AISTHESIS N° 34, 2001 ESTUDIOS LA VISUALIZACIÓN DEL OTRO, COMO PARTE DEL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD EN SUB TERRA DE BALDOMERO LILLO Patricia Espinosa H. Instituto de Estética Pontificia Universidad Católica de Chile En este trabajo se plantea que base de la narrativa este siglo, itinerario vida propio en el de sus pensamiento la tion of des-idealizada habitantes. a transformarse que afloraba en Baldomero Lillo forma the del otro, concern el habitante del that is at the basis metic enthusiasm identity, whose to discover itinerary one's own is of parte de el comienzo un de the native-naturalist refers marked in the en una las formas mundo popular. this century first three decades. This a national cuyo entusiasmo mimético por crítico, cuya principal función fue permitir exposes narrative of identidad nacional, una inicial paisaje, hasta llegar realidad una nueva visualización This work de aparece marcado por el descubrir lo la de las tres primeras décadas de preocupación que se encuentra en afirmación' la se refiere a recriminación por de la criollista-naturalista by to the affirma- the initial landscape, mi- until becom- for the de-idealized reality that emerged from the lifestyles of its dwellers. Baldomero Lillo belongs to a critical thought trend, whose main function was to make possible a new visualization of ing the a recrimination other: the popular world dweller Al estudiar la identidad siglo, es posible constatar que chilena en el contexto la historia literaria de la chilena narrativa ha de principios de sido sometida a la ley de la periodización que determina el inicio y término de épocas y la consolidación de la matriz generacional. Con ello, se pone en ejercicio un enorme aparataje de exclusiones, y descalificaciones frente a textos y autores segundo término, el sistema de donde es claramente perceptible la existencia de ele silenciamientos disfuncionales al proyecto hegemónico. En periodización, dibuja un mapa mentos dominantes (el naturalismo-criollismo), residuales (un sector importante de la crítica literaria) e innovadores (nuevamente el criollismo en tanto su capaci- 125 AISTHESIS dad N" transformar para refiere a marcado por el el la inicial de entusiasmo a transformarse en que afloraba en una amarga recriminación por las formas de vida de que permitió que el imaginario monolíticamente integradas, En las líneas a la constatación no son tramas de o, que más sus contra sociales cosmovisiones2. bien, adquiere una discursividad específica, (por lo menos Como veremos, no a golpear a es que la la a estremecer) miseria y Sub térra un otro que viene sociedad santiaguina desamparo fueran el de comienzos de elementos que esa "preocupación" hubiera ignorado. Al contrario, ya había una gran fenómeno, lo de formaciones siguen, intentaremos reafirmar y ampliar algunas de estas de la lectura de Sub térra de Baldomero Lillo. Hay aquí algo siglo. sociedad eficacia función forma de na que conclusiones a partir que surge sino complejas realidad explicativa, sino en su las épocas históricas que la habitantes. Pero la sus chileno accediera a una directa cionalismo que se complejizaba en relación dicciones. Esto demuestra este una estas obras criollistas no reside en su capacidad mitogenética, pre identidad nacional, cuyo itinerario aparece mimético por descubrir lo propio en el paisaje, en de afirmación campo, hasta llegar des-idealizada literario)1. Por último, puede plantearse que la la base de la narrativa de las tres primeras décadas de el campo ocupación que está en siglo, se ESTUDIOS 34, 2001 por aquel de discursividad narrativa, la cual sólo será posible a partir del entrecruce de variados factores. En nuestro análisis, nos ocuparemos principalmente de las discursividades dominan tes, que dibujaban el terreno de lo enunciable; lo visible, por la época analizada y por que sucede es que es el umbral3 nosotros; y, además, del horror como forma de una nueva percepción del otro. APUNTES SOBRE LA VIDA DE BALDOMERO LILLO En 1903, la Revista Católica dio con el relato "Juan como ganador Fariña" Baldomero Lillo El autor de su concurso de cuentos a había llegado a Santiago en 1899. Aquí lo esperaba su hermano Samuel Lillo, quien concluía sus estudios de derecho y estaba ligado al incipiente mundo literario de la capital4. Fue Samuel Lillo quien dio a conocer a su hermano a los escritores reunidos en el Ateneo, al leerles relatos que do térra, ba Baldomero no como el ganador que en la del versión original con el enunciado 1 Miliani señala Cuentos dar incluía mineros. y códigos y desfase entre secuencias culturales?" 