CL, Comunión y Liberación, Fundación Diario La Nación Seminario de educación 16 de marzo de 2004, Museo Mitre, Buenos Aires. Una "lectura" de Educar es un riesgo, de Luigi Giussani, y ciertos aspectos relevantes del libro, a juicio de este lector. Por Horacio C. Reggini Introducción Antes de comenzar con mis comentarios del libro de Giussani comenzar me voy a referir a una breve anécdota. Después de la segunda guerra mundial se encontraron en el Museo de Amsterdam dos pinturas idénticas del pintor holandés Veermer. Se citaron a los especialistas historiadores y restauradores más capaces del mundo para dictaminar cuál de ellas era la original. Se realizado numerosos peritajes, radiografías y aplicado todas las técnicas conocidas pero la duda y la polémica no dejaban de subsistir. Hasta que una persona del grupo de expertos pidió estar a solas con las cuadros. Al salir luego de algunas horas señaló: -“Este es el verdadero paisaje de Delft de Veermer”. Todos preguntaron en que se basaba esa afirmación tan categórica, y éste contesto indicando con el dedo una de las pinturas: -“Esta pintura me habló”. Ese argumento fue el que hizo posible dilucidar el enigma. Quiero contarles ahora que el libro de Giussani también a mi “me habló”, como probablemente haya sucedido con muchos que lo han leído con detenimiento y fe. Mi lectura El "realismo pedagógico" de monseñor Giussani propicia una fundamental adhesión a los procesos de la naturaleza, adhesión que descansa en la noción de Dios como "misterio" y del hombre como portador del misterio. En otras palabras, la posibilidad de educar se basa en la convicción de que existe una instancia trascendente (Dios) que crea toda realidad, y de que el ser humano se realiza en la medida en que asume su condición de portador de esa trascendencia. Hay, entonces, el misterio (Dios) que nos aloja (nos brinda hospitalidad) y hay la posibilidad en nosotros de darnos cuenta de ello (de comprender que somos huéspedes del misterio), 1 "construyendo" en ese darnos cuenta nuestra humanidad. Esta sería la síntesis apretadísima del texto. ¿Cómo educar al niño y el adolescente desde esta perspectiva? Responder a esto es responder a una pregunta central: ¿qué es el hombre? Para Giussani es una totalidad de posibilidades en conexión con la totalidad de la realidad. La realización de estas posibilidades por obra de la educación constituye una dinámica, un movimiento continuo, todo lo contrario de un estado quieto. Siempre debe tenerse presente, según el autor, el paralelismo o la correlación -mejor- entre los procesos naturales y los intelectuales. El niño al nacer no llega desprovisto: trae consigo un bagaje que es la "tradición". Este bagaje constituye desde el vamos el "modelo a seguir", la "meta". Los padres, en un primer momento, serán los reguladores de ese bagaje; después es el turno del colegio y la Iglesia. El modelo que uno trae (por el mero hecho de ser humano), tiene rostro "provocador". A medida que el niño va creciendo, el modelo o ideal lo desafía. De modo que la realización de ese ideal que desafía o provoca no implica sumisión o pasividad, sino actividad, actitud "constructiva". Aquí cobra fuerza imponente la relación maestro-alumno. Efectivamente, el maestro es un factor indispensable en el proceso de "introducción a la realidad total" o de despliegue de las posibilidades de cada uno. El maestro es auctoritas (autoridad) en la acepción primera del término: "hacer crecer", o sea, permitir evolucionar. El maestro suscita novedad, estupor y respeto. La relación profesor-alumno es insustituible por mecanismos no humanos. Gracias a ese privilegiado vínculo, el "ideal" deviene "fascinación". A partir del contacto con el maestro se tornarán progresivamente claras las nociones de "comunidad" y "ser con el otro". Se es con el otro a partir del propio compromiso (la tradición). Juega aquí la convicción personal que, si coincide con una actitud de apertura y diálogo, desbloquea la posibilidad de que el ser humano sea flexible y, por consiguiente, tenga sentido de la historia que es movimiento, cambio, no algo cristalizado de una vez para siempre. El autor critica al racionalismo, que no pone una instancia trascendente y de misterio sino que todo lo deposita en el arbitrio del individuo singular y contingente. También critica las consecuencias del primado de la razón: la mentalidad analítica y el escepticismo, a los que atribuye el estado actual de dispersión y vacío que padece el mundo. 