Alianza empresarial-laboral fortalece a la democracia

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Alianza empresarial-laboral fortalece a la democracia
Bajada:
“Esta modalidad de relaciones laborales, que tuvo su origen en la post
Segunda Guerra Mundial, sirvió para reconstruir a las naciones europea,
utilizando los conceptos de desarrollo industrial con desarrollo social. En
Chile ya existen empresas que están aplicando este modelo exitosamente”
Enrico Sopella
Desde el resurgimiento de la democracia en 1990, incluso un año antes, Chile
comienza a buscar la paz social y para ello ensaya un tipo de concertación social
entre empresarios y trabajadores; posteriormente se efectúan encuentros de
diálogos sociales tripartitos, plebiscitos y consultas comunales. Por otro lado, en
los primeros años de la década del 90 algunas empresas comienzan a gestar
alianzas con sus organizaciones laborales. Pero de esas experiencias poco se
conoce. Lo cierto es que según los analistas si éstas se exportan a todas las
empresas del país la democracia se consolidaría y se fortalecería.
Un ejemplo de estas experiencias es el de la Empresa Nacional del Petróleo,
ENAP, que en un trabajo conjunto con sus trabajadores ha incrementado su valor
fuertemente en los últimos ocho años, periodo en el que ha desarrollado una
alianza estratégica, que partió en 1998 y dio paso cuatro años más tarde a un
Proyecto Común de Empresa (PCE), que se planteó para durar entre 2002 y
2006. En consecuencia, las partes ya están trabajando en el Proyecto Común de
Empresa que se firmará en 2007 para finalizar el 2011 y llegar a un Plan
Estratégico de Empresa en el período siguiente.
La paz social es el primer activo de las alianzas
Fuentes externas consultadas, coincidieron en que si estas experiencias se
conocieran más y se exportaran a todas las empresas del país, contribuirían a
fortalecer la democracia chilena, pues nacería un nuevo frente de relaciones
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laborales al interior de cada empresa, dejando claro que no existe receta única,
porque la realidad de cada núcleo y de cada país difieren entre sí. Pero el bien
común que obtienen estos diálogos transformados en alianzas entre empresarios
y sus trabajadores es la paz social, clave para enfrentar la globalización y los
Tratados de Libre Comercio (TLC).
Uno de los expertos consultados fue el Director del Instituto del Trabajo de la
Universidad de la República y académico de la misma, abogado Emilio Morgado
Valenzuela, ex director regional de la OIT y actual presidente de la Asociación
Chilena de Relaciones Laborales, cuya matriz tiene sede en Ginebra, al alero de
la OIT, que dirige el chileno Juan Somavía y que pregona justamente el diálogo
social como herramienta para alcanzar el trabajo decente en los 192 estados
miembros de la Organización Internacional del Trabajo.
Para Morgado toda conversación o compromiso conjunto asumido por
empresarios y trabajadores tiene varios significados. En primer término, incide con
fuerza en los aspectos políticos, por cuanto propende directamente a fortalecer la
democracia; ampliarla y profundizarla. Además, estos acuerdos tienen directa
relación con la economía, ya que el entendimiento entre estos actores consolida y
le da estabilidad al modelo económico mismo, en cuanto las partes sientan que
sus resultados y beneficios, alcanzan para todos.
En otras palabras, lo que logra el proyecto común de empresa PCE) es mejorar la
equidad, la eficiencia y eficacia, que evidentemente tiene un impacto útil para la
productividad.
Según otra fuente del mundo académico, estos acuerdos libre de la antigua
confrontación que existió, en décadas pasadas, entre empresarios y trabajadores
tiene un efecto virtuoso, pues la mejoría en el clima laboral dentro de la compañía
incrementa la productividad y mejora la calidad del producto, tanto de los bienes
de consumo internos como de exportación, porque ello hace, en definitiva a las
empresas más competitivas en los mercados globalizados incrementando su
rentabilidad y su valor patrimonial.
