subrogación en la posición del promotor, debiendo hacerse constar dicha carga urbanística en los contratos entre la promotora y los nuevos titulares de las parcelas. Se dispone dicha obligación en el Aparatado 4.2: “La subrogación aludida a los futuros propietarios en la obligación de conservar a su costa la urbanización se hará constar expresamente en cuantos documentos –públicos o privados- se otorguen entre la Sociedad propietaria y aquéllos”. Para hacer frente a esa carga de conservación se creará la Asociación Administrativa (Comunidad de Propietarios) en la que se integrarán obligatoriamente todos los nuevos propietarios de las parcelas. Así se prevé en el mismo Aparatado 4.2: “Se constituirá una Asociación Administrativa cuyos Estatutos serán sometidos a la aprobación del Ayuntamiento y de los órganos urbanísticos competentes, a la que pertenecerán obligatoriamente “propter rem” los titulares de dominio y otros derechos reales sobre parcelas y otras porciones de terreno de la urbanización. 6 Para atender a los gastos de conservación se fijará un canon en los Estatutos, proporcional al derecho de cada uno de los miembros”. iii.- En el año 1977 se modifica el Plan Parcial para la III Fase que abarcaría todo el Sector Este del Plan Parcial inicialmente aprobado, terrenos Comprendidos a la derecha de la primera y Segunda Fase. Esta modificación fue aprobada por la Comisión Delegada del Área Metropolitana de Madrid en sesión celebrada el 30 de octubre de 1978. Esta modificación respondió a la necesidad de variar la red viaria con el fin de adecuarse a la topografía de los terrenos así como a la existencia de la vía pecuaria que transcurre de Norte a Sur por toda la urbanización. La existencia de la vía pecuaria condicionó el desarrollo de la III Fase de la urbanización por lo que se formuló la modificación del Plan Parcial ampliando la zona verde en el plano de zonificación, dado que al ser espacio libre de uso público. El contenido jurídico de la modificación del planeamiento urbanístico está integrado en la Documentación de la Modificación Plan Parcial “Entrepinos” presentada en su día con el objeto de cumplir con lo dispuesto en el artículo 53 TRLS´76 (Documento visado en el COAM con fecha 29 de diciembre de 1977, con Informe favorable Jefe de Sección de 19 de mayo de 1978). Destacamos en particular de los dispuesto en los puntos 3 y 4 que se refiere a la Asociación de propietarios encargada de la conservación de la urbanización (utilizándose el término “Comunidad de propietarios” a diferencia del Plan Parcial originario). En el Punto 3, párrafo tercero y cuarto, se establece: “Por lo que respecta a la conservación de las obras de urbanización correrá a cargo de los futuros propietarios de las parcelas y viviendas y en la medida en que estos faltaren de la sociedad promotora. La cesión que se verifique a favor de las citadas Corporaciones Municipales, no entrañará pues, obligación alguna para éstas, en orden al mantenimiento idóneo de las instalaciones. Una Comunidad, en la que se integrarán todos los propietarios afectados, será la encargada de dicha área, con cargo a los fondos nutridos por un canon anual de conservación” 7 El apartado 4.2 se refiere a la Comunidad de Propietarios “cuyos estatutos fueron aprobados por los Ayuntamientos y los órganos urbanísticos competentes” indicando que a “esta comunidad de Propietarios pertenecerá obligatoriamente “propter rem” los titulares del dominio y otros derechos reales sobre viviendas y otras porciones de terreno de la urbanización,” y que para atender a los gastos de conservación de urbanización “se fijará un canon en los Estatutos, proporcional al derecho de cada uno de los miembros”. El Documento de planeamiento urbanístico de referencia (Modificación Plan Parcial aprobada en 1978) fija las condiciones mínimas de los servicios urbanísticos. Se señala expresamente que “los servicios urbanos mínimos exigibles como condición previa a la concesión de las correspondientes licencias de edificación son los de pavimentación de viales, abastecimiento de agua, evacuación de residuales y suministro de energía eléctrica y alumbrado público”. Estos son los servicios urbanísticos necesarios para los terrenos adquieran la condición de solares conforme a la Ley, condición necesaria y previa a la obtención de licencias de edificación. Se establecen las características técnicas de la red viaria, en concreto para la pavimentación de las vías de tránsito rodado, el radio mínimo que habrá de respetarse para el enlace de las calles, las características de los bordillos y las aceras y sendas para peatones que serán de arena compactada. Respecto al abastecimiento de agua, se señalan las características técnicas de la red de distribución que será de tubo de fibrocemento o de PVC, debiendo discurrir la conducción por el lado de la acera más ancha, con arquetas o cajones metálicos donde quedarán dispuestos el enganche, llaves de paso y contenedores de las parcelas respectivas. Se prevé también para la evacuación de residuos la instalación de dos EDAR en la III Fase que limpiarán el agua hasta las condiciones necesarias admitidas por la Administración competente. Las aguas pluviales evacuarán directamente al arroyo de Tórtolas. Por último, respeto a la recogida de basuras simplemente se señala que se estudiará el problema de la recogida de desperdicios domésticos, señalando que la recogida desde las viviendas se hará en la forma que se determine por la Comunidad de Propietarios. 8 II.- CONSULTA. Expuestos los anteriores antecedentes de hecho se nos formula la siguiente consulta: Cuál es la situación urbanística actual del ámbito de referencia, su relación con servicios urbanos, bienes de uso y dominio público; análisis y evaluación de la conveniencia o necesidad de constituir una Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación (EUCC), su alcance en relación con la conservación y prestación de servicios; si una vez constituida se podría inscribir en el Registro de Entidades Colaboradoras si no está disuelta la Junta de Compensación (como anterior entidad colaboradora); puede pervivir la Comunidad de propietarios y la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, en relación a la prestación de los distintos servicios que actualmente se prestan en la urbanización; qué son servicios urbanísticos públicos y qué servicios privados; la titularidad de las parcelas de equipamientos, cuál es su calificación y destino a los efectos de conservación; puede ser titular de patrimonio particular la Entidad de Conservación, puede transmitirlo explotarlo o enajenarlo. propone la formulación de Conclusiones. 9 Por último se III.- INFORME: CONSIDERACIONES JURÍDICAS. i.- Situación urbanística actual. Como ya hemos expuesto, la urbanización “Entrepinos” del término municipal de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real es una urbanización de iniciativa privada que se promovió en 1969 bajo la vigencia de la Ley del Suelo de 1956, dando por resueltas todas las obras, infraestructuras y servicios públicos urbanísticos con el compromiso de no repercutir los costes de conservación y mantenimiento de la obra urbanizadora a los Ayuntamientos afectados. Nos encontramos con una urbanización consolidada por la edificación, donde se han edificado viviendas aisladas conforme a las Ordenanzas urbanística y previa licencia de edificación, habiendo adquirido las parcelas previamente la condición de solares por estar dotadas de todos los servicios urbanísticos públicos necesarios. A ello se refiere Documento de Modificación Plan Parcial de 1978 al fijar las condiciones mínimas de los servicios urbanísticos necesarios para obtener la licencia de edificación. Esos mismos servicios urbanísticos básicos son a los que se refiere el artículo 14.1 Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid exige para que los terrenos puedan calificarse como Suelo Urbano Consolidado. Estable este precepto lo siguiente: 1. Tendrán la condición de suelo urbano los terrenos que, formando parte de una trama urbana, cumplan alguna de las siguientes condiciones: a) Que sean solares por ser aptos para la edificación o construcción y estar completamente urbanizados, estando pavimentadas las calzadas y soladas y encintadas las aceras de las vías urbanas municipales a que den frente y contando, como mínimo, con los servicios de abastecimiento de 10 agua, evacuación de aguas residuales, suministro de energía eléctrica y alumbrado público conectados a las correspondientes redes públicas. b) Que cuenten con urbanización idónea para la edificación o construcción a que deba otorgar soporte y realizada en grado suficiente, que proporcione, en todo caso, acceso rodado por vía urbana municipal, abastecimiento de agua, evacuación de aguas residuales y suministro de energía eléctrica y alumbrado público (...). Este suelo urbano consolidado tiene una regla especial y excepcional respecto de otros suelos urbanos que pudiera haber en el término municipal, y es que obliga a los propietarios a conservar la urbanización para lo que tendrán que constituirse en una Asociación Administrativo (que luego sería Comunidad de Propietarios), hoy Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación. Aunque la urbanización nació al amparo de la LS´56 como urbanización de iniciativa privada, el planeamiento urbanístico actual la considera como suelo urbano consolidado, lo que necesariamente plantea una serie de consideraciones. Entendemos que en nuestro caso tiene especial trascendencia la cuestión referente a la cesión de Viales y de Zonas Verdes. Por ello, es también relevante la cuestión de la existencia del deber de hacer cesiones o no en las urbanizaciones privadas desarrolladas al amparo de la LS´56. Esta cuestión ha sido debatida por la doctrina MARTÍN BLANCO, ORTEGA GARCÍA, MARTÍN TEJERIZO, LASO MARTÍNEZ, PAYÁ GANSET- y por la jurisprudencia. La doctrina mayoritaria, sobre la base de los artículos 63.2.c), 67.3º y 114 LS´56, ha defendido la existencia de un deber de cesión por parte de los propietarios de las urbanizaciones particulares de la totalidad de los terrenos destinados a viales y zonas verdes sin excepción y, por tanto, el correlativo deber de los Ayuntamientos de recepcionar los mismos, entendiendo que la cesión se produce por ministerio de la Ley (ope legis) con la aprobación del Plan Parcial correspondiente. Una de las razones