Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005, ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005. Origen y evolución de las armaduras Hispano-musulmanas. Diseño estructural, constructivo e influencias para el desarrollo de las armaduras apeinazadas y ataujeradas de lazo Federico Wulff Barreiro Las investigaciones desarrolladas en los últimos veinte años sobre la carpintería de lazo en España, desde un acercamiento constructivo y estructural, no han conseguido esclarecer de una manera satisfactoria y concluyente su origen y procedencia. Este origen ha sido fruto de una compleja red de conexiones técnico-culturales entre los mundos cristiano y musulmán a lo largo de la Edad Media, a través de toda la cuenca mediterránea. El contexto de influencias mutuas con aportaciones de muy diversa procedencia, ha hecho muy complejo el esclarecimiento de la génesis de un proceso en el que se sintetizan ideas técnicas occidentales y orientales. El objetivo de la presente comunicación es el contribuir a arrojar un poco más de luz sobre el origen de la carpintería de armar en España, remontándonos a sus raíces en el mundo musulmán, tanto en la Península como en otras áreas geográficas, así como a las realizaciones carpinteras en el mundo cristiano medieval limítrofe y contemporáneo a alAndalus. Se ha realizado un estudio a partir de los primeros datos documentados y los vestigios más antiguos de estructuras de madera conservados hasta nuestros días, fundamentalmente de época omeya, pasando por las sucesivas etapas de reinos Taifas e invasiones norteafricanas almorávides y almohades. Tras la caída de estos últimos, con el surgimiento del último sultanato musulmán de al-Andalus, el nazarí de Granada, aparecen unas espectaculares armaduras apei- nazadas y techumbres atayujeradas, contemporáneas a las mudéjares castellanas, y cuyas técnicas constructivas presentan diferencias reseñables respecto a ellas. Con el análisis de los antecedentes de estas obras se ha pretendido esclarecer su origen. MODOS DE CUBRICIÓN CON ESTRUCTURA DE MADERA EN EL ISLAM Si iniciamos este itinerario con una primera visión global de los modos de cubrir espacios en la arquitectura islámica, nos encontramos con diferentes soluciones de cubiertas en función de la climatología de cada territorio y del encuentro de los nuevos conquistadores con múltiples tradiciones constructivas locales, que son muchas veces utilizadas por los musulmanes, como fue el caso de las fuertes tradiciones constructivas romanas presentes en Siria y en al-Andalus. Cubiertas planas Las primeras mezquitas construidas en Arabia y Mesopotamia citadas en la historia del Islam parecen haber sido fuertemente influenciadas por la Casa del Profeta en Medina, y se cubrían con ramas de palmera, mezcladas con argamasa de tierra arcillosa, todo ello soportado por troncos de palmera. Medina, Baçra y Kûfa son ejemplos de este tipo de cubierta. 1124 F. Wulff El empleo posterior de cubiertas a dos aguas a partir del califato omeya de Siria será una fuerte innovación para los árabes, que incluso llegan a reprochar al califa el imitar con ello las técnicas cristianas. Fuera de Siria la terraza continuará a ser empleada durante la época omeya. En Egipto, la primera mezquita de ‘Amr, de modestas proporciones, o la primera mezquita de Qayrawan en Ifriqiya, fundada por ‘Uqba en el s.VII, serán modelos para los edificios religiosos construidos en los siguientes siglos en el Mahgreb oriental. Este tipo de cubrición (fig. 1), se compone de un plano sustentante a base de durmientes de madera que descansan directamente sobre los soportes y los cerramientos. Estas durmientes suelen tener la misma orientación que las naves. Sobre estas piezas, y perpendicularmente a ellas, descansan las vigas (c), generalmente cercanas entre sí. En Qayrawan, estas vigas están sustentadas en sus extremos por ménsulas de madera labrada (a) y policromada. En el espacio restante entre vigas, de una ménsula a otra, se disponen una serie de tablas labradas y policromadas, a modo de capialzados, que ocultan los encuentros de las vigas y ménsulas (b). Esta solución de ocultación será utilizada en al-Andalus en la Mezquita de Córdoba, y en otras armaduras más modestas, como la de la iglesia del s. XII de San Millán en Segovia, cuya obra carpintera es musulmana. A su vez, las vigas reciben un segundo orden de viguetas de menor escuadría (e) dispuestas