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El Estrés como método de supervivencia.
Colaboración de: Dr. Cristóbal Carrasco Barraza
Cuando hablamos del estrés, habitualmente lo circunscribimos a un estado mental y
psicológico de sobrecarga y cansancio, con consecuencias tales como irritabilidad,
alteraciones del ánimo, ansiedades y otras. Sin embargo en realidad el estrés es un estado
global del organismo, pues involucra una respuesta adaptativa general de todo el sistema
como un conjunto. Es así como no solo tendremos reacciones a nivel mental, como las
descritas, sino que un estado de estrés involucra necesariamente reacciones en otros
sistemas corporales. De esta manera encontraremos una respuesta de cada órgano y
sistema ante el estrés. Por ejemplo, ante un estrés agudo podremos observar varias de las
siguientes manifestaciones:
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Sistema cardiovascular: aumenta el pulso, aumenta la presión arterial, etc.
Sistema endocrino-metabólico: aumenta la adrenalina, la glicemia, la insulina,
etc.
Sistema respiratorio: aumenta la frecuencia respiratoria, se dilatan los
bronquios, etc.
Es así como en cada gran sistema, en cada órgano, en cada tejido y hasta en cada célula se
manifiesta la respuesta al estrés. Con esto queremos destacar que el estrés involucra y
afecta a todo el organismo en su conjunto, y está relacionado con manifestaciones que
trascienden por mucho las alteraciones psíquicas.
Estrés agudo vs. estrés crónico
Imagine que está caminando tranquilamente por su barrio, divagando y contemplando la
naturaleza. De pronto, sin previo aviso, un perro Pitbull aparece ladrando y corriendo en
dirección a usted. Lo que sucede a continuación se conoce como una respuesta a un estrés
agudo: una mezcla de miedo o pavor, sudor de manos, palpitaciones, temblor de
extremidades, etc. Nuestro organismo acaba de ser presa de una descarga adrenalínica a
través de las glándulas suprarrenales y un aumento en la descarga del sistema nervioso
simpático. Se redistribuye el flujo sanguíneo al cerebro y los músculos, aumenta la glicemia
y la utilización de ésta, se agudizan ciertos sentidos y funciones en desmedro de otras. La
respuesta a este tipo de estrés agudo es una respuesta inmediata en que el cuerpo se
prepara para “Luchar o huir” (o fonéticamente más glamoroso “fight o flight”) para
salvar ilesos de una situación de amenaza real. Esta es la primera fase de una respuesta
al estrés. Las fases siguientes con la fase de mantenimiento y la fase de resolución,
donde la amenaza ha cedido, el individuo se siente exhausto, y el organismo necesita un
descanso para recobrar fuerzas y autorrepararse. Esta tres fases de reacción ante un estrés
agudo (alerta, mantención, resolución), descrita por Hans Selye (1907-1982), son
absolutamente necesarias para la subsistencia del individuo y de la especie. Si no
hubiésemos sido capaces de escapar o luchar contra animales salvajes durante nuestra
evolución como especie humana, hoy no estaríamos aquí. Sin embargo, en la vida actual,
no nos enfrentamos ya a bestias salvajes ni a ataques de tribus enemigas. Estamos
expuestos a otro tipo de estrés, qué produce consecuencias negativas en nuestro ser: un
estrés crónico. Esto quiere decir que nuestro organismo advierte amenazas constantes
(preocupaciones, enfermedades, problemas económicos, laborales, interpersonales, en la
pareja, etc.), y por lo tanto existe también un constante estímulo del sistema simpático y de
las glándulas suprarrenales, sin encontrar la necesaria fase de resolución, imprescindible
para el descanso y la reparación de los tejidos. Estamos constantemente en alerta, y como
el organismo debe mantenerse en esa alerta ya que el factor estresante es permanente, se
dejan de lado otros procesos fisiológicos fundamentales como la reparación de los tejidos y
el mantenimiento de la homeostasis (equilibrio) interna.
