1 José Luis de los Mozos -semblanza de un Maestro1- Carlos Rogel Vide Catedrático de Derecho civil De la Academia de Pavía A José Luis de los Mozos le gustó, siempre y mucho, pasear. Placenteramente, sin prisas y charlando, a poder ser, con amigos acompañantes, enseñando y aprendiendo de ellos, deteniéndose, de vez en cuando, para escuchar mejor o poner énfasis en una idea. Poco a poco, sin prisas y con pausas, hacía mucho camino. Esa misma, podría decirse, es la esencia de su vida y de su obra. Muchas cosas hechas poco a poco, pacientemente, en compañía de los suyos. “Más que un homo faber -dice, sobre él y en el sentido apuntado, Joaquín Arce-, ha sido siempre un homo sapiens; no aparecía entregado afanosamente, avaramente, a la producción científica -por mucho que fuese cuantiosa la suya, a la postre-, investigando encerrado en sí mismo, viviendo solo su mundo, aislado de las relaciones humanas; antes al contrario, ha tenido una vida de entrega solidaria, ha encarnado la verdadera sabiduría…, ha podido compatibilizar esfuerzo y vida, ha podido disfrutar con las personas y las cosas de su entorno, nos ha hecho partícipes a los demás de su ingente caudal vital, todo con espontaneidad, con naturalidad, siempre amable, generoso…, amigo leal y complaciente, al que se le puede aplicar el calificativo de buena persona, integrando, en este concepto, cualidades tales como las de vir bonus, hombre honesto, varón justo, leal consejero, amigo fiel”. Siendo muchas y ciertas, no son -las dichas por Arce- las únicas cualidades del Maestro de los Mozos y tendré ocasión de acreditarlo. Antes y con todo, parece justo hablar de sus orígenes, del inicio y desarrollo de su andadura vital. José Luis de los Mozos era castellano viejo por los cuatro costados y, quizás por ello, hombre universal, amante de España y de toda su geografía. Castellano de pura cepa dice José Maria Castán-, buen conocedor de la historia de su tierra, sobre cuya bandera discutió alguna vez con autoridad, y de todos los territorios que la componían. Nació el 2 de septiembre de 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera y reinado de Alfonso XIII, en Valladolid -en el número 34 de la Calle de las Angustias, donde habían de nacer, después, casi todos sus hijos-. Pasó los veranos de su infancia en la casa que sus 1 Hecha con la ayuda, inestimable, de Joaquín Arce, José María Castán, José María de la Cuesta, Gabriel García Cantero, Joaquín Madruga, Carlos Vattier y Giuseppe Gandolfi. 2 abuelos tenían en Revilla, cerca de Castrojeriz, y estudió en el vallisoletano Colegio de San José de la Compañía de Jesús, a la que permaneció vinculado, de un modo u otro, toda la vida, siendo, desde la infancia, arraigada -que no intransigente- su fe cristiana, fe que constituye, sin duda, un componente esencial de la personalidad de José Luis de los Mozos, “tan buen conservador como inquebrantable conservador”, dice Arce, en frase que habría que matizar diciendo que el Maestro tendía a conservar las muchas cosas que le parecían dignas de serlo, no apartándose, por ello, de la modernidad -le encantaban Internet, los ordenadores y los correos electrónicos, en los que ponía la ilusión del principiante- y siendo muy comprensivo con las contrarias ideas ajenas de toda índole, sobre todo con las sustentadas por gentes de ley, por personas justas con derecho a sentarse a la diestra de su Buen Dios en el Reino de los Cielos. Por ello acogió con cariño, respeto y generosidad a un chileno que tuvo que salir de su país en circunstancias difíciles, a finales de 1973, y por ello defendió con fuerza la libertad de cátedra de quien, explicando Derecho de la persona a mediados de los años 80, hizo referencia a la inseminación artificial y a la fecundación “in vitro” en sus clases, escandalizando a unos cuantos fariseos provincianos. El chileno era Carlos Vattier; el catedrático, yo mismo. Los dos, incondicionales suyos. José Luis de los Mozos, ciertamente, era hombre de fe, creyente, desde el principio hasta el final de su vida, enfatiza Castán, que lo conoce desde que, teniendo veinte años ambos, coincidieron en un Curso de Verano para universitarios de Acción Católica, allá por 1945. Le encantaban, a mayor abundamiento, las Iglesias y yo he visitado, con él, muchas durante la Semana Santa de Valladolid y muchas, también, en Roma, a la vez que cumplíamos grata misión de divulgación de la Academia de Pavía en la Ciudad Eterna, aprendiendo, en tales visitas y con él, historia y arquitectura y llegando a estar en las estancias personales, contiguas a una de ellas, de Ignacio de Loyola, una de las personas que más admiraba, que más veneraba. En la propia Pavía encontramos momentos, al final de las sesiones académicas, para ir, guiados por Letizia y Giuseppe Gandolfi, a la bellísima iglesia de San Miguel, en la que oró más de una vez el Emperador Federico Barbarroja. De los Mozos fue estudiante de Derecho en la Facultad de