perpendicularmente, que reciben la tablazón (f), en cuya cara inferior vista se dispone la decoración labrada y policromada, y en su cara superior oculta, soporta el plano horizontal de la terraza, compuesto de una argamasa a base de cal dosificada con arena (g), mezclada con grava o cascote. Por encima de este plano se coloca una capa de tierra que es acabada con un fino revestimiento exterior de mortero de cal (k). Este revestimiento final ha de ser renovado con frecuencia, a base de lechadas de cal que colmatan las fisuras abiertas después de las dilataciones veraniegas. Las terrazas nunca son totalmente horizontales, sino que forman pendiente hacia el patio o hacia el exterior para desaguar, a través de unas gárgolas (h) practicadas en los petos de las cubiertas. El gran problema que plantea este tipo de cubierta es la estanqueidad. En verano, los materiales se dilatan con el calor, provocando fisuras en la terraza, que sólo son patentes con la llegada de las grandes lluvias. El agua atraviesa entonces la terraza, impregna los techos de madera, y los deteriora. El mantenimiento ha de ser constante, para tapar con rapidez las fisuras y reemplazar, llegado el caso, los techos podridos. Por ello, se comprende bastante mal el empleo sistemático de la terraza, como constata Golvin,1 en regiones con presencia de pluviometría de cierta entidad, como la región de Qayrawan, en el actual Túnez. Cubiertas inclinadas Figura 1 Terraza de la mezquita de Qayrawan Ninguna de las cubiertas construidas con esta tipología durante esta primera época de dominación musulmana ha permanecido intacta hasta nuestros días, por haber tenido numerosas reparaciones a lo largo de su prolongada existencia. Sin embargo, todo lleva a pensar, con el apoyo de las crónicas musulmanas medievales, que las disposiciones iniciales de estas cubiertas se han conservado en gran medida en las sucesivas reparaciones. En el caso de la Gran Mezquita de Damasco (fig. 2), la estructura de sus cubiertas estaba compuesta por una serie de cerchas de madera, ligadas entre sí por correas (f), dispuestas sobre sus lados inclinados (fig. 2) . Cada cercha se compone de una pareja de pares (d) y de un tirante (f), así como de elementos inter- Origen y evolución de las armaduras Hispano-musulmanas Figura 2 Armadura de la Gran Mezquita de Damasco medios tales como un pendolón vertical (b) o diagonales (c). Los tirantes penetran en la fábrica, y la luz a salvar por ellos es acortada por el empleo de ménsulas en voladizo (k), sobre las que éstos se apoyan. Los pares inclinados (d) se unen al tirante embarbillándose a él, practicando una caja en su cara superior, en la que éstos penetran. Esta unión se efectúa en la zona del espesor del muro, de tal forma que resulta invisible desde el plano inferior de la cota del suelo. Un pendolón (b) parte verticalmente de la unión superior de los pares, descansando en el punto medio del tirante. Esta pieza sostiene el extremo inferior de dos diagonales (c) que apean a los pares para prevenir deformaciones de los mismos a flexión, por la carga de la cubierta, o por la presión de viento, transmitiendo estos esfuerzos al conjunto de la cercha. Las correas que atan las cerchas se disponen muy cerca las unas de las otras, ya que van a recibir una tablazón de madera (g), o de juncos o ramas en las soluciones más modestas. Esta tablazón recibirá entonces el revestimiento de plomo (h), compuesto de placas clavadas directamente al soporte, y engatilladas entre ellas. Este tipo de solución de acabado metálico, si bien es una garantía para la durabilidad y estanqueidad de 1125 la cubierta, no deja de ser una carga muy fuerte para su armadura, y representar un elevado coste. El acabado exterior de las mezquitas del occidente musulmán es diferente. Tanto en la Mezquita de Córdoba, como el resto de las mezquitas del ámbito hispano-mahgrebí, se emplea la teja como cubrición final. La composición de las armaduras del Islam occidental es diferente de lo descrito en Siria. La armadura de la Mezquita de Córdoba, aún parcialmente escondida tras las bóvedas de arista de yeso colocadas bajo ellas en época moderna, y que no han sido retiradas en su totalidad, mostraron cuando D. Ricardo Velázquez Bosco emprendió su restauración a principios del siglo XX, un techo plano de vigas y tablones ricamente labrados y policromados. Este techo plano sigue escondiendo la estructura