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Morgado recalca que el éxito empresarial en la mundialización, y aprovechando
los TLC que Chile ha firmado con decenas de Estados, “sólo es posible con un
compromiso país”.
Es decir, debe existir el reconocimiento entre las partes como actores legítimos y
que cuentan con representatividad. No sólo eso, también es importante que ellas
tengan la máxima convicción de que es necesario mejorar los niveles de eficiencia
y competencias.
Para conseguir aquello es preciso incrementar los sistemas de capacitación del
trabajador para que su rendimiento productivo sea mayor y mejor, pues todo
grado de competencia de educación formal se sumará a su experiencia práctica
provocando una sinergia o entropía vital. Toda esa inversión en las personas se
expresará inmediatamente en un desempeño de alta calidad en sus tareas
cotidianas.
Este cambio en la cultura y en las relaciones empresariales-laborales debe
coincidir con una mejor satisfacción en el trabajo; mayor seguridad y mejor
cobertura en los centros de salud.
En ENAP, según expresa el dirigente e ingeniero Ricardo Barrenechea Aguayo,
se han firmado desde 1998 decenas de protocolos para garantizar por escrito que
los acuerdos convenidos en la mesa de diálogo serán cumplidos.
“Llegará el momento en que será innecesario firmar lo pactado, pero para ello se
deben construir las confianzas”, acota con fuerza Emilio Morgado.
El presidente de la Federación Nacional de Trabajadores del Petróleo, Jorge
Matute Matute, explica a su vez que los Proyectos Común de Empresa
alcanzados entre los trabajadores y la administración de ENAP, favorecen al país,
a la democracia, a la economía, a la incorporación de nuevas tecnologías y
mejoran la competencia internacional.
Una fuente consultada de la Universidad de Chile, enfatiza que la globalización y
la apertura de los mercados, tanto para el país como para otras empresas
provenientes de otros Estados, son realidades de las cuales ya ningún agente
exportador u organización sindical puede sustraerse.
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La paz social es otro de los beneficios que tienen, como un componente de valor
agregado, los Proyectos Común de Empresas alcanzados después de incesantes
conversaciones entre las administraciones y los representantes de las
organizaciones sindicales.
Al respecto Emilio Morgado explica en sus palabras la importancia este concepto:
“Es indudable que estos acuerdos añaden una mayor dosis de paz social y ella
actualmente
no
sólo
es
un
valor
filosófico,
sociológico,
sino
que
fundamentalmente es un valor económico, porque aumenta la imagen país, en un
mundo de competencia entre estados y de competencia entre economías”.
Los asertos del abogado Emilio Morgado encuentran plena coincidencia en el
análisis que realiza el economista Alvaro Olavarría, quien sostiene que un modelo
económico que se desarrolle en un ambiente libre de estallidos sociales, tendrá
como resultado el efecto contagio entre los inversionistas extranjeros buscadores
de países con economías emergentes que ofrezcan menor riesgo-país.
Ello conlleva como beneficio adquirir a nivel internacional una imagen atrayente,
un prestigio de paz social frente a otras competencias donde los Estados no
pueden garantizar este bien a los inversores.
“La paz social no se impone por decreto: no existen leyes que digan ´acá
terminaron los conflictos y aquí sólo reina la paz´. Ese sería un país imaginario o
antidemocrático. Pero en un país con democracia fuerte la paz social se construye
entre las partes, por eso creo que estas ideas de diálogos, de acuerdos sociales,
de proyectos compartidos y proyectos comunes de empresas que se están
desarrollando en algunas empresas del país, indudablemente que contribuyen a
generar ese espacio de paz social, que ayuda también a incrementar la
competitividad de la empresa dentro del país y de las empresas nacionales en el
contexto internacional”, dice con convicción Morgado.
Visión y misión de la empresa compartidas por las partes
Antes de llegar a una alianza estratégica las partes necesitan realizar un
diagnóstico compartido de la realidad de las relaciones empresariales-laborales.
