España en el sistema europeo de defensa Miguel Ángel Ballesteros Martín1 1. PROCESO DE INTEGRACIÓN DE LA POLÍTICA DE SEGURIDAD Y DEFENSA DE LA UE. El 3 y 4 de diciembre de 1998 tuvo lugar en Saint Malo, la cumbre franco-británica, que supuso el despegue de la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD). Siete años antes se había aprobado en Maastricht, el Tratado de la Unión Europea que en su Título V pone los cimientos para la creación de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC). Esta tiene dos componentes: la política exterior europea y la PESD que tendría que esperar hasta el Tratado de Ámsterdam de 1997 para su puesta en marcha. El Tratado de Ámsterdam recurrió a la Unión Europea Occidental (UEO) como instrumento para la gestión de crisis por parte de la UE. Esto supuso la reactivación de la dormida UEO, procediendo a desarrollar sus estructuras militares, pasando la Célula de Planeamiento que tenía, a convertirse en un Estado Mayor. Sin embargo, nunca llegó a despegar, lastrada sobre todo, por la diferente idea que sobre ella tenían Francia, Reino Unido y Alemania. Además, en un intento de atraer nuevos miembros, se había convertido en una organización compleja con 10 miembros plenos, seis asociados, cinco observadores y siete socios asociados. Cuando Francia y Gran Bretaña en Saint Malo, establecieron a un acuerdo inicial sobre cómo construir la defensa europea, la UEO se vio de nuevo condenada al ostracismo. La razón es sencilla, ante la complejidad de la arquitectura de seguridad europea prefería empezar de cero. Y así, dos años después, en octubre de 2000, en la cumbre de Marsella se decidió someter a la UEO a un nuevo proceso de aletargamiento. Había una razón de peso para no disolverla definitivamente: La importancia del artículo V del Tratado de Bruselas modificado que establece “En caso de que una de las Altas Partes Contratantes fuere objeto de una agresión armada en Europa, las otras, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, le 1 Miguel Ángel Ballesteros es General Director del Instituto Español de Estudios Estratégicos 1 prestarán ayuda et asistencia por todos los medios a su alcance, tanto militares como de otra índole”. Lo que suponía un compromiso defensivo de gran valor para los europeos. También se mantendría activa la Asamblea Parlamentaria de la UEO, encargada de activar dicho artículo, si fuera necesario. El Tratado de Lisboa ha puesto termino a la UEO al incluir en su texto la denominada “cláusula de asistencia mutua”, que establece que: “si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia, con todos los medios a su alcance de conformidad el artículo 51 de la Carta de NNUU. Ello se entiende sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros”. Esto equivale al artículo V del Tratado modificado de la UEO, por lo que la continuidad de este tratado pierde su razón de ser. Por otro lado, recordemos que en junio de 2005 la Agencia Europea de Defensa se había hecho cargo de las actividades del Grupo de Armamentos de Europa Occidental, dejando a la UEO reducida a su Asamblea. Unos años antes, el Instituto de Estudios de Seguridad y el Centro de Satélites, ambos procedentes de la UEO, tomaron la forma de Agencias dependientes del Consejo y se integraron en la UE. Los diez Estados miembros del Tratado de Bruselas (España, Bélgica, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal y el Reino Unido) acordaron que una vez que la UEO ha cumplido su papel histórico se debe poner fin al Tratado en junio de 2011. Poniendo así de manifiestos que una de las consecuencias del Tratado de Lisboa, es la clarificación de la compleja arquitectura de seguridad europea, en la medida que esto es posible. Pero volvamos a Saint Malo, para llamar la atención sobre el hecho de que Francia y el Reino Unido son los dos países miembros mejor posicionados para impulsar y liderar cualquier proceso de integración europea en materia de seguridad y defensa. La sociedad alemana con el recuerdo aún vivo de las dos grandes guerras del siglo XX, que inició Alemania y que supuso su derrota y destrucción, mantiene un fuerte sentimiento pacifista mezclado con un cierto antimilitarismo, que dificulta cualquier iniciativa de este tipo por parte del gobierno alemán. En el documento de St. Malo se señalaba ya claramente el objetivo que ha servido de guía a los desarrollos posteriores: “la Unión debe tener una capacidad de actuación autónoma, como respuesta a crisis 2 internacionales, sobre la base de una fuerza militar creíble, procedimientos de decisión para utilizarlas (entre los que lógicamente se englobaría capacidad de planeamiento), y voluntad para hacerlo”. Los acuerdos de Saint Malo fueron incluidos casi textualmente en la Cumbre de