T. S. KUHN: LA ESTRUCTURA DE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS En su obra La estructura de las revoluciones científicas publicada en 1962, Kuhn se plantea el problema de la naturaleza del cambio científico. Su tesis principal es que la historia de la ciencia es un proceso no acumulativo donde los cambios han tenido un carácter revolucionario. Según Kuhn, las revoluciones científicas son aquellos episodios de desarrollo no acumulativo en los que un viejo paradigma es sustituido total o parcialmente por otro distinto incompatible con él. El término paradigma hace referencia a los elementos compartidos que permiten dar cuenta de la unanimidad de criterio profesional en el seno de una comunidad científica (generalizaciones simbólicas (leyes), creencias en modelos, valores compartidos, métodos, soluciones de problemas, etc.) Un paradigma es una Weltanschauung, un marco intelectual que determina las cuestiones que el científico se plantea, así como las suposiciones que subyacen a su trabajo. Determinan incluso lo que ha de ser considerado como “hechos” y el significado que se les va a conferir. Previa a la aparición de un paradigma hay una etapa, que Kuhn llama preciencia, en la cual los científicos se limitan a recopilar hechos más o menos al azar, al no disponer de un criterio de selección. La adquisición de un paradigma es, según Kuhn, un signo de madurez en el desarrollo de cualquier campo científico. A falta de un paradigma o de algún candidato a paradigma, todos los hechos que pudieran ser pertinentes para el desarrollo de una ciencia dada tienen probabilidades de parecer igualmente importantes. No es extraño que, en las primeras etapas de desarrollo de cualquier ciencia, diferentes sujetos, ante el mismo conjunto de fenómenos, los describan y los interpreten de modos diferentes. En el desarrollo de una ciencia natural, cuando un individuo o grupo produce, por primera vez, una síntesis (paradigma) capaz de atraer a la mayoría de los profesionales de la generación siguiente, las escuelas más antiguas desaparecen gradualmente. Esto se debe en parte a la conversión de sus miembros al nuevo paradigma. Pero hay siempre algunos que se aferran a las viejas opiniones y, simplemente, se les excluye de la profesión que, a partir de entonces, pasa por alto sus trabajos. Históricamente, a menudo se han limitado a permanecer en los departamentos de filosofía de los que han surgido tantas ciencias particulares. Cuando un científico individual puede dar por sentado un paradigma no necesita ya, en sus trabajos principales, tratar de reconstruir completamente su campo, desde sus principios. Tampoco necesitará justificar el uso de cada concepto presentado. EL CONCEPTO DE CIENCIA NORMAL Kuhn denomina ciencia normal a la ciencia que se practica entre períodos no revolucionarios. Si las revoluciones científicas se caracterizan por un cambio de paradigma, la ciencia normal será la realizada por una comunidad científica que comparte una determinada tradición o paradigma. El período anterior a la constitución de un paradigma está marcado por debates frecuentes y profundos sobre métodos, problemas y normas de soluciones aceptables. Aunque estos debates casi no existen durante los períodos de ciencia normal, se presentan regularmente poco antes de que se produzcan las revoluciones científicas y en el curso de éstas. La ciencia normal parece ser un intento de obligar a la naturaleza a que encaje dentro de los límites preestablecidos que proporciona el paradigma. Ninguna parte del objetivo de la ciencia normal está encaminada a provocar nuevos tipos de fenómenos; en realidad, a los fenómenos que no encajan dentro de los límites mencionados, ni siquiera T.S.KUHN: LA ESTRUCTURA DE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS 1 se los ve. Tampoco tienden normalmente los científicos a descubrir nuevas teorías y a menudo se muestran intolerantes con las formuladas por otros. ANOMALÍA. CRISIS Y REVOLUCIONES CIENTÍFICAS En el desarrollo de cualquier ciencia, habitualmente se cree que el primer paradigma aceptado explica muy bien la mayor parte de las observaciones y experimentos a los que pueden tener acceso todos los que practican esa disciplina. Por consiguiente, un desarrollo posterior exige, la construcción de un equipo complejo, el desarrollo de un vocabulario especializado y un refinamiento de los conceptos que se parecen cada vez menos a sus prototipos usuales determinados por el sentido común. Esta profesionalización conduce a una inmensa limitación de la visión de los científicos, y a una resistencia considerable al cambio de paradigma. La ciencia se hace así cada vez más rígida. Por tanto, la ciencia normal no tiende hacia novedades fácticas o teóricas y, cuando tiene éxito, no descubre ninguna. Sin embargo, la investigación científica descubre repetidamente fenómenos nuevos e inesperados y los científicos inventan teorías radicalmente nuevas. El descubrimiento comienza con la percepción de la anomalía, es decir, con el reconocimiento de que en cierto modo la naturaleza ha violado las expectativas que rigen la actividad normal de la ciencia. A continuación, se produce una exploración más o menos prolongada de la anomalía. Y sólo concluye cuando la teoría ha sido ajustada de tal modo que lo anormal se haya convertido en lo esperado. Para que una anomalía provoque una crisis, debe ser algo