TEXTOS DIVERSOS CREDO SENCILLO PARA NAVIDAD Yo creo en un niño pobre que nació de noche en una cuadra, arropado sólo por el amor de sus padres y la bondad de la gente más sencilla. Yo creo en un hombre sin importancia austero, fiel, compasivo y valiente, que hablaba con Dios como con su madre, que hablaba de Dios como de su madre, contando, llanamente, cuentos sencillos, y por eso molestó a tanta gente que al final lo mataron, lo mataron los poderosos, los santos, los sagrados. Yo creo que está vivo, más que nadie, y que en él, mas que en nadie, podemos conocer a Dios y sabemos vivir mejor. Y doy gracias al Padre porque Él nos regaló este Niño que nos ha cambiado la vida, y nos ha dado sentido y esperanza. Yo creo en ese niño pobre, y me gustaría parecerme a Él. HIMNO DE LA CREACIÓN (A PARTIR DE UN POEMA ATRIBUIDO A FRANCISCO DE ASÍS) Bendito seas Padre por el hermano sol que pusiste en el cielo, nos calienta, nos da luz y es fuente de vida para todos. Bendito seas Padre por la hermana sombra. tan dulce y mansa, tan acogedora. Bendito seas Padre por la hermana luna que pastorea en la noche tus estrellas, tan pequeñas, tan discretas, portadoras de sueños. Bendito seas Padre por mi hermana la tierra madre de toda la vida silenciosa y fecunda. Bendito seas Padre por nuestra hermana el agua tu más sencillo y prodigioso milagro que está en todo y lo forma todo alma de la vida. Bendito seas Padre por el hermano aire. En él vivimos, nos movemos y existimos y está como tú, presente e invisible en todas partes. Bendito seas Padre por todos los seres vivos mis hermanos riqueza de tu mente derroche de colores y de formas esplendor de tu sabiduría Bendito seas Padre por el haya y el nogal por el remanso y por la lluvia, por el amanecer en la montaña, por la playa escondida por el discreto resbalar del tiempo que nos acerca a Ti. Bendito seas Padre por nosotros tus hijos capaces de amar y de conocerte, sueño de tu mismo corazón. Bendito seas Padre por los niños, por sus deditos, asombro de mis ojos. por su sueño confiado que me inunda de tu paz. Bendito seas Padre, por los abuelos señores de la paz y la experiencia que nos transmiten sosiego y admiración. Bendito seas Padre porque nos has hecho padres, te has fiado de nosotros nos has confiado a tus hijos para que los saquemos adelante y así nos has llevado al amor más puro. Bendito seas Padre por las manos y los pies, y los ojos y los oídos y el cerebro y el corazón, porque tú los inventaste y nos sirven de puente entre la oscura materia, el pensamiento y el amor. Bendito seas Padre por ser como eres por ser amable y hacerte amar, porque podemos conocerte y sentirnos queridos por ti, y porque estás ahí, como está el agua y el aire y la luz, porque eres el aliento de la vida, la paz y la alegría. Bendito seas, Padre, por tu mejor regalo. por Jesús, sencillo y compasivo, valeroso y consecuente que nos enseñó a llamarte “Padre” y a vivir como hijos y como hermanos. Bendito seas Padre, bendito seas. TRES CONTEMPLACIONES (Jesús era un contemplativo, sabía ver a Dios en cada cosa que entraba por sus ojos, y con ellas nos hablaba de Dios. Hagamos lo mismo, dejemos que Dios entre por los ojos, vestido de todo lo visible). Invierno: frío y oscuro invierno, de cielo gris; los árboles han muerto. Todo el suelo está lleno de cadáveres de las hierbas, amarillas, negruzcas. Es la muerte. Marzo, quizás Abril, la Primavera irresistible, brota de la muerte como un niño pequeño, vulnerable, irresistible, como el girar del mundo, verde y tierna, implacable, verde y nueva la vida que retorna; el tronco viejo, de piedra carcomida se despierta y estalla en brotes nuevos, hojas, bayas, flores, resucita desde las más ocultas raíces de la tierra la savia adormecida, llena el viento de polen y fragancias, resucita, está dentro la vida, adormecida, bajo capa insensible de materia; ¡está La Vida adormecida dentro de mi vida!. De noche, he cerrado cuidadosamente todas las ventanas. Desconecto el interruptor general de la corriente eléctrica. Voy con una linterna por la casa, y la dejo apagada y escondida, y con las manos quiero suplir mis ojos, tanteando en la sombra. Se cambian las distancias, las formas engañosas me acosan y tropiezo en la nada, me amenazan mis cosas, las de siempre, mis amigas que yo antes conocía y me tienden ahora trampas y golpes, me exaspera la inútil búsqueda, no encuentro la linterna, no sé llegar al cuadro de las luces para salir del caos que es