: Escrituras acerca del amor del Padre celestial

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ESCRITURAS ACERCA DEL
AMOR DE DIOS EL PADRE
Nunca he dejado de ser amado por el Padre
Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con amor inagotable te acerqué a mí.
(Jeremías 31: 3).
Mi Padre me ama tanto que dio su único hijo para que muriera por mí y
pudiera conocer su amor.
Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se
pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3: 16).
Mi Padre me ama tanto que quiere expresar su amor y afecto por mí.
ya que el Padre mismo los ama profundamente, porque ustedes me aman a mí y han creído
que vine de Dios. (Juan 16: 27).
Nada me puede separar del amor de Dios (ni siquiera mis faltas)
Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la
vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de
mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún
poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás
separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 8:
38-39).
Mi Padre me ama tanto como ama a su hijo, Jesús.
[Oro] que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los
amas tanto como me amas a mí. (Juan 17: 23).
Los pensamientos de mi Padre hacia mi son siempre buenos y llenos de
esperanza.
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y
no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29: 11).
Soy hermoso(a) y Él se deleita en verme.
¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa! Tus ojos son como palomas.
¡Y tú eres tan apuesto, amor mío, tan agradable que no puedo expresarlo!
(Cantares 1: 15-16).
Mi amor por Él lo llena de gozo y placer.
Tu amor me deleita, tesoro mío, esposa mía. Tu amor es mejor que el vino, tu perfume, más
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fragante que las especias. (Cantares 4: 10).
Mi Padre se deleita tanto en que yo sea su hijo que nunca me abandonará.
Él quiere suplir todas mis necesidades.
Su padre le dijo: “Mira, querido hijo, tú siempre has estado a mi lado y todo lo que tengo es
tuyo. (Lucas 15: 31).
A mi Padre le gusta tanto estar conmigo que ha hecho su morada conmigo.
Jesús contestó: —Todos los que me aman harán lo que yo diga. Mi Padre los amará, y
vendremos para vivir con cada uno de ellos. (Juan 14:23)
Mi Padre quiere que esté lleno de su amor.
Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para
comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que
proviene de Dios. (Efesios 3:19).
Aún cuando he pecado, el Padre me ama y quiere que me siente a su lado.
Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos
por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es sólo
por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) Pues nos levantó de los muertos junto
con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo
Jesús. (Efesios 2: 4-6).
Aún cuando estoy herido, mi Padre se deleita en mi.
porque el Señor se deleita en su pueblo; él corona al humilde con victoria.
(Salmos 149: 4).
Debo hacer brillar la luz de mi Padre en toda la tierra.
“Ustedes son la sal de la tierra….Ustedes son la luz del mundo." (Mateo 5:13-15)
Soy un testigo del amor de Dios para el mundo.
pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y
le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y
hasta los lugares más lejanos de la tierra. (Hechos 1: 8).
Soy un ministro del amor restaurador de Dios.
Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y
Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. (2 Corintios 5: 18).
Soy embajador del amor de Dios en el mundo
Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros.
Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!». (2 Corintios 5: 20).
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Puedo hacer todo en el amor de Dios.
Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas. (Filipenses 4: 13).
Jesús no se avergüenza de mi.
Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por esa razón, Jesús no se
avergüenza de llamarlos sus hermanos, (Hebreos 2: 11).
Dios no se avergüenza de ser mi padre.
Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza
de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11: 16).
El Padre ha perdonado mis pecados y no se acuerda más de ellos.
Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes
diciendo: “Deberías conocer al Señor”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño
hasta el más grande —dice el Señor—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de
sus pecados».(Jeremías 31: 34).
Dios puso todos mis pecados bajo sus pies y en lo profundo del mar.
Volverás a tener compasión de nosotros. ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los
arrojarás a las profundidades del océano!
(Miqueas 7: 19).
Dios me ha redimido y perdonado mis pecados.
Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien
compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados. (Colosenses 1:13-14).
Dios me perdona y me limpia de todo pecado.
pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros
pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1: 9).
Soy llamado hijo de Dios.
pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de
Dios. (Juan 1: 12).
Soy llamado amigo de Jesús.
Ya no los llamo esclavos, porque el amo no confía sus asuntos a los esclavos. Ustedes ahora
son mis amigos, porque les he contado todo lo que el Padre me dijo. (Juan 15: 15).
Dios me ve como si nunca hubiera pecado
Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos
paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. (Romanos 5: 1).
Le pertenezco a mi Padre amoroso, no al mundo.
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¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y
les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos, porque Dios los compró a un
alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo. (1 Corintios 6:19-20).
He sido adoptado y puesto en la presencia de mi Padre.
Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo
por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto
hacerlo. (Efesios 1: 5).
Estoy completo en el amor de Dios.
De modo que ustedes también están completos mediante la unión con Cristo, quien es la
cabeza de todo gobernante y toda autoridad. (Colosenses 2: 10).
En el amor de Dios soy libre de condenación para siempre.
Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes
pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los ha libertado del poder del pecado, que
lleva a la muerte. (Romanos 8: 1-2).
Mi Padre siempre está de mi lado, nunca contra mi.
¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como éstas? Si Dios está a favor de
nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra? (Romanos 8: 31).
Los problemas no me separarán del amor de Dios.
¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si
tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la
miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? (Romanos 8: 35).
En el amor de Dios estoy escondido del pecado.
Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en
Dios. (Colosenses 3:3).
Estoy lleno del amor y el poder de Dios
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y
autodisciplina. (2 Timoteo 1:7).
En el amor de Dios encuentro gracia y misericordia.
Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí
recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la
necesitemos. (Hebreos 4: 16).
El amor perfecto de Dios remueve mis temores.
En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos
miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el
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perfecto amor de Dios. (1 Juan 4: 18).
El maligno no puede tocarme mientras esté en los brazos de mi Padre.
Sabemos que los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de
Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos. (1 Juan 5: 18).
Mi Padre quiere consolarme cuando tengo miedo.
Esto dice el Señor: «Yo le daré a Jerusalén un río de paz y de prosperidad. Las riquezas de las
naciones fluirán hacia ella. Sus hijos se alimentarán de sus pechos, serán llevados en sus
brazos y sostenidos en sus piernas. Los consolaré allí, en Jerusalén, como una madre consuela
a su hijo». (Isaías 66:12-13).
El Padre envió a su hijo para que yo no sea condenado.
Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de
él. No hay condenación para todo el que cree en él, pero todo el que no cree en él ya ha sido
condenado por no haber creído en el único Hijo de Dios. (Juan 3: 17– 18).
Mi Padre no me juzga.
Además, el Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo autoridad absoluta para
juzgar (Juan 5: 22)
Jesús vino a salvarme del pecado, no a juzgarme y condenarme.
No voy a juzgar a los que me oyen pero no me obedecen, porque he venido para salvar al
mundo y no para juzgarlo. (Juan 12: 47)
Todo el texto bíblico ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House
Foundation, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol
Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
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