Sociedad Municipal reinaugura salas [42] CULTURA El peso del trabajador obeso FOTO: PATRICIO FUENTES Y. [44] TENDENCIAS Pearl Jam: el espejo retrovisor La banda encabezada por Eddie Vedder se presentó ante sus fanáticos en un repleto Estadio Nacional, con un show en el que los de Seattle dieron una lección de cómo dominar un escenario. Marcelo Contreras No se inmolaron como Nirvana, no padecieron la tragedia a la manera de Alice in chains, no colgaron los guantes cuando quedaba pelea, el caso de Soundgarden y Stone temple pilots. Frente a sus contemporáneos, Pearl Jam asumió las formas de un clásico del rock convertidos en el espejo retrovisor de unas cuantas generaciones por casi un cuarto de siglo, permitiendo a sus seguidores reflejarse, mirar el pasado, y creer genuinamente que ya no hay bandas así porque con ellos se trata, antes que todo, de la música. Por lo mismo, el espectáculo que anoche ofrecieron en el Estadio Nacional reiteró una de sus grandes lecciones: cómo dominar un escenario cuando las armas son guitarras, bajo y batería, sin aderezos tecnológicos ni parafernalia extra. 21.08, se encienden las pantallas activadas en blanco y negro. Parten suave, como midiendo la cita porque la jornada será larga. La elegida para el arranque es la mullida Pendulum y el estadio cae en trance mientras Mike McCready (a lo Jimmy Page) utiliza un arco para tocar su guitarra. De inmediato encajan Release, la última de Ten (1991). La versión es sobrecogedora. La voz de Eddie Vedder se despliega sin mella del tiempo, la banda que lentamente se suelta en ebullición controlada mediante lánguidos acordes. Vedder le- vanta su botella de vino, una estampa ya clásica. Sigue Nothingman. La guitarra acústica de Stone Gossard brilla en tanto Jeff Ament se apodera de un contrabajo. Tercer tema de la noche y el sonido ya es impecable, notablemente resuelto. Algunos amigos corean abrazados. Las luces del estadio se encienden por segundos mientras Vedder eleva el coro. “¿Está bien?”, pregunta en la pausa, y arremeten con furia porque se viene Go. El líder levanta el brazo para que el público complete el coro. Mike McCready se la juega en el primer solo con wah-wah. Más tarde será el turno de Corduroy, una que fue clásica desde el momento en que se editó en Vitalogy (1994), su álbum más consistente, lo más cercano a una obra maestra en su catálogo. A mitad de camino bajan un poco las revoluciones para que el público marque aplaudiendo. Vedder juguetea con su voz, se le arranca un gallito, cambia la entonación restando algo del dramatismo, no importa demasiado. Continúan con Lightning bolt y Vedder, esta vez con guitarra, vuelve a envalentonar al público para que coreen sus aullidos. El cantante habla en español, bromea, el Nacional lo escucha atento. Arremeten con Even flow y la gente se pone a bailar. Continúa Sirens, la mejor composición de su último álbum. Quedan otras 21 canciones por delante y emociones garantizadas.b