sustentante de la cubierta, que en la actualidad, está resuelta con cerchas de madera en gran parte reconstruidas en una restauración de las cubiertas emprendida por el rey castellano Alfonso X en el s. XIII. Cabe preguntarse si esta tipología era la original y fue imitada por los castellanos, o si la organización estructural omeya de la cubierta era diferente. A través del estudio de las cubiertas de las mezquitas herederas de la cordobesa y cuyas armaduras originales se conservan aún en una proporción aceptable, como la Qarawiyin de Fez, la Kutubiya de Marrakech, la Gran Mezquita de Tremecén, o la de Taza, podemos arrojar más luz sobre cómo era la organización de la armadura original de la Gran Mezquita de Occidente. En el caso de la Gran Mezquita de Tremecén, obra almorávide acabada en 1136, estudiada por Georges Marçais2 (fig. 3), su armadura está apoyada, en su base, en unas ménsulas de piedra (h), empotradas en la fábrica y voladas, que sostienen un estribo perpendicular a ellas. Sobre este estribo se sitúan unas ménsulas de madera labrada y policromada (g). Este doble sistema de arranque tiene por finalidad el reducir con elementos sucesivamente volados, la luz a salvar por los tirantes (a) que se sitúan sobre las ménsulas. Contrariamente a la solución adoptada en la Gran Mezquita de Damasco, estos tirantes no reciben sobre ellos directamente a los pares (b), sino que se independizan en gran medida de los tirantes, funcionando la armadura de manera solidaria y ya no por cerchas autoportantes e independientes entre sí. Los pares transmiten sus empujes horizontales a un estri- 1126 F. Wulff modo de escuadras con una correa que las enlaza transversalmente, uniendo pares y tirantes (fig. 3f). Esta unión se hará por su cara vista, pero al estar situada por encima de la cara superior de los tirantes, será menos visible desde la cota del suelo. Por encima de los pares (b), se sitúan las correas (c), clavadas a ellos, que reciben a su vez una tablazón (d), sobre la que se vierte una argamasa que formará el plano sobre el que se colocarán las tejas (t). Armaduras de par y nudillo Figura 3 Armadura de la mezquita de Tremecén bo que discurre a lo largo de toda la armadura, respondiendo globalmente a ellos (e). Por primera vez, la armadura se comporta como una estructura solidaria. El tirante, al desligarse de cada pareja de par, empieza a ejercer su función para toda la estructura, absorbiendo los empujes de los estribos, y no ya el de cada pareja de pares. La mejora en cuanto a economía por menor consumo de madera y menor número de ensambles es evidente, así como el hecho de incorporar el espacio inmediatamente inferior a la armadura al volumen interior del edificio, que ya no está oculto bajo un tupido plano de tirantes. Este sistema, que vemos por primera vez aquí en el mundo musulmán pero que sin duda tendría ejemplos anteriores, tiene una larga tradición en las obras carpinteras de la Europa cristiana medieval. Este progresivo cambio de tipología estructural que va pasando de la tradición clásica a este tipo de soluciones justamente en el mundo musulmán fronterizo con la Europa cristiana, nos hace pensar en las posibles influencias técnicas que pudo ejercer ésta en el Islam Occidental. En la armadura de Tremecén, el sistema de enlace entre pares, estribos y tirantes está todavía en pleno desarrollo. La solución adoptada, en vez de enlazar el estribo con los tirantes por medio de cajas abiertas en estos últimos como se hará posteriormente, se hará por medio de unos elementos intermedios a A partir del siglo XII, aparece en la arquitectura hispano-mahgrebí este tipo de armadura, nunca antes empleado en el Islam Occidental. Sus pares inclinados y su sistema de apoyo par-estribo-tirante será análogo al anterior. La novedad será la introducción del nudillo, dispuesto desde la cumbrera a un tercio de la altura total de la cubierta. Su función será acodalar los pares evitando así su deformación por flexión bajo el peso de la teja o por la presión del viento. En el proceso evolutivo de las armaduras musulmanas, tras haberse suprimido los elementos intermedios de las cerchas, el problema de la flexión de los pares vuelve a aparecer, y el nudillo será la respuesta adoptada, posiblemente bajo la influencia carpintera cristiana, en donde se utiliza desde hace tiempo. La primera utilización de estos elementos en el mundo islámico no está del