A María Auxiliadora Vuele mi pensamiento rebelde para pensar en Ella, como lo haría el poeta ante la flor de un camino, al verla tan solitaria, perfumada y bella en medio de un matorral. Allí donde el picaflor se deleita pensando en el diario sustento de un néctar multisabor. Así es María, la máss pura y la más bella, la fragante mariposa por volar de flor en flor. Contigo no se comparan las hacendosas abejas por la suerte que tuvieron de alimentarse con miel. El cantante ruiseñor con su voz ronca y sonora te saluda: “GRAN SEÑORA” con acento juvenil. juvenil. Las montañas y los ríos, los nevados y desiertos, las colinas y los valles repiten tu nombre así: “eres la mujer bendita”, “la de Dios privilegiada”, por tu ternura, MADRE y por tu virtud, MUJER. Un niño yace en tus brazos, su nombre: “EL SALVADOR”, potente potente como las bombas, grande como las naciones. Los dos forman un maravilloso y encantador idilio, cual luciérnaga en oscura noche; así brillas con luz propia, como generosos astros sobre la constelación humana. Dos que forman pareja, pareja de enamorados, enamorados madre e hijo fusionados, obrando la REDENCIÓN. Tu hijo te llama Madre, Dios te evoca inmaculada, nosotros con toda verdad, con la humildad de una esclava te llamamos AUXILIADORA, VIRGEN Y MADRE. Paradoja criminal para el escaso creyente que viéndose impotente tente te atreve a confundir lo real. ¿Cómo puede una doncella ser al mismo tiempo MADRE sin dejar lo que siempre ha sido intacta flor del camino? Bendita entre todas las que se llaman madres, a pesar que toda madre por su naturaleza es bendita. Invento creatural atural de un Dios sabio y poderoso, que al rondar por el jardín en busca de flores blancas, no encontró otra flor que la que he descrito yo con carácter cubital. Dios se deleita contigo al contemplarte Madre, Madre de un Divino, desde un comienzo de siglo por toda la eternidad. La humanidad endiosada, al recibirte por Madre desde el árbol de la cruz en el tribunal de sangre. ¡Quién soy yo para tratar de encerrar todo un océano en un poquito de tinta y un papelito blanco! Dejo entonces a un lado mi pensamiento pensamiento rebelde y me inclino reverente para llamarte VIRGEN Y MADRE AUXILIADORA. P. Bolívar Jaramillo, sdb.