Abuelos al rescate AUTOR: DIRIGIDO A: DURACIÓN: Rocío Villegas Albarrán Niños a partir de los 6 años, jóvenes y adultos mayores 5 sesiones de 90 minutos Introducción El papel que antaño tenían las abuelas y los abuelos en una sociedad como la nuestra, provocó que los lazos filiales fueran fuertes y los chicos se desarrollaran en un ambiente en el cual la familia era muy importante. Por el simple hecho de alcanzar mayor edad y experiencia que otros, ya eran fuente de respeto. Sus habilidades, experiencia y tradiciones pasaban de una generación a otra, trazando así un sentido de identidad familiar. A partir de los años sesenta del siglo pasado, la situación social cambió y los valores de los abuelos ya no se consideraron modernos, su autoridad perdió importancia y otros modelos impulsados por los más jóvenes tomaron su lugar. En la actualidad hay una gran cantidad de personas, quienes sin importar su papel de hijos, nietos o bisnietos, no tienen el respeto de antaño por lo que representa el bagaje de vida de los adultos mayores y los llevan como una carga que se refleja en maltrato, abuso u olvido. No obstante, en los últimos años, los abuelos y abuelas, reciben apoyos de ciertas instituciones, que los han favorecido en varios aspectos, por lo que los vemos más fuertes, saludables y activos; por ende han asumido nuevos roles, incluso aún trabajan y hasta son proveedores. Retomando el planteamiento de Erikson, si hacemos una revaloración de los abuelos, de sus necesidades y capacidades, de cómo hay que entender esa etapa de la vida, entonces la relación entre nietos y abuelos puede mejorar. Así que, estamos ante una nueva oportunidad para que la biblioteca pública realice sus funciones: formativa, educativa y recreativa, que sirva como punto de encuentro para reflexionar sobre este tema, a través de la palabra hablada y escrita, y de las relaciones interpersonales. Para tal efecto el taller Abuelos al rescate es una invitación para que los abuelos y abuelas transmitan su historia y sus tradiciones como herencia familiar, empoderen su papel como entidad conciliadora, de unión en las familias, a fin de que sus nietos entiendan que son parte de un contexto más grande. Por ello darle mayor importancia a su imagen en el entorno familiar y social inmediato a la biblioteca, es poner nuestro granito de arena en la regeneración y fortalecimiento de los lazos filiales. Durante el taller se realizarán algunas actividades propuestas por Gilda Waisburd en su libro Creatividad y transformación. Es importante que en cada sesión trabajen juntos nietos y abuelos de cualquier edad, lo importante es el dúo filial. Los derechos referidos están declarados en la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores. 1 Objetivo Mostrar a los participantes, a través de dinámicas y de la lectura de textos recreativos y formativos de la biblioteca pública, el potencial que tienen los abuelos y las abuelas para fortalecer esta figura en la sociedad y favorecer las relaciones con hijos y nietos. Requerimientos • • • • • • • • • • • Elementos como: metal, madera, algún mineral, agua, tierra, vidrio, vela, cerillos, tela de fibra natural. Revistas. Tijeras. Pegamento. Cartulinas, cartoncillos, carteles de reúso u hojas para rotafolio. Hacer dos tarjetas con las siguientes preguntas para los abuelos: ¿Qué música, colores, sabores, lugares, actividades, personajes, ropa y accesorios les gustan? ¿Qué sueños tienen, qué desean y qué les falta por hacer? Dos recipientes en forma de baúl o dos baúles. Uno chico para depositar como 30 abatelenguas y otro de tamaño regular (de cartón, madera, mimbre) para los objetos-recuerdos según el número de abuelos asistentes. Plumas o plumines. Para la sesión 4 cada nieto deberá llevar un dispositivo digital ya sea cámara, teléfono, tableta, etcétera. Copias del cuento “La abuela Filomena” (anexo 5), una por abuelo. Computadora, cañón, pantalla o espacio que tenga esa función. Este equipo se utilizará sólo en la sesión 5. 2 S esión 1. Tejiendo sueños y deseos Ahora voy a decirte unas verdades humanas es el tiempo quien me enseña mi nieto y escribe sobre mis canas. Juan Salvador Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho a: • A una vida con calidad. Es obligación de las instituciones públicas, de la comunidad, de la familia, la sociedad [incluida la biblioteca], garantizarles el acceso a los programas que tengan por objeto posibilitar el ejercicio de este derecho. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. a.) • Que se promueva, fomente y difunda en las actuales y nuevas generaciones, una cultura de protección, comprensión, cariño y respeto a las personas adultas mayores en un clima de interrelación generacional. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 28 Fracción XXVII.) Conforme lleguen los participantes, entrega a cada abuelo pluma y abatelenguas, en el que escribirán el nombre de un juego que practicaron antaño o conozcan bien y lo colocarán en el contenedor pequeño que será el “baúl de juegos tradicionales”. Para iniciar la sesión el bibliotecario recibirá a las parejas invitadas, es decir, a cada nieto con su abuelo, o en el mejor de los casos a cada grupo familiar: nieto(a), papá o mamá y abuelo(a). Actividad de inicio. Dinámica de presentación Sentados en círculo da la bienvenida al grupo, presenta el taller y establece normas de respeto y convivencia. Coloca en el centro los elementos: agua, tierra, madera, etcétera. Para romper el hielo y facilitar la comunicación, invita a cada abuelo a que se presente diciendo su nombre, con cuál elemento de los que están en el centro se identifica y por qué. Inicia tú el ejercicio. El siguiente trabajo será en las mesas. Facilita revistas, tijeras, pegamento en cada una, así como cartulina, cartoncillo, hoja de rotafolio o cartel de reúso por cada pareja o grupo. También deja una tarjeta con las siguientes preguntas: ¿Qué música, colores, sabores, lugares, actividades, personajes, ropa y accesorios les gustan? ¿Qué sueños tienen, qué desean y qué les falta por hacer? Pídeles que hagan un collage con las imágenes que respondan a las preguntas. Los nietos trabajarán con los abuelos pero no pueden decidir por ellos, sólo serán su apoyo. Pon música ambiental. Cuando concluyan, cada nieto continuará la presentación de su abuelo hablando de lo que cuenta el collage. Al finalizar coloca los trabajos en exposición. 