Consecuencias del estrés crónico
El aumento del tono del sistema nervioso simpático y el estímulo de la médula suprarrenal
generan una serie de alteraciones en el corto, mediano y largo plazo. Así mismo el estrés
crónico aumenta los niveles de ciertas hormonas, como la insulina y el cortisol, generando
un creciente riesgo al desarrollo de diversas enfermedades. Hace décadas ya que se sabe
que los tejidos y órganos expuestos a un constante estímulo de estas y otras hormonas del
estrés se ven alterados en sus funciones. Más aún es conocido también que aquellos
sometidos a un estrés constante se enferman más, y mueren antes, que aquellos que no
presentan estos niveles de estrés. Las tejidos se deterioran y no logran autorrepararse de
forma adecuada; el sistema inmunológico se ve alterado en sus funciones, y aumenta el
riesgo de infecciones, enfermedades autoinmunes y cáncer; se desencadenana diversas
enfermedades gastrointestinales, cómo gastritis, úlceras, constipación, diarrea, colon
irritable, etc.; la musculatura se tensiona y se genera contracturas e inflamaciones que
producen cefaleas, bruxismo, lumbagos y dolencias osteomusculares; neurológicamente se
altera el ciclo sueño-vigilia, produciendo somnolencia diurna e insomnio en la noche; baja
la capacidad de atención y la memoria a corto plazo, disminuyendo también el rendimiento
laboral; aparece irritabilidad, ansiedad, angustia, cambios de ánimo, crisis de pánico, etc.;
Es decir, perdemos el control de nuestra vida y es la vida-con el estrés permanente- la que
nos controla a nosotros, lo que nos produce malestares físicos reales, mentales ,
emocionales y hasta espirituales. La desesperanza y desazón nos embarga, y creemos por
un momento (a veces un momento demasiado largo) que no hay salida.
Mal de muchos..
Al mirar detenidamente a nuestro alrededor veremos que este cuadro clínico se repite
mucho más a menudo que lo que quisiéramos. Así empiezan también los consuelos y
consejos mutuos entre seres estresados. Cómo quien ofrece una manzana, alguien le
ofrecerá un ravotril cómo “solución” al estrés. Al tomarlo inmediatamente se sentirá más
relajado y podrá conciliar un sueño de corrido (Pero cuidado: le aseguro que también
sentirá relajo con otras drogas. Por ejemplo si toma alcohol, fuma marihuana o se inyecta
heroína ). “Eureka! El problema del estrés ya tiene solución. Tomaré 1 ravotril todos los
días de mi vida. Cómo me han dicho que uno se acostumbra, tendré que aumentar la dosis
a 2 o 3 al día en algunos meses más.” Si usted así lo quiere, puede ocupar esa estrategia.
Pero no se engañe. Esa no es una solución al problema.
Enfoque terapéutico integrativo
La medicina integrativa entrega una visión holística e integral que permite abordar de
manera multidisciplinaria enfermedades, dolencias y problemas de salud en general. En el
caso del estrés crónico o sostenido – como genera alteraciones en todos los sistemas del
organismo – requiere un tratamiento integrativo, que va mucho más allá que “adormecer”
al sistema nervioso central mediante fármacos químicos de origen sintético.
1) Eliminar o disminuir el agente estresor: En la mayoría de los pacientes que
presentan síntomas de estrés crónico, el agente estresor es un factor externo que
permanece presente a lo largo de semanas, meses o años. Esto perpetúa el síntomas del
estrés y dificulta la adecuada función de las células, y de los sistemas inmunológico,
endocrino, nervioso y cardiovascular, entre otros. Cambios de hábitos y medidas
conductuales pueden ayudar a disminuir significativamente o erradicar el factor estresante
externo, permitiendo que el tratamiento que se instale tenga mucho mejor resultado, y en
un corto plazo.
2) Herramientas para el control del estrés: Muchas veces pareciera imposible
eliminar el agente estresor, pues generalmente nos encontramos “durmiendo con el
enemigo”. La maternidad, el trabajo, enfermedades de seres queridos, cargos de mucha
responsabilidad y otras condiciones no nos permiten pensar siquiera en cortar el
“problema” de raíz. En cambio si podemos aprender a manejar el estrés al cual tendremos
que seguir expuestos. La asesoría psicológica, técnicas de relajación, Yoga y mindfullness,
actividad física asesorada, y otras terapias nos pueden entregar herramientas para
mantener el control de la situación y de nosotros mismo, aun persistiendo el estímulo
estresor en nuestras vidas.
3) Medicina biológica: La medicina de biorregulación estimula la propia capacidad
del organismo para restablecer el equilibrio funcional y fisiológico. Utiliza diversas
medidas terapéuticas, entre las que destacan la homotoxicología, la acupuntura, la terapia
floral y el equilibrio nutricional mediante la dieta y el aporte de suplementos naturales. Los
medicamentos utilizados, a diferencia de los tratamientos químicos, no producen
dependencia, efecto rebote ni efectos secundarios. Estimulan la propia capacidad de
curación, promoviendo el equilibrio a nivel neurológico, inmune, endocrino y psicológico.
De esta forma se puede disminuir la excesiva actividad del sistema nervioso simpático y la
descarga de adrenalina y cortisol por parte de la médula suprarrenal, mejorando no solo
los síntomas mentales y neurológicos, si no que disminuyendo o eliminando la repercusión
que tiene el estrés crónico en todos los tejidos y órganos de nuestro organismo.
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