Valladolid, recibiendo, allí, enseñanzas de Vicente Guilarte y de Ignacio Serrano, padres ambos, habiendo de dirigir, este último y andando el tiempo, su tesis doctoral. Fue, también, a lo largo de algunos años de la década de los Cuarenta del Siglo Pasado, oficial de infantería -de infantería de montaña, para más señas, con largas marchas incluidas, algunas penalidades, olvidadas con los años, y afición a los caballos-, forjándose en la milicia casi obligada, entonces, para los universitarios-, de la que, creo, le vino el estar dispuesto a servir a los demás, el sentido del deber y la disciplina, cualidades de las que tanta gala haría más tarde. Terminados los estudios en la Facultad y el servicio de las armas, el Maestro siguió estudiando -siempre fue estudiante, que es participio presente, aun siendo afamado estudioso- y preparándose para ser doctor. París, Roma -que conocía como la palma de la mano, gustando de oír misa en San Pedro-, Hamburgo y Friburgo de Brisgovia lo recibieron y le enseñaron lenguas y modos de pensar distintos, a él, que ya iba con el latín sabido. Trabajó con Betti, alguno de cuyos libros, relativos a las obligaciones y a la interpretación de la ley y de los actos jurídicos, tradujo, entabló estrecha relación con el romanista Max Kaser, conoció y admiró a Federico de Castro, amen de conocer y apreciar, también y desde antiguo, a Wieacker y a Bianca, cuando menos. La tesis, 3 finalmente, versó sobre la conversión del negocio jurídico, obteniendo la máxima calificación y siendo publicada, en Barcelona, al filo del año 1959. Laus Deo. Si no estoy mal informado, De los Mozos defendió su tesis en 1956, habiendo contraído matrimonio unos años antes, en 1952. Marido de Rosario Touya -Charito, en la intimidad del hogar y entre los amigos-, la quiso y vivió con ella hasta el día de San Fernando de 1981, extrañándola siempre un poco desde entonces y hasta el mismo día del 2008, en que, en paz consigo mismo, fue a reunirse con ella. Fue padre de familia numerosa, al darle su mujer cinco hijos, buenas personas y juristas como él: Ana, que es notario -o notaria, como se dice ahora-, Isabel, profesora de Derecho Administrativo, que siempre vivió con él y siempre lo cuidó con cariño, Javier, catedrático de Derecho romano, Antón, del Cuerpo Jurídico de la Defensa y profesor de Universidad asimismo, y Juan, en fin, Registrador de la Propiedad. Sus hijos le han dado hijos, de los que está orgulloso, alguno de los cuales fue alumno mío, sobresaliente, y es, ya, flamante abogado de bufete prestigioso. Los tiempos de los Cincuenta del Siglo XX eran duros en España y el Maestro, como muchas otras gentes, se acogió al pluriempleo, compatibilizando el estudio con el ejercicio de la profesión de abogado durante años -profesión que le produjo satisfacciones y le posibilitó la visión práctica de los asuntos jurídicos-, siendo, también y por entonces, funcionario del Instituto Nacional de la Vivienda, de donde -haciendo, como siempre, de la necesidad, virtud- le viene la especialización en el urbanismo y la querencia por el derecho de superficie, siendo, también y años más tarde, asesor del Ministerio de Agricultura, sabida su otra querencia por el Derecho agrario. José Luis de los Mozos, con todo, no abandonó nunca el Alma Mater, compatibilizando el Foro y la Administración del Estado con la enseñanza, múltiple, por demás y dado que, a su condición de profesor de Derecho civil, de clases prácticas y de teóricas también, sumó la de profesor encargado de las asignaturas de Derecho romano y de Filosofía de Derecho durante años, lo cual -siendo, en principio, una carga, pesada incluso- redundó, a la postre, en la mayor riqueza y versatilidad de sus conocimientos, riqueza y versatilidad, frutos del espíritu de servicio y de la necesidad hecha virtud, que tan bien habrían de venirle, en el futuro. Finalmente y Dios mediante, José Luis de los Mozos ganó la plaza de profesor adjunto de Derecho civil en 1963, pudiéndose dedicar con mas ahínco a la disciplina preferida por él. Fueron, los Sesenta, años de estudio y trabajo, de monografías clásicas, como El principio de la buena fe, La tutela interdictal de la posesión o La colación, que, poco a poco, lo condujeron a la cátedra, en un camino, lento y dificultoso, que recorrió en compañía, muchas veces, de Gabriel García Cantero, llegando al final los dos juntos, por mucho que las plazas conseguidas fueran diversas. En efecto y mientras que García Cantero se iba a Compostela -donde yo, por cierto, estudiaba cuando llegó-, José Luis de los Mozos fue nombrado catedrático de Derecho civil de la Universidad de Oviedo por Orden Ministerial de 22 de noviembre de 1967. Tenía 43 años entonces -los mismos que Bartolo de Sassoferrato cuando murió- y mucha vida por delante. El Maestro enseñó en Oviedo -ciudad que paseó por los cuatro costados, teniendo localizados, según cuenta Castán, los lugares de la misma descritos en La Regenta- hasta 1970, en Salamanca