no ver. Encuentro mi linterna y las cosas se vuelven presurosas a su lugar, se ordenan las distancias, puedo sentarme en mi sillón de siempre, agradecido, a ti, Dios, por la luz, y por mis ojos, y porque eres así, Señor, mi Dios, mi lámpara. En la tarde, regreso del trabajo extenuado y confuso, sudoroso, destemplado y reseco. La cartera, las ropas arrugadas, los zapatos, camino hacia la ducha, me abandono, levanto la cabeza, que me inunde por la cara y el pelo, por el pecho y el vientre que acaricie mis pies el agua blanda, y levanto los brazos y las palmas de las manos se surcan de descanso; siento manar en mí, de lo profundo del alma relajada un manantial tranquilo, y se me abren los labios murmurando "Bendito seas, mi Señor, mi Agua". FIESTA Una fiesta, creer en Ti es una fiesta. ¿Qué es la vida sin fe? ¿Qué mediocre aventura, qué gris pasar hacia morir, qué sin sentido? En esta esclavitud de querer siempre más, de estar preso de mil necios deseos, de envidiar, codiciar, humillar, disfrutar siempre más hasta la muerte, suprema esclavitud, en esta esclavitud, pensar en Ti como Libertador, ¡qué alivio, Dios, qué alivio!. ¡Cuántas veces eras un peso más entre los pesos de la vida! Nacer, vivir, trabajar, pelear, codiciar, buscar placer y además someterme a tu juicio y temerte: hacerlo todo cuidando de evitar tu ojo de juez.... ¡Qué religión, cargando con la vida y con los ídolos de las leyes de piedra! Pero Tú eres el vino de la boda y el agua del desierto. La luz del caminante, perdido a media noche, eres la senda descubierta con júbilo entre las zarzas del bosque impenetrable. Una gota de Jesús en la tinaja de piedra de mi vida me cambia en vino el agua sosa de tener que vivir. Sé para qué trabajo, por qué sufro, sé que mis ojos sólo ven la materia, pero hay más, que no se encorva mi cuerpo hacia la muerte sino que va anunciando que estoy cerca de Casa. Sé que todas las cosas que no entiendo tienen sentido, y lo sabré algún día. Sigo sufriendo, estoy enfermo y muero, pero es fiesta sufrir, y hasta morir puede ser fiesta y bodas y abundancia de vino. Sé que me quiere, sé que no le importa que sea feo o viejo, insoportable nene gritón o joven petulante, que no le importa, y que me quiere así ¡porque está enamorado!. Y es tan grande la sorpresa que tengo cuando leo que un tal Juan lo escribió, va para veinte siglos, que mi asombro se cambia en fe y no tengo más remedio que confesar que no fue Juan quien se inventó esta fiesta, y que es tan grande el gozo, la verdad, la evidencia, - más allá de razón y certeza y prudencia que es allá, tan en el fondo del alma, allá donde se juntan las fronteras del alma y del espíritu donde siento esta fiesta, que me siento tocando tu Presencia, tocado por tu dedo, seguro de que en Juan está cantando irrefrenable, indiscutible, clara, no inventada, tu incesante Palabra. QUÉ ALEGRÍA, CUANDO ME DIJERON: VAMOS CAMINANDO A LA CASA DEL SEÑOR En tu presencia, Padre, abro ante ti mi alma, y reconozco que sólo a la fuerza soy un caminante, sólo a la fuerza. Si por mí fuera, yo haría detenerse el tiempo, pararía mi vida en un lugar agradable, quizá entre la juventud y la madurez, con bastante salud y algún dinero, con amigos, en paz, me plantaría así, que nada cambie. No me hace falta más, no necesito más promesas. Pero ese no soy yo, y la vida es cambiar, lo sé, lo siento simplemente cuando a solas oigo a mi corazón que es el reloj que cuenta los segundos de mi vida y me dice que avanzo, que camino y no puedo pararme, porque vivir es eso. Llegar. ¿A dónde llegaré? ¿Cuál es el término? Llegar a tener mucho, a disfrutar mucho, a mandar mucho... pero esto no es llegar, que todo pasa, lo que pasa no es fin, sino camino. ¿A dónde va el camino del tener, del disfrutar, a dónde va? Eres el mar, me llamas, siento que me llamas. Pero a veces camino tierra adentro, me lleno los bolsillos de tierra, cada vez más tierra, y corro tierra adentro y moriré llenos de tierra los bolsillos y la boca y el alma lejos de ti, mi mar, y allí se pudrirá mi vida. ¡Qué alegría cuando me dicen: vamos caminando, que lo nuestro es pasar, se pasa todo, menos la certeza de caminar seguros hacia casa, la Casa del Señor, la casa de mi Padre! Y llegaré. Un árbol brotará de esta bellota ciega que es mi cuerpo. Y de este huevo opaco y encerrado en sí mismo volará el pájaro que soy, al aire, a la luz, que es lo mío. Caminante de noche; desconoces que la Ciudad te espera, que estás cerca del