Editorial Nº 6 Legado Martinelli Un gobierno que inició con el tristemente célebre lema “entran limpios y salen millonarios” pasará a la historia como la administración que más limpios transformó en millonarios y más acomodados convirtió en multimillonarios. No hay peor cuña que la del propio palo, reza el viejo refrán. Personas que vivían modestamente, hoy celebran su paso por el martinelismo, en mansiones, casas de playa, verdes campos, yates y aviones comprados a expensas del pueblo. Los escándalos de corrupción, sobreprecios, sobreendeudamiento y otros, alcanzan niveles nunca antes vistos por gobierno alguno en Panamá. Se ha generado un ambiente de impunidad que la sociedad ya no tolera más. Un gobierno que convirtió al mazo en su símbolo de acción y gestión, demoliendo todo lo que se le oponía o entorpeciera su camino, torciendo brazos, quebrando voluntades, haciendo leyes a su medida, derribando en el proceso la ya de por si floja institucionalidad democrática. Lo bueno: las palpables obras de infraestructuras construidas fundamentalmente en la provincia de Panamá, las mejoras en la calificación crediticia de Panamá, el ambiente económico favorable (efecto acumulado por sucesivas administraciones). Lo malo: abandono total del sector agropecuario; los muertos de Bocas del Toro, la Comarca Ngäbe Buglé y Colón; la corrupción rampante; los atropellos contra todos los que pensaban diferente y la rapiña con la que se manejaron los recursos del Estado, despilfarros de los cuales hoy apenas nos estamos enterando y que seguro se destaparán en las próximas semanas para el asombro de todos. La administración Varela inicia con un gran reto, devolverle al pueblo la esperanza de creer que se puede ser político y correcto al mismo tiempo. Comienza con un aire fresco y la esperanza de que las cosas pueden cambiar, que no todo está perdido, que la política puede ser verdaderamente la ética de lo colectivo. Que los servidores públicos están para servir y no para servirse del Estado y llenarse los bolsillos haciendo negocios, como es la práctica común. Para ello, Varela tendrá que atender ese clamor de justicia que llega al cielo, de todos los sectores de la sociedad. De lo contrario, la que es quizá la última puerta abierta que queda para que cambien las cosas, se cerrará. Nombrar personas de comprobada honorabilidad, valores y valentía para desempeñar sus funciones como lo estipula la ley y lo demanda la sociedad, es crucial. También lo es investigar y castigar, si lo amerita, a quienes hayan abusado de sus posiciones, sin importar quiénes sean. Si son parientes, vecinos, compadres o tengan otras afinidades con quienes ostentan o están cerca al poder. El presidente Varela, si se lo propone, nos puede dejar un legado de estadista: una constitución nueva y adecuada a los tiempos actuales. Además, instituciones sólidas que no dependan de individuos, sino de leyes; que dejen, lo menos posible a la discrecionalidad del funcionario, un sistema de justicia diligente, profesional y científico, que no le tiemble la mano cuando tenga que investigar a un individuo cualquiera sea su jerarquía. En fin, podrá sentar las bases para un desarrollo económico sostenible, humanista, con objetivos claros a corto, mediano y largo plazo en la elaboración de las políticas de estado que requiere Panamá para progresar con equidad y en democracia. Junta Directiva Martes 24 de junio de 2014