todo clara. Según algunos autores, es en la Gran Mezquita de Tremecén donde aparecen por primera vez, y a continuación en la Kutubiya de Marrakech, aunque otros investigadores atribuyen a las armaduras de la Kutubiya la primacía, relegando la datación de la armadura de par y nudillo de Tremecén a una reconstrucción posterior meriní. La solución de esta incógnita se resolverá con un análisis dendrocronológico de las dos armaduras, en la que las dataciones de ambas puedan tener alguna consistencia científica. Sin embargo, el proceso de introducción de novedades técnicas suele siempre implicar una serie de obras de ensayo en las que éstas se van afianzando, hasta ser dominadas por completo. En la Península, la primera aparición del nudillo conservada está en la armadura del Palacio de Pinohermoso de Játiva (fig. 4). Origen y evolución de las armaduras Hispano-musulmanas Figura 4 Armadura de Par y nudillo de Pinohermoso En el Toledo cristiano nos encontramos con una armadura del s. XII en La Casa del Temple, resuelta con las cerchas triangulares del tipo que llamaremos «cordobés». Esta solución es muy conservadora para su época, si la comparamos con las innovaciones introducidas ya descritas en las armaduras almorávides y almohades contemporáneas a ésta en Tremecén y Marrakech. Es de reseñar cómo las armaduras más importantes y de mejor calidad técnica de esta época son las conservadas en el Mahgreb, aunque el origen andalusí de las mismas parece contrastado. La más antigua armadura de este tipo conservada en la Península, la de Pinohermoso, sorprende por la tosquedad en su ejecución en comparación con las armaduras mahgrebíes. Probablemente muchos ejemplos anteriores a Pinohermoso de mejor calidad fueron destruidos en los siglos siguientes a la Reconquista. El siguiente paso evolutivo será la unión de los nudillos entre sí formando planos solidarios o almizates, por medio de peinazos que forman decoraciones basadas en ruedas de estrellas. En un primer momento, la estrella de ocho será la más empleada por su sencillez en su adaptación a la estructura. Estos motivos apeinazados se extenderán más allá del almizate, hacia la zona de encuentro superior de pares y nudillos, y al arranque de los pares. En su zona intermedia, la decoración será de motivos policromados y labrados, en la tablazón entre pares. La introducción de estos motivos entrelazados en las armaduras musulmanas no está todavía clara. 1127 Los precedentes de motivos decorativos entrelazados en el mundo musulmán occidental son muchos, destacando por ejemplo en nuestra Península las celosías de las ventanas de la Gran Mezquita de Córdoba, o los motivos entrelazados de los zócalos Mardanisíes del Castillejo de Monteagudo en Murcia, del s. XII. Los motivos entrelazados labrados en madera en la puerta del Monasterio de las Huelgas de Burgos, llevada allí por Alfonso VII desde Almería en el mismo siglo, y que parece que pertenecieran a un mimbar de una mezquita probablemente del siglo anterior, nos hablan la perfección técnica alcanzada en la construcción de estos motivos desde épocas califales (fig. 10). Los mimbares, como elementos de mobiliario fácilmente fragmentables y transportables, tuvieron que tener un importante papel en la transmisión de influencias decorativas. Se sabe que el mimbar de la Gran Mezquita de Córdoba, que se realizó en el s. X, fue fragmentado a la caída del califato y que algunos de sus elementos fueron levados a Marruecos. Posteriormente se realizaron allí mimbares de clara raigambre andalusí, como el almorávide del s. XI de la Kutubiya de Marrakech, procedente de un taller cordobés (fig. 9), o como el omeya del s. X descubierto por Henri Terrasse en la Mezquita de los Andaluces de Fez, bajo una remodelación almohade de finales del s. XII. Otra posible proveniencia de los motivos de lazo que luego serán aplicados en las armaduras apeinazadas hispano-mahgrebíes, proviene de la Turquía selkjúcida, entre el s. XI y el s. XIII. Sorprende la extraordinaria similitud de sus ruedas de lazo estrelladas con las utilizadas en al-Andalus y en el Mahgreb. La excesiva dependencia de las ruedas de estrellas al ritmo constante y algo rígido de la estructura de pares y nudillos, les restaban libertad compositiva y complicaban la ejecución de las obras. Por ello, se recurre, a partir del s. XIV ya en el reino nazarí de Granada, a independizar la armadura de la decoración. La armadura apeinazada ya había perdido gran parte de su carácter estructural al sobreponerse a ella una sobrecubierta. Ahora, la decoración se desliga totalmente de la armadura, como ya ocurría desde tiempo atrás en los mimbares, disponiéndose en una tablazón que, a modo de falso techo, se cuelga de una armadura no vista y por ello de tosca ejecución. 