3 Actividad recreativa tradicional Pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta. El juego cuyo nombre salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda. Actividad de lectura Ahora realiza la lectura del cuento La abuela tejedora de Uri Orlev (ver bibliografía y anexo 1). Al finalizar pregunta: Si tuviéramos el don de tejer y destejer nuestra vida así como la abuela del cuento ¿qué es lo que empezarían a tejer desde hoy? Espera la respuesta de cada niño, joven, adulto y abue. Actividad de cierre Para finalizar la sesión, van a tejer juntos abuelos con nietos. Para ello cada nieto-abue, se necesitan 12 tiras de 6 centímetros de ancho y 50 de largo (aproximadamente) de papel crepé en varios colores, con las que harán el mismo número de “colitas de ratón”. Una vez terminadas, elaborarán 4 trenzas. Aquí las abues enseñarán a los nietos cómo hacerlas, serán dos para un muñeco nieto y las otras para un muñeco abue. El proceso se muestra en el anexo 2. Pide a los participantes que lleven para la siguiente sesión una foto de su abue en tamaño media carta, para conformar el “Catálogo de abuelos de la biblioteca”. S esión 2. ¿Qué le ofreces a la vida mi nieto? Tú le pides a la vida pero dime qué le ofreces y esto no lo olvides nunca mi nieto pídele lo que mereces. Juan Salvador 4 Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho a: • Al disfrute pleno, sin discriminación ni distinción alguna, de los derechos que ésta y otras leyes consagran. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. b.) • Recibir asistencia jurídica gratuita, trato digno, apoyo de las Instituciones federales, estatales y municipales en el ejercicio de sus derechos. Y en los procedimientos que se impliquen, se deberá tener atención preferente en la protección de su patrimonio personal y familiar y cuando sea el caso, testar sin presiones ni violencia. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° II. d.) Para el ser humano poseer bienes materiales es un “quesito codiciado” y si se puede obtener con el mínimo esfuerzo, mejor. Este sentir ha llevado a algunos seres a despojar a los abuelos de sus bienes. Es importante que ellos estén informados que existe la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores como un instrumento para revalorar a este sector de la población, ya que son la memoria y el cimiento de lo que hoy es nuestra gran nación, según lo establece la misma Ley. También es importante proteger los bienes inmateriales que resguardan los abuelos y las abuelas, como son habilidades, saberes y tradiciones, entre muchos más. En esto la familia debe participar, a fin de preservar y difundir todo ese cúmulo de conocimiento adquirido a lo largo de toda su vida, para que nuestros seres queridos tengan una vida de calidad a la edad que sea. Así que haremos una reflexión desde la posición de los nietos... si ellos tienen tanto que dar, ¿qué tenemos nosotros para ofrecer? Actividad de inicio Ya sea que transmitan valores importantes o den lecciones de cómo peinarse, los abuelos tienen mucho que enseñar a sus nietos. Y ellos están listos para aprender de estos maestros especiales a los que tanto quieren. La mayoría de los adultos mayores buscan enseñar a sus nietos valores morales sólidos. Pero es importante que consideren que ellos también pueden enseñarles cosas importantes y útiles, lo que sin duda, ayuda a entenderlos mejor. Entonces, es una buena oportunidad para que los abues demuestren que nadie nunca es tan viejo como para no disfrutar del placer de aprender algo nuevo. Así que, iniciaremos con una pregunta a los abues: ¿Qué aprendieron de sus abuelos? Lo que compartan, forma parte de los bienes valiosos que poseen y si ponemos atención encontraremos cosas interesantes por aprender. Es importante generar un ambiente de respeto y confianza para que ellos se sientan cómodos. Motívalos a recordar sus habilidades y destrezas: artísticas, sociales, de conocimiento, artesanales, culinarias, etcétera. Luego entrega una hoja a los nietos y pide que marquen dos columnas. En la primera, escribirán una lista de lo que han aprendido de sus abuelos y en la otra, lo que pueden enseñarles; cuando hayan terminado, que den las gracias a sus respectivos abues y lean lo que escribieron. Agradece este valioso intercambio de conocimientos e indícales que conserven la hoja. Actividad de lectura Comenta cómo esta situación de enseñanzas y aprendizajes ocurre en muchas culturas en las cuales los abuelos representan autoridad, sabiduría y protección, tal como se refleja en el texto que se sugiere a continuación o en otros con estas características, como “Dedos de Luna” (anexo 3). 5 “Adiós al África” en El secreto de la Nana Jacinta, de Estela Roselló Soberón (fragmento) …Mi casa estaba hecha de palmas tejidas y en ella vivíamos Bigú, mi hermano; Utu, mi hermana, y la vieja abuela Ñandá, quien, desde que nuestros padres murieron, se ocupó siempre de nosotros. Alrededor de nuestra choza estaban las demás casitas de la aldea. Mi vida en aquel lugar era muy distinta a mi vida aquí en la ciudad. En realidad, quizá era más simple, pero no por ello estaba exenta de esfuerzos y peligros. Todas las mañanas, Utu y yo salíamos de la casa a recolectar frutas y cortar hierbas para llevar a la aldea. Además, mi hermana y yo debíamos acompañar a las demás mujeres a llenar los cántaros con agua del río. Cuando el sol brillaba a la mitad del cielo, nos reuníamos con ellas en la orilla del arroyo y, entre risas y juegos, volvíamos repitiendo los cantos que las ancianas entonaban a lo largo del camino. Mi abuela siempre supo más canciones que todas las otras ancianas. Su voz era dulce y clara, y cuando la hacía sonar parecía cubrirnos con un calor especial que