Rosie Gordon Rosie es una preciosa locomotora rosa. Es amable, habladora y disfruta haciendo su trabajo. A Rosie le gusta divertirse con Thomas y ayudarlo a hacer su trabajo. Gordon es una gran locomotora que tira del tren expreso. Es muy rápido y fuerte, y a menudo usa su fuerza para ayudar a las locomotoras más pequeñas. Harvey Harvey es una locomotoragrúa cariñosa y alegre. Tiene una forma muy poco habitual, pero el brazo y el gancho de su grúa son muy útiles para levantar cargas e incluso pequeñas locomotoras. Rosie estaba cargando unos cuantos barriles de miel de la granja para llevarlos a la pastelería, cuando Thomas se detuvo a su lado. –¡Hola, Rosie! –dijo Thomas–. ¿Estás cargando miel? –¡Sí! ¡Voy a llevar toda esta deliciosa miel a la pastelería! –dijo Rosie. A Thomas le encantaba la miel y cuando vio los barriles de miel de Rosie, quiso encargarse de ese trabajo tan dulce. Sin más, ¡Thomas dio un descarado empujón a los vagones de Rosie! Desgraciadamente, el golpe fue más fuerte de lo que se esperaba Thomas. Hizo descarrilar a Rosie y lanzó por los aires uno de los barriles de miel. ¡Este cayó con un gran estruendo y la miel que contenía se desparramó por encima de Thomas! A Thomas no le importó porque la miel estaba deliciosa. –¡Tendré que esperar a que venga Harvey y vuelva a encarrilarme! –exclamó Rosie. –¡No te preocupes, ya me encargo yo de entregar la miel a la pastelería! –respondió Thomas. Thomas estaba muy contento llevando la miel a la pastelería, pero al pasar junto a unas colmenas, las abejas empezaron a perseguirlo atraídas por la miel que cubría su carrocería. Pronto, detrás de Thomas se había reunido un gran enjambre de abejas. –¡Oh, no! –exclamó Thomas–. Me gusta la miel, ¡pero las abejas me dan miedo! Entonces, Thomas vio a Gordon, que estaba tirando del tren expreso. Gordon era una de las locomotoras más rápidas de Sodor. ¡Thomas estaba tan asustado por las abejas que pasó resoplando a toda velocidad junto a Gordon! –¿Me ha adelantado el pequeño de Thomas? Qué falta de respeto... –suspiró Gordon. ¡Thomas iba tan deprisa que tomó una curva cerrada sin frenar y descarriló! Por suerte, pronto llegó Harvey. –¿Otra vez te has metido en problemas, Thomas? –dijo Harvey sonriendo amablemente. Harvey volvió a colocar a Thomas y sus vagones sobre la vía. Justo entonces llegó Rosie, a quien le pareció que Thomas tenía un aspecto muy lastimoso. –¿Y ahora, me dejarás llevar los barriles de miel, Thomas? –preguntó conteniendo la risa. –Sí, por favor –suplicó Thomas–. Perdóname por haberte empujado. Tenía tantas ganas de llevar la miel... –¡No pasa nada, Thomas! –exclamó Rosie. Rosie se enganchó a los vagones cargados de miel y se dirigió a la pastelería. –Creo que me convendría un buen lavado –dijo Thomas. –¡Buena idea! –respondió Harvey soltando una carcajada. Thomas, que estaba cubierto de miel, paja y hojas, corrió hasta el túnel de lavado. –Me temo que la miel ya no me gusta... –resopló Thomas. FIN