la UE celebrada en Colonia poco después. En la actualidad Francia y Gran Bretaña están negociando acuerdos bilaterales en materia de defensa y seguridad, que en esta ocasión parecen ir destinados a ahorrar costes y compartir gastos más que a impulsar la Política Común de Seguridad Y Defensa (PCSD). ¿Una ocasión perdida o tal vez el paso previo a un nuevo impulso a la integración europea que haga real la política común de seguridad y defensa? Estos acuerdos podrían ser la base para una futura “cooperación reforzada” tal y como establece el Tratado de Lisboa, en la que podrían integrarse otros países, siempre que Francia y el Reino Unido tengan en cuenta esta posibilidad en sus acuerdos. Desde la Cumbre franco-británica, la UE con sus periodos de impulso y de ralentización, ha venido trabajando en la creación de una PCSD. España ha sido uno de los principales impulsores de esa política y podemos afirmar que, en la medida de sus posibilidades, nunca ha escatimado esfuerzos para las múltiples operaciones de paz o para trabajar por la integración europea en este ámbito. En la Cumbre de Helsinki se aprobaba la creación de los principales instrumentos para el desarrollo de la PESD: Comité Político y de Seguridad (COPS), el Comité Militar (EUMC) y el Estado Mayor (EUMS). En el caso de una operación militar de crisis, el COPS ejercía, bajo la autoridad del Consejo, el control político y la dirección estratégica de la operación. En esta Cumbre también se aprobó el Objetivo de Fuerza, el llamado “Helsinki Headline Goal”, un objetivo ciertamente ambicioso, con el punto de mira puesto en 2003, que pretendía que: La UE pudiera desplegar con rapidez y sostener fuerzas para misiones Petersberg, de entidad hasta un Cuerpo de Ejército, es decir unas 15 Brigadas, lo que suponían entre 50.000 y 60.000 efectivos. 3 Fuerzas autosuficientes y con sistema de mando y control, Inteligencia, logística y apoyos de combate… Además, debía disponer de elementos aéreos y navales apropiados Capaces de desplegar completamente en un plazo no superior a 60 días. Disponer de elementos de respuesta rápida. Capacidad para sostener la fuerza sobre el terreno durante, al menos, un año. La UE ha ido alargando los plazos de tiempo pero hasta la fecha, no ha sido capaz de dotarse de todo lo necesario, si bien, tiene identificadas las carencias en capacidades criticas, como transporte estratégico, sistemas de mando y control, cuarteles generales para la conducción de operaciones, capacidades de inteligencia y reconocimiento, sin olvidar armamento de alta tecnología, son necesidades que por el momento permanecen sin estar cubiertas a pesar de los años transcurridos desde la aprobación del catalogo de capacidades en 2003. España podría participar en las misiones UE con hasta un 10% del total de la fuerza, con un máximo 6.000 efectivos, con capacidades de los tres ejércitos. Las carencias detectadas y las dificultades en la generación de fuerzas para cada operación han llevado a que la UE haya hecho de la necesidad virtud y haya sido la primera en dotarse de capacidades civiles que reforzaran a las militares. Las cumbres de Colonia y Helsinki pusieron sobre la mesa la necesidad de establecer un mecanismo civil de gestión de crisis en el marco de la PESD con el objetivo de coordinar y hacer más eficaces los diferentes instrumentos civiles de gestión de crisis de que disponen los estados miembros de la UE para evitar el surgimiento y la escalada de conflictos y consolidar la paz y la estabilidad interna en periodos de transición. Las cuatro áreas prioritarias de actuación de este mecanismo de gestión civil de crisis son: 1) la creación de una fuerza de policía europea capaz de gestionar de forma competente crisis de tipo civil; 2) el refuerzo del estado de derecho, especialmente mediante el restablecimiento de un sistema judicial y penitenciario; 3) el refuerzo de la administración civil; y 4) el establecimiento de un mecanismo de protección civil para situaciones de crisis y de desastres naturales. 4 Lógicamente en todo el proceso de construcción de la PESD, pero sobre todo, en el contexto de desarrollo de capacidades militares, la UE ha estado mirando de reojo a la Alianza Atlántica, lo que es lógico puesto que, entre otras cosas, ninguno de los 21 países miembros comunes a ambas organizaciones ha deseado duplicar esfuerzos y gastar el doble, sino aspirar a ser complementarios y no competidores. El gran número de países miembros que forman parte de ambas organizaciones debería facilitar las relaciones entre ellas, sin embargo el debate europeísta/atlantista, la relación de Turquía con la UE, el problema de Chipre y la falta de fluidez operativa para llevar a cabo operaciones utilizando capacidades del otro constituyen