no era otra cosa que el amor que nos brindaba al cantar. Cuando uno se encontraba junto a ella, nada podía estar mal. Siempre contenta y alegre, la vida a su lado pasaba tranquila y segura. Fue Ñandá quien nos enseñó a escuchar los sonidos de la jungla y a descifrar su significado: el silbido del pájaro como señal de alerta de la proximidad de una bestia feroz, los aullidos de los mandriles anunciando la tormenta que se acerca. Fue también la abuela quien nos hizo descubrir la importancia de las pequeñas cosas, de no menospreciar aquellos detalles casi imperceptibles que en la vida pueden hacer la diferencia: reparar en las ramas rotas de un árbol podía convertirse en el rastro de algún animal que cazar, un mechón de pelo dorado entre los arbustos, la pista para alejarse de los terrenos del poderoso león. En la aldea, Ñandá tenía un lugar especial. Hombres y mujeres solían visitarla pues conocían su habilidad para curar. Desde niña la abuela había aprendido a mezclar las hierbas para preparar pociones que aliviaban lo mismo la fiebre que el mal del sueño, el vómito negro que la tristeza y el miedo. Ñandá era curandera y por eso sabía los secretos escondidos en la tierra, en las plantas y las flores, pero además, Ñandá conocía el poder de la voz y de las palabras, y muchas veces la gente se aliviaba sólo con escucharla hablar. Nuestra vida era tranquila. Había que conseguir la comida, trabajar duro en la aldea y cuidarse de los animales salvajes, pero en realidad no nos hacía falta nada. Sin embargo, un día, aquel estado de paz terminó. Poco a poco, el miedo comenzó a apoderarse de nuestros vecinos y la abuela también se veía triste y preocupada. Su mirada no era la misma, parecía estar pensando siempre en otra cosa. Aun así, por las noches, Ñandá nunca dejó de cantarnos arrullos para dormir. Al salir las estrellas nos abrazaba para mecernos al ritmo de sus melodiosas palabras. Así, Utu, Bigú y yo nos quedábamos tranquilos, listos para soñar una noche más… Al terminar la lectura comenten sus observaciones sobre si las cosas que recordaba Jacinta de su abuela, son parecidas a lo que recuerdan o viven los nietos presentes. Actividad recreativa Después de la charla, anuncia que realizarán un juego tradicional. Pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta y el juego cuyo nombre aparezca, se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda. Al terminar 6 vuelvan a sus asientos, motiva a los abues para que si a alguno le gusta cantar les enseñe una canción; si otro sabe la receta de un platillo de comida, que la platique e intercambie; si uno cuenta chistes, trabalenguas, etcétera, que los diga y apréndanlos. Que la voz de los abuelos tenga la prioridad en todo momento. Actividad de cierre: El catálogo de abuelos de la biblioteca Vamos a hacer ahora el “Catálogo de abuelos de la biblioteca”. En el reverso de la hoja marcada con dos columnas, cada nieto escribirá otras características de su abue, por ejemplo: “Mi abue es callada, dormilona y le gusta hacer travesuras”, o “Mi abue fue cantante y le gusta tomar el sol”, etcétera. Con base en lo escrito, pide que piensen cuál es el tipo de abue que tienen y lo anoten. Pueden ponerle un nombre inventado o que elijan alguno de la fantástica recopilación de varios tipos de abuelas de los libros Abuelas de la A a la Z y Abuelos de la A a la Z de Raquel Díaz Reguera, que se presenta a continuación: Tipos de abuelas: Abuela Arreglacosas Abuela Bruja Abuela Cocinilla Abuela Coleccionista Abuela Consigueloto Abuela Costurera Abuela de Negro Abuela Desmemoriada Abuela Guardasecretos Abuela Jardinera Abuela Lunática Abuela Melancólica Abuela Moderna Abuela Musical Abuela Por carta Abuela Preocupona Abuela Que da de comer Abuela Que nunca a las palomas abandona un sueño Abuela Regalona Abuela Reina Abuela Repostera Abuela Rosa Abuela Sabelotodo Abuela Supersticiosa Abuela Tacaña Abuela Tejedora de cuentos Abuela Tiquismiquis (se queja de todo) Abuela viajera Abuelo Asustamonstruos Abuelo Alegría de vivir Abuelo Batallitas Abuelo Bohemio Abuelo Canguro Abuelo Casa del parchÍs Abuelo Cascarrabias Abuelo Cinéfilo Abuelo Coleccionista por entregas Abuelo Como en casa en ningún sitio Abuelo Con un poco de azúcar Abuelo Culinario Abuelo Cuentos de hadas Abuelo Doméstico Abuelo De parque Abuelo Entrelibros Abuelo Friolero Abuelo Gym Abuelo Juegos de mesa Abuelo Maestro de las cosas sencillas Abuelo Manitas Abuelo Nada por aquí nada por allá Abuelo no se lo digas a tu abuela Abuelo Nostálgico Abuelo ¿Nos vamos yendo? Abuelo Peter Pan Abuelo Romántico Abuelo Solidario Tipos de abuelos: 7 Después, entrega otra hoja a los nietos, que la doblen por la mitad usando su eje ancho. En una mitad dibujarán o pegarán la foto de su abue, y en la otra escriben el modelo que eligieron, así como una breve descripción. Ejemplo: Abuela Modista-musical Características: Desde pequeña le enseñaron a cantar con mariachis. Le gusta que toquen la guitarra. Hace hermosos vestidos de novia y trajes para sus hijos y nietos. Abuelo Entrelibros-Batallitas Características: Le gusta leer libros, revistas y periódicos. Colecciona revistas de otros países. Siempre ha manejado coches muy bien. Es comerciante. Le gustan los espárragos. Conserva estas hojas para integrarlas todas en el “Catálogo de abuelos de la biblioteca”. Agradece a los abues su participación e invítalos a que lleven para la siguiente sesión, un objeto que para ellos sea significativo. 