más que una simple anomalía, puesto que la mayor parte de las dificultades en el ajuste del paradigma con los hechos se resuelven tarde o temprano, y es raro que el científico que se detenga a examinar todas las anomalías que descubra pueda llevar a cabo algún trabajo importante. Sólo cuando una anomalía llega a parecer algo más que otro enigma más de la ciencia normal, se inicia la transición a la crisis y a la ciencia fuera de lo ordinario. Cada vez se prestará más atención a esa anomalía y si continúa oponiendo resistencia, muchos científicos llegarán a considerar su resolución como el objetivo principal de su disciplina. Frente a la admisión de una anomalía fundamental en la teoría, el científico tratará de aislarla y darle una estructura. Buscará maneras de realzar la importancia del trastorno, para hacerlo más notable. Parecerá a menudo un hombre que busca al azar, de la misma manera que el vulgo imagina al hombre de ciencia, probando experimentos para ver qué sucede. Simultáneamente, puesto que no puede concebirse ningún experimento sin algún tipo de teoría, el científico en crisis tratará de generar teorías especulativas que, si dan buenos resultados, pueden mostrar el camino hacia un nuevo paradigma. Al concentrarse la atención científica en una zona estrecha de trastorno y al prepararse la mentalidad científica para reconocer las anomalías experimentales, tal y como son, la crisis hace proliferar a menudo los descubrimientos. En resumen, las crisis debilitan los estereotipos y proporcionan los datos adicionales necesarios para un cambio de paradigma fundamental. Casi siempre, los investigadores que inventan un nuevo paradigma han sido muy jóvenes o muy noveles en el campo cuyo paradigma cambian, lo que resulta lógico, pues se trata de científicos que, al no estar comprometidos con las reglas tradicionales de la ciencia normal debido a que tienen poca práctica, tienen más probabilidades de ver que estas reglas no definen ya el juego y de concebir otro conjunto que pueda reemplazarlas. T.S.KUHN: LA ESTRUCTURA DE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS 2 INCONMENSURABILIDAD DE LOS PARADIGMAS La recepción de un nuevo paradigma frecuentemente hace necesaria una redefinición de la ciencia correspondiente. Algunos problemas antiguos pueden relegarse a otra ciencia o ser declarados absolutamente “no científicos”. Otros que antes eran triviales o no existían siquiera, pueden convertirse, con un muevo paradigma, en los arquetipos mismos de la realización científica de importancia. Y al cambiar los problemas, también lo hacen las normas que distinguen una solución científica real de una simple especulación metafísica. La tradición científica normal que surge de una revolución científica es no sólo incompatible sino también a menudo realmente incomparable con la que existía con anterioridad. Kuhn sostiene que la historia de la ciencia no suministra ningún ejemplo que apoye la extendida tesis de que las teorías científicas (paradigmas) se aceptan o rechazan contrastándolas con la experiencia. Una teoría científica será rechazada sólo cuando se disponga de un candidato alternativo que ocupe su lugar. Si no hubiera más que un conjunto de problemas científicos, un mundo en el que poder ocuparse de ellos y un conjunto de normas para su resolución, la competencia entre paradigmas podría resolverse por medio de algún proceso rutinario, como contar el número de problemas resueltos por cada uno de ellos. Pero los proponentes de paradigmas en competencia estarán a menudo en desacuerdo con respecto a la lista de problemas que cualquier candidato a paradigma debe resolver: Sus normas o sus definiciones de la ciencia serán diferentes (inconmensurabilidad de los paradigmas) INVISIBILIDAD DE LAS REVOLUCIONES Tanto los científicos como los profanos adquieren gran parte de la imagen que tienen de los descubrimientos científicos a partir de una fuente de autoridad que disimula sistemáticamente la existencia y la significación de las revoluciones científicas. Fuentes de autoridad son los libros de texto científicos junto con las divulgaciones y las obras filosóficas moldeadas sobre ellos. Los libros de texto deben volverse a escribir inmediatamente después de cada revolución científica y, una vez escritos de nuevo, disimulan no sólo el papel desempeñado sino también la existencia misma de las revoluciones que los produjeron. Es característico que los libros de texto de ciencia contengan sólo un poco de historia, ya sea en un capítulo de introducción o, con mayor frecuencia, en dispersas referencias a las grandes figuras de una época anterior. Por medio de esas referencias, tanto los estudiantes como los profesionales llegan a sentirse partícipes de una extensa tradición histórica. Sin embargo, tal tradición nunca existió realmente. Por razones funcionales, los libros de texto científicos y la mayoría de las historias de la ciencia se refieren sólo a las partes del trabajo de científicos del pasado que pueden verse fácilmente como contribuciones al enunciado y a la solución de los problemas paradigmáticos de los libros de texto. El resultado de esta tendencia a escribir la historia hacia atrás es una concepción de la ciencia como un proceso lineal y acumulativo. KUHN, T. S.: La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica, México, 1971. 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