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Una vez que las partes están de acuerdo en esa primera aproximación viene una
visión compartida y luego una misión compartida del rol que tienen la empresa y
sus trabajadores en el entorno ciudadano, que cubre sus familias, sus clientes, la
ciudadanía toda y por consiguiente el Estado y sus potenciales mercados
internacionales, que posee por efecto de los Tratados de Libre Comercio (TLC)
suscritos, que ya superan el medio centenar.
En este punto existe coincidencia entre los sindicalistas y los expertos
entrevistados de que la realidad no tiene por qué ser mirada siempre como un
problema, por cuanto toda dificultad, a la vez , representa un desafío que plantea
el mundo moderno.
Morgado precisa que el desafío pertenece a todos, por lo tanto no es ajeno a
nadie “pero para que todos nos podamos sumar tenemos que tener visiones
compartidas de lo que creemos, de lo que necesitamos, de lo que podemos hacer,
de lo que a cada uno le corresponde como necesidad. En ese sentido, creo que
el país avanzaría aceleradamente, no sólo desde el punto de su fortalecimiento de
su sistema democrático, sino que también de sus sistemas económico y político si
adoptara con más fuerza el diálogo social como constructor del entendimiento
entre las partes”.
Naturalmente que las alianzas estratégicas o Proyectos Común de Empresas no
están exentas de conflictos, pero como los interlocutores se han puesto a
resguardo con la firma de numerosos protocolos tienen más herramientas para
controlar y regular las dificultades propias de toda negociación colectiva.
La prueba de esta afirmación está inserta en que las empresas que han suscrito
estos tipos de alianzas finalizan sus convenios colectivos sin huelgas a diferencia
de algunas, como la Minera La Escondida que tuvo a sus trabajadores
paralizados,
perdiendo por tal causa alrededor de US$ 200 millones, según
diversos analistas.
En Refinería Petrox surge primer intento de alianza
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El proceso de gestación de alianzas al interior de la petrolera estatal tuvo como
centro de partida la Octava Región, y ocurrió en la refinería Petrox (actual
Refinería ENAP Biobío) cuando a comienzos de 1990 asumió como gerente
general, el ingeniero Enrique Dávila Alvear e inició conversaciones con el
sindicato Petrox, que en ese entonces estaba presidido por Jorge Matute Matute.
Esto, con el fin de iniciar un sondeo tendiente a realizar asociaciones con terceros
para explotar nuevos negocios, que evitasen tocar el corazón de la refinería
estatal, dependiente del holding de la Empresa Nacional del Petróleo, ENAP.
El diálogo tuvo tal éxito, que permitió generar las confianzas necesarias entre las
partes y se convirtió en la primera experiencia de alianza estratégica parcial de
una empresa pública en los primeros años de la década del 90.
El ex presidente de la Fenatrapech en esos años, ingeniero Ricardo Barrenechea
Aguayo, relata que cuando se retornó a la democracia, la refinería comenzó a ser
motivada para generar condiciones que permitieran que la participación de los
trabajadores tuviera una gestión más estructurada.
“Por esta razón germinó en los años 90 la idea de suscribir una alianza
estratégica entre trabajadores y ejecutivos de la Refinería Petrox ”, dice
Barrenechea, actual vicepresidente del sindicato.
La idea de crear esa alianza estratégica bajo un proyecto Común de Empresa se
materializó, finalmente, con la suscripción del llamado acuerdo Petrox 2000
firmado por otros actores a comienzos del año 2000, es decir, el acuerdo, que
comenzó a gestarse ocho años antes entre Jorge Matute y Enrique Dávila, fue
rubricado, nada menos que por el gerente general de ENAP, Daniel Fernández y
el presidente del sindicato Petrox, en ese entonces, Ricardo Barrenechea,.
Entre sus acápites el documento afirma “que tanto los trabajadores de la refinería
como la administración de ENAP comparten su visión y misión de la empresa”.
La característica de ese PCE es que considera la gestión participativa de los
trabajadores como un factor fundamental y se les reconoce como actores
relevantes y necesarios para la marcha de la empresa.
