En este escrito voy a sintetizar parte de mi vida y los cambios en el MEN. La primera vez que llegue al Ministerio, me llamó mucho la atención y gran impacto que era un pasillo largo, lúgubre, oscuro con mucha gente para allá y para acá. Después de tantos años la luz entra por todas partes, el aire corre y la claridad es nuestra amiga. La señora de la recepción de ceño fruncido, brava, ahora la entiendo, tanta gente era de monosílabos, sí, no, aquí, siga, piso 3, quinto piso, espere, tenían un tarjetero, era un espacio muy pequeño. Ni punto de comparación con nuestra recepción actual. Mi primer teléfono era de esos negros de disco, pesados, de los cuales guardo un recuerdo no muy bueno, ya que al poquito tiempo de llegar, salí al medio día a mi hora de almuerzo y cuando llegué no estaba el teléfono, para mi extrañeza pregunté y nadie dio razón. “Se lo habían robado”, que lío. Ese era mi bautizo en el MEN. Después de preguntar me dijeron que tenía que ir a poner la denuncia, y corra a colocarla, idas y venidas, en conclusión así quedó. Gracias a Dios los tiempos han cambiado y ahora tenemos una planta telefónica moderna, llamar a las entidades territoriales no es tan aburrido, porque el solo hecho de mantener la bocina levantada durante horas, terminaba uno muerto del cuello o de la mano, ahora podemos oprimir la techa de redial y listo, sin levantar la bocina. Y el celular ¿dónde queda?, ¡maravilloso! ya nos podemos comunicar con los jefes directamente, donde estén sólo con mandarles un e-mail o ellos nos lo envían a nosotros y así la oficina nunca para, no hay pretexto. Mis máquinas de escribir eran manuales, Olivetti o Rémington. La rémington, la usaba para hacer la reserva del balance, porque el carro era muy grande, la reserva se hacía en unas sábanas grandes blancas, con un cuadro impreso, el cual tocaba respetar las columnas y cuadrar bien los números para que no pasaran a otra columna o cupieran en ella, puesto que se hacía en original y seis o siete copias, y como era con papel carbón, figúrense cuando se cometía un error. No había corrector eso fue mucho después, era a punta de borrador y que no se fueran a romper las hojas, porque tocaba volver a empezar….. vuelvo y repito gracias a Dios estamos ahora trabajando con tecnología de punta, computadores, que si uno se equivoca no es sino cambiar y grabar. Mi sumadora era de aquellas que para sumar tocaba dar unas vueltitas para adelante otras para atrás, multiplicar o dividir era terrible, le rendía a uno más sacar papel y lápiz y hacer las operaciones a pura memoria lo importante era saberse muy bien las tablas de multiplicar y saber hacer cálculos mentales para no tener ni siquiera que usar el papel y el lápiz. Después eran las Casio de pantallita y rollo de papel, para comparar las tiras, con las operaciones que se estaban haciendo, era más ágil, y uno manejaba ese teclado ya sin mirar. Ahora la calculadora viene en el computador o si uno quiere usa una calculadora electrónica último modelo, de funciones etc. etc. O se compra una manualita y se trabaja con ella, la mente poco se usa, el cálculo mental menos. Eso si lo extraño, porque al cerebro hay que mantenerlo activo y ese era un muy buen ejercicio. Que me dicen de la llegada del Fax, era maravilloso y con teléfono, definitivamente la ciencia avanza mucho, ahora la comunicación es por correo electrónico, o por teleconferencias, vía satélite, la información es súper rápida, el ciberespacio es nuestro aliado y cada día veremos cómo el MEN sigue a la vanguardia de la nueva tecnología. Las cartas las hacíamos varias veces, porque no podían ir con borrones y como se usaba papel carbón y las hojas de las copias eran tan delgaditas, era papel copia parecido al papel sedita, que no se podía borrar o si se borraba era casi una obra de arte para que no se le abriera hueco. Por eso antiguamente éramos unas “magas” con la máquina de escribir, había hasta concursos para la que menos se equivocara y la más rápida, con perfecta ortografía y sabiendo muy bien separar las palabras y redactando muy bien, porque los jefes le volvían a uno esos oficios… terrible, y daba una pena de esas que le provocaba a uno que se lo comiera la tierra. La correspondencia tenía que salir fuera como fuera y a tiempo, aparte de eso impecable. Nosotras mismas numerábamos, llevábamos un consecutivo y siempre cómo ahora hacíamos referencia a nuestro anterior oficio. Se parece ahora con nuestro CORDIS, ya no se pierde nada, todo está a la luz de todo el Ministerio, con ese programa se agilizó en más del 100% la correspondencia que debe llegar y