2 Cfr. White, Hayden. El Visor, Entre septiembre y Publica, en 1904, Sub cuyo título se completa y diciembre de ese año se en Ana Pizarro (coord.). La literatura latinoamericana 1985. p. 102 y ss. como Universitarias, contenido al concepto umbral 1995. sólo ocho cuentos sido nomina época puede observarse la coexistencia de códigos institucionalizados, desgaste. Ángel Rama a su vez, habla de la discontinuidad, superpo de un mismo período. Cfr. Miliani, Domingo. "Historiografía literaria históricos o códigos Buenos Aires: Bibliotecas 3 Respecto Después de haber creció rápidamente. en ¿períodos proceso. a conocer. fama que en una misma códigos emergentes sición se atrevía a concurso su de la forma. Barcelona: de época Cfr. Paidós, 1992. p.167 y ss. Jauss, Hans R, Las transformaciones de lo moderno. Madrid : p.68. el fundador del Ateneo de Santiago 5 Ya en octubre de 1904 Juan García escribía en El chileno : "tanto se ha escrito, tanto se ha hablado sobre el éxito inmenso (...que ha obtenido en nuestro mundo literario el libro de Baldomero Lillo que en reali 4 Fue dad es audacia de mi parte Lillo, Baldomero. Obras 126 decir completas. algo ahora que Santiago : tantas Nascimento, plumas autorizadas me 1968. p.51. han precedido). Cfr. N° AISTHESIS 34, 2001 ESTUDIOS publican nueve críticas en como la prensa5, indicador del impacto Baldomero Lillo, sobre hoy cifra que aún en el campo es altamente significativa literario santiaguino que logró fué su primer libro. Todos los todo considerando que éste le fueron favorables, aunque constantemente se hicieron referen las dificultades técnicas que el autor no pudo superar. Sin embargo, a na die dejó indiferente la crudeza en el tratamiento de los temas, la perspectiva comentarios cias a que Sub térra impuso. Incluso, se suponía que éste era sólo larga y fructífera carrera literaria. Cuando, luego de la publi cación de su segundo libro, en 1907, Sub solé, se comenzó a hacer patente que la fecundidad escritural de Lillo había mermado, algunos le reprocharon su falta chocante, impactante, el comienzo de de dedicación Lo una a la literatura, cierto es que el momento resurgimiento una jubilación los 56 de acusándolo de de dejarse una penosa enfermedad anticipada en arrastrar por la indolencia6. más elevada producción se acaba 1917, pulmonar, junto con el lo llevó incluso a pedir de su muerte en 1923, a que sólo seis años antes años. EL CAMPO LITERARIO CHILENO HACIA 1900 La las décadas del siglo por un factores determinantes en la transformación profunda del campo cultural chileno. Aunque la enorme brecha existente entre los sectores pudientes y los desposeídos sigue siendo determi nante, el surgimiento de una capa social intermedia y de obreros culturizados provoca un giro radical en las preocupaciones estético-literarias, siendo la ob fuerte sociedad chilena atraviesa en proceso de alfabetización y primeras escolarización, servación y el análisis de lo propio lo que se impone como tarea fundamental7. Según Melfi: "la literatura y los hombres que a ella se entregaban, pertenecían a otra clase social: la clase media"8. Su irrupción en el campo literario no fue hecha de manera inconsciente o ingenua. Al contrario, se puede plantear que estos es critores tenían claro que su presencia estaba provocando un cambio de propor- 6 En 1915, en el periódico Monos y Monadas aparecieron los siguientes versos recriminatorios, cuyo desti lugar a dudas, Baldomero Lillo : "con talento y con destreza / hizo cuentos de valía / y Cfr. Ibid. p.29. después, de noche y día / rezóle a Santa natario era, sin Pereza." 