que ha venido esgrimiendo la doctrina a favor de la necesidad de la cesión y de la correlativa recepción por el Ayuntamiento del viario en este tipo de urbanizaciones es que de no tener el viario la condición de público, no se podría cumplir el artículo 67 LS´56 (86 TRLS´1976), que impone la limitación en el suelo urbano de no poder ser edificado hasta que la parcela 11 no adquiera la condición de “solar”, siendo uno de los requisitos exigidos por la Ley para la existencia de “solar” (artículo 63.2 c) LS´56 y 82 TRLS´76) que la parcela que se va a edificar de frente a vía pública. La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha recibido esta tesis doctrinal en varios pronunciamientos. Así en STS de 24 de septiembre de 1991, en la que se analiza la legalidad de unos acuerdos adoptados por el Ayuntamiento de Gandía en los que se formulaba la siguiente declaración: “Declarar que los terrenos declarados a viales y zonas verdes en el ámbito del polígono 5 de la Playa Les Motes, incluyendo en ellos el cuestionado vial de servicio, constituyen bienes de dominio y servicio público desde el momento en que se aprobó definitivamente el correspondiente Plan Parcial de 8 Polígonos de la Playa por acuerdo de la Comisión Provincial de Urbanismo de 4 de julio de 1968”. El Tribunal Supremo considera en sus F.D 3º Y 4º que la traslación se ha producido “ex lege” a favor del dominio público del Ayuntamiento y, en consecuencia, estima la apelación formulada contra la sentencia de instancia que revoca, declarando ajustado a Derecho el acuerdo municipal. Hemos de señalar que son numerosísimos los pronunciamientos jurisprudenciales que afirman la procedencia de la cesión de viales y zonas verdes en las urbanizaciones particulares en las que se aprobó el correspondiente Plan Parcial de iniciativa privada y las que se procedió a la ulterior reparcelación. En este sentido la STJ de Madrid de 9 de octubre de 2000, que cita la doctrina recogida por las SSTS de 24 de abril 1996 y 26 de abril de 1996. Esta última sentencia tiene especial trascendencia en la medida en que se rechaza un Informe de la Comunidad de Madrid que señalaba desacertadamente que en “las urbanizaciones privadas de iniciativa particular los viales son de titularidad privada, aunque gravados con una servidumbre de uso público”, y se declara que: “El Tribunal no puede compartir ese informe, debiendo por el contrario atenernos a la clara doctrina sentada por el Tribunal Supremo en sentencias de la Sección Primera de su Sala Tercera de 24 y 26 de abril de 12 1996, en las que se declaró que la titularidad de los viales de la Moraleja y El Soto de la Moraleja corresponde al Ayuntamiento de Alcobendas por razón de lo dispuesto en la normativa urbanística, sin necesidad de acto alguno de cesión formal de los mismos. En la primera de dichas sentencias se dice: “Dado lo dispuesto en la disposición transitoria tercera de la Ley 19/1975, de 2 de mayo, de Reforma de la Ley de Régimen de Suelo y Ordenación Urbana ... hay que entender que el Plan Parcial aludido en el fundamento jurídico anterior se hallaba en curso de ejecución a la entrada en vigor de la referida Ley, y conforme a la citada disposición reiterada en el Texto Refundido de dicha Ley por Real Decreto 1346/1976, debía continuar ejecutándose conforme a los preceptos de la ley anterior de 12 de mayo de 1956; y siendo esto así conforme al Reglamento de Parcelaciones, aprobado por Decreto 1006/1966, en el artículo 30.1 se establece que “la aprobación definitiva de la reparcelación producirá la cesión al Ayuntamiento de todos los terrenos destinados a dominio público y uso público municipal...” y el artículo 67.3 de la citada Ley del Suelo de 1956 había establecido que los propietarios de suelo urbano deben ceder los terrenos para viales y parques y jardines”. Resulta de ello que, cuando se otorgó la escritura de reparcelación en julio de 1975, y se cedieron los terrenos por la Junta de Compensación a Nueva Inmobiliaria Española, S.A ... estaba vigente dicha legislación, el Ayuntamiento de Alcobendas adquirió la propiedad formal de los viales de la urbanización a que nos referimos”. En dicha sentencia se trata también en el fundamento 7º la supuesta servidumbre de las obras de urbanización y los bienes y servicios que forman parte del equipamiento según se refiere en los Estatutos de la Entidad de Conservación, destacando frente a ello la legislación urbanística, en especial los artículos 57 y 128 del Texto Refundido de la Ley del Suelo de 1976, según los cuales la transmisión al municipio correspondiente, en pleno dominio y libre de cargas, de todos los terrenos de cesión obligatoria tendría lugar por ministerio de la Ley”. El artículo 53 TRLS´76 distinguía los planes redactados por los particulares y los planes que, además de redactados por los particulares, se referían a 13 “urbanizaciones particulares”, exigiendo a éstos determinaciones complementarias a las normas del Plan similares a las exigidas en artículo 53.1º, c) de la LS´56. También se debía concretar “el modo de ejecución de las obras de urbanización y la previsión de la futura conservación de la misma”. Pero ya resulta pacífica y unánime la idea de que en los dos casos de iniciativa privada, el Plan es de naturaleza pública pues en todo caso lo aprueba la Administración, titular de la función pública de planeamiento. Con ello se pretende superar la problemática doctrinal surgida en torno a las urbanizaciones privadas, a la cesión de los viales y zonas verdes, a la prestación de servicios públicos y la adecuación con la legislación de régimen local, por lo que todo pacto en sentido contrario resultaría “contra legem”. En las urbanizaciones privadas o de iniciativa particular, como es el caso que nos ocupa, ya bajo la vigencia de la LS´56 o bajo la vigencia del TRLS´76 (aplicando el sistema de compensación), es procedente la cesión y la recepción por la Administración de los terrenos destinados por el Plan a viales y zonas verdes, quedando integrado en el dominio público municipal y ello, como hemos visto que señalaba la jurisprudencia, sin que sea preciso un acto formal de cesión. Y las obras de urbanización incorporadas a los mismos también tenían que ser cedidas a la Administración una vez finalizadas correctamente, con independencia de a quién corresponda su conservación. Esta circunstancia se refuerza en la Urbanización Entrepinos por el hecho de que la aprobación definitiva de la Modificación del Plan Parcial por la Comisión del Área Metropolitana de Madrid del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, en sesión celebrada el día 30 de octubre de 1978, bajo la vigencia del TRLS´76, y se deduce claramente de la Documentación de la Modificación Plan Parcial “Entrepinos”, en particular de los dispuesto en los puntos 3 y 4 a que hemos hecho referencia en los Antecedentes de este Informe. Evidentemente, de la redacción literal del referido precepto se deduce claramente que el destino de la red viaria, zonas verdes y demás elementos de la urbanización donde se presten los servicios urbanos mínimos, con independencia de a quién corresponda la conservación de los mismos, son de cesión obligatoria y la cesión se produce por ministerio de la Ley (ope legis) con la aprobación del Plan Parcial. Esta misma idea se deduce de los propios 14 Estatutos (o Reglamento) de la Comunidad de propietarios, al establecer en su artículo 14 la previsión de cesión de los elementos comunes a los Ayuntamientos afectados en los siguientes términos: “en el caso de que se cedan los viales y zonas verdes a los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real, y estos acepten, corresponderán a la Comunidad de Propietarios los gastos de conservación o mejora de dichos viales y zonas verdes”. Por otra parte, no se puede mantener que se trata de “urbanización consolidada” o ámbito urbanístico consolidado por la urbanización, y al mismo tiempo sostener que las vías públicas y las zonas verdes son de titularidad privada. Es una contradicción que ya ha resuelto la doctrina y la jurisprudencia citadas. Que es una urbanización consolidad se deduce de la existencia de viviendas y de lo dispuesto en el propio Documento de Modificación del Plan Parcial al referirse a los servicios urbanísticos mínimos (pavimentación de viales, abastecimiento de agua, evacuación de residuales y suministro de energía eléctrica y alumbrado público) como condición previa a la concesión de las correspondientes licencias de edificación, pues sin los mismos los terrenos no adquieran la condición de solares, es decir, suelo urbano consolidado por la urbanización. En efecto, la normativa urbanística exige para que un terreno de suelo urbano consolidado tenga la condición de solar y sea directamente edificable, que éste tenga “acceso por vía pavimentada de uso y dominio público”. Entendemos, en definitiva, que no se puede mantener por el Ayuntamiento ni por el Planificador que el ámbito urbanístico sea un suelo urbano, donde se ha edificado otorgando las correspondientes licencias de obra, y al mismo tiempo sostener que las vías públicas y las zonas verdes no son de titularidad pública. Mantener el carácter privado de estas vías hubiera tenido como efecto que no se concedieran licencias urbanísticas en las parcelas de la urbanización. Antes bien, parece haber ocurrido todo lo contrario, y al otorgar las oportunas licencias urbanísticas el Ayuntamiento ha venido reconocer el carácter público del viario. Es más, con independencia de lo expuesto anteriormente y aunque sea como mera hipótesis, hemos de advertir que el Tribunal Supremo ha admitido la cesión tácita de las obras de urbanización por actos concluyentes que revelan su recepción por la Administración urbanística, como es el otorgamiento de 15 licencias urbanísticas o el devengo de tasas o impuestos locales. Este criterio del Tribunal Supremo, que reconoce la posibilidad de una recepción y aceptación tácitas, se refleja en las SSTS 22 de noviembre de 1993, 29 de noviembre de 1993 y 21 de junio de 2001, entre otras, admitiendo “como posible, válida y eficaz la recepción y aceptación tácitas, deducible de actos propios de la Administración vinculantes para la misma”. Este es el criterio seguido por la jurisprudencia del Tribunal Supremo (vid Fundamento de Derecho Segundo, STS de 13 de marzo de 1990) siendo la cuestión principal comprobar si el plan de ordenación aplicable impone o no a los propietarios el deber de cesión o el deber conservar la urbanización. Por todas estas razones, la doctrina ha venido afirmando que las urbanizaciones particulares presentan dos sistemas de regulación de las cosas de uso común o colectivo. Un sistema jurídico administrativo y un sistema jurídico privado que conviven pacíficamente y que se complementan. El sistema jurídico administrativo comprende los viales, los servicios públicos, espacios libres y zonas verdes. La titularidad corresponde en todo caso a la Administración (STS de 7 de noviembre de 1994) y nunca a los propietarios, que a lo sumo estarán obligados a su conservación, y ello aunque no hayan sido cedidos a la Administración. Es obvio que las zonas verdes, las calles o viales –incluidos los peatonales- que sirven de acceso a los demás usos urbanos y que así han sido trazados en el Plan Parcial y en el Proyecto de urbanización deben ser de titularidad pública y afectas a un uso público. Por el contrario, el sistema de regulación de las cosas de uso común y colectivo será privado (en régimen de propiedad horizontal), en los supuestos de servicios privados (seguridad privada); o la piscina o las dotaciones deportivas que son una dotación privada y que en ningún caso se puede calificar como un servicio público. Sobre este particular nos centraremos más adelante. ii.