hasta 1978, en Valladolid, en fin -donde me recibió, por cierto y en 1984, cuando tomé posesión de mi cátedra, primera, allí-, desde dicho año y hasta su jubilación, con los paréntesis propios de los importantes cargos que 4 ocupó después y de los que daré cuenta. Llevado por su espíritu de servicio y además de la docencia y el magisterio, desempeñó, en las universidades españolas dichas, cargos académicos muy diversos, siendo director de departamento y de la Escuela de Práctica Jurídica, vicedecano, decano, secretario general y vicerrector a lo largo de su prolongada andadura académica, que culmina como profesor emérito de la Universidad de Valladolid, la suya. También fuera de España, fueron muchas las universidades e institutos en los que De los Mozos dejó su impronta como conferenciante. Impartió, en efecto, lecciones en Estrasburgo, siendo profesor visitante de la Universidad Católica de Ponce, de la de San Juan y de la Interamericana, en Puerto Rico, y habiendo disertado o realizado estancias de estudio en otras muchas universidades de Europa y América -Coimbra, París, Poitiers, Toulouse, Montpellier, Bruselas, Roma, Pisa, Sassari, Camerino, Pescara, Upsala, Viena, Rio de Janeiro, Lima, Santiago de Chile, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Mendoza, cuando menos-. Fue miembro activo -por otra parte y cual nos recuerda Carlos Vattier- de instituciones dedicadas al Derecho latinoamericano sitas en Viena, Sassari y Roma, del Instituto Lombardo Academia de las Ciencias y de las Letras de Milán, del Instituto de Derecho agrario de Florencia, del de Derecho rural de París y de la Unión Mundial de Agraristas Universitarios de Pisa, siendo miembro fundador de la Academia de Iusprivatistas Europeos de Pavía y Presidente de la misma, cual veremos, detenidamente, más tarde. En España, fue Vocal permanente de la Comisión General de Codificación y Académico de Número de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia de Valladolid, dirigiendo los Cursos de Formación de Historiadores de la Fundación Sánchez-Albornoz. Entre las distinciones con que cuenta, figura su condición de doctor honoris causa por las Universidades de San Pedro, de Trujillo, en el Perú, y René Descartes -París V-, así como las medallas de las Universidades de Pisa y Andrés Bello, de Chile, amén de la Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros, de la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional de España y de la Gran Cruz de Isabel la Católica. La cátedra y los honores, como se ve, colmados. Hubiese sido ésta, hasta aquí ya, una biografía extraordinaria y, sin embargo, faltan aun capítulos cruciales de la historia personal de José Luis de los Mozos, empezando por los relativos a su participación en la Cosa Pública. No siendo un político, en el sentido tradicional del término, un hombre de partido, que dedica a éste muchas o pocas horas al día, José Luis de los Mozos tenía convicciones políticas profundas, coincidentes con las representadas, en la España de aquel momento, por el profesor Manuel Fraga y la Alianza Popular que lideraba, Alianza por la cual presentó su candidatura en 1986, obteniendo acta de senador y jurando la Constitución, en tal condición, el 15 de julio del dicho año. Durante su paso por el Senado, en la III Legislatura de éste, y sabido su espíritu de servicio, formó parte de la Diputación Permanente de la dicha Cámara, fue portavoz adjunto del Grupo Parlamentario de Coalición Popular en la misma y participó activamente en sus Comisiones de Incompatibilidades, Economía y Hacienda, Justicia y Constitución, lo cual no le impidió tener presente su condición de civilista, propiciando, con motivo del Centenario del Código civil de Alonso Martínez -a quien tanto admiraba y cuya biografía, coordinada por Carlos Vattier y un servidor, prologó-, la publicación, en dos volúmenes fechados en 1989, de los Debates Parlamentarios que condujeron al mismo. 5 De los Mozos no agotó su mandato, renunciando al acta de senador el 16 de febrero de 1989, por la sencilla razón de que, pocos días más tarde, habría de tomar posesión del cargo, que se le había ofrecido, de magistrado del Tribunal Constitucional, cargo que aceptó, tomando posesión del mismo el 27 de febrero de 1989. De los Mozos fue adscrito a la Sala Segunda del Alto Tribunal, integrada por muy prestigiosos juristas, dos de los cuales -Gabaldón y Rubio Llorente- fueron, andando el tiempo, vicepresidentes del Instituto, siendo presidentes otros dos, los profesores Rodríguez Bereijo y Rodríguez Piñero. Durante su estancia de poco más de tres años en el Tribunal Constitucional, José Luis de los Mozos entendió, entre otras muchos asuntos, de temas relativos a la tutela judicial efectiva, la presunción de inocencia, la nulidad del matrimonio, el amparo electoral, la disciplina urbanística, los derechos de la personalidad, la igualdad y tantas y tantas cuestiones más. En julio de 1992, sin agotar su