Patent Box. El valor de lo que no vemos. Newsletter Julio 2016 Desde que hace nueve años, la Ley 16/2007 introdujo la figura del derecho a la reducción de la base imponible del Impuesto de Sociedades por los ingresos obtenidos de la cesión de determinados intangibles (conocido como beneficio “Patent Box”), se han producido numerosas reformas del artículo 23 de la Ley. Parece que el legislador quería incentivar que las empresas tomasen conciencia de aquellos elementos que las hacen ser más competitivas, y que los utilizasen también como un argumento más para hacer negocio y generar riqueza. La cultura empresarial actual reconoce sin duda alguna, que las empresas más competitivas -las que generan más valor y riqueza- son aquellas que cuentan con la mejor tecnología, procesos más eficientes, mejor organización o simplemente, las que son capaces de encontrar una forma más atractiva de vender, ofertar una mejor calidad o lograr una mayor utilidad de sus productos. Los negocios que más triunfan son los que logran ese plus diferencial, basado en un elemento de los anteriores o en un conjunto de varios de ellos, encontrando su propia forma de hacer las cosas. Luis María González Navarro Abogado del Dpto. Fiscal y Tributario Área especializada en Precios de Transferencia y Patent Box del despacho de Abogados LENER. lener.es lener@lener.es En el fondo, sólo hay dos maneras de alcanzar la diferenciación tecnológica o funcional: o se investiga, se innova, se mejora y en definitiva se crea un modelo exitoso de negocio, o bien se acude a quien ya lo ha creado para obtener la tecnología y el Know How a cambio de un precio como ocurre con las franquicias. O se apuesta por la innovación o se elige invertir en la innovación de otros. Ambas fórmulas crean riqueza en nuestra sociedad, generan empleo e incentivan la iniciativa empresarial. Lo que no aporta ningún valor a nadie es haber investigado o innovado con buenos resultados y acaba guardándolo todo en un cajón a la espera de tener los recursos o la oportunidad de ponerlos en funcionamiento, mientras que la tecnología o los métodos son superados por la evolución de su entorno. Y pese a ello, las estadísticas en España señalan que gran parte de los resultados de los proyectos de I+D+It no tienen la aplicación a la producción que se espera de las inversiones realizadas, por lo que o se está invirtiendo mal en I+D (que se está haciendo) o nuestra sociedad no sabe cómo hacer negocios con su innovación. Poner en valor un intangible en los términos que permite la Ley, puede mejorar el balance de la empresa, aporta seguridad jurídica frente a la competencia y posibilita hacer negocios con elementos del más alto valor añadido. Nuestra experiencia sin embargo nos enseña que es rara la empresa que no innove, mejore o desarrolle, incluso sin saber que lo está haciendo. Se crean productos, procesos o negocios nuevos a diario y sin embargo muchos empresarios sólo son conscientes del valor que tiene su desarrollo cuando se les hace ver el esfuerzo perdido que puede suponer que alguien les copie el modelo para hacerles la competencia directa. Pero ¿Por qué somos tan poco conscientes del valor de nuestros intangibles? Una razón es la gran carencia histórica de nuestro sistema contable para valorar y registrar a aquellos elementos de las empresas cuya perdurabilidad puede ser más dudosa en caso de liquidación empresarial. El principio de prudencia es contrario al registro de todo aquello que es difícil de materializar, aunque esos elementos sean precisamente los que más valor aporten a una empresa en funcionamiento. Pero tal vez la causa principal es que no existe un método institucionalizado y conocido en España de describir, catalogar y valorar los intangibles que no se corresponden con derechos inscribibles, como las patentes, marcas, modelos de utilizad o diseños registrados. El diseño de estos procedimientos con garantías de seguridad jurídica y contable es lo que realmente permite activar, ceder y valorar con una cierta garantía de que no existirán contingencias futuras de carácter contractual, fiscal o contable. Patent Box. El valor de lo que no vemos. Esto es, poner en valor minimizando el riesgo, que es lo que de verdad importa. Y a falta de desarrollo normativo interno, para la obtención de certezas sólo podemos acudir a normas que analizan los intangibles en el ámbito internacional. Sin embargo, nuestra cultura contable y de reconocimiento de la generación del valor choca de lleno con la redacción española del artículo 23 de la Ley del Impuesto de Sociedades, que no limita la bonificación por Patent Box a los derechos protegidos registralmente (como ocurre en otros países), sino que introduce el derecho a la reducción en base imponible de las rentas procedentes de “Derechos sobre informaciones relativas a experiencias industriales, comerciales o científicas” esto es, el Saber-Hacer o Know-how de la empresa. Si analizamos los requisitos de la Ley, llegamos a la conclusión de qué características ha de tener ese Saber-Hacer objeto de cesión o venta: Debería de consistir en una compilación de información completa, comprensible y aplicable en la actividad del receptor. Ello implica la descripción sistemática de todos los componentes de la experiencia, método o procedimiento de tal forma que la información sea aplicable a modo de receta y sobre todo, que la Agencia Tributaria pueda valorar la suficiencia del “entregable” para verificar la efectiva transferencia de la información. Ha de existir un derecho objetivo de propiedad o titularidad de la empresa creadora desde el punto de vista de la propiedad industrial que sea demostrable. Esto implica que, ante experiencias consistentes en secretos industriales, comerciales o científicos, no existirá derecho si contractualmente y por la vía de hecho, la empresa no ha puesto los medios necesarios para que todos los operadores que intervienen en el proceso de creación de la experiencia reconozcan la propiedad exclusiva de ésta y su obligación de confidencialidad frente a terceros. No hay cesión posible sin que la empresa defina una estricta política de protección de sus creaciones, la ponga en práctica, y la haga cumplir. El know-How no puede ser teórico, ideado y cedido sin más. El concepto de experiencia implica que ha sido puesto a prueba y que se ha demostrado su correcto funcionamiento. Esta prueba de funcionamiento debería demostrar como poco, que la fórmula, conocimiento o proceso es útil para el logro de los fines que se pretenden obtener. Estos tres requisitos son claves para poder aflorar un Know-how y convertir su cesión en una bonificación fiscal, aunque es evidente que no son los únicos requisitos a cumplir. El sistema de aplicación de la reducción de la base imponible por cesión o venta exige muchos más elementos. Y esta es la principal causa por la que, siendo un beneficio fiscal más cuantioso que las deducciones por I+D+it, es menos conocido, y mucho menos aplicado. La norma fiscal española ha puesto las bases con el Patent Box para la creación de una cultura auténtica de puesta en valor de los intangibles. Pero no ha explicado cómo hacerlo porque el propio legislador desconocía el método. Paradójicamente, ha obligado a quienes hemos querido aplicarlo, a crear nuestro propio Know-How y a someterlo a prueba. Y en el proceso hemos acabado comprobando que lo intangible puede convertirse en certeza y crear mucho valor. Aprovechémoslo. Luis María González Navarro Abogado del Dpto. Fiscal y Tributario Área especializada en Precios de Transferencia y Patent Box del despacho de Abogados LENER. Lener es uno de los principales despachos de abogados en España con oficinas en Madrid, Barcelona, Oviedo, Vigo, Valladolid y Sevilla. Lener es miembro de las alianzas internacionales Unilaw, Biolegis y AIAL.