- Recepción tácita. Dicho lo anterior, hemos de advertir que la jurisprudencia ha admitido la cesión tácita de las obras de urbanización por actos concluyentes que revelan su recepción por la Administración urbanística, como es el otorgamiento de licencias urbanísticas o el devengo de tasas o impuestos locales. Sobre la valoración de este conjunto de circunstancias es esclarecedora la STSJ de Canarias de 10 enero de 2003, confirmada por el Tribunal Supremo en 16 su sentencia de 3 de noviembre de 2006. La sentencia del Tribunal Supremo establece los antecedentes delimitadores del litigio en su Fundamento de Derecho Primero, y que reproducimos parcialmente a continuación por ser del todo punto esclarecedor: Declara en el QUINTO que ni el Ayuntamiento puede negarse a una recepción de las obras ni puede quedar en una situación de absoluta pasividad, conforme a los artículos 2 y 3 de la LS de 1976. En el caso “la propia situación de la Administración revela que viene realizando actos, cuyos destinatarios son los titulares de propiedades en las distintas urbanizaciones, que dan a entender la recepción tácita de las mismas, en cuanto quedó acreditado en periodo probatorio que el Ayuntamiento viene girando el Impuesto de Bienes Inmuebles (y antes la Contribución Territorial), otorgando licencia de edificación y de primera ocupación, cobrando el Impuesto de Actividades Económicas, es decir, un conjunto de actos que revelan esa recepción tácita, o, cuando menos (si esto fuera así), una actitud diametralmente contraria al cumplimiento de sus obligaciones urbanísticas de control y fiscalización del estado de las urbanizaciones”. Acude a la STS de 1 de febrero de 1999 para proclamar la recepción tácita ... Declara que debe aceptarse la demanda dada la simplicidad en que se mueve al pretender se declare la disconformidad a derecho de la denegación tácita del Ayuntamiento a la solicitud actora así como que se reconozca la obligación de la Administración a realizar cuantas gestiones sean necesarias para la asunción de los servicios públicos pasando por la recepción de las urbanizaciones. Afirma, por tanto, que no se pretende la prestación de los servicios sin la previa recepción de las urbanizaciones respecto de la que se interesa la realización de las gestiones necesarias para hacerla efectiva. La STS de 1 de febrero 1999 establece en su Fundamento de Derecho CUARTO que: Los propietarios de la Urbanización ... tienen derecho a que el Ayuntamiento ... les preste los servicios urbanísticos solicitados, es decir, 17 los relativos a alumbrado público, abastecimiento de agua potable, alcantarillado, pavimentación, de las vías públicas, entre otros, sin que esa corporación pueda obviar las obligaciones que la Ley le impone, puesto que ya el 15 de junio de 1988 fue solicitada al Ayuntamiento ... la recepción de los viales y demás instalaciones y servicios de los terrenos urbanizados ... fechas desde las que los propietarios venían ya satisfaciendo a dicho Ayuntamiento la contribución urbana, razones que inducen a la consecuencia de tenerse por tácitamente recibidas por el ente municipal los viales y susodichas instalaciones... De aquí, que proceda la confirmación de la sentencia impugnada, que reconoce y declara la obligación del Ayuntamiento de ... al mantenimiento y conservación de las obras de urbanización y servicios públicos correspondientes... En igual sentido la STS de 25 de enero de 2002, en la que se afirma que la entrega de las obras a la Administración debe ser formalizada mediante las actas correspondientes, previa comprobación del estado y circunstancias de las obras, lo que implica la aceptación y recepción de las mismas por la Administración urbanística. No obstante lo anterior, se afirma la posibilidad de recepción tácita en su fundamento de Derecho Segundo: Sin embargo, como reconocen las sentencias de esta Sala de 22 y 29 de noviembre de 1993 –en que se fundamenta con pleno acierto la sentencia recurrida- y también la sentencia posterior de 1 de febrero de 1999, es posible admitir excepcionalmente una recepción y aceptación tácita válida y eficaz que vincula a la Administración, cuando las obras se han realizado debidamente y existen actos propios de ésta que resultan concluyentes de tal recepción. Recepción tácita que puede venir dada por el hecho de otorgar licencias urbanísticas, como señala STSJ de Valencia: No cabe olvidar que en la sentencia apelada se afirma, asimismo, la recepción tácita de los elementos, infraestructuras y espacios públicos de la urbanización, ya que (…) ante el defecto de cesión alguna, nada hizo, 18 acordó ni actuó sobre el particular; y por otra parte, porque, pese al defecto de cesión y consiguiente recepción de viales, jardines, alcantarillado y otros elementos públicos de la urbanización, concedió, no obstante, algunas licencias que, por imperativo normativo, exigían la existencia de vías públicas, actos propios inequívocos, tratándose de actos estrictamente reglados, que ponen de manifiesto, contra la tesis formal que se mantiene, la real recepción tácita de las obras, ya que, de no ser así, no debía haberse otorgado las mentadas licencias y, porque, además, ante la omisión de la promotora podía haberse instado judicialmente la entrega de los bienes, servicios e infraestructuras públicas de que se trata. Por todo lo expuesto, podríamos deducir que los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real ya habrían recibido de forma tácita las referidas obras de urbanización e infraestructuras de los servicios públicos objeto de este informe. iii.- Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación. La cuestión urbanística más importante que se plantea es la carga de conservación de la urbanización y la obligación de constituir un Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación. La urbanización “Entrepinos” se desarrolló inicialmente por la Ley del Suelo de 1956 que no preveía Entidades Urbanísticas de Conservación, no obstante, como ya hemos dicho, artículo 53 TRLS´76 a “urbanizaciones particulares”, en el que se debía concretar “el modo de ejecución de las obras de urbanización y la previsión de la futura conservación de la misma”. Es por ello, que entendamos que en las urbanizaciones como es el caso que nos ocupa, ya bajo la vigencia de la LS´56 o bajo la vigencia del TRLS´76 y del Reglamento de Gestión Urbanística de 1978 era procedente la cesión y la recepción por la Administración de los terrenos destinados por el Plan a viales y zonas verdes, quedando integrado en el dominio público municipal y ello, como hemos visto en el apartado anterior del informe y como ha señalado la jurisprudencia, sin que fuera preciso un acto de cesión formal. Las obras de urbanización incorporadas a los mismos también tenían que ser cedidas a la Administración una vez finalizadas correctamente, con independencia de a quién correspondiera su conservación y que, en todo caso, 19 debía quedar resuelta la previsión de la futura conservación de la urbanización. El artículo 53 del TRLS´76 establecía los documentos que deberían contener los Planes y proyectos redactados por particulares y cuando se trataba de urbanizaciones de iniciativa particular, se debían de consignar además los siguientes datos: c) Modo de ejecución de las obras de urbanización y previsión sobre la futura conservación de las mismas; d) Compromisos que se hubieren de contraer entre el urbanizador y el Ayuntamiento, y entre aquél y los futuros propietarios de solares. En el apartado 3 del documento se establece que la conservación de la urbanización correrá a cargo de los propietarios de las parcelas viviendas en subrogación de la sociedad promotora y que “una Comunidad, en la que se integrarán todos los propietarios afectados, será la encargada de dicha área, con cargo a los fondos nutridos por un canon anual de conservación”. En el apartado 4.2 se refiere a la Comunidad de Propietarios “cuyos estatutos fueron aprobados por los Ayuntamientos y los órganos urbanísticos competentes” indicando que a “esta comunidad de Propietarios pertenecerá obligatoriamente “propter rem” los titulares del dominio y otros derechos reales sobre viviendas y otras porciones de terreno de la urbanización,” y que para atender a los gastos de conservación de urbanización “se fijará un canon en los Estatutos, proporcional al derecho de cada uno de los miembros”. Ahora bien, Porque la urbanización es de naturaleza pública, de concretarse el deber de conservación a cargo de los propietarios de las parcelas, éste no puede recaer en una Comunidad de Propietarios ordinaria que se rige por normas de Derecho civil, sino que debe recaer en Entidades Colaboradoras de la Administración urbanística actuante, que se rigen por normas de Derecho público, prueba de ello es que los Estatutos de la referida Comunidad fueron aprobados por los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real, así como por los organismos urbanísticos competentes, a pesar del “Nomen Iuris” utilizado en la documentación redactada en 1977. Es decir, como quiera que el tema de la conservación de los de las urbanizaciones debía quedar resuelto, se concretaba la obligación de los propietarios de conservar las mismas obligando a constituir comunidades o agrupaciones de propietarios originariamente (posteriormente Entidades Colaboradoras) como manifestación de la colaboración de los particulares en la gestión urbanística, cuya constitución trascendía la propia voluntad de éstos. De 20 hecho, la previsión legal contenida en el artículo 53.2.c) de la Ley del Suelo de 1976 fue desarrollada en los artículos 46.b), 3º y 64.c) del Reglamento de Planeamiento. Esta tesis se recoge de forma clara en la Sentencia del Tribunal Supremo de 18 de enero de 2006, que en sus fundamentos jurídicos Sexto y Séptimo: “SEXTO.