mandato, renunció al cargo -un tanto agobiado por los muchos papeles- y volvió a su cátedra y a sus libros, poco antes de cumplir los setenta. Dejó, allí, fama de ser un caballero, teniéndola ya, bien acreditada y probada, de jurista mayor. De los Mozos, jurista siempre y en toda circunstancia, fue escritor impenitente, constante y, a la postre, prolijo, tocando temas relativos a su disciplina y a otras más o menos cercanas, temas que yo -partiendo de los datos inestimables facilitados, al respecto, por Carlos Vattier- intentaré agrupar por órdenes de cuestiones, sin afán de exhaustividad ni preocupación por posibles repeticiones, interesándome más dejar constancia de los asuntos tratados por él que la cita bibliográfica prolija de los mismos y señalando en cursivas los libros y en redondas los artículos. Ello sabido, los órdenes de cuestiones dichos son los siguientes: - Codificación, Derecho común, Derecho civil y Constitución: Estudios sobre derecho de contratos, integración europea y codificación. Los precedentes de la codificación: la unificación del Derecho en los propósitos de la Ilustración española. El Derecho privado vasco-navarro y la codificación. Codificaciones latinoamericanas, tradición jurídica y principios generales del Derecho. Codificación y recodificación: Reflexiones con motivo de la reforma del Código civil peruano. Un intento de unificación del Derecho privado: El Proyecto de Código civil de la Republica Argentina de 1998, unificado con el Código de comercio. Algunos aspectos de la influencia hispánica en el Código civil de Andrés Bello. El nuevo Código civil holandés: El derecho patrimonial. Integración Europea: Derecho comunitario y Derecho Común. El Derecho común y el nacimiento de Europa. La Constitución y el Derecho civil. La cultura jurídica del Código civil: una aproximación a su estudio. - Introducción al Derecho civil y Derecho de la persona: Derecho civil (Método, sistemas y categorías jurídicas). Introducción al Derecho civil. La formación del concepto de “ius civile” en el Derecho romano. El Derecho natural en la formación del Derecho civil. El Derecho común en la formación del Derecho civil. El principio de la buena fe. El principio de la buena fe. Sus aplicaciones prácticas en el derecho civil español. Del aforismo “mala fides superveniens nocet” a la “bona fides” canónica. La buena fe en el título preliminar del Código civil. La exigencia de la buena fe en el tráfico internacional moderno. Del dolo civil al dolo procesal. La equidad en el Derecho civil español. El concebido y su tutela jurídica. Personalidad y derechos de la personalidad. El status personal. El derecho a la identidad personal. Persona y comunidad familiar en el Derecho español. La evolución del concepto de persona jurídica en el Derecho español. Derecho de asociación: legislación española sobre asociaciones. El derecho de fundación (artículo 34 de la Constitución). Sistemas de 6 reconocimiento de la fundación en sus límites naturales. Aproximación a una teoría general del patrimonio. Régimen patrimonial y autonomía de la voluntad. La nulidad de los actos jurídicos. - Negocio jurídico: El negocio jurídico. Estudios de Derecho civil. La teoría general del negocio jurídico: su oportunidad e importancia. La inexistencia del negocio jurídico. El objeto del negocio jurídico. La causa del negocio jurídico. Causa y tipo en la teoría general del negocio jurídico. La forma del negocio jurídico. El modo como elemento accesorio del negocio jurídico. Negocio fiduciario. Negocio abstracto y reconocimiento de deuda. La conversión del negocio jurídico. De nuevo sobre la conversión del negocio jurídico. - Obligaciones y contratos: Reflexiones preliminares sobre el derecho de obligaciones (concepto, ámbito y sistema). Concepto de obligación. La obligación real: aproximación a su concepto. Principios generales del derecho e iniquidad en las obligaciones. La autonomía privada: notas para una relectura del título de los contratos del Código civil. En torno a la eficacia jurídica de la promesa. Responsabilidad en los tratos preparatorios del contrato. La nueva noción europea de contrato (inédito). La regulación del contrato y el problema de la causa. La revisión contractual por alteración de las circunstancias en la doctrina y en la jurisprudencia españolas a la luz de los principios generales del Derecho contractual. Pago o cobro de lo indebido. - El Anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía: Hacía un Código europeo de contratos. El anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía. Conceptos generales en el anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía. Metodología de trabajo en el anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía. La propuesta de un Código europeo de contratos del “convegno di Pavía” visto desde España. Los tratos preparatorios del contrato en el Proyecto de Pavía. La transmisión de la propiedad en el Anteproyecto de Código europeo