7 Gonzalo Catalán suma a los factores señalados otros que también intervinieron en el cambio del panorama "A principios de siglo es perfectamente perceptible la emergencia de importantes núcleos de obreros y artesanos con demandas y expectativas culturales bastante sorprendentes. De orientación anar cultural chileno: quista, en su mayoría, estos grupos de 'proletarios ilustrados' -en quienes se advertía la influencia de los inmigrantes conjugaban su espíritu de rebeldía con hábitos culturales y literarios en verdad nota bles. González Vera, en su libro Cuando era muchacho nos ha trazado un magistral cuadro de estos círculos y europeos- personajes, de los que él mismo era asiduo: "Dominaba en los anarquistas el deseo de saber, el sobresalir en los oficios, el afán de ser personales. El individuo lo era todo. Cada uno buscaba anhelo de su acento Augusto Pinto llegó a ser el mejor zapatero santiaguino, y era raro encontrar dos semejantes de continuar estudiando un año entero geografía, otro francés, filosofía, sociología y así durante decenios. Lezana leyó mucho, derivó hacia el volteranismo, salvo en asistir a conciertos y exposiciones de propio . . . además el hojalatero, fue un buen conocedor de la poesía francesa. En las discursos ni indicaciones, pero discurría con gusto sobre Mallarmé o Rimbaud, si a su a los clásicos, aprendió italiano alcance encontraba a Gómez Rojas o Manuel Rojas. Frandsco Pezoa (en Catalán, op.cit. 111). y fue un buen conocedor del 8 Melfi, Domingo. El viaje literario. Santiago : Nascimento, 1945. p.78. pintura con la mayor devoción. Farías, reuniones no aportaba . . .leyó cooperativismo." 127 AISTHESIS ciones en la 34, 2001 por la tador de sino sociedad ESTUDIOS literaria escena literario, modo dos N° chilena. también Por ello, intentaban legitimar costumbres usos y letrada. Esta legitimación de hasta no sólo un desprecia ese momento un nuevo segmento social por en la obtención de de siglo: Baldomero Lillo gana el concurso convocado en ocasión de la fundación de Zig-Zag; Fer nando Santiván, el Concurso del Centenario y Gabriela Mistral los Juegos Flora les de 1914: todos ellos provincianos9. Ahora bien, si nos adentramos más en los procesos educacionales, podemos advertir que la formación literaria se daba bajo los tres la estético-literaria, se ve confirmada una renovación literarios premios importantes de única influencia de las letras casi existiera más allá de las obliga a que los principios Ocurría españolas. como si lo chileno no los escritores de origen fran pinceladas pintoresquistas aportadas por del XIX. La influencia del cés, más y del realismo escritores vuelvan en especial naturalismo, la hacia lo mirada que les es más cercano. LA IRRUPCIÓN DE LO OTRO: LO ENUNCIABLE Y LO VISIBLE Como hemos señalado, la primera versión de Sub térra incluyó sólo ocho No fue sino hasta 1917 que fueron agregados otros cinco cuentos en una relatos. con introducción de Armando Donoso. Primitivamente, el li de "Los inválidos", "La compuerta 12", "El grisú", El pago", "El chiflón del diablo", "El pozo", "Juan Fariña", y "Caza mayor". A este respec to cabe hacer notar que, en opinión de Leónidas Morales, la versión original segunda bro edición, N° se componía de 'unidad' " 'cohesión' interna, la cual quedaría del '17. Más aún, para Morales, esa unidad, que forma un "cerrado sistema de formas determinaría un límite que deja fuera a los cuentos "El y "Caza mayor",- ya que: contaría con un grado mayor destruida por la o edición expresivas" ría pozo" ría No desenvuelven la desvía del que en su abierto círculo Es interesante y mayor", se El que los motivo amoroso alejan de la el tono zona otros y su expresividad se de "El pozo", no obstante liviano, de asoleado y a campo sentido unitario que se ex relatos10- comprender cómo inicial (Morales comprender esa suerte escribe en de hasta en un contexto la década del '60) se de Baldomero Lillo, trazando rían un núcleo de intencionalidad límites, unitaria supuestamente -seis de los muy alejado intentaba efecto poderoso que producen ros de los intencionalidad visión. intriga intervienen mineros, y de "Caza tiende a los demás recepción misma de la los de la aprehender relatos más oscu internos, ocho cuentos que separa originales- relatos que estarían regidos por otra mecánica. 