8 Domingo 29.01.12 LA RIOJA V La herida abierta En la fotografía, restos de armenios quemados vivos en Aly-Zrna. A la derecha, los cadáveres de una madre y sus dos hijos, muertos de hambre en Ras-El-Ain. Un millón de muertos que no descansan en paz. El genocidio armenio de 1915 enfrenta ahora a Francia y Turquía GEORGIA Gyumri Vanadzor AZERBAIYÁN ARMENIA Echmiadzin Ijevan Yerevan Lago Sevan Vardenis TURQUÍA AZERB. Kapan IRÁN 0 40 km. :: PÍO GARCÍA l padre de Shanour Varenagh Aznavourian, el señor Misha, había sido cocinero del último zar de Rusia, tenía una hermosa voz de barítono y procedía de la comunidad armenia de Georgia. Se había casado con Knar, una actriz procedente de la antigua ciudad de Esmirna. Se asentaron en Turquía, pero no pudieron vivir tranquilos: hostigados y amenazados, los dos tuvieron que emprender una larga y agónica caminata por el desierto. Solo lograron burlar la muerte gracias a un salvoconducto ruso de Misha, que infundía cierto respeto a los nacionalistas turcos que les acosaban. Temblando de miedo y de incertidumbre, decidieron huir. Llega- E ron a Salónica (Grecia), luego a Marsella y, finalmente, a París. Misha abrió un pequeño restaurante de comida caucásica en la rue Huchette. Su hijo Shanour dejó la escuela a los 9 años y tuvo que ponerse a vender periódicos, calcetines y salchichones por las calles. A veces, cantaba coplas en los cafés parisinos. Shanour Varenagh Aznavourian se llama hoy Charles Aznavour, tiene 87 años, ha vendido cien millones de discos, ha actuado en más de 50 películas y posee todas las grandes distinciones francesas. Charles Aznavour, que vive en Ginebra (Suiza), se ha llevado esta semana una alegría inesperada y profunda; una alegría por la que ha porfiado muchos años y con la que ya no contaba. El Senado francés aprobó el pasado lunes una ley que penaliza «el negacionismo» del genoci- Soldados tu civiles arme rcos conducen a una de Mezireh nios deportados haciafila de . Arriba, hu una prisión durante la m érf archa al desi anos armenios erto. dio armenio. La medida ha provocado un incendio diplomático entre Turquía y Francia. Hay manifestaciones en Estambul, los periódicos turcos insultan a Sarkozy y el primer ministro otomano, Tayyip Erdogan, promete que no volverá a pisar suelo francés. Y todo por algo que sucedió hace cien años. ¿Cómo puede sangrar tanto una herida abierta en 1915? ¿Qué pasó realmente entre Turquía y Armenia? El periodista José Antonio Gurriarán se lo preguntó en 1980, cuando fue gravemente herido por una bomba colocada en la Gran Vía de Madrid. El atentado fue reivindicado por una organización terrorista armenia y aquella insólita conexión despertó la curiosidad de Gurriarán, que comenzó a investigar sobre el país caucásico, del que apenas sabía nada. Habló con muchos armenios, visitó el lugar, repasó los documentos históricos, vio las fotografías e incluso llegó a entrevistarse con los guerrilleros que casi lo matan. Hoy ha publicado dos libros sobre el asunto (‘La Bomba’ y ‘Armenios. El genocidio olvidado’) y defiende la necesidad de una reparación histórica: «Alemania tuvo la dignidad de reconocer el holocausto nazi. Willy Brandt oró ante el monumento a las víctimas de Hitler y el contencioso germano-judío quedó resuelto. Turquía, por el contrario, lleva 96 años negando el genocidio de millón y medio de armenios». Muerte y silencio Los armenios vivían en Anatolia, la zona central del Imperio Otomano, pero mantenían muchas peculiaridades propias y antiquísimas, que cultivaban con orgullo: eran cristianos y poseían un idioma e incluso un alfabeto propio. Durante muchos siglos, convivieron más o menos en paz con los turcos, pero en los últimos