obstáculos que requieren grandes dosis de diplomacia para irlos sorteando. Chipre, miembro de pleno derecho de la UE pero no de la OTAN, no tiene suscrito el Acuerdo de Seguridad con la Alianza, lo que dificulta el intercambio de información entre ambas organizaciones. Sirva como ejemplo, el hecho de que debe ausentarse de los Comités Militares de la UE cuando se tratan temas que guardan relación con aspectos de seguridad OTAN, como la operación ALTHEA en Bosnia Herzegovina. Esto es un problema ya que la delegación chipriota se ve obligada a abandonar un foro del que Chipre es miembro de pleno derecho. Por su parte, Turquía que hasta el momento ha participado en todas las operaciones de la UE y que en estos momentos es el más efectivos aporta a la operación ALTHEA, ve rechazada su candidatura para ingresar en la UE. Mientras Chipre veta cualquier posible acuerdo con la Agencia Europea de Defensa o los acuerdos de seguridad entre Turquía y la UE, hasta que no se resuelva el conflicto grecochipriota en la isla. España ha venido manteniendo un apoyo inequívoco al comienzo de las negociaciones de Turquía en la UE, frente a países como Austria, Francia o Alemania, que ven en la dilación de ese proceso la política más adecuada, para no tener que enfrentarse a sus opiniones públicas. La integración de la política Exterior y de Seguridad Común implica una cesión de soberanía por parte de los Estados miembros y esto siempre es complicado, y más complicado cuanto más poderosos y autosuficiente se siente el país. Así lo reconoce el 5 propio Tratado de Lisboa cuando establece que “Respetará las funciones esenciales de Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial, mantener el orden público, salvaguardar la seguridad nacional”. A pesar de esta dificultad que entraña la cesión de soberanía, el 77% de los europeos, según el euro barómetro, están a favor de desarrollar una política común de seguridad y defensa, mientras que sólo el 18% están en contra. Mientras que alemanes, franceses y españoles son más partidarios que la media europea, sólo el 56% de los británicos apoyan el desarrollo de la PESD. Entre los ciudadanos y los gobiernos más europeístas están los españoles, que en un 43%, confían en la Unión Europea como una buena institución pública2 por encima de Naciones Unidas e incluso de instituciones públicas españolas como el Congreso de los diputados, que merece la confianza únicamente del 22% de los españoles Pero no es menos cierto que la gestión de la crisis económica y una cierta renacionalización de las políticas en Europa, están dificultando enormemente los procesos de integración en materia de seguridad y defensa. Jacques Delors3, ex presidente de la Comisión Europea indicaba que la UE tiene que optar de forma clara entre la supervivencia o el declive, pronosticando que “Si Europa no se integra, mandarán EE UU y China”, quedando la Unión relegada a un segundo plano. La voluntad de los ciudadanos europeos deberá ser la principal razón que impulse a los gobiernos a ceder soberanía en favor de una política de seguridad y defensa más integrada. En los últimos tiempos según Delors: Alemania gobierna en Berlín; Francia se ha convertido en "la Gran Francia" y el Reino Unido cada vez es más antieuropeísta. El Acta única europea que creo la Comunidad Económica Europea, establecía que la cooperación en política exterior tendría carácter intergubernamental, voluntario y no 2 Eurobarómetro Standard 74 / Otoño 2010 3 Entrevista en El País a Jaques Delors por Xavier Vidad-Foch 06/12/2009 6 vinculante, pero el Tratado de Maastricht de 1992 acordó la búsqueda de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la Unión. Han pasado 20 años y esta política sigue siendo intergubernamental, si bien se han producido importantes avances recogidos en el Tratado de Lisboa, que establece una Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD). No podemos ignorar las dificultades para avanzar en este campo, teniendo en cuenta que el proceso de integración en temas de seguridad y defensa afecta directamente a la soberanía de cada país miembro. 