La Santísima Trinidad, Ciclo B 2015 LA SANTISIMA TRINIDAD, CICLO B 2015 La Santísima Trinidad es un misterio que "confunde a no pocos cristianos", Una especie de rompecabezas, como si fuera un ejercicio de álgebra que no entendemos: uno igual a tres. Tres personas distintas y un solo Dios. Nos lo enseñan así y es verdad, pero nos dicen que lo aprendamos de memoria, que digamos amen, y con eso basta y tan tranquilos. Dios no es un amo, nunca lo fue. Y nosotros no somos sus siervos. A pesar de algunas expresiones que se conservan todavía en no pocas oraciones del Misal Romano. Dios no quiere siervos, quiere hijos: libres y maduros. Si observamos con atención la imagen de Dios que ofrecen las distintas religiones, al menos las más conocidas, veremos que en todas ellas Dios es presentado como el amo absoluto de todas las cosas: de la vida y de la muerte, de la felicidad y de la desgracia, de las cosas y de las personas. Y esta imagen de un dios-amo acaba siempre siendo utilizada para justificar la existencia de otros amos, éstos de tejas para abajo, a los que se les debe sumisión. ¡ Y cuando alguien muere-decimos-Dios lo ha llamado de este mundo. Dios no quita la vida a nadie, Dios acoge a los que mueren .Es que ya estoy cansado de escuchar tales desatinos. ¿Qué Padre decide que un hijo debe morir tal o tal día y lo llama a la muerte? 1- A partir de Jesús de Nazaret se produce una inmensa revolución: Dios ya no se llama "el Omnipotente que infunde miedo y castigo", se llama ¡Padre! A partir de Cristo ya no se puede justificar ninguna esclavitud. Ninguna actitud servil o borreguil está justificada, ni debe ser aceptada. Porque los hombres, para Dios- repito-ya no son siervos, sino hijos. La omnipotencia de Dios está en el amor no en el miedo, ni en la imposición. Y si Dios no me impone nada, sino que ofrece, ¿porque tengo que aceptar imposiciones de los dictadores de guante blanco que tanto abundan? A este respecto, es interesante recordar la respuesta que recibe el hijo mayor de la parábola del hijo prodigo, por parte de su padre. Este hijo mayor se quejaba porque su padre, para celebrar la vuelta de su hermano menor -que volvía después de haberse dado la buena vida y de haber despilfarrado toda su herencia-, el padre manda matar el ternero cebado, mientras que a él, que siempre había sido muy obediente y sumiso, jamás le había dado ni siquiera un cabrito para celebrar una fiesta con sus amigos. A esta queja el padre responde: "Hijo, ¡si tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo!" Aquel pobre muchacho era seguramente bueno..., pero ¡no sabía vivir como hijo! "...: en tantos años como te sirvo sin saltarme nunca un mandato tuyo..." Y porque no sabía vivir como hijo, no era capaz de comportarse como hermano. 2-Y además de Padre, Dios quiso también ser hermano, y en Cristo se hizo presente en el mundo de los hombres. Y lo hizo tan en serio, que desde ese mismo momento ya no se puede llegar al Padre si no es a través de Cristo, nuestro hermano. Y no se puede ser hijo de Dios, o a Dios no nos tendríamos que atrever a llamarlo Padre si no tenemos a los demás como hermanos, porque ésa es la realidad de Dios. Esa es la realidad del Amor. Por eso, para conocer a Dios, al Padre, tenemos que empezar por conocer a–Cristo- que, sin teorías, sino con su vida, con la entrega de su vida, con su muerte por amor..., ha sido y sigue La Santísima Trinidad, Ciclo B 2015 siendo la explicación de Dios, a quien nadie ha visto jamás. Y para vincularse al Padre hay que vincularse al Hijo y solidarizarse con él en la realización del proyecto de liberación que, por medio de él, el Padre ofreció y sigue ofreciendo a la humanidad: convertir este mundo en un mundo de hermanos. 3- Y Dios, para que no nos quedásemos huérfanos, cuando su Hijo regresa a la gloria que siempre tuvo, nos deja su Espíritu. Ese Espíritu es la vida que el Padre a través de su Hijo nos comunica, es el amor con que nos ama y la fuerza con que nos capacita para amar y sacar a mucha gente de la esclavitud y el miedo en que viven y hacerlos libres. "No recibisteis un espíritu que os haga esclavos y os vuelva al miedo, recibisteis un espíritu que os hace hijos y que nos permite gritar ¡Abbá! ¡Padre!" (Rm 8, 15). Dejemos pues ya de imaginar el Espíritu como una paloma, para escurrir el bulto, es decir la responsabilidad de cada uno. No se puede seguir diciendo que el principio de la sabiduría es tener miedo al Señor; el Espíritu de Jesús, que es el espíritu de amor, nos ayuda-si le dejamos- para que no volvamos a recaer en el miedo... porque "el amor verdadero acaba echando fuera el miedo". "En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu". ¿Se oyó alguna vez algo semejante? Un Dios que, sin necesitar nada de nadie, toma sin embargo la iniciativa -a impulsos del amor- de crear, de escuchar, de perdonar, de salvar. Un Dios tan cercano, que sabe inventar