8 S esión 3. ¿Dónde están las cosas maravillosas? Toma el llavero abuelita y enséñame tu ropero, con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú. Francisco Gabilondo Soler Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho: • A una vida libre sin violencia (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. c.) • Al respeto a su integridad física, psicoemocional y sexual (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. d.) Actividad de inicio: El baúl de la abuela Conforme lleguen los abues, pide que coloquen su objeto significativo en el baúl destinado para los recuerdos, con la indicación de que nadie debe decir qué llevaron. Cuando ya estén listos para iniciar la sesión, colócalo en el centro del círculo y saca el primero. Permite que todos lo observen bien y hagan sus hipótesis de a quién pertenece. Cuando alguien señale a un posible dueño pregúntale por qué piensa que es de él. Da tiempo suficiente para que todos los abues participen. Luego solicita que el dueño de cada objeto comparta con el grupo por qué le es significativo. En esta sesión muestra mucho afecto a los adultos mayores y que sus nietos los abracen mientras hablan de sus recuerdos. Actividad de lectura En esta actividad, alguno de los nietos presentes, de la edad que sea, leerá para los abuelos el cuento La abuela del juicio, de Eduardo Robles Boza (Tío Patota). O algún otro que hable sobre los recuerdo de los abuelos. Al terminar pregunta a los nietos: “¿Qué cosa o cosas de las que poseen ahora les gustaría ver en el baúl de sus recuerdos cuando fueran abuelos?”. Explica que su respuesta la representarán con un dibujo, mismo que recortarán y guardarán en el baúl de los recuerdos. Anima al grupo para que todos participen. Actividad recreativa tradicional Ahora pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta y el juego que salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda. 9 Actividad de cierre Pide a cada pareja o grupo (nieto-hijo-abue), que seleccione del baúl un “recuerdo-objeto” y uno dibujado, distinto a los propios. Deberán tratarlos con mucho cuidado e inventar una pequeña representación teatral, en la cual esos artículos sean parte muy importante. Da tiempo suficiente para que se pongan de acuerdo. Ahora cada familia representará su obra teatral. Pide a los abuelos que tomen los objetos que llevaron, y que ya en casa, cuenten a sus nietos una anécdota en la que recuerden haber padecido algún tipo de abuso, para que en la sesión siguiente los nietos la puedan relatar. S esión 4. Tu derecho a proteger a tus abuelos Los dos (abuelos) suspiran. Los dos las fuertes cabezas alzan: los dos del mismo tamaño, bajo las estrellas altas; los dos del mismo tamaño, ansia negra y ansia blanca, los dos del mismo tamaño, gritan, sueñan, lloran, cantan. Sueñan, lloran. Cantan. Lloran, cantan. ¡Cantan! Nicolás Guillén Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho: • A recibir protección, contra todo tipo de abuso y explotación, por parte de la comunidad, la familia y la sociedad, así como de las instituciones federales, estatales y municipales (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. f.). Actividad de inicio Luego de dar la bienvenida, toma del “baúl de juegos tradicionales” un abatelenguas, pregunta quién lo escribió, y el nieto del autor del juego será quien inicie a contar al grupo la anécdota que su abuelo le relató; así sucesivamente hasta que pasen todos. Anima la participación de los nietos; si es necesario, cuenta tú primero una anécdota que recuerdes de tus abues. 10 Genera una ronda de comentarios que manifiesten la importancia de cuidar a nuestros abuelos desde la casa y en la sociedad en general. En el anexo 4 encontrarán notas que les pueden dar pie para los comentarios. Actividad recreativa tradicional Pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta y el juego cuyo nombre salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda. Actividad de lectura Lee para el grupo La abuela Filomena, de María Eugenia Blanco Palacios (anexo 5). Después de la lectura pregunta a los abues qué piensan de la decisión de Filomena. Motiva la ronda de comentarios. Luego entrega papel y lápiz a cada nieto y una copia del texto que acabas de leer, éste les servirá de muestra. Pide ahora que, pensando en las características de su abue, además de las historias que les ha contado, escriban un texto para su propio abue, así como María Eugenia le escribió a su abuela Filomena. Actividad de cierre Inicia la elaboración de una presentación en PowerPoint o un video que llevará por título “Abuelos al rescate”. Los nietos, con la guía de los abuelos, buscarán imágenes en libros: cuentos, leyendas, cocina, música, artesanías, naturaleza, espacios físicos o fantásticos, etcétera. Tomarán fotografía a las imágenes necesarias para poder recrear los recuerdos, experiencia y sueños de sus abuelos en un video o presentación. Los nietos estarán cerca de sus abues para recordar o aclarar la información que ya tienen sobre sus experiencias de vida. Recuerda que los nietos no deben imponer las imágenes que les gusten, sino dejarse llevar por sus “Tatas”. Pide a los nietos que en casa terminen de buscar las imágenes de espacios, fotografías familiares del pasado o del presente u objetos. En caso de que alguna familia no cuente con los medios digitales, podrán preparar su presentación con los objetos, imágenes de libros o dibujos, de forma presencial. 11 S esión 5. ¡Quiero saber de ti! ¿Qué dirán ustedes si ahora les cuento de mis dos abuelos con sus barbas viejas? …Su nana fue el canto del cucú en la selva… Elsa Bornemann Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho a: A vivir en entornos seguros dignos y decorosos, que cumplan con sus necesidades y requerimientos y en donde ejerzan libremente sus derechos (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. g.). Recuerda que para esta sesión se requiere: computadora, cañón, pantalla o espacio que tenga esa función. Actividad de inicio: Actividad recreativa tradicional Esta sesión iniciará como las anteriores, así que pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta y el juego cuyo nombre salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda. Después, nietos y abuelos concluirán su presentación o video, mismos que pueden realizar en el módulo digital de la biblioteca y bajo la supervisión de su personal. Según lo vayan terminando, resguarda el archivo en una memoria USB y cópialo en una carpeta en la computadora designada para ello. Actividad de lectura Aquí, la actividad será leer cada una de las historias de los videos y comprobar lo interesante que son las vidas y experiencias de