22 ÁLBUM DE LA. FLOIU. tratado de terapéutica, dando á conocer este secreto que le habia comunicado Spaeth. Desde esta época ha ido estendiéndose considerablemente, siendo hoy un g r a n recurso terapéutico, llegando á competir en sus múltiples aplicaciones, en los escelentes resultados de estas, con la corteza del Perú, cada cual en el orden de su aplicación. Y es tal sii importancia, que no creo exajerar en este parangón y colocándola al lado del opio, siendo sus ventajas palpables, por ser mas fácil su adquisición, y por tanto, su coste al alcance de todas las fortunas. La belladona considerada bajo el punto de vista terapéutico, es calmante y estupefaciente, pero de u n a manera especial; no produce el sueño como el opio, y si se deja sentir este después de su uso, es porque calma los dolores ó disipa los síntomas que lo alejan. Por esto es por lo que la mayor parte de los autores, aunque con violencia, la colocan entre los hipnóticos. Como el opio combate el síntoma dolor con eficacia, á diferencia de ser mas útil para los dolores estemos, mientras que aquel calma mas particularmente los internos. Numerosas son las dolencias en que se prescribe hoy la belladona y sus preparados; empléasela particularmente en las neuralgias, neuroses, coqueluche, afecciones espasmódicas, epilepsia, histerismo, corea, tétanos, cólicos hepáticos y nefríticos; contra ciertas inflamaciones agudas y crónicas, disentería, tenesmo, reumatismo, tumores blancos articulares, dolores agudos de las fístulas, contracciones espasmódicas, irritaciones del ano, espasmos de diferentes órganos tales como del ano, uretra, útero, ano inguinal, etc., para dilatar la pupila y hacer mas fácil la operación de la catarata, y esplorar el cristalino; para combatir la iritis, la retinitis, esclerotitis, algunas oftalmías, etc., etc. Si no temiera traspasar los límites de una obra de esta clase, consignaría los resultados que del uso de la belladona y sus preparados han obtenido los prácticos en las diversas enfermedades á cuya curación se aplica, y cuyas quedan consignadas mas arriba y a l a s que p u dieran adicionarse tantas otras, tan g e neral es su aplicación. Mas no dejaré de decir que en las neuralgias y dolores es el remedio por escelencia, ensalzando todos los profesores los resultados obtenidos en estas, ya de su uso al esterior y a del interno incluyendo el endérmico, y los que no cito por estar comprendidos entre ellos los mas célebres de todos los países. Müench en 1789 y Ziégler, según r e fiere Murray, h a n comprobado su utilidad en el tratamiento del reumatismo, á cuyo testimonio podemos agregar el de Blackett y Lebreton, citado por Trousseau y Pidoux, los que también le t u vieron feliz, asociando á esta medicación el uso de los purgantes para prevenir la constipación. E n cuanto á la gota n u n c a se ha aplicado á la propiamente dicha; como todos los estupefacientes podría causar accidentes graves. E n la epilepsia parece haberse mostrado eficaz, y a para curarla por completo ó bien para disminuir el número é intensidad de los accesos; tal resulta de las observaciones de Müench, Stoll, Evers, Theden, Leuret y Ricard, etc., llegando Debreyne á considerarla Como la mas preciosa de nuestras plantas i n dígenas y siendo el médico de nuestros dias que mas resultados favorables h a conseguido en el tratamiento de esta terrible dolencia. Contra la misma ha sido considerada la atropina por Bouchardat, como el modificador mas cierto y poderoso, respecto á la que, se espresa de este modo el Dr. Lusana: «He tenido dos veces ocasión de tratar con la atropina la epilepsia céntrica verdadera; en el uno que databa de la infancia teniendo el sugeto mas de cincuenta años; en el otro databa de catorce años; estos dos casos son los que me han suministrado los resultados mas notables. En uno de ellos, trascurrieron seis meses sin que sobreviniera n i n g ú n acceso, en el otro tres meses y medio después de empezado el tratamiento, no habia habido recaída. Si la atropina proporciona a l g ú n éxito favorable en la epilepsia céntrica, cerebral ó idiopática, por el contrario, fracasa en la escéntrica, reincidente ó sintomática, que tiene su asiento en otro órgano interno que el cerebro.» El Dr. Lusana, administraba su diso-