Sistemas Folclóricos de Ayuda Colaborando con sanadores folclóricos: Resistencias, dilemas y recompensas Introducción Reconociendo el valor terapéutico de los sistemas folclóricos de ayuda, varios investigadores han recomendado la colaboración entre los sanadores tradicionales y el sistema de ayuda profesional con el propósito de proveer un tratamiento más efectivo a la población puertorriqueña (Comas-Díaz, 1981; Harwood, 1977; Koss, 1980, 1992; Ruíz, 1976). Sin embargo, muy pocos investigadores han discutido los problemas que envuelve esta colaboración (Delgado, 1979-80; Harwood, 1977). Para establecer una relación con los sanadores es necesario considerar las siguientes preguntas: ¿Qué significa colaborar con sanadores folclóricos?; ¿Qué tipos de colaboración se pueden llevar a cabo entre sanadores y profesionales de ayuda? ¿Qué criterios deben usarse para seleccionar a los sanadores con los cuales se va a colaborar?; ¿Dónde y cuándo esta colaboración debe llevarse a cabo?; ¿Qué impacto tendrá esta colaboración en el sistema profesional y en el folclórico? Tipos de colaboración Una colaboración formal entre sanadores folclóricos y los programas de salud mental puede envolver a los sanadores en diferentes tipos de roles (Delgado, 1979-80): 1. Tipo I: El sanador tradicional como educador o adiestrador (función didáctica). El sanador presenta su sistema de creencias a profesionales de ayuda y estudiantes en términos de la etiología, diagnosis y tratamiento de los desórdenes psicológicos. El propósito es que el profesional de ayuda y otras personas ajenas al sistema se familiaricen con el mismo. Por ejemplo, en el Recinto Universitario de Mayagüez ofrezco un curso llamado Sistemas Folclóricos de Ayuda en donde hemos invitado a sanadores folclóricos para que hagan presentaciones sobre el sistema de ayuda que practican. 2. Tipo II: Consultor de casos. El sanador se envuelve en la discusión de casos tratados por el profesional de ayuda y ofrece sugerencias de como se puede ayudar a la persona. 3. Tipo III: Agente de referidos. El sanador recibe referidos de profesionales de ayuda y en otras ocasiones refiere sus casos al sistema profesional de ayuda. 4. Tipo IV: Co-terapista. El sanador trabaja en colaboración con el profesional de ayuda en el tratamiento de un cliente. Ejemplos de proyectos Se han organizado diferentes proyectos para implementar estos tipos de colaboración con sanadores. En New Jersey, Garrison (1982) creó el “Inner City Support System Project” (afiliado a la Escuela de Medicina de New Jersey) con el propósito de desarrollar una relación óptima entre los sanadores folclóricos y el sistema de ayuda ortodoxo. Durante el proyecto, se identificaron sanadores tradicionales y se ofreció consultas tanto a profesionales de ayuda como a sanadores folclóricos. Similarmente, Koss (1982, 1992) desarrolló un proyecto en Puerto Rico llamado “Proyecto de adiestramiento terapista-espiritista” (1976-1980) en el cual sanadores espiritistas y profesionales de ayuda se reunieron periódicamente por espacio de 10 meses para intercambiar ideas, discutir casos y presentar conferencias. El contenido de los talleres incluyó temas tales como: perspectivas antropológicas sobre sistemas tradicionales y modernos de salud; comparación de técnicas en psicoterapia y el espiritismo; diagnóstico y definición de problemas en el espiritismo; síndromes cerebrales orgánicos, bases fisiológicas de los desórdenes emocionales y las enfermedades psicosomáticas y la interpretación espiritista de estos desórdenes; farmacología de las drogas comunes y el uso de plantas medicinales. Como resultado del proyecto, algunos profesionales de ayuda comenzaron a utilizar los servicios de los sanadores para resolver sus problemas. De forma recíproca, algunos sanadores espiritistas consultaron a profesionales de ayuda en relación a problemas que estaban confrontando. También, los practicantes de cada sistema empezaron a referir a sus familiares al sistema alterno de sanación. Además, se creó una unidad especial de referido a través de la cual referidos por terapistas a conocidos sanadores de la comunidad y referidos de espiritistas al centro de salud mental podían ser procesados, permitiendo que el cliente utilizara ambos sistemas. Otro ejemplo de colaboración entre los sanadores espiritistas y profesionales de ayuda fue descrito por Ruiz (1976), un psiquiatra cubano, director de un programa de salud mental en Nueva York. Este reclutó un grupo de sanadores folclóricos para que trabajaran como asistentes en el “Lincoln Community Health Center”. Además, diseñó un proyecto para familiarizar a los profesionales de ayuda con los enfoques espiritistas de ayuda. Uno de los objetivos de Ruiz era organizar un programa de adiestramiento para los sanadores folclóricos con el fin de educarlos en relación a los aspectos médicos de las enfermedades. Consideraciones Antes de establecer cualquier tipo de colaboración con los sanadores folclóricos es necesario considerar una serie de asuntos. Primero, el tratar de integrar a los sanadores en un centro de salud mental puede ser detrimental a su trabajo. Ellos laboran en un contexto ritualista que es difícil de crear en un centro de salud mental u hospital psiquiátrico (Harwood, 1977). Segundo, la utilización de sanadores puede encontrar oposición de parte de profesionales de ayuda, residentes de la comunidad, grupos religiosos y de los propios sanadores . Algunos