Comentario al trabajo: Brescia, V. y D. Lema, “Tenencia de la Tierra, Contratos y Uso de Recursos en la Producción Agrícola Pampeana: Teoría y Evidencia”. Por Marcela Cristini- Economista de FIEL El trabajo de referencia se concentra en el análisis del impacto que diferentes formas de contratos de tenencia de la tierra tienen sobre la producción, eficiencia y conservación del recurso, utilizando el enfoque de los costos de transacción. Sus hipótesis se contrastan para dos casos en la región pampeana, utilizando un análisis bivariado de tablas de contingencia. Mis comentarios se orientan a: 1. complementar el análisis destacando la importancia del tema desarrollado por los autores; 2. revisar la conveniencia del uso del enfoque de costos de transacción en este caso y 3. proponer extensiones del análisis. El tema de la tenencia de la tierra ha sido discutido en la Argentina ampliamente, aunque, como mencionan los autores, en modalidades en general descriptivas. Vale recordar, de nuestra historia agropecuaria, que en 1914 el 51% de las explotaciones correspondían a propietarios, y el 49% a otras formas de arreglos de tenencia, mayoritariamente arrendatarios, apareceros, medieros y tanteros. En 1937, el porcentaje de propietarios había descendido al 35%, con pocas modificaciones entre 1942 y 1968, cuando estuvieron vigentes políticas de congelamiento de los arriendos. En contraste, en 1969, el número de explotaciones de propietarios alcanzaba casi al 70%, marcando una respuesta a la etapa del congelamiento. Según varios analistas de la época, la política de congelamiento habría incidido profundamente en la adopción tecnológica y en la evolución de la tenencia hasta bien avanzados los 80. Los arrendatarios que no pudieron acceder a la propiedad, se convirtieron en contratistas de maquinaria agrícola y desempeñaron un papel importante entre los 70 y 80.(Barsky y Murmis, 1986). La superficie promedio en propiedad en 1947 era de 278 has. y en 1969, era de 254 has. En contraste, la superficie promedio de los arrendamientos puros subió de 211 a 278 has. En los 80, Obschatko y del Bello (1986), destacan el crecimiento del “arrendamiento a porcentaje por una campaña” que habría ocurrido desde mediados de los 70, y la aparición de la figura del “tantero”, que definen como nueva modalidad de los antiguos aparceros. Su característica es poseer un parque de maquinaria importante, siendo a veces también propietarios de parcelas. Citan que en 1985, en Pergamino, un 27% de los propietarios (14,8% de la superficie)cedían totalmente sus tierras y en un 62% de los casos la cedían parcialmente. Solá (1986) indica que este fenómeno estaba todavía más extendido en el sur santafecino y lo atribuye a la dificultad de los propietarios de acceder a maquinarias dado el tamaño de su explotación o a la conveniencia de compartir el riesgo en condiciones de precios poco remunerativos para la agricultura. Las condiciones de estos contratos eran complejas en cuanto a que las decisiones de producción y aplicación de insumos eran compartidas . Otra consecuencia aparente fue el freno a la concentración de la propiedad en una etapa de importante crecimiento tecnológico. Los “propietarios rentistas” se describen como pequeños, descapitalizados y sin capacidad de inversión. En términos de la conservación se indicaba que si bien los incentivos del tantero lo determinaban a maximizar la producción de corto plazo, su uso eficiente de insumos en relación con los propietarios (labranza 0) limitaba el deterioro del suelo. El nuevo escalón tecnológico que caracterizó a la agricultura pampeana en los 90 también parece haber ido acompañado de una nueva modificación en las formas de tenencia con un aumento de la importancia de los arrendamientos en número y en tamaño medio. Para poner en contexto el trabajo de los autores es de interés ver el detalle de la evolución censal. Por una parte, el número de establecimientos en la región pampeana se redujo en un 30% entre 1988 y 2002. Esa concentración en la organización se caracterizó por un aumento de la importancia de arrendatarios, contratistas accidentales, aparceros y otros, que pasó del 35% al 44%, explicado sobre todo por el aumento de los arrendamientos. En términos de superficie el cambio es aún más relevante, pasando los arreglos contractuales distintos de la explotación en propiedad a representar el 50% de la superficie en explotación en la actualidad, en comparación con el 39% del 1988. Estos cambios se reflejan finalmente en un muy importante aumento de la superficie promedio de cada explotación, que es proporcionalmente mayor en aquellas bajo arrendamiento (ver cuadro). Los datos analizados incluyen la explotación agrícola y ganadera, pero el fenómeno sería aún más importante si se separa para el análisis sólo la explotación agrícola. En efecto, los productores del boom sojero incluyen un conjunto de unos pocos actores, propietarios-arrendatarios de alta tecnología, que detentarían, según su propio registro, alrededor del 30%-40% de la producción. Esta nueva situación renueva el interés en el impacto de los cambios de la tenencia en la productividad y conservación del suelo como bien lo destacan los autores del trabajo comentado. Región Pampeana Superficie Promedio Por régimen de tenencia de la tierra CNA 2002 y 1988 Tipo de Tenencia Superficie Promedio de EPAs 2002 1988 Propiedad Arrendamientos Contrato accidental Ocupación Aparcería Otros Tenencia no discriminada