un idioma a la medida de cada corazón, que es capaz de preparar un camino de vuelta para cada arrepentimiento. Un Dios tan olvidado de su poder que, hasta cuando nos da unos mandamientos, lo hace “para que seas feliz tú, y tus hijos después de ti”.Un Dios que, disponiendo de todas las armas para vencer, prefiere bajar desarmado y solo a nuestra incómoda arena; y aquí, como de igual a igual, trata de convencernos, de ganarse nuestros corazones uno a uno. Es un lenguaje fácil de comprender. Es agradable dejarse convencer por un amor tan grande. Es maravilloso vivir en el nombre de un Señor así. "En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu". Venimos desde muy atrás con una triste herencia Nos han transmitido y gran parte del clero sigue trasmitiendo un cristianismo de esclavitud; es como nacer con las manos ya atadas. Es que un día, Cristo, nos encendió la esperanza: ¡hay camino, no sois esclavos sino hijos de Dios y por tanto hermanos! .Pues haber si de una vez se enseña como es el verdadero Dios de los cristianos. Es posible pues remontar esa concepción de predestinación y de esclavitud enseñada y heredada. Es posible dejar atrás la tristeza, y el trabajo como castigo, y el salario del miedo, y la sombra de la muerte amargándonos la vida. Es posible asomarnos a un paisaje diferente donde no hay mendigos a la puerta, ni gente escondiendo su llanto por los rincones, ni capataces con el látigo en la mano; sino una gran mesa bien abastecida, con hijos felices sentados alrededor de un 'Abba= Padre', de rostro sonriente. Es posible un mundo sin guerras, sin cuentas pendientes de odio, sin hambre, sin este abismo creciente entre unos cuantos que lo tienen casi todo y otros muchos que no tienen casi nada. Es posible un mundo de hermanos. Es posible llamar amiga a la muerte, porque viene a traernos la noticia, tan esperada, de que somos al fin libres, de que ya no hay nada que impida el abrazo que nos hará totalmente felices... Es posible, sí, para todos aquellos que se dejen llevar por el espíritu'. Para los que vivan “en nombre del Señor”. Eso es la Trinidad. No es un dogma distante y frío. Es la presencia ardiente, luchadora y a la vez y consoladora, del amor de Dios -Padre, Hijo y Espíritu-, haciéndonos posible la Vida. La Santísima Trinidad, Ciclo B 2015 Hay muchos que no saben porque no se los han enseñado, que ese Dios tirano y dominador contra el que inconscientemente se rebelan, es un fantasma que no ha existido, ni existe en la realidad. La clave para recuperar de nuevo la fe en el verdadero Dios sería, para muchos, descubrir que Dios es Padre y hermano en Cristo y vida plena en el Espíritu. Naturalmente-lo repito- siempre que los responsables de las comunidades cristianos lo enseñen .Porque parece que muchos estén en otra cosa: cuatro palabras pietistas y cuatro advertencias para no ir al infierno, pero de hacer cristianos maduros y libres, nada de nada. Dios no es un ídolo satisfecho de sí mismo y de su poder. Dios no es un tirano narcisista que se goza y se complace en la omnipotencia del miedo. Dios no grita, no se impone, no coacciona. Dios no se exhibe. Dios no se ofrece en espectáculo. Son muchos los que se quejan de que Dios es demasiado invisible y no interviene espectacularmente en nuestras vidas, ni siquiera para reaccionar ante tantas injusticias. No han descubierto todavía que Dios es invisible porque es discreto y respeta hasta el final la libertad de los hombres, incluso para el mal. La fiesta de la Trinidad nos vuelve a recordar algo que olvidamos una y otra vez o que no sabemos, porque no nos lo han enseñado: y es que Dios sólo es Amor y su gloria y su poder consiste sólo en amar. Para muchos, la gloria les sugiere renombre, éxito, poder, triunfo, e imponer lo que haga falta a los demás. La gloria de Dios es otra cosa. Dios sólo es amor y, precisamente por eso, no puede sino amar. Dios no puede manipular, humillar, abusar, destruir. Dios sólo puede acercarse a nosotros para que nosotros podamos ser nosotros mismos. «La gloria de Dios consiste en que el hombre esté lleno de vida» como dice S. Ireneo. Muchos hombres y mujeres cambiarían su actitud ante Dios si descubrieran que su idea de Dios es una «degradación lamentable» y si aprendieran a creer en un Dios humilde y respetuoso, amigo de la vida y la felicidad de los hombres, un Dios que no sabe ni puede hacer otra cosa que querernos. En un verso de singular profundidad, en el que dialogan el alma y Dios, escribe Santa Teresa de Jesús: Y si acaso no supieres dónde me hallarás a Mí, no andes de aquí para allí, sino si hallarme quisieres A Mí has de buscarme en ti. ¡ Ay Señor, cuantos misterios , y que sencillo es encontrar al Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo quien lo quiera hallar!. Solo hace falta entrar en uno mismo, porque lo tenemos en nuestro interior. ¡Y hay que ver que complicado nos lo pintan!