“Ahí surgió el famoso principio interno de esta firma que no hay nada más
importante en esta refinería que sus trabajadores, es decir, pueden existir otras
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cosas igual de importantes como la producción, como las plantas de proceso,
pero nada es más importante que los trabajadores. En ellos está el conocimiento,
la experiencia y está la sabiduría para manejar proyectos industriales complejos,
incrementar la productividad, mejorar el combustible y bajar los costos de
elaboración”, sostiene Barrenechea.
Pero el documento también establece que tanto los trabajadores como la
administración se comprometen a garantizar el suministro estable y seguro de los
combustibles que se necesitan en el país. El garante de que ese acuerdo se
cumpla por el lado de los trabajadores es la Federación de Trabajadores del
Petróleo y Afines (Fenatrapech), presidida en ese tiempo por Raúl Hein Bozic,
puesto que ese organismo sindical agrupa a todos los sindicatos enapinos, entre
ellos los correspondientes a la Refinería de Petróleo de Concón (hoy denominada,
Refinería ENAP Aconcagua) y al Sindicato de Trabajadores de ENAP-Magallanes,
donde existe la refinería Gregorio, más pequeña que las anteriores.
En 1998 sindicatos y ejecutivos firman primera alianza
El economista y asesor de las federaciones del cobre y del petróleo, Raúl Alvarez,
recuerda que en 1997 se estaba discutiendo en el Ministerio Secretaría General
de la Presidencia cómo llevar a efecto los procesos de racionalización y
modernización de las empresas públicas, particularmente en ENAP y ENAMI.
Para ella se estaba pensando un modelo de gestión parecido al de Codelco, que
ya había firmado su primera alianza estratégica con la Federación de
Trabajadores del Cobre, que presidía Raimundo Espinoza.
Sin embargo, la visión del entonces presidente de la Fenatrapech, Hernan von
Hausen difiere con el analista en la forma, pero no en el fondo, por cuanto el
dirigente recuerda que fue justamente a inicios del gobierno del ex Presidente
Eduardo Frei Ruiz Tagle, que se comenzó a plantear en diversos sectores la
privatización de ENAP y de ENAMI, pero que una gestión decidida de la dirigencia
sindical de ambas empresas de esos años evitó que en el discurso del 21 de
mayo de 1997 el Mandatario anunciara la venta de la petrolera estatal y por
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consiguiente llamara a la administración y federaciones de ambas empresas
públicas a estudiar los mecanismos para generar las inversiones que se requerían
y presentar al Ejecutivo una propuesta.
Así se hizo y , según recuerda Von Hausen, los años 1997 y 1998 fueron difíciles
“para todos nosotros, felizmente contamos con una directiva de lujo y con un
cuerpo de asesores capaces, que nos permitió reunirnos numerosas veces con la
administración que encabezó don Álvaro García Alamos (Q.E.P.D) y llegar a un
acuerdo satisfactorio para todas las partes”.
Sin embargo, el ex presidente de la Fenatrapech recuerda que “la negociación
final la hicimos con Juan Villarzú, quien había sido nombrado por el Presidente
Frei como ministro Secretario General de la Presidencia”. Cabe recordar que el
representante del Ejecutivo, que al comienzo tuvo una visión privatizadora, había
culminado con éxito en Codelco una alianza estratégica con la Federación de
Trabajadores del Cobre.
Von Hausen continúa en sus recuerdos planteando que durante los casi dos años
que se prolongaron las tensas discusiones para encontrar los mecanismos que los
unieran, consiguieron compartir una visión y misión de la empresa con la
administración y ése fue el punto de partida, porque despejado ya el componente
estatal de la petrolera, el camino se tornó menos áspero.
“Logramos disminuir el presupuesto acordado para inversiones para los próximos
cuatro años, que fue lo que en definitiva viabilizó el Proyecto Común de Empresa
y se estableció una cifra cercana a los US$ 1.400 millones”, dice el ex dirigente.
