Cuerpo y cultura. Las músicas «mulatas» y la subversión del baile

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Liliana González. Cuba. Musicóloga e investigadora. Especialista del Centro de Investigación y
Desarrollo de la Música Cubana.
El acceso al sitio se realiza con el nombre de usuario:
Music5, y la contraseña: Book1745.
Asimismo, para ampliar la visión sobre el libro desde
otros acercamientos, recomiendo la lectura de la entrevista realizada por Aleysia Whitmore a Robin Moore
y a Alejandro L. Madrid sobre el proceso de investigación y escritura del libro. La misma disponible en el
sitio: http://iaspm-us.net/iaspm-us-interview-seriesalejandro-l-madrid-and-robin-d-moore-danzoncircum-carribean-dialogues-in-music-and-dance/ y
perteneciente al proyecto Serie de entrevistas de la
rama estadounidense de IASPM, organización a la que
pertenecen ambos investigadores.
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teriales discográficos y viodeográficos que
fueron estudiados por los autores.3
Habría mucho que decir sobre el libro,
solo apunto los aspectos generales. Se trata
de una investigación necesaria a estudiar en
nuestras academias, porque entre otros aspectos, su perspectiva historiográfica ofrece
nuevos ejes y espacios de escucha y discusión. Asimismo, resultan textos muy difíciles
de insertar en espacios menos académicos
precisamente porque deconstruyen mitos
que dan sentido a la idea de identidad de diversas comunidades. Me he visto en esa circunstancia difícil, en la que el papel del investigador como promotor de nuevas ideas
y relatos históricos debe dialogar de manera
respetuosa y atenta con las ideas de identidad local y tradición histórica que también
forman parte de ese imaginario que construye al género; este es un aspecto abordado
y muy bien encauzado en el libro. n
Sobre
Cuerpo y cultura.
Las músicas «mulatas»
y la subversión
del baile
de Ángel Quintero
Rivera
Julieta Novau
Quintero Rivera, Ángel: Cuerpo y cultura. Las
músicas «mulatas» y la subversión del baile,
Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt,
2009, 394 p., ISBN 978-848-489-421-6
En Cuerpo y cultura. Las músicas «mulatas»
y la subversión del baile, el sociólogo puertorriqueño Ángel Quintero Rivera analiza la
configuración y definición de una identidad
híbrida —latinoamericana en general y caribeña en particular— proyectada a través del
baile en su vínculo inherente con la ritmicidad musical. Danza y música constituyen
ejes temáticos estructuradores de la obra
y ofrecen un esquema de aportes culturales de vertientes diversas cuyo entramado
—hecho de intersección y mezcla— el autor
recorre en su ensayo desde una perspectiva abarcadora, relacional y diacrónica. La
corporeidad cultural caribeña adquiere un
carácter polirrítmico y descentrado respecto
de las pautas sonoras —unívocas y sistematizadas— de la cultura occidental. En esta
línea, la consideración de las expresiones
musicales y los bailes como posibilidades de
liberación o lo que el autor denomina en el
«Prefacio»: «...la impugnación subversiva a la
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cárcel de larga duración del eurocentrismo
racista»1 ilumina el espesor de procesos distintivos que marcaron y aún atraviesan el
área, como la esclavitud sumado a los recurrentes fenómenos diaspóricos en tanto
elementos axiomáticos que articulan y enmarcan su reflexión sociocultural. Núcleos
temáticos trabajados por Quintero Rivera
en su ensayo anterior (editado en 1998) Salsa, sabor y control. Sociología de la música
«tropical» con el cual mantiene un diálogo
permanente.2
El libro se estructura en tres partes desde donde el autor ofrece, de manera original, una invitación al lector a dejarse llevar
a través del movimiento del baile —con sus
respectivos acordes— pautado por un paseo introductorio, un merengue central
junto con un jaleo final —subdividido a su
vez en tres contundentes repiqueteos. Cada
sección acentúa determinadas expresiones
musicales y danzas caribeñas en las cuales
las concepciones de heterogeneidad y «mulatez» que tematiza como objeto de análisis
se acompañan y refuerzan formalmente por
la traspolación intercalada de canciones,
partituras, esquemas e imágenes de cantantes representativos. De hecho, la obra se
abre con la xilografía de José Rosa titulada
«Festejo» (1977), quien toma como base de
su diseño la referencia al bolero «Lágrimas
negras» (1931) de Miguel Matamoros. Esta
combinatoria dual que contrasta temáticamente el dolor y la alegría o la coerción y la
liberación también se advierte en el excelente
«Prólogo» del sociólogo peruano Aníbal Quijano titulado Fiesta y Poder en el Caribe. Notas
a propósito de los análisis de Ángel Quintero.
Ángel Quintero Rivera: Cuerpo y cultura. Las músicas
«mulatas» y la subversión del baile, 2009, p. 13.
2
Véase Ángel Quintero Rivera: Salsa, sabor y control.
Sociología de la música «tropical», Casa de las Américas, La Habana, 1998.