9 Debemos tuvieron su expresión en la Revista Claridad, un periódico semanal y actualidades, órgano oficial de la Federación de Estudiantes de Chile. Su primer número, octubre 12 de 1920, aparece dedicado a la muerte en prisión del poeta José D. Gómez Rojas. Alrededor de ella y de otros grupos intelectuales y artísticos se nuclean personajes como Carlos Pezoa Veliz, Baldomero Lillo, Antonio Acevedo Hernández, Domingo Gómez Rojas, Benito Rebolledo, Max Jara, y más tarde, Manuel Rojas, González Vera y el propio Neruda. 10 Morales, Leónidas. "Seis cuentos de Baldomero Lillo". Estudios Filológicos N°2 : (1966): 63. recordar que estos autores de sociología, 128 arte AISTHESIS N° Ahora por 34, 2001 bien, Morales, lo 'sistema de más allá de estar acuerdo o no con que quisiera rescatar aquí es de formas cerrado una la "visón la división asociación que formado expresivas él denomina con aquello que lector ESTUDIOS poética los por del él establecida realiza entre ese seis cuentos aludidos, infierno" que produce que termina la lectura se sienta poseído por "el sentimiento descon quien ha vivido algo abso de pesadilla, insólito"11 lutamente Este impresionismo que fundamenta la perspectiva para la lectura infernal de Sub térra permite plantear el problema del efecto de reali el certante cuando de de quien viene dad (de verdad), del libro. que Ninguna de las Lillo fuese cierto, le hizo historias. De Y rración, es que primera edición ver esa algún modo, la lo aunque absoluta, Sub térra la provocado por de 1904 puso en duda que lo "cierta dosis de incipiente nueve críticas nera rotunda credibilidad controversial. una fue la base del impacto sólo se que contenían sus de salir palabra de Lillo la alcanzó fuera que presentara de la parece moverse en medio permitiendo siempre que sea narrado por socialismo"12 de ma altamente crónica y la na forma narración quien predomine como discursiva. En efecto, según Hayden White: "la narrativa es un metacódigo, un —universal humano sobre cuya base pueden transmitirse mensajes transculturales acerca de la naturaleza porque en esta de la realidad última "no habla común"13, Los nadie. y se diferencia de la acontecimientos parecen crónica hablar por la narratividad, pero no lo consigue, pues no logra finalizar adecuadamente un relato: "el autor de la crónica la representa como si los acontecimientos reales se mostrasen a la conciencia humana en la sí mismos"14- forma de La crónica aspira a inacabados"15. relatos plicar su eficacia ca, la cual se minimización haciendo resuelve del tando la ligazón efecto con lo Así, los textos una continua en favor de la de "menos de Baldomero Lillo transición entre la parecen multi narración y la cróni Este movimiento, logra la dado por la ficcionalidad, aumen primera. verdad" real/verdad por medio de la crónica. Ciertamente de los fundamentos más explotados por Lillo conocía bastante bien de la mano de Zola, en que Naturalismo, esta mecánica es uno el corriente que especial a partir Germinal16. de la lectura de Este punto recta entre lo lo solo, y lo 11 Ibid. enunciable. inversa"17 histórico y de determinar Según Deleuze entre el ver dice, y a la de lucha, de batalla pero que se necesitan período al momento irreductible que se una suerte básico visible una separación en es y el hablar Entre lo entre dos : visible si hay una existiría una concitan constantemente. de lo di disyunción, "lo que se ve nunca aparece y lo enunciable se establece elementos que son tendría su propio estatuto correlación irreductibles a uno Así, para cada época, cada enunciable y de lo visible. p.64. 12 Gana, Federico en Lillo, Baldomero. 13 White, op.cit. p.17. op.cit. p.35. 14Ibid.p.l9. 15 Ibid. p.21. 16 Cfr. Sedgwick, Ruth. "Baldomero Lillo y Emile Zola". Iberoamericana. Vol. 17 Deleuze, Gilíes. Foucault. Buenos Aires : Paidós, 1987. p. 93. VII, N°14 (1944): 321-28. 