2 A partir de estos lineamientos, afirma Giussani la necesidad de entregarse con convicción a construir la sociedad del porvenir. Ello no implica negar la sociedad anterior o el pasado, sino que exige coherencia con lo definido como "método decisivo" de la educación: "ayudar a que se experimente lo que se ha recibido, poniéndolo a prueba y confrontándolo con todas las cosas" (de importancia fundamental para no crecer unilateral y esquemáticamente). Este método decisivo permite la evolución y se diferencia de una crítica restringida al puro rechazo. Por "crítica" se entenderá, entonces, la exigencia de -sobre la base del bagaje que es toda realidadconfrontar, mejorar y cambiar sin negar abstractamente el pasado o lo anterior. Hay evolución porque hay compromiso, diálogo, apertura y, en primer lugar, tradición. Para Giussani la tradición es, diríamos, la clave de bóveda del edificio que se pretende construir. La tradición aporta la conciencia del misterio primero -el de la trascendencia en la inmanencia, el del llamado interior a que nos reconozcamos hechos por El, el de rostro esquivo- conciencia iluminada que permite la evolución con sentido de la historia. Aspectos relevantes. Motivaciones. a) Pensar la educación como proceso, movimiento constante, que desde una perspectiva madura tiene principio, pero no fin. b) La privilegiada relación maestro - alumno, paradigma del ser con el otro, nunca demasiado ponderada y en ningún caso sustituible por mecanismos que puede proveer el desatinado uso de la capacidad tecnológica. c) En relación con lo anterior, la importancia de la comunidad, de educar para interactuar en sociedad y, por consiguiente, de una visión no fragmentaria del ser humano. El error de la especialización excluyente. La alienación de una erudición abstracta. La necesidad de aprehender la realidad en su tremenda complejidad, en vez de parcelarla analíticamente. d) Aprender confrontando. A partir de lo habido (el pasado, la historia anterior, los afectos primeros, la sensibilidad unida a la capacidad intelectual) "construir" lo que vendrá. Criticar abstractamente arguyendo que las cosas están mal, no es ser inteligente (error de la 3 época). La crítica debe implicar una posición de apertura e intercambio a partir de convicciones profundas y sedimentadas. Rechazo a idea generalizada de que es posible construir una sociedad nueva sobre la eliminación del pasado. De que, por ejemplo, el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías puede brindar una vida absolutamente distinta, sin parar mientes en la dimensión moral y las exigencias trascendentes del ser humano que reflexiona sobre sí mismo. La crítica tiene que ser "constructiva". e) A propósito, alusión final de Giussani a palabras de Jesús: "No se pone vino nuevo en odres viejos". Es decir, si gracias a la crítica constructiva el ser humano da muestras de flexibilidad y acepta el mensaje nuevo, si hay "evolución" a partir de la riqueza de lo anterior, entonces hay "construcción". Se puede trasladar todo esto al campo de las nuevas tecnologías y su aplicación fructífera cuando la novedad no signifique abolir lisa y llanamente lo viejo sino reformularlo a la luz de los nuevos descubrimientos. Entonces, el vino nuevo no se arruina porque el odre ha sido "resignificado". En este sentido va también el llamado de Jesús: "Esta es la Palabra de la Verdad y la Vida. Dejad que los muertos entierren a los muertos y seguidme". Porque la negación abstracta de lo anterior es rigidez y muerte mientras que la reformulación de lo anterior con espíritu abierto y dialogante es flexibilidad y Vida. Ing. Horacio C. Reggini. Miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Academia Nacional de Educación y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. Miembro correspondiente de la Academia de Ingeniería de la Provincia de Buenos Aires. Decano de la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas e Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica Argentina. 4