de contratos. Las reglas de interpretación de los contratos en un intento de codificación europea. Anomalías del contrato y sus remedios: Inexistencia, nulidad y anulabilidad en el Anteproyecto de Código Europeo de los contratos de la Academia de Pavía. - Donaciones: La donación en el Código civil y en la jurisprudencia. La donación en el Código civil y el problema de su naturaleza jurídica. ¿Es posible la donación obligatoria o promisoria en el derecho español? Revocación de las donaciones por incumplimiento de cargas. La revocación de donaciones por ingratitud del donatario. - Derechos reales: Estudios sobre derecho de bienes. El Derecho de los bienes en el Código civil. Notas para una reconstrucción del concepto de “animus” posesorio en el Derecho moderno. Tutela interdictal de la posesión. De nuevo sobre la acción publiciana en el Derecho español. Precedentes históricos y aspectos civiles del derecho de caza. Retracto de comuneros. Servidumbre personal de pastos. Comunidad incidental con un tercero en monte comunal. - Propiedad: El derecho de propiedad. Crisis y retorno a la tradición jurídica. La formación del concepto de propiedad que acoge el Código civil. Acceso diferido a la propiedad de la vivienda. Crisis del principio de abstracción y presupuestos romanistas de la adquisición del dominio en Derecho español. Retorno a la “galaxia” de la función social de la propiedad. Notas para una revisión de la llamada función social de la propiedad. El derecho de propiedad y la Constitución de 1978. - Derecho agrario: Estudios de Derecho agrario. Origen e historia del Derecho agrario en España como legislación y como ciencia. El Derecho agrario: estado actual de la cuestión. El momento científico del Derecho agrario en España. La propiedad agrícola es la propiedad. Las tierras en exceso en el conjunto del ordenamiento de la 7 colonización. La defensa de las titularidades dominicales, registrales y extrarregistrales y el procedimiento de concentración parcelaria. La aparcería, una forma olvidada de la agrupación agrícola. La aparcería múltiple como forma jurídica perfecta de la agricultura de grupo. Tipicidad legal, contenido forzoso y conversión legal en los contratos agrarios en el Derecho español. La conversión legal como técnica del Derecho de reforma de la agricultura. La conversión legal de los contratos agrarios en el Derecho español. El capital y el trabajo en la transmisión “mortis causa” de la empresa agrícola. La ordenación rural en la nueva ley española de 27 de julio de 1968. La legislación agraria y la garantía constitucional de la propiedad. Presupuestos para una reforma de los arrendamientos rústicos en el Derecho español. La nueva Ley de Arrendamientos Rústicos: Comparación y crítica con la legislación anterior. Hacia un concepto de explotación agrícola (marginales a la Ley 19/1995, de 4 de julio, de Modernización de las Explotaciones Agrarias). Reflexiones sobre el régimen jurídico de las unidades mínimas de cultivo. El régimen de unidades mínimas de cultivo: estado actual de la cuestión y referencia al Decreto de la Junta de Castilla y León. Panorama sucinto del crédito agrario en el Derecho español. Hacia un derecho sucesorio agrario. Agricultura y medio rural. Agricultura y medio ambiente en el Derecho español. La sucesión de las explotaciones agrarias. La sucesión “mortis causa” en la explotación agrícola familiar. La propiedad agraria en el Derecho indiano. Sociología y Derecho agrario. - Urbanismo: Urbanismo y Derecho. El urbanismo desde la perspectiva del Derecho privado. Algunos supuestos de aplicación del concepto de solar. El concepto de solar en las expropiaciones por razón urbanística. Modificaciones del Derecho de propiedad por razón de las actuaciones urbanísticas. Propiedad y urbanismo. Sistemas de actuación urbanística. El derecho de superficie en general y en relación con la planificación urbanística. La tecnificación del derecho de superficie y sus posibilidades urbanísticas. Especulación del suelo y derecho real de superficie. - Derecho de familia: Del régimen económico matrimonial (comentarios de los artículos 1313 a 1444 del Código civil español). La renuncia a la sociedad de gananciales. Las adquisiciones de inmuebles por la esposa después de la ley de 2 de mayo de 1975. La nueva sociedad de gananciales. La igualdad de los cónyuges y la organización y ejercicio de las potestades domésticas. El matrimonio de los homosexuales, una tergiversación de los derechos fundamentales. La protección jurídica de la familia (dos cuestiones fundamentales). Familia y derecho: de nuevo sobre las parejas no casadas. Despenalización del adulterio y nuevo significado de la fidelidad conyugal. Las relaciones personales en el ámbito de la familia: el status del menor. Revisión de la adopción y protección asistencial del menor. La reforma del Derecho de familia en España. - Sucesiones: La colación. Adopción y pacto sucesorio. Renuncia de los derechos