La Valla.Eucaristía

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La Valla
Los inicios de una familia
Me quieres tal como soy.
Primera lectura
“El P.Champagnat creyó llegado el momento de dar comienzo a su obra.
Pero, ¿dónde encontrar un local adecuado para albergar a sus dos
discípulos? Próxima a la casa parroquial se hallaba en venta una casita
(Era propiedad del señor Bonner, fabricante de sillas para la iglesia). No
titubeó en comprarla, aunque no disponía de dinero. Esa casa le convenía
Entrada
“El P. Champagnat, que los quería como a hijos (Juan María y Juan
Bautista), los visitaba a menudo, trabajaba a veces con ellos, los animaba
y les daba clases de lectura y escritura. Los orientaba y les comunicaba
los planes y proyectos que abrigaba para gloria de Dios y salvación de las
almas”.
Alabo tu bondad
Todo mi ser canta hoy
por las cosas que hay en mí.
Gracias te doy, mi Señor,
Tú me haces tan feliz.
Tú me has regalado tu amistad,
confío en ti, me llenas de tu paz.
Tú me haces sentir tu gran bondad,
yo cantaré por siempre tu fidelidad.
GLORIA A TI, SEÑOR, POR TU BONDAD.
GLORIA, GLORIA,
SIEMPRE CANTARE TU FIDELIDAD.
Siempre a tu lado estaré,
alabando tu bondad.
A mis hermanos diré
el gran gozo que hallo en Ti.
En Ti podrán siempre encontrar
fidelidad, confianza y amistad.
Nunca fallará tu gran amor, ni tu perdón.
Canto final:
Hermanitos de María,
damos gracias a Jesús,
nuestros padres y mayores
nos animan con su luz.
MADRE, MADRE (2)
Conocemos la alegría
de vivir en comunidad,
la noticia anunciaremos
como el padre Champagnat.
Consagramos nuestras vidas
en las manos del Señor,
al servicio de los hombres
entregamos nuestro don.
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a los signos de los tiempos, por su prudencia, su dinamismo y su
comprensión en el servicio de la autoridad respecto a los hermanos.
Bendito seas, Señor.
Por su vida unificada en la oración por el ejercicio de la presencia de
Dios, por su cercanía a los jóvenes y su pasión por hacerles conocer y
amar a Jesús y María.
Bendito seas, Señor.
Por su espíritu misionero que le abre a las necesidades de la iglesia
universal, por su amor filial a la Iglesia, por su ardiente devoción a la
Eucaristía, signo del amor de Cristo que nos reúne cada día.
Bendito seas, Señor.
Por nuestro hermanos de Francia que, animados por el espíritu misionero
de Marcelino, dejaron familia y patria para implantar el Instituto en los
cinco continentes.
Bendito seas, Señor.
Padre nuestro
Acción de gracias: (después de la
Comunión)
¿Qué te gustaría agradecer al Señor de lo
que has recibido del Instituto en tus años de
vida marista?
por dos razones: estaba cerca de la casa parroquial, con lo cual podía
dirigir y formar a los jóvenes sin largos desplazamientos, y su precio era
muy módico. Por eso la adquirió, junto con un huertecillo y terreno
adjuntos, por la cantidad de mil seiscientos francos, que pidió prestados.
Firmado el contrato, se puso él mismo a limpiar y acondicionar la casita
y colocó en ella los muebles más indispensables. Con sus propias manos
fabricó dos camas de madera para los dos Hermanos, y una mesita de
comedor. Luego trajo a sus dos discípulos a la casita, que se convirtió en
la cuna de los Hermanitos de María. La pobreza más estricta se respiraba
por doquier. Pero también eran pobres el estable de Belén y la casita de
Nazaret. Y los hijos de María debían tratar de imitar a su Madre y llevar
desde su nacimiento el sello de su pobreza y humildad.
Era el 2 de enero de 1817 cuando los dos novicios tomaron posesión de
la casa, constituyeron comunidad y pusieron los cimientos del Instituto
de los Hermanitos de María.
Estos son los inicios de la historia sagrada de nuestra Congregación.
Salmo responsorial:
Canto a la fraternidad
Y EL SEÑOR ESTA A NUESTRO LADO
Y EL SEÑOR NOS DA LA AMISTAD
OH SEÑOR, ESTAMOS EN TI
Y TU IMAGEN NOS HACE VIVIR
Salté de gozo cuando me dijeron:
“¡Vamos al encuentro fraternal!”
¡Cómo brilla en la asamblea de los hermanos
el rostro del Dios de Paz!
Nuestra fraternidad está fundada
sobre esta firme promesa:
“Donde dos o más se reúnen en mi nombre,
vive y crece mi Iglesia”.
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Subamos en el nombre del Amor,
la Verdad y la Justicia:
nuestro Dios, hecho Hermano,
nos precede entregando su Vida.
Que tus hermanos y compañeros
sean para ti lugar sagrado:
sacramento de la única esperanza
hacia el más firme abrazo.
Pedid para el encuentro fraterno
autenticidad en sus búsquedas y caminos:
¡Llueva sobre los hermanos reunidos
la fecunda presencia del Dios vivo!
Gloria al Padre…
Y EL SEÑOR ESTA A NUESTRO LADO…
Y EL SEÑOR NOS DA LA AMISTAD
OH SEÑOR, ESTAMOS EN TI
Y TU IMAGEN NOS HACE VIVIR
Segunda lectura: Jn 17, 20-26
No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su
palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, estás en
mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros, para que el
mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno, como
nosotros somos uno: Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente
uno y conozca el mundo que tú me enviaste y que has amado a ellos
como me has amado a mí.
Padre, los que tú me has dado, quiero que donde esté yo estén ellos
también conmigo, para que vean mi gloria, la que me has dado, porque
me amaste antes de la creación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te conocí, y éstos
conocieron que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre
y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con qué tú me has
amado esté en ellos y yo en ellos.
Compartir: Del carisma marista, ¿qué te gustaría trasmitir a nuestro
mundo con fuerza y convicción?
Nuestro ofrecimiento agradecido (símbolo): (H. Charles Howard)
Por la familia de Marcelino que supo acogerle y ayudarle a crecer en la
fe; por el país de su infancia que le permitió un contacto directo con las
bellezas de la naturaleza y con las duras realidades del trabajo humano.
Bendito seas, Señor.
Por su infancia y adolescencia en las que le revelaste tu llamada, por su
tenacidad en el esfuerzo intelectual y su disposición a todo lo que querías
de él, por la experiencia que hizo de tu amor y del amor de María.
Bendito seas, Señor.
Por su profunda fe y su apertura a los
acontecimientos y a las personas, por su
sensibilidad a las necesidades de su tiempo,
especialmente a la ignorancia religiosa y a las
situaciones de pobreza de la juventud, por su
amor filial a María, su Recurso Ordinario en
toda circunstancia.
Bendito seas, Señor.
Por su humildad y audacia en la fundación del
Instituto, por su celo evangélico que le hizo
encontrar respuestas adecuadas a los problemas concretos, por su
abnegación y su bondad hacia sus hermanos con los que comparte una
vida sencilla y austera.
Bendito seas, Señor.
Por su confianza inquebrantable en la Providencia, manifestación de su
fe y de su pobreza de corazón, por su constante búsqueda de tu voluntad
en la oración, la meditación, la mediación de los superiores y la atención
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