Mar, que tienes una Casa preparada … ¡Qué alegría cuando escuches, si escuchas, algún día, que vas, aunque no quieras, caminando a la Casa del Señor! LA PALABRA La palabra es un arma prodigiosa que lanza las ideas, de cerebro a cerebro, traducidas en ruidos. Las ideas son jaulas de cristal que encierran las parcelas que ha captado de la realidad inmensa. ¿Cómo te las arreglas, dime, Tú, La Palabra, para encerrar a Dios, para lanzarlo en traducción de ruidos, para que quepa dentro de un cerebro, para que pueda ser pronunciado, comprendido, poseído? Fue inteligente aquél que otros llamaron Moisés cuando dijo que te llamabas Y-H-W-H el nombre que nadie debe pronunciar, porque nadie lo puede pronunciar. Fue inteligente cuando prohibió que nadie se fabricara imágenes de Ti, para que nadie se creyera luego que Tú te parecías a la imagen que él había creado. ¿Cómo contarle a un sordo la diferencia entre el violín y el arpa? ¿Cómo les contaremos a los ciegos que el firmamento azul, cuando se marcha el día se enrojece de púrpura, y se apaga? Pero tuviste rostro, y barba, y te llamabas Jesús, y te tocaron nuestras manos. Y dijeron de ti que eras como la tienda de campaña de Dios entre su pueblo, como la misma Nube que mostraba la presencia de Dios y lo ocultaba. Todos te traducimos a nuestros símbolos, como tú traducías a tu Padre en parábolas. Si tú hubieras nacido esquimal, ¡cuántas focas, iglús, trineos, osos blancos, serían Evangelio, para que conocieran a tu Padre todos los pueblos! ¡Tú pusiste tu iglú en nuestro témpano! ¡Dios es grasa de foca, en abundancia, para todo el invierno! (para que todos lo entendieran). Jesús de Nazaret, te contaré un secreto: cuando sueño en Dios veo siempre un varón de raza blanca, como tú, y me sonríe. Luego me despierto y de algo estoy seguro: es verdad que sonríe, y es muy cierto que se parece a ti. CENAR CON SIGNOS Está todo preparado, la ensalada, el cardo, el cordero, el turrón, todo está a punto. Voy a poner también algún detalle, porque es una cena especial, la cena de las cenas del año. Voy a poner, en un plato pequeño, un puñado de sal, para acordarme de ella cuando vaya gustando todo lo demás, porque gracias a ella estará bueno, sabroso, delicioso, pero ella no estará y hay que ser agradecido. Voy a poner también dos jarras transparentes, una con agua clara y otra con rojo vino, porque soy agua y siempre se me olvida darle las gracias, porque esta noche quizá vaya a beber demasiado y se me olvidará que mi agua necesita un punto de alegría y de entusiasmo. Voy a poner un bollito de pan, bien dorado, redondo, tierno, apetitoso. Me acordaré de las espigas que segaron en el calor de Junio, de los granos que molieron, trituraron, amasaron, cocieron, que están ahí, para que yo los coma en un bocata a mitad de mañana, a media tarde o ahora mismo, en la cena. Voy a poner, finalmente, una vela gordita y baja, y la voy a encender. Apagaré la luz, y la llamita impedirá la noche. Y se irá haciendo, mientras cenamos, cada vez más pequeña y llegará un momento en que se apagará, porque se fue toda en luz, y si pudiera hablar habría dicho, “misión cumplida”, he servido para algo. Y estoy dudando si pondré también un niño Jesús sonriente, de color rosa y ojos azules. Estoy dudando, porque son demasiados detalles, y además porque creo que ya lo he puesto. La sal, el agua, el vino, el pan, la vela, no me hace falta más , no, nada más, para hacerte presente. FELIZ NAVIDAD. Creo que son felices los que comparten, los que viven con poco, los que no viven esclavos de sus deseos. Creo que son felices los que saben sufrir, encuentran en Ti y en sus hermanos el consuelo y saben dar consuelo a los que sufren. Creo que son felices los que saben perdonar, los que se dejan perdonar por sus hermanos, los que viven con gozo tu perdón. Creo que son felices los de corazón limpio, los que ven lo mejor de los demás, los que viven en sinceridad y en verdad. Creo que son felices los que siembran la paz, los que tratan a todos como a tus hijos, los que siembran el respeto y la concordia. Creo que son felices los que trabajan por un mundo más justo y más santo, y que son más felices si tienen que sufrir por conseguirlo. Creo que son felices los que no guardan en su granero el trigo de esta vida que termina, sino que lo siembran, sin medida, para que dé fruto de Vida que no acaba. Y creo todo esto porque creo en Jesús de Nazaret, el Hijo, el hombre lleno del Espíritu, Jesucristo, el Señor.