129 AISTHESIS N" ESTUDIOS 34, 2001 libro Sub terral ¿Cómo articula esta relación opositiva el marcada su ces, importancia terribles, Es cuentos? miento casi la más que por decir, enunciación comprendida es posible plantear que la discursividad deja lugar a un movi que permite apreciar el modo cómo el poder se manifiesta pictórico, como una estrategia ¿No está acaso de visibilidades, atro en la realización de los porque posibilita una nueva zona tenaz trabajador.. reiterativamente ejercida contra el y En efecto, la denuncia de un orden o sistema represivo atraviesa los doce relatos de Sub tetra. Baldomero Lillo se aproxima a la figura de un otro, general trabajador, mente un terminado por simplemente la acontece, sin caballo Ambos, sano vigoroso y hasta de de un re, poder. necesidad Es éste, alusión a opera como dispositivo de paulatina, " Los de como algo que inválidos" nos y su referencialidad. la figura del trabajador. producción que privilegia el cuerpo pero constante de desecho. El un universo de sobrevivir, alternancias entre una metáfora que su ser considerado producto del discursividades filosóficas. En pútrido, agonizante, son víctimas redes y la carencia material encontramos con un juego El las atrapado por disminución, lo llevan a subalterno que opera como una pieza cuya utilidad es transitoria. la El modernidad requie cuerpo En funciona así, de un desgastado, y da tregua irrumpe la figura del anciano, transfigurado, casi como un 'apóstol', el cual intenta discursivamente transgredir el orden. Su gesto, en términos pragmáticos, es inútil, sin embargo logra incluir su discursividad como como un significante horror un se medio que no instrumento eficaz ciado. reemplazable. envilecido Es en este mantiene, que tienen menos Lillo neral"18 en tanto contexto, simplemente el viejo se integra a valor por el circular, en nos presenta a un personaje cuya juego de la hecho de ser enun donde las filas de "aquellos valor para sus explotadores que uno solo se mantiene precariamente en el En tiene con una estructura el estado de los trozos de dignidad inicial galeotes cuyas vidas ese mi es un patrimonio que sobrevivencia. términos de una dignidad no negociable, la confrontación hacia el poder de un modo encarnada en la oposición entre el joven obrero el ingeniero "Mr. Davis". La dignidad del joven lo conduce no "Viento y sólo a su propia destrucción, sino también a la del superior. Es extraño que la figura del trabajador no manifieste resentimiento. Antes al contrario, se deja so meter y cuando se rebela, desaparece. oposición a este relato, en " El grisú", texto mucho más directo encontramos en el que surge Negro" Baldomero Lillo, personajes masculinos. para lo más con extrema mínimo, se repliega mos con esta extrema pasividad el padre, pasividad de sus cuyo salario ni siquiera alcanza lamentaciones. Si por un lado nos encontra ante las circunstancias, por otro, aparecen com en justifican en cuanto dispositivos de supervi "El chiflón del diablo", donde un muchacho oculta a su madre que se desempeñará en la zona más peligrosa del mineral, o en "La compuerta 12", relato en el que un niño es separado de su familia por el propio padre para insertarlo en el trabajo minero. El tema del sacrificio atraviesa portamientos vencia. trágicos, crudeza, destaca la inútil En "El pago", Así sucede, N° 18 Lillo 130 op.cit. p.112. por que sólo se ejemplo, en AISTHESIS N° 34, 2001 El despojamiento ambas narraciones. da de ESTUDIOS manera ritual y vital o la liminaridad existencial es asumi trágica. A la pasividad masculina se opone, de las mujeres, o más bien, de la figura materna capaz de llegar incluso al suicidio ante la muerte del hijo. el arrojo dolor o Por su parte, "Juan Fariña" es un relato tástico con el realismo-naturalista le que do, ayuda a vengar directamente pasa ya en inserta 1903, un la muerte que conjuga el género fan sino por la naturaleza. El relato fue percibi ámbito de las leyendas populares, lo cual cuanto a las fuentes de donde se nutre la como perteneciente al nuevo registro en discursividad de Lillo. También las dominantes de Sub térra: "El deseo de dos hombres resulta pozo". por el cuerpo aborda, por