1128 F. Wulff LA ARMADURA DE LA GRAN MEZQUITA CÓRDOBA DE Los elementos carpinteros de las sucesivas etapas de construcción de la Mezquita de Córdoba son los más antiguos conservados en la Península, y por ello son un punto de inicio en nuestras investigaciones. ¿Cómo era la disposición original de las armaduras de la Gran Mezquita? ¿De dónde surgen los conocimientos técnicos necesarios para acometer una obra de tal envergadura en pleno s. VIII, en el que los antecedentes constructivos más inmediatos en suelo íbero nos hablan de construcciones de tamaño mucho más reducido, y por ello con cubriciones que no necesitaban de grandes luces ni soluciones técnicamente complejas? Los autores musulmanes medievales como AlKhusani en 970, Ibn al-Qutiya en 977–978, Ibn Hayyan en 1076, el siciliano El-Idrisi en 1154 y el más tardío pero muy completo al-Maqqari en 1632, nos aportan datos esclarecedores sobre el estado original de las cubiertas cordobesas. Estas fueron modificadas a lo largo del tiempo en numerosas ocasiones, y desde el s. XVIII fueron cubiertas hacia el interior con bóvedas de yeso. Su techo fue descubierto y reconstruido parcialmente a principios del s. XX (fig. 5). Las estructuras de la Cúpula de la Roca o de la Gran Mezquita de Damasco, así como la de la mezquita de al-Aqsa, cuya etapa más antigua conservada data de los primeros califas abbasíes, contemporáneos a Abderramán I, son puntos de referencia ineludibles para la construcción de la mezquita de los omeyas de occidente. Figura 5 Techumbre de la Mezquita La estructura de madera empleada en la Gran Mezquita de Damasco, así como las circunstancias históricas en las que se desarrolla su construcción, nos hablan de la gran presencia bizantina en la obra. Si investigamos cuáles eran los procedimientos constructivos para cubrir grandes espacios en el mundo bizantino anterior y contemporáneo a la mezquita, nos encontramos con grandes similitudes en el diseño estructural y en los encuentros carpinteros bizantinos y en los de Damasco. R.W. Hamilton, Director del Servicio de Antigüedades de Palestina en 1949, demuestra en su obra The structural history of the Aqsa Mosque, que gran parte de la armadura que se conserva de la cubierta de al-Aqsa pertenece a la época abbasí de finales del siglo VIII, y prueba la intervención de carpinteros bizantinos o de origen y tradición bizantina en la cons- Figura 6 Inscripción griega en una viga de la mezquita de al-Aqsa, Jerusalem Origen y evolución de las armaduras Hispano-musulmanas trucción de la armadura, a través del estudio de inscripciones epigráficas en griego encontradas en la propia estructura de madera (fig. 6).3 Análogamente, la influencia bizantina y siria en Córdoba se comprueba en numerosos elementos de su fábrica, así como con la presencia de artesanos sirios y bizantinos en la obra. La forma de la cubierta original de Córdoba es producto de la lógica constructiva, en la que se captó 1129 las respuestas de las tradiciones autóctonas a las condiciones climáticas y culturales propias de su contexto geográfico. La organización estructural global de la Mezquita está basada en un sistema de recogida de aguas pluviales lineal, a modo de acueductos soportados por las dobles arquerías, solución tomada de las obras romanas preexistentes (fig. 7). Este sistema de recogida de pluviales lineal sólo tiene sentido en el caso de disponer cubiertas a dos aguas para cada nave, que evacuan el agua de manera uniforme hacia los canalones situados sobre las dobles arquerías.4 Por ello, la presencia de armaduras de madera con elementos estructurales inclinados parece la solución más lógica que debió de ser empleada desde la primera etapa constructiva del s. VIII. TAIFAS, ALMORÁVIDES Y ALMOHADES Figura 7 Arquerías de la Mezquita, por Félix Hernández La caída del califato a comienzos del s. XI, y la posterior etapa de anarquía y fragmentación de al-Andalus en pequeños reinos Taifas hasta la conquista de los almorávides de 1090, complican tanto la situación política, como la reconstrucción de la línea