2. LA NUEVA ESTRUCTURA DE GESTIÓN QUE APORTA EL TRATADO DE LISBOA El Tratado de Lisboa ofrece un nuevo marco institucional para que Europa pueda profundizar en un potencial papel de actor global e influyente que, de acuerdo siempre con las encuestas, apoya la mayoría de los europeos. Entre otras cosas, el Tratado contempla nuevos mecanismos de integración política y práctica que, como reza el propio tratado, nos deberían llevar hacia una política exterior común que incluya una política de seguridad y defensa eficaz. El Tratado de Lisboa introduce importantes modificaciones en los tratados de la Unión y de la Comunidad Europea, pero no los sustituye. Aporta nuevos instrumentos para el desarrollo de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), lo que facilitará la progresión en la dirección que establecía el título V del Tratado de la Unión, donde ya en 1992 se indicaba que “la UE definirá y realizará una política exterior y de seguridad común, que abarcará todos los ámbitos de la política exterior y de seguridad”. Pero sobre todo, el nuevo tratado recoge la nueva normativa y clarifica toda la experiencia que la UE ha acumulado desde la aprobación del Tratado de Maastricht en 1992. No se puede ser un actor internacional sin un mínimo respaldo militar que haga creíbles y respetables las propias decisiones. Como decía el Cardenal Cisneros refiriendose a la milicia urbana denominada “Gente de la Ordenanza”, “Estos son mis poderes” o como por el contrario preguntaba Stalin: “¿Cuántas divisiones tiene el Papa?” para explicar su poca influencia internacional. 7 Los padres fundadores de la Comunidad Europea la concibieron como una forma de desarrollo en común, con la finalidad última de mantener el continente en paz, alejando el recuerdo de las dos guerras mundiales. El Tratado de Lisboa sigue ese camino hacia una paz ya no sólo europea, sino también mundial, pero especialmente en el entorno inmediato a la UE, mediante una buena política de vecindad y seguridad. Hasta el Tratado de Lisboa la estructura de la Unión Europea aparecía con la conocida representación en tres pilares que con el nuevo Tratado se han diluido. La Política Común de Seguridad y de Defensa (PCSD) era y es solo una parte de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) que, aunque se encuadra en el 2º Pilar, se desarrolla con la aportación de organismos del 1º pilar, porque, el Tratado establece que el Consejo, donde están los representantes de los Estados, y la Comisión, que gestiona los intereses de la Unión, son los responsables de asegurar la coherencia y consistencia de las actividades externas de la UE. La PESC era y es solo una parte, relativamente pequeña del conjunto de políticas y actividades que se realizan en el seno de la UE. Para entender el peso militar en el conjunto de la UE, podemos remitirnos a las cifras: - En el 1º pilar, en la Comisión Europea trabajan unas 26.700 personas. - En el 2º pilar, el Secretariado General del Consejo está formado por unas 3.300 personas, de las cuales solo 200 constituyen el Estado Mayor de la UE. El Tratado proporciona una estructura institucional más sólida con un Presidente del Consejo elegido por dos años y medio y un Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad reforzado en sus funciones, que “contribuirá con sus propuestas a elaborar la política exterior y de seguridad común y se encargará de ejecutar las decisiones adoptadas por el Consejo Europeo y el Consejo”. A esto hay que añadir el Servicio Europeo de Acción Exterior que darán mayor continuidad y coherencia a la Politica Exterior y de Seguridad Común y por lo tanto también a la Política Europea de Seguridad y Defensa. 8 Es de esperar que si Javier Solana, con pocos instrumentos a su alcance para desarrollar la PSDC, logró importantes avances, la Sra. Ashton, que dispone de mejores instrumentos, logre avances significativos en el proceso de integración hacia una Política Común de Seguridad y Defensa. Se sigue echando de menos un Consejo de ministros de defensa, formato que existe en la OTAN pero no en la UE. Conviene observar como con todos estos cambios se ha difuminado el esquema de los tres pilares de la Unión para hacerse un cuerpo más coherente y más interconectado. 3. LOS OBJETIVOS DEL TRATADO DE LISBOA El objetivo del Tratado de Lisboa en materia de seguridad y defensa es “La política común de seguridad y defensa que incluirá la definición progresiva de una política común de defensa de la Unión. Ésta conducirá a una defensa común una vez que el Consejo Europeo lo haya decidido por unanimidad”. Este objetivo no es nuevo, ya estaba recogido en el artículo 17 del Tratado de la Unión europea (Titulo V). La diferencia es que, entonces, se consideraba que el instrumento para llevarlo a cabo era la Unión Europea Occidental (UEO) y ahora será la propia Unión con sus capacidades civiles y militares la que la deberá llevarlo a cabo. El nuevo tratado además de establecer una salvaguardia a favor de la seguridad nacional de cada país, a que hacíamos referencia anteriormente, establece un grado de prevalencia de la OTAN, indicando que “La política de la Unión con arreglo a la presente sección no afectará al carácter específico de la política de seguridad y de defensa de determinados Estados miembros, respetará las obligaciones derivadas del Tratado del Atlántico Norte para determinados Estados miembros que