primera vez en el libro, de el singular el Se trata de una mujer. tema del único cuento que escapa a un relato erótico en Lillo, con gran torno al minuciosidad, placer carnal que desencadena tragedia. una Estamos le parte, exteriorizar el insertando un personaje asociado al demonio del padre obrero. La venganza de Fariña no los poderes, por híbrido por otra de sición donde ante narraciones manifiesta como una entidad subalterno siempre es el poder jamás negocia, porque el otro se indiferenciada. Sin embargo, quien ocupa la po capaz de identificar al poder en su singularidad. En "Caza mayor", metonímicamente el perro del patrón "es", para el viejo caza dor, el patrón. Sólo desde la precariedad del sometido, históricamente despoja do, es posible entender su gesto arrebatarle el producto alma de de la siervo experimentó un enfurecido se presentó a su Una vez alterado el curso secuencias, ya que nunca minando cada uno IDENTIDAD, de de violencia al cacería : "pasado disparar al animal que el primer estallido desfallecimiento supremo... imaginación produciéndole de insiste y la figura del un escalofrío en cólera... su de amo terror"19 de los acontecimientos, el personaje prefigura las con ha estado solo, el poder ha estado siempre ahí, deter sus actos. LITERATURA Y MIRADA HORRORIZADA de las funciones principales de Sub térra se cumple al permitir la apertura de nuevos espacios de visibilidad, es decir, hay ahora un otro, el miserable, y una situación, la injusticia social, que pueden ser Aceptamos entonces que una hacen visibles, pero ¿para quién? y ¿dónde?. Santiago, la cual se había ido convirtiendo, desde la segunda mitad del siglo 19, en un espacio cada vez más desconocido (para la mirada de las élites) más problemático (en términos de su administración). Los procesos vistas, que se Un dónde: y de transformación económica (una industrialización que comenzó a dibujar los barrios obreros) y las consecuentes crisis, la migración cada vez más acentuada, el acelerado crecimiento urbano, permitieron que el antiguo orden de conviven cia aparentemente estable entre los distintos grupos sociales, se rompiera. Ya en 19 Ibid. p.178. 20 Cfr. Romero, Luis Alberto. "¿Cómo son los pobres ? Miradas de la élite e identidad popular en Santiago hacia 1870". Opciones N°16 (1989): 67. 131 ESTUDIOS AISTHESIS N 34, 2001 1872, E^njarnín Vicuña Mackenna expresaba que : "Santiago es por su topografía un distrito pacífico y laborioso de ciudad doble que tiene y otro brutal, desmoralizado y feroz"20. Esta bipartición de la urbe no sólo implica un problema urbano, sino que refleja una crisis social en donde dos partes se habían distanciado, generando . . una especie . . mundos altamente contradictorios. ta lo que sería las una constante en la Sin embargo. Vicuña Mackenna captación del otro, marginal, subordinado: a decadencia condiciones materiales miserables, se asocia una ble, definitivamente que estigmatiza la no existen ni pueden existir el pudor ni De esta forma, finalizando consenso en cuanto a siendo la primera la la ineludible filiación la inversa22. La incipiente las donde élites desde la así, modernidad periferia de la ciudad negaba alguna preocupación la se había llegado y de moral, no segunda, sino que, muchas veces, a una generó, entonces, y "allí a una especie entre miseria material desconocido, el otro se convirtió en un una visibilidad que negaba te, hubo de la causa explicativa insalva periferia: decencia"21 19, el siglo moral de la todos los habitantes a ya manifies amenazaba su estilo existencia del otro como un reflejada, por ejemplo, en discursividad un ser las de en peligroso, que vida. Se dibujó igual. Ciertamen campañas de higie- fin de combatir la mortalidad infantil y las plagas (las pestes, la horrorizada' Sin embargo, lo que Romero llama la mirada hegemortizó la visión de las élites respecto al otro23. El roto, ensalzado por su gloriosa partici nización con el sífilis). pación en la Guerra del Pacífico, ha caído hasta y la chingana, ^el hijo del vicio y de la dibuja de esta manera una ciudad partida en no ser más que el producto que