hereditarios de los abuelos. La legítima en el Derecho civil de Cataluña y en los derechos forales de Vizcaya y Álava, después de las últimas reformas. Del orden de suceder según la diversidad de líneas (Comentario a los artículos 930 a 958 del Código civil). La sucesión abintestato a favor del Estado. La adquisición de la posesión en los legados. La partición de la herencia por el propio testador. - Metodología y Filosofía del Derecho: Metodología y Ciencia en el Derecho privado moderno. Norma, principio y sistema en la integración del ordenamiento jurídico. El Derecho como realidad y como sistema: el problema de los principios generales del Derecho. Derecho de reforma y justicia material en el campo del Derecho civil. Humanismo y “mos gallicus” en la escuela de Salamanca. El sistema del “Common Law” desde la perspectiva jurídica española. Reflexiones sobre derecho, justicia y libertad en el segundo centenario de la muerte de Kant. Ideología y derecho. 8 Perspectivas y métodos para la comparación jurídica en relación con el Derecho privado iberoamericano. Notas para una metodología de los derechos forales. Otra vez el Derecho natural. Iusnaturalismo y pandectismo en las grandes codificaciones modernas. “Naturalis et civilis ratio” en el Derecho privado moderno. Metodología o epistemología jurídicas: reflexiones en la encrucijada. - Vida, obra y pensamiento de juristas y estadistas: La unidad legislativa en el pensamiento del Conde-Duque de Olivares (inédito). La doctrina de F. C. von Savigny en torno a la transmisión del dominio. Los derechos reales en la sistemática de Vélez Sarsfield. Manuel Alonso Martínez y su tiempo. El hipotecarista Francisco de Cárdenas. Trabajos y empeños de su vida y de su obra. Jerónimo González, divulgador y crítico de la jurisprudencia de intereses. Algunas reflexiones a propósito de la teoría de la interpretación en la obra de François Geny. La renovación dogmática del concepto de causa del negocio en Emilio Betti y su recepción en la doctrina española. Aproximación metodológica al sistema de A. Teixeira de Freitas (a través de la distinción entre obligaciones y derechos reales y a propósito de la posesión). Aproximación metodológica a la obra de Federico de Castro. Alrededor de ciento cincuenta obras de José Luis de los Mozos quedan dichas, ingente producción dotada de características singulares, en el fondo y en la forma también. “Nada le era ajeno -dice Joaquín Madruga- y en todo profundizó con su buen hacer, con esa sencillez de la que sólo son capaces los que acometen empresas difíciles con una modestia cargada de sentido común”. De los Mozos escribía con un buen castellano, claro, inteligible, elegante, y un cierto aire de Castán, cuyo Derecho civil actualizó sobre diversas materias en más de una ocasión. Veía, en efecto, los asuntos que estudiaba desde muy distintas perspectivas y sirviéndose del método o métodos que más convenían a cada uno de ellos, por mucho que su preferencia por la Historia y el Derecho comparado quedase en evidencia -cual evidente era su fe en la posibilidad y bondad de un Código civil europeo-. Todas las opiniones ajenas relevantes eran traídas a colación por él, aportando también la propia, siempre discretamente, sin estridencias, como sin darle importancia, aunque la tuviera. De los Mozos escribía con una cierta ironía, en ocasiones y un cierto escepticismo en otras, recurriendo, no pocas veces, a imágenes o pasajes del Antiguo o del Nuevo Testamento, tan queridos por él. Para muestra, algunos botones de su puño y letra, contenidos en el artículo que publicó en el nº 5692 de LA LEY, el año 2002, sobre “El Anteproyecto de Código europeo de contratos de la Academia de Pavía”. Lo mismo que a aquello -a la enorme diversidad legislativa y de jurisdicciones propia del final del “Ancien Régime”- se le puso remedio por medio del constitucionalismo y de la codificación, ahora hay que intentar algo parecido, para salvaguardar y armonizar la tradición, representada por un acervo jurídico común, con la racionalidad que haga posible intentar un cambio, que permita alcanzar, con ello, la continuidad de la tradición misma. No podemos aceptar, irreflexivamente, un sistema de principios que rija todo el derecho de obligaciones y contratos, pues ello sería como ir cantando a coro, hacia el suicidio de nuestro sistema jurídico, tal y como entraban Daniel y sus compañeros en el horno ardiente de Babilonia, para aceptar sin más, pues los milagros no se presumen, un sistema jurídico inferior al nuestro desde muy distintos puntos de vista. El Derecho comparado, sin una referencia histórica, sin un volver al Corpus iuris de Justiniano o al usus modernus Pandectarum carece de sentido. 