Otras Combinaciones Otras combinaciones sin tierra en propiedad 491,2 643,8 440,0 829,3 415,3 972,0 475,1 890,4 565,0 380,9 478,1 315,4 697,7 270,5 650,6 618,1 418,8 Total 551,1 400,8 Fuente: Elaboración propia en base a INDEC Con respecto al enfoque de los costos de transacción, que es uno entre los varios que se han aplicado al estudio de los contratos de tenencia, los autores indican que “se observarán más contratos de renta fija cuando los costos asociados al control de la producción sean importantes o cuando las posibilidades de generar pérdidas por sobre-explotación de los recursos naturales sea relativamente baja o pueda evitarse a bajo costo. Los contratos porcentuales serán más frecuentes en las condiciones inversas” (pág.9). Los autores citan un trabajo de Allen y Lueck del 2002. Estos mismos autores tienen dos trabajos anteriores muy interesantes donde utilizan un modelo logit aplicado a dos regiones de los EE.UU. para testear hipótesis directamente sobre las formas contractuales (encuentran que los porcentajes de participación son discretos y la participación en los costos es semejante a la participación en los ingresos, los arrendatarios que tienen tierras propias no entran en contratos con participación en los costos). Por su parte, el funcionamiento del mercado financiero ha sido muy relevante en cuanto a sus consecuencias en la adopción de tecnología y el crecimiento agropecuario en el caso argentino, y potencialmente, lo podría ser en el diseño de los contratos. Primero, como bien indican los autores, la propiedad privada bien establecida de la tierra es “conservacionista”, pero el incentivo a conservar un determinado stock de tierra “fértil” depende de la tasa de interés: cuanto mayor sea la tasa de interés, en principio, mayor será el costo de mantener el stock del recurso. En otros términos, a mayor tasa de interés mayor el “esfuerzo” o la utilización intensiva de nutrientes. Si debido a la existencia de mercados financieros incompletos o asimetría informativa, los productores agropecuarios enfrentan tasas de interés diferentes (según sus características) en forma permanente, la semejanza de funcionamiento de algunos contratos puede deberse a esta causa (propietarios que enfrentan tasas más altas serán menos conservacionistas vs. arrendatarios) , ofreciendo una hipótesis alternativa a la de los costos de transacción. Como muestran Laffont y Matoussi (1995), los propietarios pueden preferir contratos a porcentaje si sus arrendatarios están racionados en crédito, de modo que el racionamiento del crédito, la segmentación del mercado financiero y la volatilidad de la tasa de interés podrían ser explicaciones dominantes de la forma de contratación. El caso contrario de arrendatarios con acceso al crédito vs. propietarios racionados podría ser un caso de análisis interesante para la Argentina. Por último, con respecto a las extensiones del análisis, el trabajo indica que al elegir el tipo de contrato, el propietario “seguramente realizará las acciones necesarias para alcanzar este objetivo” (el de maximizar su beneficio sujeto a mantener la fertilidad del suelo). Creo que dado que vivimos en un mundo de segundo mejor, sería importante documentar y tipificar los contratos que efectivamente son usuales y sistematizar las características de su diseño. Haciendo esto podrían asegurarse sobre bases empíricas que no están operando restricciones en la práctica con potencial para afectar la sustentabilidad de largo plazo, como por ejemplo, costos excesivos de coerción (los autores mencionan que en la práctica no se apela al enforcement judicial). Este paso debería ser anterior al de aplicar un análisis multivariado, que los autores acertadamente prometen, dado que podría aportar a la elección de las variables de control. Otro aspecto que presenta un desafío para la extensión son los resultados contrarios al saber convencional que encuentran los autores y que sugieren que los arrendatarios tienen acceso a tecnología más moderna (siembra directa, fertilización y biotecnología) o que no hay tendencia al monocultivo de soja por parte de los arrendatarios. Sugerente para este caso es el hallazgo de Allen y Lueck (1993) que indica que cuando los insumos de producción son difíciles de dividir (paquete tecnológico), los arrendatarios estarán a cargo mayoritariamente de los costos. Por otra parte, para explorar estos desafíos, la extensión hacia hipótesis alternativas que excedan el marco de “costos de transacción” serían convenientes desde mi punto de vista. Para terminar mi comentario, celebro que podamos discutir la organización industrial de la producción agrícola en la Argentina con trabajos como este. Referencias: Allen, D. W. y D. Lueck, “Transaction Costs and the Design of Cropshare Contracts”, Rand Journal of Economics, Vol. 24. No. 1.(Spring, 1993). Barsky, O. y M. Murmis, “Elementos para el Análisis de las Transformaciones en la Región Pampeana”, CISEA, 1986. Braido, L. H. “Insurance and Incentives in Sharecropping”, CESIFO Working Paper nor. 1098, Dec. 2003. Laffont J.J. y Matoussi, M. S. “Moral Hazard, Financial Constraints and Sharecropping in El Oulja”, The Review of Economic Studies, Vol. 62, No. 3, Jul, 1995). Obschatko, E. y J.C. Del Bello, “Tendencias Productivas y Estrategia Tecnológica para la Agricultura Pampeana”, Docto. 20, CISEA, 1986. Solá, F., “Empresas agrícolas, diferenciación, rentabilidad e impactos de políticas alternativas”, Docto 12, CISEA, 1986.