Von Hausen sostiene que las tratativas para llegar al acuerdo marco, significaron
para la dirigencia sindical de la época un ejercicio intenso, finalmente el grupo de
dirigentes y sus asesores lograron entender “cómo una empresa del Estado, con
todas las trabas jurídicas que tiene, junto con la obligación que tiene de entregar
el ciento por ciento de los dividendos al dueño, puede hacerle frente al desarrollo”.
Naturalmente que resultó complejo para esos dirigentes entender dicha materia,
por cuanto en el sector privado todas las empresas reinvierten un porcentaje de
las utilidades. Al entregar ENAP la totalidad de sus ingresos al Estado, le impedía
crecer y desarrollarse.
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“Tuvimos que prepararnos con asesores, fue un tremendo desafío. Nosotros no
miramos sólo nuestros intereses, sino que comprendimos la importancia de
aprender cómo se debía manejar la empresa con mirada país. Siempre
defendimos el rol estratégico de ENAP. Esto fue clave y se está demostrando
actualmente que teníamos razón, sobre todo cuando han venido estas crisis
energéticas, ya que el ex Presidente Lagos, en algún momento, lo mencionó, y
las actuales autoridades del país, han reconocido que Enap juega un rol
estratégico en el desarrollo del país”, comenta Von Hausen en sus recuerdos
ocho después.
Insiste el ex dirigente que cuando tomaron la decisión de defender la propiedad
estatal de la petrolera y concordar una alianza con la administración, tuvieron
presente que “ésta es una empresa estratégica para el país, y que no podía
quedar todo sujeto a la regulación del mercado”.
El tiempo demostró que estos visionarios dirigentes tuvieron razón, porque
actualmente con las crisis energética y los problemas que de ella derivan, el
Estado ha tenido a ENAP como única herramienta eficiente para hacerle frente a
la contingencia y pensar en el futuro a través del proyecto conocido como GNL,
que dará estabilidad energética a Chile.
Originalmente la alianza estratégica nació como un acuerdo marco que se firmó
en 1998 y que fue rubricado por el entonces ministro de Minería del gobierno del
ex Presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle, Benjamín Teplizky, con lo cual el
Ejecutivo acogió lo obrado por la administración encabezada por el gerente
general Alvaro García Alamos y los sindicatos afiliados a la Fenatrapech, cuyo
presidente en ese entonces era Hernán von Hausen.
Pero la comisión negociadora por ambas partes fue mucho más amplia, por
ejemplo, por el lado sindical estuvo Von Hausen, secundado por Jorge Matute
Matute, en la vicepresidencia; Rubén Matute, Eduardo Parada, Alejandro
Fernández y un potente equipo asesor de carácter técnico, destacando los
ingenieros Héctor Donoso, Lautaro Poblete y Ramón Aguilar, más otros asesores
externos para realizar las evaluaciones económicas. “Fue trabajo arduo, pero
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fructífero, concordamos con la administración un nuevo sentido para ENAP, clave
en la generación de combustibles de calidad para el país”, reconoce Von Hausen.
También la administración de ENAP se hizo representar por una comisión de
cinco gerentes corporativos, presididos por Enrique Dávila Alvear, quien ya tenía
experiencia en los procesos de construir acuerdos y confianzas con la dirigencia
sindical, a partir de lo hecho en la Octava Región, cuando estuvo a cargo de la
Refinería Petrox y que culminó con un exitoso Proyecto Común de Empresa,
firmado por quien es actualmente el presidente de la Fenatrapech, Jorge Matute
Matute, justamente cuando ahora desempeña la gerencia general de ENAP, el
mismo gestor de estos acuerdos: el ingeniero Enrique Dávila Alvear.
Esta idea aliancista surgió asociada a un desarrollo estratégico de ENAP, con dos
ejes: lograr la ecuación perfecta para conseguir el financiamiento que hiciera
viable el propósito que unió a la administración y a la Fenatrapech y por
consiguiente no descuidar el desarrollo de los trabajadores al interior de la
empresa y asegurar su estabilidad laboral, pero teniendo siempre como norte
agregar valor a la petrolera estatal y mirar el bien general del país.