los abues. Sentados todos en círculo y con el equipo de cómputo requerido, inicien las presentaciones. En cada caso, el esfuerzo merecerá un fuerte aplauso al final de la presentación. Felicita al abuelo en turno e invita a que su nieto o hijo, según sea el caso, le ofrezcan un abrazo amoroso. Actividad de cierre Comenta al grupo que la experiencia acumulada de los abuelos puede recuperar a la familia y sirve para construir lazos filiales más fuertes. Asimismo, puede rescatar una cultura porque ellos son los trasmisores de tradiciones y costumbres; puede apoyar la economía familiar, cuando se quedan a cuidar a los nietos para que los padres puedan salir a trabajar, y obviamente un sinfín de aspectos que coadyuvan a la integración de la familia y la sociedad. Por esa razón con el taller “Abuelos al rescate", la biblioteca se ve favorecida con las valiosas aportaciones de los usuarios y bibliotecarios. Pregunta a los 12 abuelos si puedes conservar el “Catálogo de abuelos de la biblioteca” con sus datos, para invitarlos más adelante a contar historias a los niños o a las actividades que se realizan en la biblioteca. Agradece y despide cordialmente a todo el grupo. 13 A nexos Anexo 1 La abuela tejedora, de Uri Orlev. Un día llegó a una pequeña ciudad una abuela muy anciana. Sólo llevaba un bastón y un par de agujas de tejer. Recorrió la ciudad y no encontró casa, entonces se sentó en el campo sobre una piedra fría y tejió unas hermosas pantuflas para reposar sus pies cansados. Pero la abuela no quiso poner sus pantuflas sobre la tierra. Así que se tejió un tapete. Luego se preguntó dónde lo podría extender. A su alrededor sólo había espinas y rastrojo. Y de nuevo se puso a laborar. Suenen, suenan las agujas. Dos segundos más tarde tenía el piso y de ese problema se olvidó. Pero ahora, ¿dónde conseguiría una cama o un sillón? De nuevo se puso a laborar. Suenan, suenan las agujas. Tejió una cama, una almohada y un colchón. Tejió una funda, una colcha y una sábana. Pero ¿cómo podría dormir sin una cortina? Y de nuevo se puso a laborar. Suenan, suenan las agujas. Tejió una pared, ventana y mosquitero. Tejió una columna y luego otra y sobre ellas tejió el techo. Pero, sin té ni tetera, ¿qué haría para desayunar? Entonces se puso tejer una tetera y un pastel, pero tejió tres tazas, pues sola ahí no quería vivir. Suenan, suenan las agujas. La abuela supo qué quería. Se tejió un nieto y una nieta. Con hilo fino les agregó unas muecas de tristeza, otras de risa, y mucha picardía. Afuera tejió pasto y flores. Adentro, puertas con manijas. Y los dos nietos a la terraza salieron a brincar sobre un pasto de estambre verde. La abuela seguía tejiendo: juguetes, estantes, roperos. Afuera los dos pícaros traviesos algunas flores destejieron. Luego el pícaro atrapó a la pícara y le rompió unos hilos del tobillo. Y ella a su hermano le descosió un pedazo de espalda. La abuela tejedora no se enojó remendó el tobillo y el pedazo de espalda reparó. Con estambre negro tejió un poco de oscuridad, acostó a los niños y los arropó. Y frente a la cama se sentó a tejer dulces sueños de fino estambre. Por la mañana tejió un libro para cada uno y a la escuela los llevó. Pero los maestros dijeron al verlos: —No aceptamos niños de estambre. La abuela contestó: —No tienen razón. Son niños lindos y encantadores. Vean lo que saben. Son tejidos, pero no es culpa de ellos. —¿Niños de hilo y huecos? —¡No en nuestra escuela! —¡Eso no es respetable! —Dijeron los maestros. La abuela se enojó, la abuela era obstinada. Suenan, suenan las agujas. Tejió un auto y en él viajaron a exigir una disculpa. 14 La escucharon el alcalde y sus consejeros. Y decidieron que en una ciudad decente no se aceptaban niños llenos de agujeros. —¿Qué clase de alcaldía es ésta? —preguntó la abuela. Y de nuevo se puso a laborar. Suenan, suenan las agujas. Tejió un avión, y en él volaron a la capital. Discutieron el presidente y sus ministros. ¿Niños de hilo y huecos? Fruncieron la nariz y declararon: —El alcalde y los maestros no se equivocan, aquí no hay lugar para niños de estambre. Ya para entonces la pequeña ciudad era famosa. De todas partes venían turistas a conocer la extraña casa y su jardín. El alcalde y sus consejeros, dispusieron levantar una cerca para resguardar la casa, pues en ninguna otra parte había una así, toda tejida. Pero la cerca no sirvió, pues la abuela tejedora muy enojada en secreto por la noche destejió la casa entera: Las puertas, las paredes, la cerca, las flores, la tetera. Ya no suenan las agujas. Cuando desapareció todo la abuela a sus nietos también destejió. Tomó su bastón y abandonó el lugar para siempre. Pero encontrará otro lugar y tejerá todo nuevamente. Lo primero serán sus nietos, para que vuelvan a reír y correr. Y si hubiera gente agradable que con gusto acepte a sus nietos, la abuela tejedora sin preocuparse se sentará y tejerá, tejerá, tejerá… Anexo 2 Enroscar cada tira para hacer una “colita de ratón” Elaborar una trenza con tres “colitas de ratón”, uniéndolas por un extremo con una gota de pegamento, trenzar hasta terminar y pegar el otro lado. Seguir el mismo proceso para hacer las cuatro requeridas (dos por muñequito). 15 Luego doblar una trenza y pegar como se muestra en la foto, dando forma a los brazos. Pasar la segunda trenza por el aro de la primera, montar y pegar. Después, poner un punto de pegamento a la altura de donde estaría la cintura del muñequito y dar forma a las piernas. Anexo 3 Dedos de Luna, de Tony Johnston Toño vivía en Guerrero, tierra salvaje, donde las nubes negras cubren de repente el paisaje y las lluvias feroces golpean la montaña. Don Gregorio, su abuelo, era muy diferente. Era la persona más tierna que él conocía. Era más tierno que la hierba mecida por el viento y que las palomas que se arrullaban en el camino de tierra frente a su casa. Don Gregorio hacía todas las máscaras del pueblo: retratos esmaltados y brillantes, diablos de ojos penetrantes, reyes, murciélagos o sapos, monstruos de ojos vacíos. Estas máscaras, nacidas en su interior más recóndito, se utilizaban para la danza de la cosecha. Todos los días Toño y su abuelo se pasaban muchas horas en el taller trabajando las máscaras. Sólo usaban zompantle, porque es una madera seca y ligera. —Una máscara no deber ser una carga —decía don Gregorio—. Debe ser parte de la cara; ligerita como un velo para que hasta los pies se sientan livianos y jubilosos cuando bailen celebrando el cambio de estación. 