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La primera sección del ensayo —I. Paseo—
funciona a modo de presentación general
del tema, donde reflexiona sobre las articulaciones entre danza y conformación de la
ciudadanía nacional. En este marco, el ensayista considera las expresiones musicales y
bailes caribeños como modos de establecer
lazos socioculturales. Se detiene en el análisis especial de la bomba, música tradicional
puertorriqueña de herencia africana —surgida en el ámbito de las plantaciones durante
el período de esclavitud— y la manera en que
el protagonismo otorgado a la percusión,
como comunicación rítmica camuflada por
medio de los toques de tambor en diálogo
con las expresiones corporales, se continúa y
resignifica en artistas contemporáneos que
cultivan la salsa. Asimismo, Quintero Rivera
presenta una definición global de las «músicas mulatas» americanas caracterizadas
por la riqueza combinatoria entre melodía,
armonía y ritmo a partir de la libre conjugación entre composición sistemática e improvisación espontánea. La consideración de
ámbitos latinoamericanos específicos junto
con los espacios culturales diferenciadores
contenidos en ellos se sintetiza en la apelación a las expresiones del mandato colectivo
y floreo individual. Ambas nociones sustentan una práctica compartida de comunicación, a través de la música y de la gestualidad corporal en la danza, que remite al
trazado de un espacio identitario común de
pertenencia social y cultural.
En el capítulo central del ensayo —II. Merengue—, Quintero Rivera examina, desde un
pormenorizado enfoque histórico y social, el
proceso de conformación y desarrollo de las
«músicas bailables mulatas» en el Caribe y la
América. El sociólogo puertorriqueño toma
como punto de partida de su indagación
la emergencia de las contradanzas y habaneras en el siglo XIX atendiendo a aspectos
como: la base occidental de la música en su
melodía y armonía combinada con variaciones propiamente americanas como las
descargas instrumentales sincopadas, los
soneos vocales, la heterogeneidad de timbres o la repetición en tanto mecanismo de
intensificación que se explica por su origen
afroamericano manifiesto, además, en las
prácticas rituales de religiosidad (estados
de trance y sensualismo de las danzas). Aspectos sobre los cuales subyace la noción de
una identidad colectiva popular cohesionada e intercomunicada mediante las prácticas
musicales y los bailes. Desde este núcleo de
análisis, Quintero Rivera describe y proyecta
los rasgos principales de otras expresiones
sonoras y bailes de salón de fines del siglo
XIX, surgidas en estratificadas sociedades
esclavistas —como el maxixe, merengue,
vals criollo, danza y danzón— para pasar a
la primera década del siglo XX analizando la
rumba y el bolero afrocaribeño junto con la
samba afrobrasileña, la bossa nova y, finalmente, culminar en la indagación sobre manifestaciones del rock y hip-hop afronorteamericanos sumado a consideraciones sobre
el calypso, el reggae, reggaetón, las fusiones
y revalorizaciones del legado afroamericano
en la salsa y el jazz latino durante la segunda
mitad del siglo pasado y principios del XXI.
Inmersas en este amplio arco temporal, dichas manifestaciones corporales y musicales
se encuentran moduladas por problemáticas
convergentes tales como el vínculo tensionado entre lo culto y lo popular, los efectos
de un incesante flujo de migraciones tanto
internas como externas, el tratamiento temático de melancolía tropical junto con experiencias de nomadismo y desarraigo. Así, se
apunta a poner de relieve regularidades dinámicas que articulan las diversas áreas del
Caribe y de América subrayando su complejidad y enriquecedora heterogeneidad cultural.
El último capítulo, titulado III. Jaleo, se
subdivide en una tríada de repiqueteos que
contiene un análisis panorámico sobre las
músicas bailables americanas a partir de la
referencia a sus trayectorias de género y a
los itinerarios biográficos de sus intérpretes
y compositores representativos. El primer
repiqueteo examina los orígenes del baile
en pareja caribeños, en especial de la danza puertorriqueña y del merengue. El autor
muestra cómo la danza puertorriqueña es
expresión de una «estratificada integración»3
nacional de sectores sociales divergentes
(hacendados y mulatos artesanos) consolidada en composiciones del ponceño Morel
Campos a fines del siglo XIX y luego, durante
el siglo siguiente, la manera en que pierde
paulatinamente su protagonismo a causa de
los cambios resultantes de la modernización,
y emerge la plena vinculada a los sectores
obreros urbanos, mientras que el merengue
Ángel Quintero Rivera: Cuerpo y cultura. Las músicas
«mulatas» y la subversión del baile, 2009, p. 269.