Según Von Hausen, el Proyecto Común de Empresa se fue construyendo en el
camino. Así fue porque en el año 2000 durante la Séptima Convención de la
Fenatrapech, presidida por Raúl Hein Bozic y que contó con la presencia del
entonces gerente general de ENAP, Daniel Fernández, se acordó darle un sentido
más amplio a la alianza incorporando las áreas de negocio, refinación y
producción. Se decidió no vender ninguna área de Sipetrol, sino que por el
contrario incrementar sus inversiones.
Firman Proyecto Común de Empresa 2002-2006
Alcanzado el acuerdo marco entre la Fenatrapech, presidida por Jorge Matute, la
administración dirigida por el gerente general Daniel Fernández y el gobierno, a
través del Ministerio de Minería, a cargo de Alfonso Dulanto, se procede a firmar
el nuevo Proyecto Común de Empresa 2002-2006.
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Esto ocurrió en Talcahuano el 27 de enero del 2003 y los firmantes fueron por el
gobierno, el ministro de minería Alfonso Dulanto por ENAP su gerente general,
Daniel Fernández, por la Fenatrapech, su presidente, Jorge Matute y por la
Federación Nacional de Trabajadores del Petróleo Profesionales y Supervisores
de Chile-ENAP, su presidente, Luis Arriaza.
Cabe destacar que estas alianzas tienen su sustento en la reconstrucción de las
naciones europeas, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, donde se
concuerda que “todo desarrollo industrial va de la mano con el desarrollo social,
es decir, el recurso humano es vital para la reconstrucción de esos países que
fueron azotados por la guerra”, afirma Ricardo Barrenechea.
Pero Emilio Morgado recuerda que varios autores sostienen que ese período ya
terminó y que ahora está comenzando una transición post industrialización, donde
la tecnología ocupa un primer lugar y la mano de obra esta siendo reemplazada
por un nuevo concepto “mente de obra”.
Las bases sobre la cual se fundamenta el PCE 2002-2006
La Administración y los trabajadores de ENAP, representados por sus respectivas
Federaciones, concordaron en la necesidad de renovar el Proyecto Común de
Empresa 1998-2002, para el período 2002-2006, basado en que la Alianza Estratégica
seguirá siendo sustento para el desarrollo y crecimiento de la empresa y sus
trabajadores, y para la implementación del nuevo Plan Estratégico de Negocios (PEN)
que ENAP ha definido, el cual da cuenta de las cambiantes condiciones del entorno.
El Proyecto Común de Empresa (PCE) se gestó en un proceso participativo de 8
meses de trabajo conjunto. A nivel de los trabajadores, se incorporaron todos los
dirigentes sindicales de base, culminando con su aprobación en las respectivas
asambleas sindicales de ENAP Magallanes, Petrox, RPC, Emalco, Sipetrol y Centro
Corporativo. A su vez, la administración desarrolló talleres estratégicos e instancias de
participación con toda la línea de supervisión.
La primera razón de ser de ENAP es la satisfacción de los intereses de sus dueños,
todos los chilenos. En consecuencia, el PCE busca garantizar la viabilidad y éxito de la
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empresa en el largo plazo, contribuyendo a los objetivos del país en el sector
energético, maximizando su valor presente y asegurando su aporte al presupuesto de
la nación, colaborando de esta manera al desarrollo social del país.
Asimismo, el PCE es un acuerdo fundamental para el desarrollo de ENAP, que recoge
los intereses del dueño, la administración y los trabajadores; expresión de ello es que
busca potenciar el valor de la empresa, la estabilidad laboral con competitividad, y el
desarrollo de sus trabajadores.
Los valores que sustenta el PCE 2002-2006 son los
que indican la manera de
establecer las relaciones en la convivencia interna y externa de ENAP, asumiendo el
compromiso básico de la empresa con el país, representado a través del Estado, como
propietario de ENAP. También el documento enfatiza la importancia de cumplir con los
clientes y consumidores de los combustibles que produce la petrolera estatal. No
quedan fueran los conceptos de medio ambiente y de responsabilidad social con las
comunidades aledañas a las instalaciones de las plantas de ENAP en las diferentes
regiones donde opera.