salir del MEN, definitivamente que más tendremos que ver, pero que alegría, que rico que podamos ver todos esos avances de la ciencia. Paso a hacer mis reminiscencias sobre la cafetería, en aquellos años era en el primer piso, se llenaba mucho, venía mucha gente a parte de la que venía a diario de las regiones, también venían de otras instituciones como el DANE, INCORA, DEFENSA, OO.PP, CAJANAL, etc., la comida y el mecato eran riquitos, pero había un pequeño problema, las mesas eran cojas y las sillas estaban un poquito dañadas, eran de triple, todas desportilladas, tenía uno que llevar en donde sentarse, porque o si no se le rompían las medias, en esa época casi no se usaba pantalón, era sólo falda, después nos arreglaron un poquito la cafetería cambiaron los muebles, después cambiaron pisos, después la renovaron totalmente, tenía baños bonitos, y después nos la quitaron, y ahora tenemos una muy bonita zona social en el sexto piso y una cafetería muy pequeña en surtido, aunque el espacio es grande, ventilado y muy agradable. Antiguamente casi todo el mundo almorzaba en la cafetería por eso vivía tan llena, además aquí en este edificio estaba, el Instituto Colombiano para la Recreación y el Deporte - COLDEPORTES, el Instituto Colombiano de Construcciones Escolares – ICCE y el FONDO MEN. Venía la gente que estaba en CENAPER, y además venía muchísima gente de las regiones porque todo era centralizado y tocaba hacerlo todo aquí, entonces mucha gente para evitarse el tiempo del correo prefería venirse para el Ministerio y hacer sus cosas personalmente, “un apunte: acordémonos que el correo si ahora se demora hasta 15 o 20 días en esa época se demoraba 1 ó 2 meses, o más, y el telegrama como era tan cortico, tocaba hacer las cosas entrecortadas para no pasarnos del máximo de palabras permitido, por eso se venía la gente para el MEN, uno veía muchísima, pero muchísima gente por los pasillos. Los ascensores eran aún más lerdos y mantenían súper llenos, o dañados, era mejor usar las escaleras, que estaban casi todas desportilladas, gastadas y pandeadas por el paso del tiempo, no había pasamanos, pero servían para lo que tenían que servir, en cambio ahora tenemos escaleras bonitas, ya se les está acabando el pegante o la cinta de los bordes, pero eso lo cambian y quedan nuevamente como nuevas. En cambio los ascensores, también fueron remodelados y ahora están más “ágiles, raudos y veloces” más bonitos, con espejo, cambio de pisos, antes eran de madera acabada y fea y le ponían unos tapetes para que no se viera el piso tan feo. Les cambiaron también los botones que estaban casi todos partidos, tenemos botones o tableros nuevos, ¡qué elegancia!. Tiempo después ya nos compraron fotocopiadora y quedaba en el sótano, a donde uno bajaba y había, cajas, sillas, mesas, todo arrumado por los corredores, en varios cuartos había archivos de las oficinas, lo llamaban bodegas, y también quedaba el multilip donde el Señor Iglesias, a ya imprimían el papel de todo el Ministerio, recortaban la cartulina, hacían las libretas, hasta cuadernos, olía a pegante, tinta, era muy chévere ver todas esas máquinas, en esa oficina también nos duplicaban los esténciles después de picados, ahora el logo lo imprime uno mismo directamente desde su computador y ya no tenemos que bajar al sótano, que pesar porque ahora si se puede transitar con comodidad, es amplio, limpio, agradable, con luz, etc. etc. En una época en uno de esos cuartos nos reuníamos varias compañeritas y compañeros a orar, en medio de estantes, cajas y cosas, lo importante era dar gracias a Dios y pedir por el bienestar de todos nosotros, nuestra Gran Familia del MEN. Ahora más pinchadas tenemos oratorio un lugar especial para Él. Nuestros baños, ahora son de lujo, anteriormente eran de cuatro servicios por tanta cantidad de gente supongo, ahora son de dos, pero tenemos espejos bonitos, lavamanos, jabón, antibacterial, secador de manos, mejor dicho… Y lo más importante ventilación y luz. En fin mi Ministerio ha cambiado mucho, ahora gozamos de oficinas modernas, unas instalaciones acordes con el siglo XXI, pero ya dispuesta a que otras generaciones gocen de la modernidad del MEN. Qué alegría ver cómo ha cambiado todo para nuestro bien y además es nuestro segundo hogar más acogedor, más ameno, más agradable en una palabra como dicen por ahí “EL MEJOR VIVIDERO”. Confió en que la luz que me hizo tanta falta la primera vez que entre a este Ministerio, siga brillando e ilumine cada rincón de este amado Ministerio. CLARA INÉS BELTRÁN DE SANCHEZ Secretaria Ejecutiva Dirección de Cobertura y Equidad