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ha logrado mantener su carácter tradicional
jíbaro o campesino. En el repiqueteo segundo, el ensayista se detiene en indagar las
relaciones entre dos autores musicales paradigmáticos: el sonero Ismael Rivera y el timbalero Rafael Cortijo —y su combo. Figuras a
través de las cuales reflexiona sobre los procesos de migraciones internas a Santurce y
la diáspora colectiva a Nueva York junto con
la revalorización de la improvisación sonora
y la amplia difusión en los medios de comunicación masiva. El tercer repiqueteo de este
Jaleo y que cierra el ensayo, despliega una
cartografía simbólica de la trayectoria de
la salsa definida como una forma de hacer
música sustentada en la libre combinación
de ritmos. A la vez se centra, de modo especial, en los aportes de Eddie Palmieri. Según Quintero Rivera, la sensibilidad salsera
revela una religación de identidad caribeña
y latinoamericana transterritorial entre los
sujetos nómades. Esta concepción nodal de
la salsa se convierte en ejemplo cristalizador de la fuerza subversiva de las músicas
bailables mulatas a lo largo del tiempo dado
que socavan la: «… radical separación —cartesiana— entre mente-civilización y cuerponaturaleza, que la creatividad expresiva del
cuerpo danzante pone en tela de juicio, y
que vamos enseñándole al mundo desde
la sabiduría de nuestra ‘mulata’ tradición
bailable».4
Este ensayo de Ángel Quintero Rivera
ofrece un insoslayable y novedoso aporte
para pensar el dinámico tramado de la identidad caribeña en particular (y latinoamericana en general) pautado por dualidades.
«¿Diversión enajenada o fiesta libertaria?»5 El
autor responde en su análisis a esta pregunta preliminar desde una aguda perspectiva
sociocultural que entrelaza músicas mulatas
4
5
Quintero Rivera: Op. cit., p. 357.
Quintero Rivera: Op. cit., p. 9.
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y bailes como expresiones resignificadoras
del legado afroamericano en cuanto a su
potencialidad de insubordinación cultural
o como sintetiza la letra de una canción:
«Coro: Dios los cría y ellos se juntan / Soneo:
Te digo que esos negros se juntan / ¡Mira
meten un swing que te asustan».6 n
Tomado de La Ventana
Julieta Novau. Argentina. Facultad de Ciencias
Humanas, Universidad Nacional de La Plata.
6
Quintero Rivera: Op. cit., p. 275.
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Partituras
musicales inéditas
de Puerto Rico
Gloria Tapia
Alonso, Ernesto (ed.): Partituras inéditas de
compositores puertorriqueños, Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan,
2014, ISBN 978-0-86581-682-4, 112 p.
Luego de una prolongada pero conveniente
espera, la Editorial del Instituto de Cultura
Puertorriqueña brinda al público amante
de la música el libro Partituras musicales
inéditas, una excelente investigación realizada por el doctor Ernesto Alonso. El libro
que reseñamos se añade de una manera especial a la historiografía de nuestro país en
tanto recoge numerosos manuscritos o copias únicas inéditas olvidadas, desconocidas
hasta el momento por un público amplio, y
a quien se le ha privado de su conocimiento
por falta de divulgación. Este libro, además,
da continuidad al cometido de informar al
público y educarlo en la apreciación de la
música como expresión ampliamente cultivada en todos sus géneros en Puerto Rico.
El lector encontrará cuatro ensayos breves de estudiosos de la música, ubicados
por secciones con sus partituras correspondientes. Incluye, además, una introducción
del doctor Alonso, resultado de su investigación, titulada «La música del Archivo Ge-
neral de Puerto Rico». En la misma describe
el contenido y alcance de esta importante
colección, explica los criterios de selección
de la antología, los objetivos del proyecto y
el proceso que se siguió durante su fase de
investigación.
Su motivación para emprender este empeño es el interés universal de todos los investigadores del campo de las humanidades: la
protección de las fuentes y la divulgación de
la investigación. Alonso deja ver su preocupación por la protección de nuestro acervo
musical. Es contundente en la crítica —pero
solo en el ánimo de alertar como investigador
especialista— para salvaguardar el patrimonio musical de todos los puertorriqueños: «Mi
preocupación como musicólogo puertorriqueño ante la desaparición de manuscritos
de nuestra música y con ello, la desaparición de parte de nuestra historia musical de
primera mano».1
Esta introducción también brinda la
oportunidad de conocer al profesor y maestro de música: «Como educador, me he dado
cuenta que hay un gran desconocimiento de
nuestra música más antigua… y que a causa
de esto no se enseña en las escuelas, abortando así la posibilidad de cumplir con uno
de los motivos más predicados por los ministerios de educación de muchos países, la divulgación y apreciación de la música propia
como parte del desarrollo cultural».2
La oportunidad era propicia porque pudimos trabajar un proyecto necesario para la
divulgación de nuestra música y a su vez, el
Instituto de Cultura Puertorriqueña cumplía
con su responsabilidad de conservar, enaltecer y divulgar la expresión musical de puertorriqueños para generaciones más jóvenes.
Cuando me nombraron a la dirección de
la Editorial inicié una restructuración que
tenía como fundamento publicar proyectos
Ernesto Alonso: «La música del Archivo General de
Puerto Rico», 2014, p. 7.
2
Ídem.
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