evolutiva de las armaduras, ya que los elementos conservados son escasos y fragmentarios. El Museo Arqueológico de Granada, así como el Museo del Patronato de la Alhambra en la misma ciudad, conservan algunos elementos constructivos relativos a este periodo, como los canes labrados de la «Posada del Pan», del s. XI. Otros restos, igual de fragmentarios y de la misma época, son los que se encontraron en los llamados «Cuartos de Granada» de la Alcazaba de Malaga, relacionados con los granadinos5 (fig. 8). El Museo Arqueológico de Cádiz conserva unos fragmentos de vigas y aliceres del s. XI de la antigua mezquita de Tarifa, hoy iglesia de Santa María, y que ya presentan motivos entrelazados en su decoración. Fueron descubiertos en unas reparaciones efectuadas en la cubierta de la iglesia en 1908.6 Dada esta escasez de información, es preciso mirar más allá de nuestra Península para dilucidar la evolución que se van produciendo. Los nuevos sultanes almorávides, de origen bereber, y de bajo nivel cultural, son rápidamente conquistados por la supremacía intelectual y artística de al-Andalus. Para las nuevas construcciones almorávides en el Mahgreb, se hacen venir alarifes, carpinteros, decoradores y albañiles andalusíes. Entre estas 1130 F. Wulff Figura 8 Modillones y aliceres labrados de los Cuartos de Granada de la Alcazaba malagueña Figura 9 Mimbar de la Kutubiya obras, destaca la Gran Mezquita de Tremecén, terminada en 1135, y la mezquita de la Kutubiya, cuyo primer edificio, construido por los almorávides, hoy ha desaparecido. El testimonio de esta primera construcción almorávide tras haber fundado la ciudad de Marrakech en 1069, ha quedado probado con las inscripciones de su mimbar, que fue ejecutado en un taller carpintero cordobés (fig. 9). Es el único elemento de esta mezquita que se ha conservado, y fue reutilizado por los almohades en su mezquita cuando conquistan la ciudad. El prestigio que los talleres de carpintería cordobeses se sigue manteniendo en este s. XI. La transmisión de conocimientos técnicos y decorativos de al-Andalus al Mahgreb, en una época de unificación política entre ambos lados del Estrecho, se realiza a través del desplazamiento físico de los artífices de las obras, y al transporte de elementos carpinteros para ser estudiados y reproducidos, como los fragmentos del mimbar de la Gran Mezquita de Córdoba, hoy desaparecido, algunos de los cuales fueron llevados al Mahgreb con esta intención. La valoración de las técnicas decorativas y constructivas carpinteras andalusíes, se produjo también en los reinos cristianos del norte peninsular. Cuando Alfonso VII de Castilla toma Almería en 1147, en- cuentra el mimbar de la Mezquita Mayor de Almería, obra de carpintería seguramente realizada en el siglo anterior, en el que ya podemos apreciar una decoración de sus paneles a base de lazo ataujerado (fig. 10). Esta obra debió de ser especialmente del agrado del rey, y es llevada a Burgos cuando se ve obligado a retirarse de Almería en 1157, ante el avance almohade. Más adelante, su nieto Alfonso VIII funda en Burgos el Monasterio de las Huelgas, y transforma los paneles del antiguo mimbar de Almería en las puertas de la sacristía del monasterio, conservándose así la rica decoración andalusí hasta nuestros días. Las construcciones contemporáneas y posteriores a la época de Alfonso VIII en Las Huelgas, como la Capilla de Santiago, del s. XIII, con su armadura apeinazada, son de clara influencia islámica. Esta última obra fue directamente realizada, en opinión de D. Leopoldo Torres Balbás, por carpinteros hispanomusulmanes de procedencia andalusí. El desaparecido Hospital del Rey también en Burgos,7 fundación también del mismo monarca, tenía un alfarje de cubos octogonales que recordaban a los realizados mu- Origen y evolución de las armaduras Hispano-musulmanas 1131 Como ya vimos, otros talleres carpinteros musulmanes están presentes en tierras cristianas, como se demuestra con la armadura de factura musulmana de la Iglesia de San Millán de Segovia, de principios del s. XII, obra de carpinteros musulmanes probablemente residentes en la ciudad, e influenciada por la carpintería cordobesa y por la armadura de Qayrawan, si atendemos a la solución empleada en su arranque. Los talleres cordobeses no son los únicos que ejercen su influencia en el Islam occidental en esta época. La corte normanda de la Sicilia del s. XII nos ha