Imagen nocturna del puente de Tromostovje con la iglesia franciscana de fondo Miklavž Komelj Ljubljana. Alternativni vodic / Alternative City Guide LIKOVNE BESEDE JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC Llego a Liubliana en medio de la lluvia. Me ha conducido hasta aquí un encuentro literario para hablar de Europa, organizado por la embajada de España hasta el más mínimo detalle. Un coche oficial me deja en el hotel Gran Unión, un funcional edificio situado a pocos pasos de la iglesia franciscana de la Anunciación. Frente a la ventana de mi habitación se erige, en una colina, un castillo que en algún pasado debió ser medieval; en efecto, el Ljubljanski grad fue propiedad de los duques de Carintia hasta que en 1335 perdieron ese derecho ante la llegada de la familia Habsburgo. Quedan huellas de ese pasado, aunque las más visibles proceden de la restauración del emperador Federico III (muerto en 1493), y de las ampliaciones en los siglos XVI y XVII. Anoté la dirección; allí me esperaba al día siguiente una reportera de la televisión para hablar del mundo de las mujeres de la Edad Media. Dejé a un lado los gestos de la historia y atravesé la puerta del hotel para realizar un primer paseo por la ciudad. Era mayo y se nota- ba, ya no había nieve en las calles, ni el frío que la atenaza en el invierno. Ambiente festivo, muchachas en las cafeterías junto al río, muchos turistas, como siempre, despistados, y el único compromiso que le queda al viajero que visita el pasado: dejarse llevar por la fuerza numinosa de lo que le sale al paso. En el Tromostovje, los tres puentes, descubro el valor cosmopolita del lugar que tanto fascinó a Le Courbousier. El primer contacto con la ciudad es una emoción resonante. Permite saber por qué la vida merece vivirse. Momento clave, cuando se avanza más allá de lo que dicta la Romantik. Ningún testigo, todos actores. El destino del promeneur solitaire es tener que improvisar. Y entonces, si la mente sabe imaginar, los edificios, las calles, la gente descubren su verdad. Sí, ciertamente, la belleza y el misterio de Liubliana consuman la alianza entre la montaña y el río. Esa revelación no se produce en el verdeante bosque sino en el gris intenso de las aceras: la llamada de un mundo infinito que tenía ante mí y que debía descubrir como una gran oportuni- GETTY IMAGES Si se sabe imaginar, los edificios, las calles, la gente descubren su verdad; la belleza y el misterio de Liubliana consuman la alianza entre montaña y río dad. Por ese motivo, dejé mi habitual discreción y me animé a descifrar los signos herméticos que representan el agua y la tierra. Agarrada al río, por donde la leyenda dice que llegó Jasón con sus argonautas llevando el Vellocino de Oro, y saciada por las montañas, presentes incluso en la bandera nacional, Liubliana se ha ganado el rostro que admiró Joze Javorsek: un espacio donde las formas se elevan. Me dirigí para constatarlo al Neboticnik (literalmente, rascacielos): un edificio, construido en 1933, que apunta hacia lo alto, como si fuese un triángulo, signo hermético del aire. Desde su terraza, contemplé la grandeza y la tristeza de una ciudad que Ilya Erenburg calificó de “pequeña Praga”. Esa in- Para obtener la respuesta necesitaba seguir con mi paseo. Y realizarlo al modo del joven Carlo Goldoni, que vio en Liubliana una “nueva Roma”, para ganarme el derecho de encontrar en el arte al constructor de la vida. Me serví de un libro, la Alternativni vodic, guía alternativa, escrito por el poeta Miklavzž Komelj. Con su delicada forma de leer los monumentos, me ayudó a comprender el idilio que se esconden tras ellos. Llego a la Robbovega vodnajaka, obra del veneciano Francesco Robba, que sigue los pasos de Bernini en la Fuente de la Piazza Navona: su Pileta reúne los tres ríos de Carniola, Liublianica, Saca y Krka, para ratificar la unión del agua y la tierra. ¿Puede haber una forma de expresión más sabia y más benéfica? El siglo XVIII transformó la ciudad bajo la atenta mirada de la Akademija delovnih fundada en 1714 entre otros por el poeta Janez Gregor Dolnicar. Adquirir una nueva fisonomía no significa traicionar las anteriores, sino enriquecer la identidad con nuevas ideas: sutil equilibrio entre el pasado y el futuro que facilitó la construcción del palacio de la Slovenska Akademija Znanosti i Umetnosti, la academia eslovena de las artes y las ciencias. Junto a él, otros edificios que encarnan el espíritu de las Luces, la esperanza de un mundo más justo, más verdadero. Baste mirar la Academia Philharmonicum, para comprender esa afirmación orgánica con la que se quiere evitar que el futuro sea una promesa diferida. Delante del Smpomenik Primoza Trubarja, pienso el modo que el poeta nacional Franc Berneker se liberó de las sombras de un laberinto de mentiras para dar sentido a una lengua frágil y sitiada en el corazón de Europa. El idilio por lo nuevo como razón de ser de la historia lo podemos comprobar en la magia del arquitecto Joze Plecnik: en el Plegezen, en la columna en memoria de la Iliria Napoleónica o en la Biblioteca Nacional. Subir las escaleras de esta última es entrar en un templo del saber: la ascensión legitimó mi antigua decisión de entregar mi tiempo, mi trabajo y mi salud a conocer el valor hermético de los lugares que visitaba. Y se me escapa una sonrisa suave, cómplice. Aún es posible el encuentro, la vida, aunque sea en otra parte: debo regresar a Liubliana. | ESCRITURAS Miércoles, 12 junio 2013 El arte constructor de la vida Cultura|s La Vanguardia Idilio en Liubliana justa comparación, sin embargo, tiene su valor, aunque para mi quedó diluida al descubrir los Alpes Julianos: al verlos imaginé como llegaron hasta aquí los bárbaros, primero los hunos, luego los ostrogodos y finalmente los longobardos, y cómo destruyeron Emona –exactamente Colonia Iulia Aemona– cuyos restos pueden verse en el Jardín de Jacopic. Y una pregunta obligada: ¿por qué lo hicieron? 15 Estampas europeas La capital eslovena llena de vitalismo al autor, que en su viaje a la ciudad se sirvió de la guía alternativa escrita por el poeta Miklavž Komelj para contagiarse de su delicada forma de leer los monumentos