LA MEZQUITA DE CÓRDOBA y LA ALHAMBRA DE GRANADA Recuperación del Patrimonio Histórico SUSANA CALVO CAPILLA Y JUAN CARLOS RUIZ SOUZA Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923) llegó a la Mezquita de Córdoba como arquitecto restaurador en 1887. Durante treinta y seis años, la historia del edificio, Monumento Nacional desde 1882, estuvo marcada por sus intervenciones. Su principal objetivo fue quitar los innumerables pegotes que sin criterio artístico ninguno han ido agregando por todos lados y en todas épocas y que han concluido por desfigurarla por completo. Arredondo y Kraus, 1879 ca. 1900 Aunque intervino en el pavimento, en las techumbres, en las puertas de la macsura y en la capilla de Villaviciosa, su obra más conocida es la restauración de las fachadas de la mezquita, que estaban en un estado lamentable, con estructuras adosadas y su decoración casi perdida. Entre 1908 y 1917, Velázquez Bosco emprendió un minucioso estudio de las portadas, como queda recogido en sus memorias. La conservación de los monumentos de Arte e Historia En el caso en el que la restauración sea indispensable por causa de deterioro o destrucción, se recomienda respetar la obra histórica y artística del pasado sin proscribir el estilo de ninguna época. Conferencia de Atenas, 1931. Oficina Internacional de los Museos, Sociedad de Naciones. J.L Lewis 1835 Leopoldo Torres Balbás (18881960), arquitecto conservador de La Alhambra (1923-1936) continúa las tesis de Velázquez Bosco respecto a la restauración científica en los monumentos. Será Torres Balbás quien recupere el edificio histórico nazarí después de las intervenciones románticas del siglo XIX y primeros años del XX llevadas a cabo principalmente por los hermanos Contreras, quienes llegaron a desmontar partes originales del edificio con la intención de hacerlo más oriental y romántico, al gusto turístico y pintoresco. Fue el caso de la invención de un cupulín esférico en el pabellón oriental del Patio de los Leones o de la introducción de un segundo cuerpo con gran surtidor en la fuente de dicho palacio. Torres Molina 1923 Ruiz Vernacci, ca. 1900 Dibujó con detalle los restos conservados, buscó documentos en el archivo de la catedral y recogió fotografías y grabados antiguos. Sólo después de reunir toda esa documentación emprendió la restitución de las fachadas. Por mucho que los criterios de restauración de la época no sean los actuales (seguía ya los principios de la Carta de Atenas), la labor científica de Velázquez Bosco está fuera de toda duda. La honradez de su actuación queda patente en sus memorias y en dos portadas orientales, que no restauró por la insuficiencia de vestigios. Torres Molina, 1930 C. Clifford 1862 El Palacio del Partal es un edificio paradigmático en la historia de la restauración de La Alhambra. Tras su recuperación, los pilares de ladrillo que ya aparecen en el grabado de J. L. Lewis, luego rehechos por Torres Balbás, se sustituyeron en 1965 por columnas de mármol cuya existencia en el proyecto original ha sido muy discutida. ¿Era necesaria esta última intervención? Torres Balbás, para procurar la comprensión del edificio del Partal, rehizo los paños de sebka, conocidos por los grabados de Lewis, con obra moderna. Su propósito era no tanto reproducir las yeserías del s. XIV como recuperar su impacto visual. La imagen original del Palacio del Partal fue muy diferente a la de hoy. En el muro oeste de su Torre de las Damas, a la que se adosó la “Casa de las pinturas”, apareció este revoco que muestra cómo era su aspecto exterior: de color rojo, imitando un paramento de ladrillos, y recorrido por una inscripción árabe.