consideran que su defensa común se realiza dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y será compatible con la política común de seguridad y de defensa establecida 9 en dicho marco4”. Esto se traduce en que básicamente la responsabilidad de la defensa colectiva se deposita en la OTAN. A estos límites hay que añadir el derivado de las limitaciones en las capacidades militares de la Unión para evitar la duplicidad de gasto o dicho de otro modo no volver a pagar lo que ya se está pagando en la Alianza Atlántica. Esto significa que la Unión deberá seguir avanzando hacia una política común de defensa a través de la realización de operaciones de seguridad colectiva que no entren en conflicto con las que realice la OTAN. El objetivo de alcanzar una política común de defensa no será tarea fácil, si tenemos en cuenta las no pocas diferencias que hay entre sus miembros: 1. La arquitectura de seguridad y defensa de la que se parte es muy compleja. 21 de los 27 países miembros lo son de la OTAN y de la UE, a estos hay que añadir dos países con una gran conciencia social de neutralidad: Irlanda y Suecia, dos países geopolíticamente neutrales: Malta y Chipre y dos países neutralizados: Austria y Finlandia. 2. Hay grandes diferencias en la naturalezas de las Fuerzas Armadas, mientras unas están integradas por ejércitos profesionales otras son de conscriptos. 3. Las grandes diferencias entre los presupuestos de Defensa entre los países miembros. Mientras que en 2007 el Reino Unido dedicó el 2,6% de su PIB a gastos de Defensa y Francia el 2,6%, los demás países dedicaron bastante menos, Italia 1,8%, Alemania 1,3% y España 1,2%. Sólo entre Reino Unido y Francia aportan el 46% de los 175.000 millones de euros que cada año gasta la UE en Defensa. 4. El nivel tecnológico para desarrollar armamento es muy diferente entre países miembros. El Reino Unido y Francia aportan el 75% de los 9.536 millones de euros que la UE invierte en I+D en Defensa5. Las inversiones son limitadas y con poca colaboración, a lo que hay que añadir un mercado europeo de armamento muy fragmentado. 4 5 Tratado de Lisboa de la UE. Art. 27.2 http://europa.eu/lisbon_treaty/full_text/index_es.htm Source: EDA Defence 2007 http://www.eda.europa.eu/defencefacts/ 10 5. Las grandes diferencias políticas en un tema que con frecuencia afecta a la soberanía nacional. Dinamarca, por ejemplo decidió, por referéndum, no participar en la Política Europea de Seguridad y Defensa (Opt out), mientras que en la OTAN mantiene una actitud totalmente proactiva. No debemos olvidar que la PESD básicamente circunscribe su actuación a los siguientes temas: Cooperación, posiciones y acciones comunes Mantenimiento de la paz Derechos Humanos Democracia Ayuda a otros Estados Desarme Orden Europeo de Seguridad El camino para alcanzar el objetivo de una política común de seguridad y defensa deberá basarse en el principio de cooperación leal, respetando las estructuras fundamentales y constitucionales de los Estados miembros, pero a la vez permitiendo que aquellos Estados que cumplan criterios más elevados en capacidades militares y que hayan suscrito compromisos más vinculantes en la materia para realizar las misiones más exigentes, establecerán una Cooperación Estructurada Permanente en el marco de la Unión. Mientras que la Cláusula de Solidaridad, está pensada para actuar en el interior de la Unión, la Cooperación Estructurada es una herramienta para actuar en el exterior, por eso mientras esta última será una herramienta clave para PESD, la Cláusula de Solidaridad lo será para la Cooperación en Seguridad Interior. La Cooperación Estructurada Permanente permitirá materializar la voluntad política de los más comprometidos en seguridad y Defensa a la vez que permite superar todos los obstáculos, que hemos apuntado anteriormente. Organizaciones como EUROCUERPO, EUROFOR, EUROMARFOF, el Grupo Aéreo Europeo o la SIAF podrían ser el entorno ideal para organizar las primeras cooperaciones estructuradas permanentes. Esto consagrará la denominada Europa de varias velocidades, pero parece una buena forma de hacer progresar la PESD. 11 España participa en todas estas organizaciones lo que es una muestra de su predisposición a participar en la cooperación estructurada permanente que pueda organizarse. 4. LOS RETOS DE LA PCSD ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la Política Europea de Seguridad y Defensa? ¿Cuál debe ser el papel de España para hacer frente a esos retos? La UE y los países miembros como España deben seleccionar los temas que quieren impulsar para lograr una mayor integración en la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD), lo que permitirá consolidar un mundo multipolar donde la voz de la UE sea tenida en cuenta. Analicemos los retos a los que se enfrenta la Unión en el desarrollo de la PESD. Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa es el momento de impulsar lo que establece la Estrategia Europea de Seguridad6, es decir, desarrollando una Europa de Soft Power, pero con capacidad de Hard Power para mantener la seguridad de los ciudadanos europeos y los intereses colectivos de la Unión, así como la estabilidad internacional. Joseph Nye que ha acuñado estos términos considera que Europa debe desarrollar el denominado Smart Power considerado una combinación de hard y soft power en una misma estrategia. Coincidía en esta visión la embajadora norteamericana en la OTAN, que en 2008 afirmaba que “el mundo necesita una capacidad de defensa europea más fuerte y más capaz, para actuar de forma independiente… pues una Europa con soft-power no es suficiente”. A este respecto sería conveniente estudiar la conveniencia de incluir el factor seguridad en la Unión por el Mediterráneo. 4.1. Capacidades civiles y militares Si tuviéramos que resumir que es la PESD, diríamos que ante todo es la suma de capacidades civiles y militares en condiciones de ser empleadas. Esto nos lleva a desarrollar políticas que posibiliten una mejora de las capacidades puestas a disposición de la Unión. 6 «Una Europa Segura en un Mundo Mejor». Estrategia Europea de Seguridad. Bruselas, 12 de diciembre de 2003. http://www.consilium. europa.eu/uedocs/cmsUpload/78367.pdf 12 Como ya hemos indicado la UE ha tratado de suplir sus carencias en medios militares, con el empleo de capacidades civiles, cuyo origen está en la Cumbre de Santa María da Feira celebrada en junio de 2000 que acordó establecer capacidades para la gestión civil de crisis que se unieran a las estructuras y capacidades militares que se habían acordado seis meses antes en Helsinki. La Unión basaba así su estrategia para la prevención de conflictos en la combinación de capacidades civiles y militares, adelantándose al concepto de la OTAN denominado Comprehensive Approach (Aproximación Integral). Esto requiere poner en convergencia las capacidades civiles con las militares desde el planeamiento hasta la ejecución. Este es el reto al que ahora se enfrentan la UE. Las capacidades civiles ganan en eficacia cuando actúan junto a las militares. Pero la clave del éxito está tenerlas preparadas y entrenadas para actuar conjuntamente, algo que todavía requiere importantes esfuerzos. Las fuerzas de la Gendarmería Europea (Eurogendfor), cuerpo de seguridad constituido por cinco países miembros de la UE que disponen de fuerzas policiales de carácter militar formado por: Guardia Civil (España), Gendarmería (Francia), Carabinieri (Italia), Guardia Nacional Republicana (Portugal) y Real Marechussée (Holanda) a las que se unió en 2008, la Gendarmería rumana, podría ser empleadas como parte de las capacidades civiles de la UE. 4.2. Relaciones OTAN – UE Un principio básico es no duplicar esfuerzos en capacidades militares, que ya se están realizando en la OTAN. Esto llevó a la UE y OTAN a firmar en marzo 2003 los acuerdos Berlín Plus. Su aplicación permitió a la UE hacerse cargo de la operación Concordia en Macedonia y de la Operación Althea en Bosnia- Herzegovina con medios de la Alianza. Pero estas son, por el momento, las únicas operaciones de la UE que han utilizado estos acuerdos, lo que resulta sumamente significativo. Y es que se requiere negociar caso por caso, por lo que cualquier discrepancia de uno de sus 28 miembros de la OTAN, es un obstáculo difícil e superar para que la UE reciba medios de la Alianza. Esto nos lleva a considerar la necesidad de perfeccionar Berlín Plus para lograr una mayor automatización en el préstamo de los medios de la OTAN a la UE o viceversa. 13 Esto no parece tarea sencilla con una Turquía que ve dificultarse sus aspiraciones de formar parte de la UE y encuentra en este tipo de negociaciones una herramienta de presión. 4.3. Objetivo de Capacidades 2010 Debemos recordar que el Tratado establece que “Los Estados miembros pondrán a disposición de la Unión, a efectos de la aplicación de la PCSD, capacidades civiles y militares para Contribuir a los objetivos definidos por el Consejo”. Los intereses industriales de cada país, las necesidades propias de las estrategias nacionales de Defensa y la crisis económica han dificultado que las necesidades que en su día fueron identificadas hayan podido ser cubiertas por los países miembros. El reto al que ahora se enfrenta la UE es decidir si debería volver a identificar las necesidades como ya hizo en 2003 o buscar otras formulas más realistas e imaginativas que ayuden a resolver las carencias del Headline Goal Catalogue 2010. 