- Ahora ya sí nos encontramos en condiciones de enfrentarnos al único motivo de casación antes referido y, desde luego, debe ser estimado, ya que, recordemos, la Sala de instancia estimó el recurso contenciosoadministrativo por entender, en esencia, que la entidad urbanística de colaboración, regulada en el Reglamento de Gestión EDL1978/310 , carece de la necesaria cobertura legal. Antes de nada, parece obligado recordar la especial moderación y cautela que debe presidir la actuación de los órganos jurisdiccionales en el ejercicio de su función, cualidades, por otra parte, que deben esmerarse, si cabe, cuando se examina una institución urbanística que lleva funcionando pacíficamente cerca de medio siglo sin haber sido cuestionada su legalidad en las diversas ocasiones en que tanto la doctrina como la jurisprudencia han tenido ocasión de pronunciarse sobre ella. En este sentido, y para rebatir la insuficiencia de cobertura legal de las entidades urbanísticas de colaboración, será suficiente con señalar que tanto el artículo 41 de la primera Ley del Suelo de 12 de mayo de 1956 vigente, por tanto, en la fecha de aprobación del Plan Parcial origen de las presentes actuaciones- como el artículo 53 -de idéntico contenido- del Texto Refundido de la Ley del Suelo de 1976 EDL1976/979 , establecen que los planes y proyectos, como es el caso, que se refieran a urbanizaciones de iniciativa particular habrán de consignar, en lo que ahora interesa, “el modo de ejecución de las obras de urbanización y previsión sobre la futura conservación de las mismas - apartado 2.c)-”. Surgen así las Entidades Urbanísticas de Colaboración como típica manifestación de colaboración de los particulares en la gestión urbanística y cuya constitución, en el concreto extremo que ahora nos afecta, trasciende la propia voluntad de los particulares. La referida previsión legal contenida en el artículo 53.2.c) de la Ley del Suelo de 1976 ha sido objeto de desarrollo, en lo que aquí importa, en los artículos 46.b), 3º y 21 64.c) del Reglamento de Planeamiento , en cuanto obligan a los Planes Parciales de iniciativa particular a contener, entre otras determinaciones, los compromisos que se hubieran de contraer entre el urbanizador y el Ayuntamiento y entre aquél y los futuros propietarios en orden a la conservación de la urbanización, con expresa indicación de si la misma corre a cargo del Ayuntamiento, de los futuros propietarios de parcelas o de los promotores, con indicación en estos dos últimos supuestos -continua la previsión reglamentaria- del periodo de tiempo al que se extenderá la obligación de conservación, determinación temporal ésta última que, como después veremos va a tener fundamental importancia en la ulterior decisión de este litigio. SÉPTIMO.- Ya hemos dicho antes -ver fundamento quinto- que en la Memoria del Plan Parcial litigiosa consta que fue promovido por una entidad particular, y ante la carencia de recursos del municipio de Gilet se estableció en orden a la conservación y en desarrollo, precisamente, del citado artículo 41 de la entonces vigente Ley del Suelo de 1956, que la misma se llevaría a cabo, primero, por la entidad promotora y después, una vez finalizada la urbanización, por los propietarios de las parcelas, constituidos en Junta, sin que el Ayuntamiento adquiriese compromiso alguno en orden a la conservación. La posterior transformación de dicha Junta de Propietarios en Entidad Urbanística de Conservación no supuso modificación del régimen imperativo impuesto y sí, tan sólo, adaptación a la nueva ordenación urbanística, derivada de los Reglamentos de Planificación y Gestión de la nueva Ley del Suelo. El contenido de los Estatutos de dicha Entidad -y en especial, su artículo 48, también transcrito parcialmente en el fundamento quinto- deja pocas dudas al respecto. Por tanto, en las urbanizaciones, como es el caso que nos ocupa, ya bajo la vigencia de la LS´56 o bajo la vigencia del TRLS´76 y del Reglamento de Gestión Urbanística de 1978, era procedente la cesión a la Administración de los terrenos destinados por el Plan a viales y zonas verdes, quedando integrado en el dominio público municipal y ello, como hemos visto que señalaba la jurisprudencia, sin que fuera preciso un acto de cesión formal, y con independencia de a quién corresponda su conservación. En todo caso, debía 22 quedar resuelta la previsión de la futura conservación de la urbanización. Pero como quiera que la urbanización es de naturaleza pública, de concretarse el deber de conservación a cargo de los propietarios de las parcelas, éste no podría recaer en una comunidad de propietarios al uso en régimen de propiedad horizontal, sino que debería recaer y constituirse como unas entidades colaboradoras de la Administración urbanística actuante. Queda reforzada la tesis expuesta, como acertadamente señala el Tribunal Supremo, con lo que posteriormente se dispuso en los artículos 67 y 68 del RGU de 1978. El artículo 67 RGU establece la regla general: “La conservación de las obras de urbanización y el mantenimiento de las dotaciones e instalaciones de los servicios públicos serán de cargo de la Administración actuante, una vez que se haya efectuado la cesión de aquéllas”. Y el artículo 68 RGU señala la excepción: “1. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, quedarán sujetos los propietarios de los terrenos comprendidos en el polígono o unidad de actuación a dicha obligación, cuando así se imponga por el Plan de ordenación o por las bases de un programa de actuación urbanística o resulte expresamente de disposiciones legales. 2. En el supuesto del número anterior, los propietarios habrán de integrarse en una entidad de conservación” La formulación del deber de conservación que hace el legislador estatal tiene su fundamento en la doctrina jurisprudencial en virtud de la cual cuando la conservación y mantenimiento particulares, debe en todo de caso la urbanización constituirse una es imputable entidad a los urbanística colaboradora destinada a la conservación de la misma. La STS de 14 de marzo de 1989 en su Fundamento de Derecho Cuarto establece al respecto: “En desarrollo del ya citado artículo 53,2.c) de la Ley del Suelo, el artículo 46,b) 3.º del Reglamento de Planeamiento ( RCL 1978\1965 y ApNDL 197585, 13921) al aludir también a estos Planes Parciales de iniciativa 23 particular, obliga a que los mismos prevean la conservación de la urbanización ... Pero el Reglamento de Gestión Urbanística habla en sus artículos 24, 2-c) y 25,2 de las Entidades de Conservación de las obras de urbanización como Entidades Urbanísticas Colaboradoras de la Administración; y en el apartado 3 del mismo artículo 25 dice concretamente que: «3. Será obligatoria la constitución de una Entidad de conservación, siempre que el deber de conservación de las obras de urbanización recaiga sobre los propietarios comprendidos en un polígono o unidad de actuación en virtud de las determinaciones del Plan de Ordenación o bases del programa de actuación urbanística o resulte expresamente de disposiciones legales. En tales supuestos, la pertenencia a la Entidad de conservación será obligatoria para todos los propietarios comprendidos en su ámbito territorial»; y viene después el Capítulo IV del Título II, dedicado a regular la conservación de la urbanización, y en el artículo 67 señala que la conservación de las obras de urbanización y el mantenimiento de los Servicios públicos serán de cargo de la Administración actuante una vez que se haya efectuado la cesión de aquéllas. Pero el siguiente art. 68 dice después que no obstante lo dispuesto en el anterior artículo 67, los propietarios de los terrenos comprendidos en el polígono o unidad de actuación quedarán sujetos a la obligación de conservar la urbanización cuando el Plan de Ordenación así lo imponga o resulte de disposiciones legales expresas; supuestos en los cuales los propietarios habrán de integrarse en una Entidad de conservación”. En igual sentido se pronuncia el Tribunal Supremo en su sentencia de 13 marzo 1990, Fundamento de Derecho Primero. Esta doctrina que se reitera en los Tribunales Superiores de Justicia, así en la STSJ de Madrid, de 15 de junio de 2005, en su Fundamento de Derecho Primero: “La obligatoriedad, que supone el deber de todos los propietarios de los terrenos incluidos en la unidad de ejecución tanto de constitución de la entidad, como de pertenencia a la misma, únicamente se da "cuando el deber de conservación de las obras de urbanización recaiga sobre los propietarios...en virtud de las determinaciones del plan de ordenación o bases del programa de actuación urbanística o resulte expresamente de disposiciones legales"- art. 25.3 RGU"... Esta cuestión ha sido también 24 objeto de debate en los presente autos, insistiendo la demandada en que la constitución de la EUCC "Urbanización del Golf" era obligatoria ya que tuvo origen en las determinaciones del Plan Parcial de Ordenación "Las Matas Grande" añadiendo que en el art. 1º de los Estatutos de la Entidad se imponía la pertenencia obligatoria de todos los propietarios y que en el art. 4 se hacía constar que la Entidad tiene sus antecedentes en los Estatutos de la Junta de Compensación y las Ordenanzas del Plan Parcial en sus arts. 52 y 55 y en el Proyecto de Urbanización de 1969, que incorpora una propuesta de Estatutos. Se ha de recordar al efecto que el art. 25.3 del RGU condiciona la obligatoriedad de constitución de la Entidad de Conservación y la pertenencia obligatoria a la misma, a que el deber de conservación recaiga sobre los propietarios en virtud de las determinaciones del Plan, bases del