dejado realizaciones en madera tan importantes como la Capilla Palatina de Palermo, finalizada en 1143, de clara filiación islámica (fig. 11). Los carpinteros que trabajan en las obras de los reyes normandos sicilianos del s. XII parecen proceder del Egipto fatimí y de Ifriqiya. A estos se unen artesanos locales de origen musulmán, descencientes de los invasores anteriores a los normandos, los Aghlabíes, también procedentes de Ifriqiya. Estas procedencias no están hoy claramente delimitadas, habién- Figura 10 Puerta de Sacristía del Monasterio de las Huelgas cho después en la Alhambra granadina.8 La influencia artística facilitada por el contacto con las técnicas decorativas, estructurales y constructivas de al-Andalus sobre el mundo cristiano es patente. Es muy probable que el traslado del mimbar de la mezquita de Almería a Burgos ejerciese un papel primordial en este proceso. Por otro lado, este monasterio pudo ser uno de los primeros puntos de encuentro de los carpinteros musulmanes con las técnicas carpinteras de la Europa septentrional. Es precisamente en esta época cuando empiezan a aparecer en la carpintería musulmana el diseño de armaduras de par y nudillo, solución habitual en el mundo cristiano europeo. Figura 11 Techumbre de madera de la Capilla Palatina de Palermo 1132 F. Wulff dose incluso visto también cierta influencia andalusí en ellos. Sin embargo, el estudio de algunos de sus elementos constructivos nos induce a pensar, como en el caso del empleo de los mocárabes de madera y de las estrellas de ocho con chillas gallonadas, que estas influencias pudieran haber sido recíprocas (fig. 12). Figura 12 Detalle de la techumbre de la Capilla Palatina de Palermo tierras cristianas hasta bien entrado el s. XVII, a través de la carpintería de lo blanco mudéjar, con numerosos ejemplos de gran calidad en la Península, Canarias e incluso en las nuevas posesiones americanas, en las que la lejanía y por ello el relajo en el control gremial de las obras producen ejemplos innovadores e imaginativos. Las armaduras apaeinazadas y ataujeradas nazaríes constituyen una etapa intermedia en la línea evolutiva entre las realizaciones medievales musulmanas estudiadas y las obras mudéjares castellanas de los s. XVI y XVII, en las que las soluciones técnicas alcanzan el mayor grado de perfección. A través del estudio de sus antecedentes se ha pretendido esclarecer porqué en este momento aparecen en Granada ejemplos de gran virtuosismo constructivo, sólo posibles tras el aprendizaje y el ensayo en obras anteriores de menor calidad, hoy desaparecidas. Como hemos podido constatar, los avances de mayor importancia en las técnicas carpinteras se han ido produciendo en los momentos de contacto entre los mundos cristiano y musulmán. A través del encuentro de maneras diferentes de trabajar la madera surgen por síntesis soluciones nuevas y más perfectas. NOTAS Al final de nuestra línea evolutiva que se desarrolla durante toda la edad media andalusí, nos encontramos con el último reino musulmán de la Península, el nazarí de Granada. De esta época, a partir del s. XIII y sobre todo del s. XIV, sí conservamos importantes obras tanto en la Alhambra de Granada como en otros edificios de la misma ciudad, así como en otros puntos pertenecientes a este reino, como en la llamada «casa del gigante» de Ronda. La calidad constructiva y decorativa de las obras de esta época es espectacular, y se desarrolla de manera paralela a las armaduras que se construyen en tierras cristianas, con numerosos puntos de contacto, pero con personalidades diferenciadas. Las armaduras de par y nudillo, que se cuajarán con motivos decorativos apeinazados siguiendo lo iniciado en el periodo anterior almohade, tendrán un gran desarrollo bajo los nazaríes granadinos, en donde se mantendrá este diseño hasta el final de este reino, a finales del s. XV, pero cuya vida continuará en 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Golvin, L. 1968. Essai sur l’Architecture religieuse musulmane, 166. París: Ed. Klinsieck. Marçais, W. y G. 1903. Monuments arabes de Tlemcem. París: Ed. Albert Fontemoing. Hamilton, R. W. 1949. The structural history of alAqsa Mosque. Department of Antiquities in Palestine. London: Oxford University Press. Creswell, L. 1979. Early Muslim Architecture, vol. II, 149. N. Y.: Ed. Hacker Books. Torres Balbás, L. 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