16 Un día, escuchando a su abuelo, Toño se quedó mirándole las manos. Eran unas manos maravillosas, morenas, bordadas de arrugas y gruesas venas. No eran grandes, por extraño que parezca, sino largas y fuertes, de uñas anchas y planas, rematadas por lunas blancas. —Abuelito —dijo Toño. —¿Qué? —contestó el abuelo. —Tienes lunas en los dedos, ¡mira qué grandes y blancas! —Sí —dijo el abuelo, y sus ojos oscuros chispearon con humor —. Tengo dedos de luna. —¡Dedos de luna!, ¡dedos de luna! —Toño reía y bailaba sobre el aserrín con una máscara a medio terminar. El abuelo también reía. A veces, mientras trabajaban, don Gregorio contaba historias de las danzas. A Toño le gustaban los cuentos de danzantes que cantaban, saltaban y se movían al ritmo de la música, hasta que las máscaras parecían cobrar vida. A veces, cuando se cansaban de trabajar, Toño tomaba del brazo a su abuelo y paseaban juntos bajo el sol. Miraban a las mujeres haciendo tortillas, y oían el murmullo del río sobre las rocas y el parloteo de los guajolotes. —Creo que la próxima máscara la voy a hacer de guajolote —decía el abuelo. Y se reían. Un día, a la luz del atardecer, don Gregorio colgó lentamente una máscara en la pared, que relucía con el reflejo del sol poniente. Sus arrugas estaban talladas como gruesas venas. Su barba caía levemente. Era la cara de un anciano. —Creo que ésta será la última máscara —dijo don Gregorio—. Ya estoy cansado. —Entonces yo las haré —dijo Toño, como en broma—, y tú descansas. —Está bien —respondió el abuelo, acercando al muchacho con su brazo y acariciándolo con sus dedos de luna. Toño sintió que su abuelo se parecía al zompantle, ligero y frágil, y le dio un fuerte abrazo. —Cuando me vaya —dijo el anciano—, tú vas a hacer las máscaras. —No, no te irás, abuelo —dijo Toño—. Te quedarás conmigo para enseñarme a tallar y a pintar, para decirme si mi trabajo es bueno. —Pero no siempre —dijo el anciano con tranquilidad. Una noche, días después, apareció en el cielo una media luna. Un tecolote cantaba al silencio. Y don Gregorio murió. Toño no podía creer que su abuelo se hubiera ido. Sentía dentro de él una soledad que nunca antes había conocido. Don Gregorio siempre había estado allí, como el aire o las nubes del cielo. 17 Un día, sin saber por qué, Toño caminó con desgano hacia el taller, donde habían pasado tanto tiempo riendo y trabajando. El olor a pintura y madera lo saludó y las lágrimas llenaron sus ojos, aunque no se dio cuenta. Pensó en los dedos de luna, largos y delgados. ¡Cómo le hubiera gustado acariciarlos en ese momento, tocar esos dedos de luna! Vio las máscaras de la pared. Miradas fijas, vacías, insolentes. Las odió. Las odiaba a todas. Quería olvidarlo todo, olvidar las máscaras y el dolor de su corazón. "¡Olvidar, olvidar, olvidar!" gritaba para sus adentros. Y con golpes feroces arremetió contra las máscaras, enchuecando algunas y quebrando otras. A través de sus lágrimas, la máscara del anciano lo miraba con malicia. Toño la tiró al suelo. La cara quedó herida, con la barba rota. Después Toño quedó tranquilo, muy tranquilo, menos el latido de su propio corazón. —Yo también lo quería —susurró alguien en el silencio. Toño volteó lentamente. Era su madre. —No te enojes, hijo —le dijo en voz baja. —Es que... no lo puedo evitar —balbuceaba el muchacho—. No es justo. Teníamos tanto que hacer juntos. Me iba a enseñar... —Nunca estamos preparados para perder lo que queremos —lo interrumpió su mamá tiernamente—. ¿No fue una alegría tener un abuelo como el tuyo, un hombre cariñoso y tierno que hizo cosas bellas? ¿No fue un gusto aprender de él?, ¿ver el mundo a través de su bondad? Toño se quedó mudo. —No te enojes por lo que no puedes cambiar —dijo la madre—. Tu abuelo se ha ido, pero tenemos recuerdos de él. Mira las bellas máscaras que nos dejó. Toño todavía no podía hablar. Levantó la máscara rota y la abrazó; entonces apreció su belleza y tranquilidad. Pensó en los dedos de luna trabajando la madera con paciencia y amor. Deseaba hacer algún día máscaras tan finas como las de su abuelo. Lo intentaría con toda su alma. Pero era demasiado pronto para eso. Aún era tiempo de pensar, de recordar. Toño volteó a ver a su madre, y le dio las gracias con la mirada. Anexo 4 Información general. MENSAJEROS DE LA PAZ establece el 26 de julio como día de los Abuelos. Mientras el porcentaje de jóvenes disminuye, el de adultos mayores va aumentando de un 8.2% en el 2000 a un 25.5% para el 2050, es decir, para ese año uno de cada cuatro personas será adulto mayor, y si recordamos el dicho “como me ves te verás”, más vale ir sembrando en terreno fértil y nosotros enseñar a los más jóvenes, a bien tratar a sus abuelos. 18 El valor de los abuelos en la vida de los niños es grandioso. Nugartein y Weinstein indicaron en los años sesenta, cinco estilos de ser abuelo/a (no todo el mundo está de acuerdo): comportamiento rígido y tradicional (autoritarios), búsqueda de diversión (relajados y no autoritarios), subrogados (asunción de responsabilidades y cuidados de los nietos/as todos los días), reserva de sabiduría (información sobre raíces familiares, guardianes de la historia familiar), y abuelos distantes (que rara vez ven a los nietos). Todos acostumbran a tener un poco de todo, y en general pueden aportar mucho: -Pueden contribuir con su experiencia en momentos de crisis familiar (ayudar en la comunicación padre/hijos, por ejemplo). -Pueden cuidar de los niños cuando los padres no pueden hacerlo. Esto es muy importante para los abuelos, porque se sienten más útiles, más considerados y más valorados. Esto influye directamente en su felicidad, como es lógico. -Pueden transmitir