lo 'decente', rodeado por un mundo del (vicuña Mackenna)24. Se miseria" rancho cuyo centro horroroso, del lo visible no es más cual es escasamente res ponsable. Ese centro, ahí que conformado por la élite, no sólo posee un poder traza las de todo material, sino De de lo simbólico25, la aparición de Sub térra sea tan altamente significativa, no sólo en cuanto las también un poder implicaciones que propiamente literarias, sino, marcas sobre la hegemonía del poder simbólico. Lillo, y en presente una nueva visualización y una todo, general el por el orden real. las transformaciones de criollisrno-naturalista, hace nueva enunciación. Permite que se vea la discursivo, se la asocie con una estructura de poder (hay que aceptar que también en Lillo se patentiza una mirada horrorizada, pero ésta, se en miseria y que, a nivel desterritorializada: horror es de la miseria, su cara desnu las percepciones respecto al otro-rniserable, desligándolas de la causal moral, para llevarlas al plano de la injus ticia social. Esto es posible gracias a las transformaciones de la ciudad letrada26, cuentra da, y no la defensa de la 22 Ibid. p.69. 23 Ibid. p.66. el élite). Este aquí el aspecto gesto inédito abre 24Ibid_p.67. el poder de construir realidad. Aquella que establece un orden gnoseológfco: el del significado inmediato del mundo y en particular del orden sodal". Rene Bouidieu en Yentzen, Marcela. "Construcción de identidad nacional a través de la narrativa de la Independencia: el caso chileno". San 25 "el poder simbólico es tiago: 132 Aras, 1996. p3. AISTHESIS sobre del todo siglo N° en lo 19. El respetabilidad dado por los fines del XIX ESTUDIOS referido a ser letrado pública, múltiples 'escritores'27 miento 34, 2001 Según una crítico"28 las implicaciones que tuvo la modernización de apareció entonces como un modo con un grado mayor focos Ángel que la Rama: de de "Efectivamente, Baldomero Lillo, y y de de los poderes, desempeño de los autonomía respecto nueva economía abre para el disidencia dentro de la finales ascenso social ciudad en general comenzó a manifestarse letrada los desde que configuró el pensa escritores CTiollistas-naturalis- tas, forman parte de ese pensamiento crítico, cuya principal función fue permitir el comienzo de una nueva visualización del otro, el habitante del mundo popular. Gesto clave en el constante proceso dad ya no pudo que tuvo que formarse de construcción más a partir comenzar a mirar el de la identidad únicamente de la horror de la miseria y nacional. mirada sus Esa identi horrorizada, sino demandas. BIBLIOGRAFÍA Brunner, José Joaquín y Gonzalo Catalán. Cinco estudios sobre cultura y Santiago: FLACSO, 1985. Deleuze, Gilíes. Foucault. Buenos Aires : Paidós, 1987. Jauss, Hans R. Las transformaciones de lo moderno. Madrid : Visor, 1995. Latcham, Ricardo et. al. El criollismo. Santiago: Universitaria, 1956. Lillo, Baldomero. Obras Melfi, Domingo. El Nascimento, 1968. Nascimento, 1945. Santiago: Nascimento, 1938. Santiago completas. literario. Santiago viaje Estudios de literatura Morales, Leónidas. "Seis chilena. cuentos sociedad. : : de Baldomero Lillo". Estudios Filológicos N° 2 : (1966): 63. Pizarro, Ana (coord.). La literatura latinoamericana como proceso. Buenos Aires: Bi bliotecas Universitarias, 1985. Rama, Ángel. La ciudad letrada. Hanover : Del Norte, 1984. Romero, Luis Alberto. "¿Cómo son los pobres ? Miradas de la élite e identidad popular en Santiago hacia 1870" Opciones N° 16 (1989): 67. Sedgwick, Ruth. "Baldomero Lillo y Emile Zola". Iberoamericana. Vol. (1944): 321-28. VII, N° 14 Valenzuela, Víctor. Cuatro escritores chilenos. New York: Las Américas, 1961. White, Hay den. El contenido de la forma. Barcelona: Paidós, 1992. Yentzen, Marcela. "Construcción de identidad nacional a través de la narrativa de la Independencia: 26 "En el centro de toda el ejecutor ciudad . . . el caso chileno". hubo una ciudad Santiago: Arcis, 1996. letrada que componía el anulo protector de su órdenes". Rama, Ángel. La ciudad letrada. Hanover : Del Norte, 1984. 27 Cfr. Rama, 28 Ibid. p. 78. Ángel, op.cit. del poder y p.25. p.74. 133