PAU o disposición legal”. En la misma línea las STSJ de Andalucía (Málaga) de 15 de mayo de 2000, STSJ Navarra de 29 de septiembre de 2001, SSTSJ de Madrid de 25 de marzo de 2003, de 19 de mayo de 2005 y de 17 de noviembre de 2005. En igual sentido la STSJ Castilla y León de 3 de junio de 2011, que viene a resolver el contencioso planteado por la Comunidad de Propietarios del Complejo Urbanístico de Los Ángeles de San Rafael contra el Ayuntamiento de El Espinar, al señalar en su Fundamento de Derecho Quinto que una cosa es la recepción de la urbanización y otra cosa es la conservación de la urbanización: “la recepción de la urbanización que necesariamente y con carácter previo debe realizar el Ayuntamiento (…) y otra cosa una vez recepcionadas las obras, la conservación de la urbanización que en todo caso deberá realizarse conforme a lo que disponga la normativa urbanística (…) siendo obligatoria la recepción y una vez producida la misma se determinará lo que proceda sobre la conservación”. Es más, en el último párrafo del referido Fundamento de Derecho viene a reconocer expresamente que la obligación de conservación de la urbanización no puede ser asumida por la Comunidad de Propietarios, sino que debe constituirse una Entidad de Conservación: 25 “(…) Por lo que de todas estas sentencias y de la normativa urbanística que resulta de aplicación, no cabe sino concluir que existe la obligación de recepción de la urbanización, y que la obligación de conservación de las obras y servicios urbanísticos es una exigencia insoslayable de los Ayuntamientos, de la que tan sólo se pueden eximir en casos excepcionales y, desde luego, de duración concreta, siendo en todo caso necesario la constitución de una Entidad de Conservación y en modo alguno asumible por la Comunidad de Propietarios, por lo que todo ello determina la estimación del recurso contencioso administrativo” Por tanto, entendemos que resulta ajustada a Derecho la carga de conservación de la urbanización recaída sobre los propietarios y la obligación de constituir un Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, que debe entenderse extendida a toda la urbanización ya estén las parcelas en el término municipal de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real, y en ese sentido sustantivo también ajustada a Derecho la aprobación del Reglamento de la Comunidad de Propietarios de la urbanización “Entrepinos” como Entidad Urbanística Colaboradora para los dos Ayuntamientos afectados, creada con anterioridad al TRLS´76 pero que persiste con la misma finalidad propia de una Entidad Colaboradora sin perjuicio de que sea preceptiva la adecuación del Reglamento para adecuarlo a la legislación actual y su preceptiva inscripción en el Registro de Entidades Colaboradoras de la Comunidad de Madrid. Esto es así, evidentemente, porque la conservación de los espacios libres de dominio y uso público, las dotaciones, instalaciones e infraestructuras de los servicios de agua, luz, alcantarillado y cualesquiera otros que tengan la naturaleza pública urbanística, sólo la puede hacer una Entidad de Derecho público (entidad colaboradora de conservación) y no una Entidad de Derecho privado (comunidad de propietarios). iv.- Consideraciones entorno a la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, valoración de las cuestiones planteadas a su contenido. A la vista de los referidos antecedentes se plantean una sería de cuestiones que convienen ser resueltas con la finalidad de esclarecer los pasos a seguir y el futuro funcionamiento de la Comunidad de Propietarios. Las cuestiones se centraron en las cuestiones que hemos expuesto en los Antecedentes de hecho, a cuyo estudio y análisis procederemos a continuación: 26 (a) La legitimación de la Comunidad de propietarios para promover la constitución de la entidad urbanística de conservación. Las Entidades Urbanísticas Colaboradoras de Conservación son entidades administrativas que tienen como finalidad la conservación y mantenimiento de las obras de urbanización, dotaciones e instalaciones de servicios públicos, y su constitución será obligatoria para los propietarios en los términos que dispone el artículo 25.3 del RGU de 1978. Estas Entidades pudiendo ser de nueva constitución o por transformación de la Junta de Compensación. transformación de la Junta de Compensación A nuestro juicio, la en Entidad de Conservación es una facultad que reconoce el artículo 25.2 del RGU pero que no descarta otras iniciativas si la Junta de Compensación no toma la iniciativa, incluso del propio Ayuntamiento. En cualquier caso, debemos atender a la norma sustantiva y, en particular, a lo dispuesto en el artículo 136.2 de la LSM de 2001 que establece que el planeamiento urbanístico podrá prever la obligación de los propietarios de los solares resultantes de dicha ejecución de constituirse en entidad urbanística de conservación, en cuyo caso la conservación de la urbanización corresponderá a ésta. Es decir, su constitución siempre será obligatoria, ya sea de nueva constitución o por transformación de la Junta de Compensación, cuando el deber de conservar recaiga sobre los propietarios Como hemos señalado, el Plan Parcial de la urbanización Entrepinos establece la obligación de los propietarios de conservar la urbanización, lo que genera la obligación de constituir una Entidad Urbanística Colaboradora para tal fin si atendemos al artículo 68 RGU (de aplicación supletoria y complementaria en la Comunidad de Madrid) que establece en su apartado segundo que cuando la obligación de conservación recaiga sobre los propietarios estos deberán integrarse en una Entidad de conservación. Sobre la base de tales preceptos, el Tribunal Supremo se ha manifestado entendiendo que cualquier propietario está legitimado para solicitar la constitución de la Entidad de conservación, incluso el propio Ayuntamiento de oficio. En este sentido se manifiesta en diferentes pronunciamientos jurisprudenciales, entendiendo que cuando la conservación y mantenimiento de la urbanización es imputable a los particulares, debe en todo caso constituirse 27 una entidad urbanística de conservación. Así, la citada STS de 14 de marzo de 1989 (Fundamento de Derecho Cuarto) y STS de 13 marzo 1990 (Fundamento de Derecho Primero). Doctrina que se reitera en los Tribunales Superiores de Justicia, así la STSJ de Andalucía (Málaga), de 15 de mayo de 2000, al establecer: La conclusión legal de la obligatoriedad de costear el mantenimiento de los servicios de la urbanización, es la posibilidad de exigir la constitución forzosa de la Entidad de Conservación. En efecto, el art. 25 del Reglamento de Gestión Urbanística ofrece un abanico de posibilidades para constituir dichas entidades colaboradoras, distinguiendo entre los supuestos de creación voluntaria y forzosa (art. 25.2 y 3), respectivamente). Siendo obligatoria la creación de la Entidad “siempre que el deber de conservación de las obras de urbanización recaiga sobre los propietarios comprendidos en un polígono o unidad de actuación en virtud de las determinaciones del Plan de ordenación o bases del programa de actuación urbanística o resulte expresamente de disposiciones legales. En tales supuestos la pertenencia a la Entidad de Conservación será obligatoria para todos los propietarios comprendidos en su ámbito territorial” (art. 25.3 RGU). En el caso de autos el deseo del Planificador ha sido que en el tipo de urbanización aislada, llamada “autosuficiente”, sus propietarios conserven las obras comprendidas en su interior. (…) Siendo obligatorio el mantenimiento de los servicios por deseo expreso del Plan General …es obligatoria la constitución de la Entidad, e igualmente obligatoria la pertenencia de los propietarios a la misma. Y también la STSJ de Navarra de 29 de septiembre de 2001 y las ya citadas SSTSJ de Madrid de 25 de marzo de 2003, de 19 de mayo de 2005 y de 17 de noviembre de 2005. Sobre la legitimación para promover la constitución de la Entidad Colaboradora de Conservación, el Tribunal Supremo ha llegado a afirmar que cualquier propietario está legitimado para solicitar la constitución de la Entidad de conservación, e incluso el propio Ayuntamiento de oficio. En este sentido se manifiesta la STS de 10 de noviembre de 1998, en el Fundamento de Derecho Quinto cuando se afirma: 28 “El rechazo de la alegación sobre la invalidez del acuerdo de la asociación administrativa de propietarios que solicitó la transformación de la misma en la Entidad Urbanística cuestionada viene suficientemente justificada en la sentencia de instancia, en el razonamiento contenido en el quinto fundamento cuando afirma: “al ser la constitución de la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación una obligación impuesta por los artículos 25.3 y 68.2 del vigente Reglamento de Gestión Urbanística, la solicitud para iniciar el procedimiento administrativo que culminase con dicha constitución podría haber sido legítimamente formulada por un solo propietario e incluso acordada su iniciación o apertura de oficio por la Administración actuante en el supuesto de inactividad de los propietarios comprendidos en el ámbito territorial de la urbanización de que se trate”, de manera que el acuerdo que iniciación el procedimiento era innecesario, por lo que son irrelevantes en los efectos producidos los vicios en que eventualmente pudiera incurrir. Sobre esta base cabría concluir que cualquier propietario, e incluso al Ayuntamiento en defecto de los anteriores, podrá promover la constitución de la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, no teniendo porqué ser la Junta de Compensación ni el antiguo promotor de la urbanización quién inste su transformación en Entidad de Conservación. Esto es así en la medida en que es la propia norma urbanística al mantenimiento de los servicios y conservación de la urbanización a los propietarios, siendo igualmente obligatoria la pertenencia de los propietarios a la misma, y en la medida en el propio Plan Parcial preveía expresamente que la conservación de la urbanización debía recaer sobre la Comunidad de Propietarios “con cargo a los fondos nutridos por un canon anual de conservación”, cuyos “estatutos fueron aprobados por los Ayuntamientos y los órganos urbanísticos competentes”. Dicho de otra forma, esta Comunidad nació con vocación de Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación aunque no se haya