valores familiares y mantener el vínculo entre las generaciones. Las historias que cuentan los abuelos sobre la vida de sus hijos (o sea, los padres) cuando ellos eran también eran niños gustan mucho en la infancia, y contribuyen en el desarrollo psicológico de los más pequeños. Asimismo, hacen que el niño o niña tenga un sentido de continuidad de la familia, que acepte que sus padres son humanos (¡mi padre o madre también hacía travesuras!) y, por lo tanto, facilitan la identificación de los niños con sus progenitores. -Pueden aprender con sus nietos, acercándose más a las nuevas generaciones. Aprender a usar el ordenador, por ejemplo. Este es otro elemento que puede influir directamente en su sentimiento de ser útiles y en sus niveles de felicidad. -Pueden parar el tiempo. Cuando los niños pasan la tarde en casa de los abuelos pueden “alejarse de todo”, de la vorágine y la espiral de aceleración diarias. En casa de los abuelos, el nieto o nieta puede expandirse y recibir el tratamiento cariñoso del niño que realmente es. O, sencillamente, recibe atención, tiempo, tiempo para conversar, para escuchar y para jugar. Fuente: (Psychcentral, guiainfantil.com), en http://www.medciencia.com/la-relacion-entre-abuelos-ynietos-un-beneficio-psicologico-mutuo/. La Psicología social del envejecimiento indica que el desarrollo ontogenético sucede, con un nuevo replanteamiento en función de la capacidad de adaptación al entorno y no en relación a la edad. Un joven anciano de 80 años puede tener un mejor y mayor desarrollo al medio que un anciano joven de 30 años con poca adaptabilidad. Frank Laubach (pag.64) nos dice que para tener una vejez satisfactoria es necesario: 1) evitar enfermedades 2) comprometerse con la vida 3) mantener intensas actividades físicas y cognitivas (Escuela para padres) Ser viejo es una realidad, no un derecho que permite manipular a los otros, del mismo modo que los jóvenes no tienen derecho a manipular a los viejos. Los abuelos jubilados pueden dar al hijo un testimonio de relativización que todos necesitamos para trascender a lo que se hace. El ejemplo de quién es, más allá de sus actos y rendimiento, ayuda a valorar a la persona como tal, hecho que no es fácil encontrar en el contexto de valores que se pretende inculcar actualmente a los niños y a los jóvenes. 19 En resumen y como conclusión debemos quedarnos con estas ideas importantes: 1. Los abuelos de hoy día han cambiado. Es verdad que están más dispuestos a ayudar a los hijos para cuidar a los nietos pero también reclaman una libertad y autonomía que hasta la fecha les ha faltado y el bienestar de la sociedad actual les proporciona. 2. La relación y el contacto con los abuelos siguen siendo muy enriquecedoras para los niños. 3. Los abuelos representan la memoria histórica y los orígenes de la familia. 4. Los abuelos transmiten el testimonio de otras épocas, la continuidad generacional, la pertenencia a un árbol familiar, aspectos fundamentales para el desarrollo psicológico de los niños. 5. Contar con la ayuda y participación de los abuelos en la educación de los hijos aporta ventajas a todos: - los abuelos se sienten más útiles y valorados, - los padres más tranquilos y, - los nietos encantados. 6. Los abuelos suponen un complemento a la educación que los hijos reciben de sus padres. FRASES PARA ABUELOS 1. Un padre está para educar, pero un abuelo siempre ha estado para malcriar y consentir. 2. Sólo cuando se envejece se puede apreciar la verdadera belleza de las personas, esa que siempre se ha llevado en el interior. Y hoy por eso, puedo decir que tú eres la persona más hermosa que he conocido en la vida. 3. Los niños siempre se dan cuenta de que los únicos adultos que suelen tener toda la paciencia del mundo con ellos, son los abuelos. Por eso siempre les hacen más caso que a sus padres. 4. No hay nada mejor que sentir el abrazo amoroso de una abuela y el consejo desinteresado de un abuelo. 5. Podrán haber muchas cosas deliciosas en el mundo, pero no cambiaría nada los guisos que prepara mi abuela. Ella es la mejor cocinera que existe por el simple hecho, de agregarle amor a lo que prepara. 6. Escucha a tus mayores, porque ellos saben acerca de lo que hablan. La vida es el mejor maestro y ellos, los más avanzados aprendices. 7. Tener un abuelo es contar con un tesoro que ha sabido conservar su corazón a través de los años. 8. No hay mejor consejero que la edad para prevenir a los jóvenes de muchísimos errores. Es triste sin embargo, que muchos de ellos no lo sepan valorar hasta que es demasiado tarde. 9. ¿Quieres escuchar una buena historia? Platica con tus abuelos. Con ellos pasarás horas enteras sabiendo de anécdotas interesantes y valiosas, y cuando tú mismo vayas envejeciendo, lograrás darte cuenta de cuan útiles te serán en la vida. 10. Nada es más eficiente para levantar el ánimo, que escuchar la risa de los ancianos. Si ellos que a su edad sufren múltiples achaques y han pasado por más de un momento difícil, pueden reír; uno que tiene toda la vida por delante también debería poder hacerlo. 11. Cuando era pequeño y me sentaba en el regazo de mi abuela, no había un lugar mejor para mí y en el que me sintiera más protegido. Hoy que he crecido y puedo enfrentarme a la vida por mí mismo, 20 sigo teniendo ese sentimiento a veces, cuando abre sus brazos para recibirme y me dice lo orgullosa que se siente de mí. 12. Lo mejor de volverse viejo, es que llega un momento en el que dejas un poco de lado las responsabilidades para volver a sentirte como niño. 13. Una de las últimas metas con la que cada ser humano debería contar en la vida, antes de marcharse para siempre, es la de pasar por la experiencia de ser abuelo. 14. Tener un abuelo es casi una necesidad para los niños. Gracias a ellos, los regaños de los padres resultan menos severos, los dulces son más ricos y jugar se vuelve más divertido. 15. Un nieto siempre representa la oportunidad para desahogar el cariño que faltó por darles a los hijos. 16. No existen mejores historias que las que nos puede contar un abuelo. 