Destaca también el acuerdo que se dará fiel cumplimiento al recurso humano de la
empresa, invirtiendo en mejorar sus competencias. Además, la suscripción del acuerdo
establece que la empresa dará un marco de respeto y reconocimiento a la dignidad de
las personas, organizaciones sindicales, administración, comunidad y medio ambiente.
El PCE se compromete a continuar construyendo las confianzas
El documento suscrito, estableció, en una de sus partes, que la administración y sus
organizaciones sindicales continuarán construyendo las confianzas y lealtades, pues a
la primera se le asigna un valor de la mayor importancia, ya que se reconoce el aporte
de los trabajadores y sus experiencias. En tanto, a la segunda: la lealtad, en el acuerdo
se entiende que es un principio sólido, enmarcado en el sentido de compañerismo y
compromiso con el PCE: decirse la verdad, corregir, premiar y sancionar con altura de
miras, integrando y equilibrando los intereses de la organización y de las personas.
El otro concepto que integra el nuevo PCE, que vence a fin de este año, es el
profesionalismo de los trabajadores de ENAP. La idea es que deben ser capaces de
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asumir el trabajo compartiendo la visión de la empresa, con responsabilidad, dando lo
mejor de sí, con iniciativa y creatividad, autonomía y control de su propio trabajo
También se le otorga especial importancia a la participación, innovación y trabajo en
equipo, ya que éste es el reconocimiento del aporte de cada una de las personas al
trabajo, de la diversidad de formas de sentir y pensar, de la creatividad y el respeto por
el otro, generando un resultado que supera con creces los aportes individuales y
enriquece la convivencia.
Asimismo, se define a la participación como el derecho de los trabajadores, cualquiera
sea su nivel, a estar informado, ser parte de las actividades de desarrollo e influir en las
decisiones que los afectan directa e indirectamente.
El documento, además, incorpora como capital social la transparencia y la probidad: Se
define a la primera como la congruencia entre el pensar, decir y actuar respecto los
propios participantes y del entorno; actuando coherentemente con veracidad e
información abierta y oportuna. En relación al segundo punto: la probidad se le asigna
el valor de actuar honestamente con los compañeros de trabajo, proveedores,
colaboradores, clientes, entes fiscalizadores y organismos relacionados, con respeto a
la legalidad vigente y al buen uso de los recursos.
El acuerdo también compromete invertir en la calidad de vida de los trabajadores,
expresada en reforzar acciones preventivas de salud, en mejorar las condiciones del
ambiente y seguridad en el trabajo, deportes y recreación, entre otras - contribuye al
mejoramiento de la calidad de vida integral de las personas, y al incremento de la
productividad.
El documento establece un modelo de relaciones laborales sustentado en el
diálogo, la participación y respetando la autonomía y el rol de las partes. Ello orientado
a apoyar las decisiones que fortalezcan la competitividad y sustentabilidad de la
empresa en el largo plazo, asegurando, al mismo tiempo, estabilidad laboral,
empleabilidad y calidad de vida para los trabajadores de ENAP.
Analistas externos a la petrolera estatal coincidieron que si bien es cierto el
modelo de gestión participativa está dando frutos, porque en el cuatrienio del PCE
2002-2006 cumplió con sus metas trazadas, entre ellas de agregar valor a la
empresa y de mejorar el clima laboral este instrumento para ser exportado a otras
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empresas del país, requiere que los actores de cada una de ellas busquen la
alternativa que más les acomode a su propia realidad.
No existe una receta única, ya que todas las compañías son diferentes, al igual
que los países y sus economías.
Pero lo concreto, es que el diálogo social llevado al interior de cada empresa, sin
importar el tamaño de ésta o su propiedad, produce efectos virtuosos. Por ello
este modelo de gestión participativa debería ser conocido por el país para generar
un debate ciudadano que tienda fortalecer la democracia chilena.
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