constituido formalmente como tal y no se haya inscrito en el Registro de Entidades Colaboradoras. (b) La no necesidad de recepción de la urbanización. Hemos de recordar que la obligación de conservar la urbanización por la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación no nace de la recepción de la misma, sino que viene impuesta por el propio planeamiento urbanístico que establece que la 29 conservación de las obras de urbanización corresponde a los propietarios integrantes del polígono por lo que se entiende que, desde ese momento y una vez concluida la urbanización, nace la obligación. Sobre este particular el artículo 136 de la LSM de 2001 establece que la conservación de la urbanización es competencia del Ayuntamiento, pero previa recepción de la misma conforme al artículo 135. Ahora bien, en el apartado 2 del artículo 136 se establece la excepción a la regla general de recepción y conservación por el Ayuntamiento, cuando el planeamiento urbanístico prevea la obligación de los propietarios de los solares resultantes del proceso urbanizador de constituirse en entidad urbanística de conservación para la conservación de la urbanización. En igual sentido se establece en el artículo 67 y 68 del RGU. Por tanto, la cuestión que debemos plantear es la siguiente: si el Ayuntamiento no va a conservar la urbanización, debe o no recepcionarla. Esta cuestión ha sido planteada y resuelta por la jurisprudencia. Así la STS de 10 de noviembre de 1998, en su Fundamento de Derecho Segundo, en relación al argumento de que la Entidad de Conservación sólo puede nacer cuando la obra de urbanización ha sido entregada al Ayuntamiento y que al faltar la recepción de la misma sería improcedente su creación, señala lo siguiente: Entendemos que el razonar así se olvida lo que constituye la esencia del problema. El artículo 67 del reglamento de Gestión prevé la obligación, a cargo de la Administración, de la conservación de las obras de urbanización y el mantenimiento de las dotaciones e instalaciones de los servicios públicos, una vez efectuada la cesión de los mismos; es decir, la cesión constituye el hecho que señala el momento a partir del cual las obras son de cargo de la Administración. Ahora bien, y como expresamente prevé el artículo 68, esa obligación de conservación no surge para la Administración, cuando son los propietarios los obligados a la conservación. (…) si la obligación de conservación recae sobre los propietarios del polígono o unidad de actuación la cesión a que se refiere el artículo 67 no puede tener lugar pues ello imposibilitaría el ejercicio de las actividades que la conservación comporta. En consecuencia, los problemas sobre la finalización de las obras de urbanización (…) son cuestiones a resolver entre promotor y adquirentes, sin perjuicio de las facultades que en el plano de ejecución urbanística 30 corresponden a la Administración, pero que no pueden convertir a la Administración en sujeto pasivo de una relación jurídica a la que, en principio, y dejando al margen las facultades de control, es ajena. Ello sin olvidar que la nueva creación de una Entidad de Conservación no requiere la terminación de la obra urbanizadora, pues tal circunstancia únicamente operará como elemento determinante del comienzo de su actividad, cuya creación puede concebirse en un momento anterior. (c) La obligación de constituir la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación y su relación con la entidad promotora encargada de la ejecución. Las Entidades Urbanísticas Colaboradoras de Conservación son Entidades de Derecho Público que se crean para colaborar con el Ayuntamiento en un fin específicamente urbanístico y público. Así nos recuerda la STS de 15 de abril de 1995 al señalar que “la personalidad jurídica de estas Entidades nace más que de la voluntad de las individualidades que la integran, por la voluntad preponderante del ordenamiento jurídico –voluntad normativa o voluntad legal-”. En el caso de la urbanización de “Entrepinos” queda sobradamente acreditado que el planeamiento urbanístico establece la “voluntad normativa” que impone su constitución. Tales entidades tienen como finalidad la conservación y mantenimiento de las obras de urbanización, dotaciones e instalaciones de servicios públicos, pudiendo ser de nueva constitución o por transformación de la entidad urbanística colaboradora anterior, es decir, la junta de compensación, pero su constitución será obligatoria para los propietarios conforme a lo dispuesto en el artículo 25.3 del RGU de 1978. En este sentido se manifiesta la STSJ de Madrid de 11 de mayo de 2011: Su constitución –bien “ex novo”, bien por transformación de una Entidad Urbanística Colaboradora preexistente- sólo será obligatoria,, según dispone el artículo 25.3 del Reglamento de Gestión Urbanística cuando “… el deber de conservación de las obras de urbanización recaiga sobre los propietarios comprendidos en un polígono o unidad de actuación en virtud de las determinaciones del Plan de ordenación o bases del programa de actuación urbanística o resulte expresamente de disposiciones legales” … y sólo en tales supuestos de constitución obligatoria “…la pertenencia a la Entidad de Conservación será obligatoria para todos los propietarios comprendidos en su ámbito territorial”. 31 De lo anterior, cabe deducir la obligatoriedad de la constitución de la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación. Esta determinación legal impone a los propietarios el deber de constituirse en Entidad Urbanística Colaboradora con la única finalidad de conservar la urbanización ya ejecutada. Ello es así, con independencia de que la persistencia o no de la junta de Compensación o del promotor originario de la urbanización, de su liquidación o extinción. Esto debe ser así entendido, con independencia de que se pueda instar la disolución de la Junta de Compensación o el Ayuntamiento declare dicha extinción, máxime atendiendo al tiempo transcurrido y las circunstancias concurrentes en el presente caso, que dificultan la transformación de la Junta de Compensación. (d) Inclusión de la vigilancia privada y otros servicios privados dentro de la finalidad de la Entidad. Como ya hemos señalado, las urbanizaciones particulares presentan dos sistemas de regulación de las zonas comunes colectivas, viales e infraestructuras. Un sistema jurídico privado para los elementos comunes patrimoniales del conjunto de los propietarios y un sistema jurídico administrativo que comprende los viales, los servicios públicos, espacios libres y zonas verdes, para cuya conservación y mantenimiento se ha de constituir una Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación. Por el contrario, el sistema de regulación de las cosas de uso común y colectivo de naturaleza patrimonial será privado (en régimen de propiedad horizontal), cuando se trate de infraestructuras de servicios privados o éstos propios servicios como es el caso de policía privada o seguridad privada, o de una dotación privada. Sobre este particular, es esclarecedor el Fundamento de Derecho Tercero de la STSJ de Madrid de 11 de mayo de 2001, al estudiar el objeto de las Entidades: Ahora bien, en la medida en que tales Entidades están integradas por propietarios de bienes sitos en el polígono o unidad de actuación y que la pertenencia a las mismas es obligatoria siempre que el deber de conservación de las obras de urbanización recaiga sobre los propietarios, constituyendo a la misma en la proporción fijada en la anterior Junta de Compensación o en su caso en la que se fije en la Entidad de Conservación, no es posible extender tales obligaciones a tales Entidades, ni que Estatutariamente se contemplen cargas ajenas a los objetivos para 32 los que se constituyeron, pues en caso contrario se estaría utilizando la adscripción obligatoria a una entidad administrativa, constituida para un fin concreto y determinado, como un mecanismo que sirve para violentar la voluntad individual de los propietarios en ella integrados haciéndoles asumir cargas a las que no están obligados por norma jurídica alguna y en contra de su voluntad. Desde esta perspectiva, corresponde determinar el alcance de esta genérica obligación de conservación y del mantenimiento de las dotaciones e instalaciones de los servicios públicos, en concreto si puede entenderse que forma parte del contenido propio de dicha obligación la contratación de una empresa de seguridad privada. Pues bien, esa Sala considera que la contratación de una empresa de seguridad privada para garantizar la seguridad de las personas, de sus viviendas y de los bienes de los propietarios allí residentes excede el contenido propio de la obligación de conservación y mantenimiento de las obras e instalaciones y, por ende, de lo que constituye el contenido específico de una Entidad de Conservación, sin que pueda obligarse a sus propietarios a participar en los costes derivados de la misma. Los propietarios podrán constituir una Comunidad o cualquier otra modalidad que permita asumir voluntariamente la prestación de tales servicios de seguridad, pero no podrán utilizar la existencia de ente público de pertenencia obligatoria para establecer cargas y gravámenes ajenos a lo que constituye su propio objeto en los términos fijados por la normativa vigente. Lógica consecuencia de lo anterior, es entender que todo lo que exceda el contenido propio de la obligación de conservación y mantenimiento de la urbanización que constituye el contenido específico de una Entidad de Conservación, debe ser asumido por una Comunidad de Propietarios de conformidad con las normas específicas que rigen la propiedad horizontal. Por la misma razón, se deben entender excluidas del objeto de la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación zonas, redes e instalaciones de la urbanización que, de conformidad con la legislación urbanística y el planeamiento urbanístico, no tengan la consideración de vial público, zonas verdes públicas, instalaciones de servicios públicos o dotaciones públicas. Esto 33 es así, porque las Entidades Urbanísticas Colaboradoras de Conservación son Entidades de Derecho público que, aunque compuestas por particulares, vienen establecidas para colaborar con un fin específicamente urbanístico como es el de la gestión de conservación de unas obras públicas. (e) Principio de autotutela y régimen de reclamaciones. Las Entidades Urbanísticas