17. Cada vez que hablo con mis abuelos, es como si las cosas maravillosas que sucedieron en su juventud, me hubieran sucedido a mí. Tanta es su alegría al recordarlas que cuando yo envejezca, me gustaría ser como ellos. www.igrandparents. Anexo 5 La abuela Filomena, de María Eugenia Blanco Palacios Esta es la historia de la abuela Filomena, Si el árbitro marcaba alguna falta al equipo, que no era una abuela cualquiera. Nuestra abuela se enojaba y pegaba unos chiflidos. Y es que a la abuela Filomena El director Randulfo le tenía mucha envidia: le gustaba ir a la escuela. La abuela era tan popular que a él nadie lo atendía. Se aburría mucho en casa, quería hacer A la hora del recreo nos contaba muchos cuentos. cosas nuevas y, como añoraba su infancia, Se sabía de animales, de marcianos y fantasmas. decidió empezar primaria. Nos hacía reír tanto, que hasta nos dolía la cara. Nadie la tomaba en serio, ni siquiera el abuelo Marcelo. Pero a todos sorprendió la abuela Cada salón de clase lo llenó de muchas flores: Cuando se inscribió en la escuela. Era divertido verla llegar, cada mañana, con su bastón, su morral y su chal de lana. Lo mejor que tenía la abuela era su lonchera rosada donde guardaba sus chochos, un té y una que otra mantecada. Se sentaba hasta adelante porque no escuchaba margaritas, tulipanes y nubecitas de colores. ¡Hasta en los baños mandó a poner geranios! A la abuela Filomena no se le daba el inglés, pero en español y en historia se sacaba puro diez. En la clase de música nos reíamos sin parar, se salía siempre de ritmo o se ponía a bailar. Un día el maestro dijo: -Vamos a estudiar a Mozart. Y ella le entendió:-¡Vamos a ver, Hermosa! Como era agradecida, sin dudar le dio las gracias y se 21 bien, y si algo no entendía sólo decía “¿queeeé? puso colorada pues se sentía halagada. Un día la maestra dijo: -¡Vamos todos a estudiar! Pero sucedió que un día, en una mañana fría, Ella entendió: -¡Vamos todos a gritar! la abuela Filomena dejó de ir a la escuela. Y que se pone a dar gritos, pues tenía que Todos nos pusimos tristes y con ganas de llorar, obedecer, aunque todos le explicamos extrañábamos su risa y su manera de hablar. que eso no se podía hacer. Hasta el director Randulfo, que siempre estaba de malas, se lo veía muy triste y con algo de nostalgia. El señor Randulfo, director de la escuela, no estaba muy contento cuando veía a la abuela. Decía que era muy grande, que su tiempo había pasado, que mejor se fuera a casa o a pasear al mercado. --¿Qué le gusta mi bordado? --respondió por la sordera--. --¡Es usted en verdad el señor más educado! Se llevaba bien con todos. Con los grandes y chiquitos. Nos llevaba sus galletas, ¡y también, a veces, tamalitos! --¿Qué ha pasado con la abuela Filomena? --preguntaba todo el mundo. --Si ya ni viene la abuela, ¿qué será de nuestra escuela? Así es que fuimos a su casa maestros y compañeros. Toda la primaria estaba. Nos abrió el abuelo Marcelo, y nos dijo que la abuela estaba muy enferma y que, de seguir así, no podría ir a la escuela. El doctor que la fue a ver, la encontró muy mejorada: ¿Se tomó su medicina o se cansó de la cama? En alguna otra ocasión Mucho tiempo no pasó sin que volviera la abuela, con su lonchera, su morral y su bastón de madera. La maestra nos pidió: -¿Ya se siente bien, abuela? –preguntamos al verla. --Saquen pronto sus cuadernos y en silencio, por favor. -¿Qué si hice la tarea? –entendía por su sordera. Como ella era obediente, los sacó ¡Claro que hice la tarea! inmediatamente, ¡pero del salón de clase! Al llegar el fin de curso, la abuela se graduó con honores. La abuela era deportista, y se apuntó como porrista. Aunque no entendía el futbol, Había sido la mejor alumna según todos los profesores. poco a poco lo aprendió. El director Randulfo sin dudar le dijo entonces, mientras le entregaba sus premios y sus calificaciones: Lo hacía bastante bien y con sus porras animaba, excepto que a veces gritaba ¡GOL! cuando el otro equipo anotaba. -Nos vemos el año entrante, no nos vaya usted a fallar, Yo no sé si fue la abuela Que la escuela es muy diferente desde que vino a estudiar. o si estábamos de suerte, Filomena como siempre, todo lo entendió muy mal, pero nuestro equipo de futbol Y le respondió al instante: ganaba casi siempre. -¿¡Qué me va usted a extrañar!? 22 B ibliografía Orlev, Uri, La abuela tejedora, México, FCE, 1997. Riveros Elizondo, Gabriela, El encargo de Fernanda, México, Ediciones Castillo, 2000. Roselló Soberón, Estela, El secreto de la nana Jacinta, México, Ediciones SM, 2009. Eslava, Jorge, Florentino, el guardador de secretos, México, Conaculta, 2002. Robles Boza, Eduardo, La abuela del juicio, México, ED. Trillas, 1984. Mansour Manzur, Vivian, Familias Familiares, México, FCE, 2001. Machado, Ana María, Bisa Bea, Bisa Bel, México, FCE, 1997. Álvarez de la Peza, Isabel, La desaparición de la abuela, México, Ediciones SM, 1997. Blanco Palacios, María Eugenia, La abuela Filomena, México, Ediciones SM, 2002. David Walliams, La abuelita gánster, España, Editorial Montena, 2013. Hinojosa, Francisco, Léperas contra mocosos, México, FCE, 2007. Molina, Silvia, Mi abuelita tiene ruedas, México, SEP-CIDCLI, 2001. Otros libros que puedes consultar Aréchiga, Hugo y Cereijido, Marcelino, El envejecimiento: sus desafíos y esperanzas, México, Ed. Siglo XXI, 1999. No se lo digas a mamá. ED. Graó, 2010. Isabel Agüera, Guía práctica para abuelos con nietos, Ed. Toromítico, 2010. Comellas. María Jesús, Nietos: instructivo de uso, Ed. Larousse 2010. Sanpedro, Jose Luis, La sonrisa etrusca, Ed. Alfaguara. Voli, Franco, El arte de ser abuelos, México, Ed. SM. López, Raquel, 27 abuelos son demasiados, México, Ed. Anaya. Machado, Ana María, La abuelita aventurera. Referencias electrónicas Ser abuelos las alegrías y los desafíos. Respuestas para la vida de AARP Desde el Blog de “La pizarra de clase” sugieren los siguientes libros que trabajan con la figura del Abuelo: 41 cosas que sólo hacen los abuelos. Ed. SM Manolito Gafotas. Elvira Lindo. Ed. Alfaguara Mi abuelo Simón lo sabe. Nieves Pérez Rivero. Ed. Anaya 23