4.4. Los Battle Groups La idea de la creación de estas unidades surgió tras el éxito de la Operación Artemis. Para esa ocasión se creo una fuerza de 1800 hombres de diez países, mayoritariamente franceses (1500), que fueron capaces de intervenir en menos de un mes desde la aprobación de la Resolución 1484, el 15 de mayo de 2003, para intervenir en Bunia (República Democrática del Congo). Las fuerzas desplegaron el 12 de junio y estuvieron sobre el terreno hasta finales de agosto de 2003. Los Battle Groups no han podido ser empleados nunca en estos años, lo que pone en cuestión su utilidad. Por otro lado, estas unidades puestas a disposición de la Unión, deberían ser certificadas como se hace con las NRF de la OTAN, para estar seguros de que están en condiciones de ser desplegadas eficazmente. Todo esto plantea la necesidad de redefinir cuando, como y en que condiciones deben ser utilizados los Battle Groups para facilitar su empleo cuando sea necesario. Sería interesante considerar la conveniencia de crear un centro de entrenamiento común y unos criterios para certificar el funcionamiento de los Battle Groups teniendo 14 en cuenta que la generación de fuerzas debería estar basada a partir de los medios que están en permanencia, completándolos con las aportaciones de los países miembros y no al contrario. La UE requiere unas capacidades militares creíbles lo que exige medios a disposición de la Unión y una voluntad inequívoca de ser empleados en determinadas condiciones. 4.5. Financiación comunitaria de las operaciones de la UE Es necesario mejorar los fondos comunitarios que costean las operaciones en el exterior, para evitar que los países que más efectivos, sean además los que más gastos tienen y evitar así que se establezcan obstáculos al empleo de los grupos de combate por razones financieras. La Ministra de Defensa Carme Chacón indicó que “es necesario abordar una mayor financiación común”. Este es un tema a desarrollar en profundidad en el seno de la Unión, pero ya hay precedentes como es la DECISIÓN 2008/975/PESC DEL CONSEJO 18/12/2008 por la que se crea un mecanismo para administrar los costes comunes de las operaciones de la Unión Europea (Mecanismo Athena Costes Comunes) según la cual los costes comunes que se pagan con fondos comunitarios son: - Cuarteles generales, comunicaciones, transportes y viajes - Reconocimientos previos (transporte, alojamiento, intérpretes…) - Indemnizaciones, almacenajes, gastos bancarios y de auditorías, etc. - Gastos de evacuaciones médicas Mientras que los demás costes son soportados por las naciones (NBC-Nation Borne Costs). 4.6. El planeamiento y la gestión de las operaciones de la UE Las operaciones de la UE son el motor que impulsa la PESD, pero también son el escaparate donde se manifiestan sus debilidades. Es necesario reforzar sus capacidades civiles y militares y las estructuras que donde se elaboran y dirigen los planes operativos, simplificando los sistemas de planeamiento, así como los de mando y control. No olvidemos que actualmente en la UE hay 27 sistemas de mando y control y 15 que operaciones como Atalanta deben utilizar las instalaciones de algún país miembro ante la carencia de un Cuartel General operacional propio de la UE. Aún asumiendo el principio de evitar la duplicidad de capacidades entre OTAN y UE es evidente que la estrategia de la Unión se basa en la gestión de crisis para evitar que el conflicto escale. Esto obliga a intervenir con gran rapidez al comienzo del conflicto lo que requiere unas infraestructuras mínimas dependientes de la propia UE. Esto nos llevaría a la necesidad de un Cuartel General de Operaciones de la UE (EU-OHQ)7 que facilite el despliegue con rapidez y donde se integren la gestión de las capacidades civiles y militares en la zona de operaciones. 4.7. La enseñanza militar europea Para poder trabajar en ambiente multinacional se requiere un único sistema de planeamiento y una doctrina común, que muy bien podría ser la de la OTAN adaptada. A este respecto sería conveniente la implantación de un “Sistema Erasmus” que permita a los alumnos de las academias militares estudiar parte de su carrera en la academia militar de otro país europeo, esto tendría grandes ventajas como es la del perfeccionamiento de los idiomas al principio de la carrera militar, la exigencia de programas compatibles que homologuen los estudios y el conocimiento mutuo para trabajar en unidades multinacionales. Habría que estudiar la conveniencia de disponer de una Escuela Militar Europea para oficiales. 