Colaboradoras de Conservación participan de la misma naturaleza pública que el resto de entidades Colaboradoras debiendo regirse por las normas de Derecho público el ejercicio de su función púbica (de conservación). Como entidad pública colaboradora rige en su actuación el principio de autotutela y ejecutividad de sus actos, una vez haya adquirido personalidad jurídica –que es a la inscripción en el Registro de Entidades Urbanísticas Colaboradoras). Efectivamente, se trata de una Entidad de Derecho público cuyos acuerdos participan de la misma naturaleza pública que los acuerdos de la Administración urbanística actuante, no en vano se refieren a la conservación de bienes de titularidad pública y afectos a un uso público. No obstante, los artículos del Reglamento aprobados por los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real no reconocen naturaleza ejecutiva de los acuerdos de la Entidad; si prevé un recargo del 8% de apremio en caso de impago de cuotas, pero no prevé las prerrogativas de autotutela propia de una Entidad Pública colaboradora ni la posibilidad de poder instar al Ayuntamiento el cobro de las cuotas no satisfechas voluntariamente por la vía administrativa de apremio. Pero una Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación puede interesar del Ayuntamiento la exacción por vía de apremio de las cuotas que se adeuden a la Entidad, de acuerdo con lo establecido en el artículo 70 del RGU de 1978. Establece el referido precepto: 1. Cualquiera que fuese el sujeto a quien corresponda la obligación de mantenimiento a que se refieren los artículos precedentes, el Ayuntamiento o Administración actuante, en su condición de titular de los terrenos de dominio público, obras, dotaciones e instalaciones objeto de cesión obligatoria, podrá exigir por la vía de apremio las cuotas que se adeuden, ya sea de oficio, ya a instancia, en su caso, de la Entidad urbanística colaboradora. 34 2. El importe de la cuota será entregado por el Ayuntamiento o Administración actuante a la Entidad encargada de la conservación, cuando dicha obligación no corresponda a la Administración. Por otro lado, conforme a lo dispuesto en el artículo 48 del Reglamento de la Comunidad de Propietarios, los comuneros someterán a arbitraje de equidad cualquier cuestión relacionada con la interpretación, aplicación o ejecución de las normas del Reglamento, pero según el artículo 48 aquéllas cuestiones que afecten a los planes u ordenaciones de índole urbanístico, previo sometimiento a la Asamblea General, serán recurribles en el plazo de caducidad de quince días naturales, a contar de la fecha en que se celebre la Asamblea General, ante los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios o Rozas de Puerto Real según la ubicación de la parcela propiedad del recurrente. Efectivamente, en el fondo el Reglamento prevé un régimen de recurso en vía administrativa ante los Ayuntamientos en cuestiones urbanísticas, que debe ser adecuado a lo dispuesto en la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común, debiendo también hacer extensible el régimen de recurso a las cuestiones de interpretación y aplicación del Reglamento (que en su día fuera aprobado por las propias Administración urbanísticas actuantes) de lo que en un principio se previó fuera Asociación Administrativa. Esta Asociación Administrativa sería el precedente de lo que hoy conocemos con el “nomen iuris” de Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, entidades tuteladas por los Ayuntamiento y que colaboran con éstos en el cumplimiento de una función pública como es la de conservar la urbanización, entendida ésta como un conjunto funcional de elementos o bienes afectos a distintos servicios públicos y, por tanto, de dominio público. (f) Alcance del deber de conservación en la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación. En los anteriores epígrafes ya hemos expuesto que cuando la obligación de conservar recae sobre los propietarios, éstos se constituirán en entidad urbanística colaboradora de conservación. La Entidades Urbanísticas Colaboradoras de Conservación son Entidades de Derecho público con un fin específicamente urbanístico como es la conservación y el mantenimiento de una urbanización ya realizada. Se trata de entidades colaboradoras de la Administración urbanística actuante que tienen carácter administrativo y como finalidad la conservación y mantenimiento de obras de 35 naturaleza pública: obras de urbanización, dotaciones, infraestructuras, redes e instalaciones de servicios públicos. Ahora bien, no debemos confundir la obligación de conservar y mantener las obras e infraestructuras con la propia prestación de los servicios. Sobre este sentido, debemos acudir a los diversos pronunciamientos más recientes de la los tribunales superiores de justicia y del Tribunal Supremo. Así, la STS de 4 de febrero de 2004, que resuelve un recurso de casación para unificación de doctrina, en su fundamento jurídico cuarto establece, apartándose de la doctrina de la referida STS de 3 de abril de 1990, que en el concepto de mantenimiento se incluye la infraestructura necesaria para la prestación del servicio pero no el coste de la energía consumida en su normal funcionamiento, es decir, distingue el mantenimiento de las dotaciones e instalaciones de la urbanización, del coste del funcionamiento de la misma que ha de ser asumido por el ayuntamiento. Establece literalmente el fundamento de derecho cuarto de la referida sentencia: “En el presente supuesto, esta sala considera procedente apartarse del criterio seguido en nuestra sentencia de 3 de abril de 1990 (RJ 1990, 3418) y confirmar el mantenido por el tribunal de instancia en la que es objeto de este recurso. Ni en la sentencia citada de contraste ni en la que es objeto de este recurso, los estatutos de las respectivas entidades urbanísticas colaboradoras de conservación contenían una específica asunción de la obligación de hacerse cargo del coste de la energía eléctrica utilizada por el alumbrado de los viales de la urbanización, sino que la obligación se definía, en los mismos términos que se expresa el artículo 67 del reglamento de gestión urbanística (RCL 1979, 319) , aludiendo a la conservación y mantenimiento de las obras de urbanización, dotaciones e instalaciones de los servicios públicos. De esta redacción no resulta que la entidad de conservación recurrente en la instancia asumiera la obligación de conservar y mantener a su coste el servicio público de alumbrado dentro de su ámbito de actuación, sino las dotaciones e instalaciones de ese servicio público, dentro de cuyo concepto se incluye la infraestructura necesaria para la prestación de ese servicio pero no el coste de la energía consumida en su normal funcionamiento”. 36 En igual sentido, se pronuncia la STSJ de Murcia de 20 de mayo de 2005, al estimar que la conservación no alcanza al consumo pues no es mantenimiento sino uso del servicio. Así se recoge en los fundamentos jurídicos quinto, relativo a la limpieza de espacios públicos y viario; sexto, relativo al pago de los consumos a la empresa prestataria del servicio de alumbrado público; séptimo, relativo al servicio de recogida de basuras; octavo, relativo a la limpieza y riego de espacios libres: “Quinto.- Conservación, según el diccionario de la lengua española, de la real academia española, es la acción y efecto de conservar. Y conservar, en su primer significado es mantener algo o cuidar de su permanencia; en cuanto a mantenimiento consiste en el efecto de mantener o mantenerse; y también en el conjunto de operaciones y cuidados necesarios para que instalaciones, edificios, industrias, etc., puedan seguir funcionando adecuadamente. A su vez, mantener, en lo que aquí nos interesa, significa conservar algo en su ser, darle vigor y permanencia. Pues bien, dicho esto hemos de analizar separadamente cada uno de los puntos discutidos en esta materia. En primer lugar se plantea la cuestión en torno a la red viaria local en lo referente a la limpieza de los espacios públicos de uso viario. entendemos que la limpieza en sí excede de los conceptos de conservación y mantenimiento a que aluden las normas. la limpieza es uno de los servicios mínimos obligatorios que han de asumir las corporaciones locales conforme a los arts. 25 y 26 de la Ley 7/1985, de 2 de abril (RCL 1985, 799, 1372), reguladora de las bases de régimen local. No consideramos que la limpieza sea encajable en la conservación y mantenimiento que más bien vienen referidos al arreglo de desperfectos... para que la red viaria siga en el estado en que se halla, de manera que este punto concreto sí ha de ser estimado, por lo que se suprimiría del art. 5. punto 1. apartado a) lo siguiente: «comprendiendo la limpieza de los espacios públicos de uso viario». Sexto.- La siguiente cuestión se refiere a la red de alumbrado público. entendemos que, el mantenimiento y conservación se refiere al estado de 37 las dotaciones e instalaciones de este concreto servicio público; de manera que abarcaría aquellas operaciones necesarias para continuar prestando de forma plena este servicio. Se trata de garantizar dicha prestación. Ahora bien, no consideramos que pueda abarcar el pago de los consumos a la compañía prestataria del servicio; esto no es en sí mantenimiento ni conservación, sino el uso mismo del servicio (…). Séptimo.- El siguiente apartado se refiere a la recogida de basuras y red de saneamiento. Está acreditado que el recurrente está abonando la tasa correspondiente por este servicio de recogida de basuras y alcantarillado (…). por tanto, el ayuntamiento está prestando este servicio. Octavo.