Redención en el infierno Por doloroso que nos resulte, vamos ahora a seguir al movimiento de la Fe, desde la cruz al lugar en el que él reclama que la redención del hombre ha sido asegurada —los abismos del mismo infierno—. Como lo expone Robert Tilton: "Por tres días y tres noches. El (Jesús) estuvo en los abismos del infierno, rompiendo los poderes de las tinieblas para que fuéramos libres".1 Los proponentes de la teología de la Fe dicen que en el infierno. Jesús tuvo que soportar por tres días y tres noches un inimaginable abuso de parte de Satanás y de su horda de demonios. Oigámoslo directamente de Frederick K.C. Price: "¿Usted cree que el castigo por nuestro pecado fue el de morir en una cruz? Si ese fuera el caso, los dos ladrones podrían haber pagado el precio. No, el castigo fue ir al mismo infierno y sufrir la condenación de estar separado de Dios... Satanás y todos los demonios del infierno juntos pensaron que ellos ya le tenían atrapado y lo cubrieron con una red, lanzándolo a las más grandes profundidades para que allí cumpliera la sentencia que nos correspondería a nosotros".2 Price añade entonces: "Su espíritu (el de Jesús) y alma se fueron al infierno, o Hades, y allí sirvieron la sentencia que justamente usted y yo debiéramos haber cumplido. El lo hizo por nosotros. Por nosotros, El fue al infierno".3 Desde luego, Kenneth Hagin enseñó esta doctrina mucho antes de que Price fuera una influencia dentro del cristianismo, y el mismo Hagin había seguido a Kenyon, quien a su vez había derivado esta información de las sectas metafísicas.4 Detengámonos por un momento para obtener la versión de Hagin sobre esta enseñanza: "El (Jesús), asumió la muerte espiritual por cada hombre. Y Su espíritu y su personalidad total fueron al infierno en lugar mío. ¿Puede usted darse cuenta de esto? La muerte física no remueve sus pecados. El probó la muerte por todos los hombres. El está hablando de probar la muerte espiritual".5 Ya que Copeland le abrió paso a tal influencia en el movimiento de la Fe, escuchemos su versión de esta historia: "Cuando Jesús exclamó, "Consumado es". El no estaba hablando del plan de redención. Faltaban todavía tres días y tres noches antes de que El fuera al trono... La muerte de Jesús en la cruz solamente fue el comienzo de la obra total de redención".6 Por reprensibles que todas estas citas sean, ninguna de ellas puede rivalizar con lo que ha dicho Paul Billheimer en su libro, Destined for the Throne. Jan Crouch, la esposa de Paul Crouch, el presidente de "TBN", recitó, en una actitud de aprobación, las siguientes palabras de Billheimer, durante un servicio de comunión en vivo ante las cámaras de televisión: "Debido a que El fue "hecho pecado", impregnado con el pecado, y se convirtió en la esencia misma del pecado. El fue expulsado de la presencia de Dios como algo nauseabundo. El y el pecado se hicieron sinónimos... Para Cristo no fue suficiente ofrecer solamente Su vida física en la cruz. Su espíritu humano y puro tuvo que descender al infierno... No tan solo tuvo Su espíritu que descender al infierno, sino que bajó hasta los más sórdidos lugares del mismo infierno... El Padre le abandonó tan solo en la agonía y la muerte del Calvario, sino que también en las torturas satánicas a Su puro espíritu, para satisfacer al pecado de toda la humanidad. Por todo el tiempo en que Cristo fue "la esencia del pecado" él estuvo a la voluntad de Satanás en los lugares de tormento... Mientras que El estuvo identificado con el pecado. Satanás y sus hordas del infierno le cayeron encima, como si se tratara de cualquier pecador perdido. Durante ese tiempo que parecía sin término, en las negruras del abismo de la muerte, Satanás hizo con El lo que le parecía y el infierno estaba en "fiestas de carnaval".7 Para mí constituye un misterio el que alguien pueda afirmar que Jesús tuvo que completar su obra de redención en el infierno.8 Sin embargo, algunos de los maestros de la Fe tratan de animar sus argumentos insistiendo en que un número de los credos cristianos —tales como el Credo de los Apóstoles y el Credo de Atanasio—, contienen la frase, "descendió a los infiernos". Parecen ellos ignorar que esta frase no aparece en los credos hasta el siglo cuarto, y que nunca fue parte de los originales. Lo cierto es que ninguno de los primeros padres de la iglesia ni quienes compusieron los credos, creyeron jamas que Cristo sufriera en el infierno bajo la autoridad de Satanás.9 En cualquier circunstancia, no obstante, la Palabra de Dios tiene que ser la corte de la apelación definitiva. ¿Cómo podría alguien ignorar lo que el Señor le dijo al ladrón en la cruz? Jesús no dijo: "Te digo hoy que estarás conmigo en el paraíso". Lo que El dijo fue: "De cierto, de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43). De acuerdo con el apóstol Pablo, el paraíso está en el tercer cielo (II Corintios 12:2). No hay forma de reconciliar esta explícita afirmación hecha por Cristo con la enseñanza de la Fe de que Jesús fue torturado en el infierno".10 Dos pasajes claves Los maestros de la Fe distorsionan dos pasajes en particular —Mateo 12:40 y Efesios 4:9,10—, para recalcar su caso de que Cristo, de veras, fue al infierno. Echemos una rápida mirada a tales textos. Primero, Mateo 12:40 "el Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra tres días y tres noches". Se trata de una simple referencia al tiempo que Cristo debía pasar en la tumba; pero los maestros de la Fe quieren usar este texto para apoyar la idea de que Jesús fue al infierno para ser torturado por Satanás y sus demonios. El peso de la prueba claramente recae sobre ellos. Este verso no dice nada de lo que pretenden. Segundo, en Efesios 4:9,10 "Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo ". Lo que hallamos en este texto es una expresión idiomática refiriéndose a la encarnación de Cristo en la tierra y no a ningún tipo de encarcelamiento en el infierno. De hecho, David usó la misma expresión ("partes más bajas" o "lo más profundo de la tierra), en el Salmo 139:15,16, cuando dijo que "no fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en lo oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión..." Seguramente, a nadie se le ocurriría llegar a la conclusión de que David nació en el infierno. Sin embargo, aún insisten los maestros de la Fe en hundir a Jesús en las más bajas regiones de ese temido lugar que es el infierno. Al paraíso, no al infierno. Vale la pena notar que Jesús, en la cruz, exclamó, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46cf.; Juan 19:30). Es más que evidente que El no gritó, "Satanás, en tus garras yo deposito mi ser. Tómame, te pertenezco. Llévame contigo al infierno". Si fuéramos a tomar la Biblia seriamente, debemos arribar a la conclusión de que Jesús encomendó Su espíritu al Padre, no a Satanás. El apóstol Pablo lo expresó de manera muy elocuente, cuando escribió de Cristo, "despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Colosenses 2:15. El énfasis es mío). Jesús no sufrió horribles torturas en el infierno en las manos de Satanás. ¡Cristo triunfó sobre el diablo en la cruz! Fue su muerte en la cruz la que hizo posible nuestra salvación. ¿Podría el autor de Hebreos expresarlo con mayor claridad?: "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Hebreos 2:14,15).