9 Tradicionalmente parece creerse que se hace Derecho comparado, hablando, cada uno, de su propio Derecho, como se hace en los famosos congresos internacionales al respecto, de manera que la comparación, va de soit, queda en el ambiente. Sea por esto, sea por lo que fuere, o por aquello de que “en todas partes cuecen habas”, he observado, con estupor, que algunos comparatistas no conocen bien los institutos que comparan. Lo importante es que cada uno siga su camino, siendo fiel al propósito que le anima; luego vendrá, si ha lugar, el tiempo de arrepentirse, que tampoco suele ser mal ejercicio en la misteriosa condición humana. José Luis de los Mozos siguió siempre su camino y fue, en todo momento, coherente con sus ideas y con su fe, que le llevo a trascender el Derecho positivo. De los Mozos, en efecto y como dice García Cantero, fue fiel defensor, en todo momento, de un fundamento iusnaturalista de la ley positiva, siguiendo las pautas de Federico de Castro para llegar a Santo Tomas, en una línea coherente entre la fe que profesaba y la ciencia que cultivaba. Creía firmemente -nos recuerda García Cantero- que el orden jurídico pretende realizar la justicia en la sociedad, resultando, para ello, imprescindible que el Derecho positivo se halle de acuerdo con el Derecho natural, ya que, en caso contrario, no sería más que un conjunto de normas y de mandatos coactivos basados en la arbitrariedad y en la fuerza. Con el convencimiento y el bagaje dichos, cuando apenas le faltaban pocos años para la jubilación, José Luis de los Mozos fue llamado por Giuseppe Gandolfi para emprender, en compañía de algunos grandes maestros más -Trabucchi, Brancaccio, Bianca, McGregor, Stein, Tunc, Wieacker, entre otros-, una tarea apasionante e ingente a la que se dedicaría en cuerpo y alma, rejuvenecido por ella, hasta el final de sus días: la elaboración de un anteproyecto de Código europeo de contratos, como miembro fundador, primero, y presidente, después, de la Academia de Iusprivatistas Europeos de Pavía. La primera reunión se celebró, en la dicha ciudad, el año 1990, siguiendo muchas otras, en ese y otros lugares y en cualquiera de las estaciones del año, lo cual no es óbice para que las jornadas de noviembre, todos alojados en el Hotel Moderno, se lleven la palma. El primer presidente de la Academia fue Antonio Trabucchi. Lo sucedió André Tunc. Después vino José Luis de los Mozos, que, desde 1999, lo fue durante una década prácticamente. Larga vida a Peter Stein, su sucesor. Durante su presidencia, José Luis de los Mozos se desvivió, se dejo la piel en el intento de hacer progresar el Código de Pavía -muy avanzado, cerca ya de la responsabilidad civil extracontractual, en este año del Señor de 2008- y de promocionarlo como instrumento jurídico idóneo para Europa. Aquí, su labor fue colosal, en el Viejo Continente y en el Nuevo Mundo también: Habló del mismo, en efecto y cuando menos, en un Congreso internacional celebrado en Zaragoza en 1993, publicando, ese mismo año, un artículo al respecto en la Revista de Derecho Privado -a la que estuvo vinculado durante muchos años-; habló del tema en un congreso organizado por los registradores españoles en 1994, participando, ese mismo año, en la organización de unas jornadas al respecto en la universidad de Extremadura y en un Seminario Internacional organizado el mismo año en la misma universidad. Entre los años 1994 y 1995 pronunció conferencias, al respecto, en las universidades de Oviedo, León, Burgos, Cáceres, Castellón, Córdoba, Valladolid y Zaragoza. Habló de nuevo, sobre el asunto, en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en El Escorial en 1995 y en la Universidad de Verano Casado del Alisal en Palencia en 1998. En 1998 lo hizo, también, en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. En 2001, 10 una vez más, en el Seminario de Derecho comparado del la Universidad de Zaragoza. En 2007 volvió a hacerlo en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y seguro que habló de “su” Código -que él, justo, decía de Gandolfi- en muchos otros lugares y fechas del Reino de España que yo no sé. Habló del Código, por otra parte, en Roma, en Viena, en Bruselas, en París y en muchos otros rincones de Europa. Habló del Código, también, en numerosas universidades de América, cuando menos las siguientes: Buenos Aires y la Córdoba argentina, en 1996; Ponce, de Puerto Rico, en ese mismo año; Lima, en 1997; Rosario, en 1998; Valparaíso y Río de Janeiro, en 1999. En compañía de Giuseppe Gandolfi presentó, en fin, el anteproyecto, con ocasión de haber terminado el libro primero del mismo, ante la Comisión de Asuntos Jurídicos y del Mercado Interior del Parlamento Europeo -presidida, entonces, por la española Ana Isabel del Palacio, amiga suya, cual la hermana de ésta, Loyola- el 16 de octubre de 2000, en Bruselas, compareciendo de nuevo, ante la dicha Comisión, el 21 de noviembre del mismo año. Esfuerzos titánicos, como se ve, que llevan, en sí mismos, el premio. Ansia, no satisfecha, por ver el Código terminado y hasta implantado. Convencimiento de que el propio proyecto de Pavía tiene un enorme valor, pudiendo inspirar, habiendo inspirado ya, como el de García Goyena de 