4.8. Los partenariados En el informe liderado por los profesores Daniel Hamilton y Frances G. Burwell titulado Shoulder to Shoulder: Forging a Strategic US-EU Alliance, se recogen 10 grandes iniciativas para configurar una nueva alianza estratégica entre EEUU y la UE. Entre estas destacan, la adopción de una “cláusula de solidaridad trasatlántica” más ambiciosa que la propia de la UE, que incluiría la coordinación operativa contra el terrorismo, el establecimiento de una orden de detención trasatlántica, y el cierre del centro de detención de Guantánamo y de la cárcel de Bagram, entre otros aspectos. Otra de las iniciativas es la de hacer frente a los conflictos con más eficacia a través de la 7 Ya en 2003, algunas naciones europeas propusieron la creación de un Cuartel General Permanente en Tervuren (Bélgica) para la conducción de operaciones/misiones PESD. Esta propuesta ha sido siempre rechazada por los países miembros de la UE que ven en la OTAN el instrumento principal y casi único para la resolución de conflictos. 16 coordinación. Una tercera iniciativa es la de forjar una asociación para la sostenibilidad energética. Y también se propone redoblar los esfuerzos para detener la proliferación de ADM. Este documento recientemente hecho público será un buen punto de partida para explorar los intereses comunes a ambos lados del Atlántico. Las relaciones UE –Rusia se han demostrado esenciales para la seguridad energética de la Unión, por lo que esta relación tiene un interés estratégico especial. Pero igualmente es necesario potenciar las asociaciones de la UE con China, India y con Brasil como principales actores geopolíticos, sin olvidar una alianza con las NNUU, como instrumento clave, que legitima las relaciones internacionales. 4.9. Libro Blanco de la Seguridad Europea Es necesario considerar la necesidad de elaborar un Libro Blanco de la Seguridad Europea (LBSE), que partiendo del nivel de desarrollo de la PESD actual establezca directrices políticas y marque el camino a seguir para lograr el objetivo que establece el Tratado de Lisboa. De las directrices políticas que se establezcan en el libro blanco se deberan deducir las estructuras necesarias y los programas políticos a desarrollar. Un LBSE constituiría, entre otras cosas, un elemento clave, a nivel interno, para promover una mayor conciencia de seguridad y defensa europea. Y, a nivel externo, para ayudar a poner las bases de lo que sería un nuevo orden internacional de seguridad y defensa, cimentado en asociaciones estratégicas eficaces de la UE con la OTAN y con la ONU, en relación con el mantenimiento y consolidación de la paz y estabilidad internacionales. A diferencia del Libro Blanco de la Seguridad Europea, la Estrategia Europea de Seguridad (EES), identifica las amenazas y los riesgos a los que nos enfrentamos, establece las líneas de acción para hacer frente a esas amenazas y protegernos de los riesgos identificados. De la estrategia se deben deducir las capacidades civiles y militares necesarias para poder llevar a cabo los planes estratégicos. En la estrategia se deben establecer aspectos clave como el nivel de ambición de operaciones civiles y militares. 17 4.10. Armonización de intereses nacionales y europeos La UE adolece de una gran indefinición en su compromiso comunitario y esto se traduce en una estrategia de seguridad muy ambigua. Sin duda, uno de los grandes retos es armonizar intereses nacionales e intereses de la Unión. Hasta ahora, se ha entendido que los intereses europeos eran la mera yuxtaposición de los intereses nacionales. Esa simple adición ha podido servir durante una época, que está tocando a su fin. Hay intereses europeos que no son los intereses de la Unión y de su ciudadanía y que deben ser definidos. 5. CONCLUSIÓN Para seguir avanzando es necesario recordar que la UE se basa en la competitividad, pero a la vez en la cooperación y la solidaridad. Como diría Jaques Delors "La competencia que estimula, la cooperación que refuerza y la solidaridad que une". El Tratado de Lisboa marca el objetivo y el camino a recorrer. Los nacionalismos dirigidos por líderes con visión corta tienden a poner todas sus energías en resolver los problemas del corto plazo, los auténticos líderes tienen visión lejana y orientan sus esfuerzos a alcanzar los objetivos lejanos. Como dijo el Presidente de la Comisión Europea Durao Barroso “no podemos esperar milagros del Tratado de Lisboa, lo importante es la voluntad política”, pero además el nuevo tratado consolidado resultado de modificar el de la Unión con el de Lisboa, clarifica el ordenamiento jurídico y proporciona herramientas para lograr que la PESD camine hacia una definición progresiva de una política de defensa común. España, que cuenta con una de las sociedades más europeístas del continente, puede jugar un papel muy relevante en este proceso de integración hacia una política común de seguridad y defensa, para lo cual debe establecer su propia estrategia y actuar de forma proactiva en todos los foros europeos. 18