profesionales de ayuda pueden oponerse a la idea de colaborar con los sanadores (Delgado, 1979-80; Harwood, 1977). Los profesionales de ayuda pueden pensar que los sanadores no están cualificados para ayudar a las personas y pueden diferir del diagnosis y tratamiento ofrecido por los sanadores. A esta actitud Fuller-Torrey (1986) la llamó la mentalidad de Tarzán. Por otro lado, a algunos sanadores no les debe gustar compartir sus “secretos” de sanación con los profesionales de ayuda. En otras palabras, puede generarse una gran competencia entre los sanadores y los profesionales de ayuda. Se debe tener en cuenta que algunos sanadores no desean trabajar en hospitales o centros de salud mental porque ellos temen que las vibraciones negativas de los pacientes que están en el centro pueden afectar su trabajo. Muchas veces lo mejor es llevar al cliente al sitio donde el sanador acostumbra a trabajar. La efectividad del terapista aumentará si puede trabajar en su ambiente. También, se debe considerar que los miembros de la comunidad pueden oponerse a la idea de una relación entre un centro de salud mental y sanadores tradicionales. Un gran número de puertorriqueños consideran que estos sanadores tienen un pacto con el Demonio. Los miembros de la comunidad pueden protestar o boicotear los centros de salud mental. Pueden decidir no asistir a una agencia que está apoyando la labor de los sanadores. En relación a este issue, Harwood (1977) señala: “A la luz de esta oposición, cualquier colaboración formal con sanadores espiritistas estaría fuera de lugar para un programa comunitario de salud” (p. 207). Este tipo de resistencia fue encontrado en los proyectos desarrollados por Koss (1980) y Ruiz (1976). La Iglesia Católica publicó artículos criticando al Departamento de Salud por apoyar la colaboración con sanadores espiritistas en el proyecto de Koss. En el programa de Ruiz un grupo de residentes de la comunidad se manifestaron en contra de que el centro de salud mental utilizara su dinero para fomentar el trabajo de sanadores folclóricos. Otro factor que se necesita considerar antes de colaborar con sanadores folclóricos es que no todos ellos son igual de efectivos. La intervención de algunos sanadores puede ser perjudicial a la salud del cliente. Esto implica que los sanadores deben ser cuidadosamente evaluados antes de establecer cualquier tipo de relación con ellos. Los profesionales de ayuda que refieren a sus clientes al primer sanador espiritista que conocen pueden estar cometiendo un grave error. Si un centro de salud mental o un profesional de ayuda quiere establecer una relación con sanadores tradicionales necesita seleccionar a aquellos que pueden ser más efectivos en el proceso de ayuda. Sin embargo, el desarrollo de un criterio apropiado para seleccionar a los sanadores es una tarea muy difícil. Harwood (1977) recomienda que en vez de desarrollar unos criterios para seleccionar a los sanadores, lo preferible fuera dejar que los pacientes escojan a sus terapistas. En nuestras investigaciones hemos encontrado que los buenos sanadores tienen las siguientes características: 1. No viven de lo que ganan ayudando a otros. El dinero no es lo más importante para ellos. Generalmente, no cobran por sus servicios, y si lo hacen, cobran muy poco. 2. No se atribuyen el crédito por ayudar a las personas sino que señalan que son los buenos espíritus o Dios los responsables de la curación. 3. Reconocen los límites de sus poderes y no consideran que pueden resolver cualquier tipo de problema. Tampoco “garantizan” sus trabajos. 4. Tienen una actitud positiva hacia el sistema de salud y hacia los medicamentos para tratar condiciones físicas. Por lo tanto, cuando el problema del cliente es de carácter físico tienden a referir a sus clientes al médico. No poseen actitudes imperialistas. 5. Inspiran confianza y comparten el conocimiento adquirido. 6. No estimulan sentimientos paranoicos en el individuo. Por ejemplo, no le dicen que va a tener un accidente o que el vecino le está haciendo un trabajo. 7. No anuncian sus servicios en los periódicos. 8. Por último, los buenos sanadores dirigen sus esfuerzos a realizar el bien y no hacen trabajos que impliquen hacerle mal a una persona. Conclusión El sistema profesional de ayuda se beneficiaría de la colaboración con sanadores folclóricos (Suryani & Jensen, 1992). En África se están realizando estudios para conocer el rol que están jugando los sanadores tradicionales en el tratamiento y prevención del SIDA (Schoepf, 1992). Específicamente, se ha encontrado que juegan un rol muy significativo en promover el cambio hacia prácticas sexuales más seguras. Nos parece que el tipo de colaboración más apropiada es aquella en donde el sanador tiene el rol de consultor y educador. Esto conllevaría el que el sanador ofreciera talleres y conferencias sobre su sistema de ayuda a los profesionales. También, podrían ser consultados en aquellos casos que lo ameriten. Consideramos que es inadecuado el que se integre al sanador folclórico en el sistema profesional de salud. Pensamos de esta manera no tan solo por las implicaciones legales, sino también por el impacto que esto tendría en el trabajo del sanador. Sin embargo, consideramos apropiado el que los terapistas de manera individual (si asi lo consideran pertinente) establezcan relaciones de colaboración con sanadores tradicionales con el objetivo de facilitar la resolución de los problemas del cliente.