1852, reformas legislativas concretas. Entusiasmo que los años no lograron marchitar. Sentimiento de responsabilidad como primus inter pares. Reconocimiento de todos los demás, un poco huérfanos en estas horas. Gandolfi, en carta dirigida a los Miembros de la Academia de Pavía el 7 de julio de 2008, decía, respecto de la presidencia de la misma por José Luis de los Mozos e interpretando el sentir de todos sus miembros, lo siguiente: Il est de mon devoir de rendre hommage à l´activité très intense qu´il a déployée depuis 1999 en qualité de Président de l´Académie, coopérant avec des écrits et des propositions particulièrement importants à la rédaction de notre “projet”, participant activement à nos colloques et en présidant souvent avec efficacité les séances, exerçant toujours une très précieuse action inspiratrice et stimulante. Presidente de la Academia de Pavía, pues, de respeto y respetado. A lo largo de toda su vida, con todo y por encima de cualquier otra cosa, José Luis de los Mozos, ha sido, siempre, un maestro. Ha enseñado, en efecto, a quienes se iniciaban en las armas del Derecho civil, los ha atendido, entendido, comprendido, los ha conducido hacia el doctorado y, en la medida en que ha podido y le han dejado, hacia la cátedra. De los Mozos dirigió, cuando menos, las tesis doctorales de Eduardo Serrano, Carmen Gómez Laplaza y Maria José Herrero, que ganaron, andando el tiempo, cátedras de Derecho civil en Oviedo, León y Salamanca. Dirigió también, las de Antonio Román, Carlos Vatttier y José María de la Cuesta -su más antiguo discípulo, pues jugaba, de pequeño y como él mismo me ha dicho, en casa del maestro, con Javier, uno de sus hijos, casando, años más tarde, con Ana, una de sus hijas-. También estos tres últimos ganaron sus cátedras en Extremadura y en Burgos, por partida doble. Dirigió, en fin, las tesis de muchos otros profesores -Margarita Fernández Arroyo, José Maria Caballero González, José María Caballero Lozano, Fernando Crespo, Felix Calvo, Germán de Castro, Jesús Miguel Lobato-, titulares de Universidad en su mayoría, hoy. Muchas otras gentes -García Cantero, Martínez Vázquez de Castro, Martínez de Aguirre, Poveda Bernal, Carrancho Herrero, de Pablo Contreras, Rams Albesa, Viguri Perea, González Porras, Arce Flórez-Valdés, Morales Moreno, Vicente Domingo, Yzquierdo Tolsada, un servidor- se honraron con su amistad y magisterio y 11 participaron, junto con los antes dichos, en las Comentarios al Código Europeo de Contratos que, dirigidos por Vattier, de la Cuesta y Caballero, la Universidad de Burgos publicó en su honor. Alejandro de la Vallina, que fue profesor en Oviedo, y Joaquín Madruga, que lo ha venido siendo en Salamanca, aprendieron de él y fueron dos personas muy queridas por José Luis de los Mozos. Castán, Luna, Sanz Jarque, Chico, Paricio, Clavería, Moisset de Espanés, Alterini, López Cabana, Cárdenas, Ordoquí, de Cores y tantos otros, en España y en América, le apreciaron y aprendieron de él. Seguro que me dejo a muchos otros en el tintero. Espero que sepan perdonarme. Maestro, pues, José Luis de los Mozos y, lo que es más importante, bellísima persona, con gustos y aficiones que quiero referir, para terminar, pues lo describen y lo humanizan, si ello fuera menester, si hubiera necesidad. Era de natural alegre y muy amante de la música, de cualquier tipo que fuese. Sabiéndolo, quienes lo querían lo honraron con una salve en latín el 1 de junio de 2008 en la iglesia de los Filipinos de Valladolid, abarrotada. Al propio de los Mozos, dice José María Castán, le gustaba cantar con los amigos en su juventud, gustando, siempre, de cenar con ellos y de pasear después, con ellos también, hablando y oyéndolos, en una escucha activa, con gestos de asentimiento, de complicidad, de asombro, al modo romano. Se había hecho la ilusión de jugar al billar, aunque no lo hiciera. Le encantaba la buena mesa, los buenos caldos, los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches también. Era un amante del cine, a donde iba acompañado -en no pocos casos por el mismísimo Miguel Delibes- o solo, cuando no lo veía en la televisión. Le gustaban los libros, de cualquier tipo que fuesen; le gustaba viajar, ir de un lugar a otro. Le gustaba el mar; le gustaba Galicia, el Camino de Santiago -que hizo con algunos de sus hijos-, las cigalas y el mar; Asturias, La Santina -tantas veces venerada, en compañía de Isabel-, Ribadesella y el mar; Comillas, el bonito y el mar; el País Vasco, San Sebastián, La Concha y el mar; la Bretaña, últimamente, en compañía de Javier y de los suyos, y el mar. Modesto y sobrio en el vestir y en el estar, nada pagado de si mismo, restándose siempre importancia y dándosela a los demás. A José Luis de los Mozos le gustó, mucho y siempre, pasear. Por los Campos Elíseos andará, con su mujer de la mano, caminando, más que descansando, en paz. Conforme, vale, bien está… Un día cualquiera de estos, nos vendrá a visitar. Carlos Rogel Vide