- El siguiente ap. es el h), referido a los espacios libres y zonas verdes; respecto a esto, se recoge que la conservación comprende la limpieza y el riego. en este punto entendemos que de nuevo la limpieza excede de la conservación; ahora bien, el riesgo es necesario para el mantenimiento y conservación, siendo una de las operaciones más importantes y necesarias para mantener esas zonas. En igual sentido, la STSJ de Madrid de 11 de mayo de 2001, en la que se manifiesta que la limpieza de los viales no encajaría en la conservación y mantenimiento de la urbanización (que es más bien referida al arreglo de desperfectos) y es uno de los servicios mínimos obligatorios que han de asumir las corporaciones locales, tampoco el servicio de vigilancia, gastos de televisión, si en cambio los gastos de gestión y oficinas de la entidad urbanística de conservación. Y también en el mismo sentido que la anterior, la STS de Madrid de 25 de enero de 2007, que cita expresamente la doctrina legal unificada por la STS 4 de febrero de 2004, al referirse a la conservación y mantenimiento de los servicios públicos cedidos al municipio, sin que pueda entenderse que los propietarios asumieran el coste de la energía eléctrica, sino tan sólo las dotaciones e instalaciones de infraestructura de red de alumbrado público, que como su propio nombre indica, ha de ser costeado por los respectivos municipios. En definitiva, a la hora de concretar las obligaciones en la futura Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, hemos de tener presentes los costes 38 de conservación y mantenimiento de dotaciones e infraestructuras y su diferencia con los costes de servicios públicos propiamente dichos. v.- Límite temporal de la obligación de conservar. Como ya hemos señalado en los antecedentes del presente informe, la Modificación del Plan Parcial fue aprobada bajo la vigencia del TRLS´1976 y del Reglamento de Planeamiento de 1978 y el Reglamento de Gestión Urbanística de 1978. Estas normas introdujeron la obligación de los propietarios de conservar la urbanización, pero atemperada con una limitación temporal. La legislación imponía la conservación a la Administración urbanística o a las Entidades Urbanísticas Colaboradoras o de Conservación, auténticos vicarios de la Administración Pública, en cuanto sujetos de la acción pública urbanística, aunque este último supuesto debía entenderse limitado en el tiempo. El legislador autonómico no previó dicho límite temporal. El artículo 136 Ley 9/2001, de 17 de julio, del Suelo de la Comunidad de Madrid establece: “1. La conservación de la urbanización es competencia del Ayuntamiento. 2. El planeamiento urbanístico y, en defecto de éste, las condiciones en las que se defina el sistema de ejecución elegido para su ejecución podrán prever la obligación de los propietarios de los solares resultantes de dicha ejecución de constituirse en entidad urbanística de conservación, en cuyo caso la conservación de la urbanización corresponderá a ésta”. No obstante lo anterior, entendemos que el tenor literal de este precepto no debe interpretarse como una obligación de conservación indefinida que pese sobre los propietarios de la urbanización, habida cuenta de que el deber originario e insoslayable de conservar y prestar los servicios recae sobre la Corporación Local de conformidad con la legislación básica local. Es por ello, que no podemos omitir en el debate lo dispuesto en el artículo 46 del Reglamento de Planeamiento de 1978 (RPU): “Los Planes Parciales que se refieran a urbanizaciones de iniciativa particular deberán contener, además de las determinaciones establecidas en el artículo anterior, las siguientes: 39 b) Compromisos que se hubieren de contraer entre el urbanizador y el Ayuntamiento, y entre aquél y los futuros propietarios, en orden a: 3º Conservación de la urbanización, expresando si correrá a cargo del Ayuntamiento, de los futuros propietarios de parcelas o de los promotores, con indicación en estos dos últimos supuestos del período de tiempo al que se extenderá la obligación de conservación”. Sobre la misma idea se ha pronunciado el Tribunal Supremo en su Sentencia de 18 de enero de 2006, reconociendo a las entidades urbanísticas de conservación como una institución urbanística que lleva funcionando “cerca de medio siglo”, señalando la excepcionalidad de las mismas y su naturaleza temporal: “(…) la obligación de las obras y servicios urbanísticos es una exigencia insoslayable de los Ayuntamientos, de la que tan sólo se pueden eximir en casos excepcionales y, desde luego, de duración concreta”. En igual sentido, la STSJ Castilla y León de 3 de junio de 2011, que resuelve la cuestión de la cesión y recepción del Complejo Urbanístico de Los Ángeles de San Rafael, al señalar: “(…) que existe obligación de recepción de la urbanización, y que la obligación de conservación de las obras y servicios urbanísticos es una exigencia insoslayable de los Ayuntamientos, de la que tan sólo se pueden eximir en casos excepcionales y, desde luego, de duración concreta, siendo en todo caso necesaria la constitución de una Entidad de Conservación y en modo alguno asumible por la Comunidad de Propietarios” Pues bien, como hemos expuesto en los Antecedentes del Informe, el Plan Parcial de la Urbanización “Entrepinos” establecía el supuesto excepcional de conservación de la urbanización por los propietarios. La conservación se debía realizar a través de una Asociación Administrativa. Dicha excepción se mantiene con la Modificación del Plan Parcial de 1978, sólo que se dispone que se realice por una Comunidad de Propietarios. No obstante, dicha excepción a la obligación insoslayable del Ayuntamiento de conservación de las obras y servicios urbanísticos, debe entenderse e interpretarse conforme a la doctrina 40 jurisprudencial estudiada. Es decir, será necesaria la constitución de una entidad de conservación como entidad pública colaboradora y vicaria de la Administración urbanística actuante, pero deberá tener una duración concreta, no pudiendo convertirse la excepción en una solución permanente; y en modo alguno podrá ser costeada la conservación de la urbanización o la prestación de los servicios por la actual Comunidad de Propietarios. Por otra parte, entendemos que las facultades que le son propias a la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación deben venir referidas a la adopción de medidas precisas para la conservación de las obras de urbanización y el mantenimiento de las dotaciones e instalaciones de los servicios públicos en condiciones adecuadas de seguridad, salubridad y ornato público, con una clara finalidad pública e interés general. Evidentemente, el mantenimiento de las instalaciones de los servicios públicos añade un “plus” a la mera conservación de las obras ejecutadas, comprendiendo el concepto de “mantenimiento” la circunstancia de que la cosa –obras e instalaciones- se encuentre en condiciones de seguir siendo susceptible de procurar la utilidad a que se dirige, teniendo por finalidad mantenerla en condiciones de poder servir al uso a que se dirige. En dichos términos se expresa la Sentencia de 25 de Febrero de 2003 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Sala de lo Contencioso-Administrativo. Pero no debe confundirse el mantenimiento de las instalaciones de los servicios con la prestación de los propios servicios y sus costes inherentes. 41 III.- CONCLUSIONES. En virtud de lo expuesto pueden extraerse, a nuestro juicio, las siguientes CONCLUSIONES respecto del análisis realizado sobre el tratamiento jurídico en lo referente a la conservación de la urbanización y la estrategia jurídica a seguir: 1.- La conservación de los espacios libres de dominio y uso público, las dotaciones, instalaciones e infraestructuras de los servicios de agua, luz, alcantarillado y cualesquiera otros que tengan la naturaleza pública urbanística, sólo la puede hacer el Ayuntamiento o, en el caso de recaer la obligación de conservación sobre los propietarios del polígono o urbanización, una Entidad de Derecho público (entidad colaboradora de conservación), pero no una Entidad de Derecho privado (comunidad de propietarios). 2.- La cuestión relevante en este caso no es si la Comunidad de Propietarios está legitimada para efectuar la transformación en Entidad Urbanística de Conservación. Lo relevante es que existe una obligación de los propietarios de conservar la urbanización, para ello se deben constituir en Entidad Urbanística Colaboradora y cualquier propietario está legitimado para solicitar la constitución de la Entidad, e incluso el propio Ayuntamiento de oficio. Por tanto, corresponde a cualquier propietario e incluso al Ayuntamiento en defecto de los anteriores, promover la constitución de la Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación, debiendo realizar el Ayuntamiento cuantas actuaciones sean necesarias para la consecución de tal fin. Por otra parte, entiende el Tribunal Supremo que la creación la Entidad de Conservación puede concebirse en un momento anterior a la terminación de la obra urbanizadora, siendo dicha circunstancia sólo elemento determinante del comienzo de su actividad. 3.- Ahora bien, la Comunidad de Propietarios de “Entrepinos· nace con vocación de Asociación Administrativa, es decir, como Entidad urbanística de conservación, no como una simple Comunidad de Propietarios del artículo 396 del CC. Prueba de ello es que el Reglamento, sus Estatutos fueron aprobados por 42 la Administración urbanística actuante: los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real y por la Comisión de planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid en su sesión de 22 de julio de 1970. Por ello, se aconseja modificar el Reglamento de la Comunidad de Propietarios con el fin de adecuarlos a los de una Entidad Urbanística Colaboradora de Conservación actual y a la vigente Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid, instar al Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón la aprobación de dicha modificación así como su inscripción en el Registro de Entidades Urbanísticas Colaboradoras de la Comunidad de Madrid. 4.- La obligación de conservación de las obras y servicios urbanísticos, no obstante todo lo anterior, es una exigencia insoslayable de los Ayuntamientos, de la que tan sólo se pueden eximir en casos excepcionales y, desde luego, de duración concreta. Por tanto, se debe proponer derogar el artículo 4 del vigente Reglamento de tal manera que la duración de la Entidad sea concreta aplicándose un límite temporal concreto (la Ley de Castilla León prevé un límite temporal entre 4 y 10 años) 5.- Por último, habida cuenta de las circunstancias concurrentes, la edificación de las parcelas y su condición previa de solares a efectos urbanísticos, podríamos deducir que los Ayuntamientos de Cadalso de los Vidrios y Rozas de Puerto Real ya habrían recibido de forma tácita las obras de urbanización. Este es nuestro Informe jurídico, que gustosamente sometemos a otro mejor fundado en Derecho, emitido en Madrid a cinco de septiembre de dos mil catorce. Víctor M. Moralo Iza Abogado Senior. Técnico Urbanista. 43