Mayo Cuadernos de la Buena Praxis 2006 Número 4 La gripe, la gripe aviar y la amenaza de una pandemia gripal Edita: COLEGIO OFICIAL DE MÉDICOS DE BARCELONA CENTRO DE ESTUDIOS COLEGIALES Colegio Oficial de Médicos de Barcelona PRAXI LAS PALMAS FILMACION 1 8/5/06, 12:28 Redacción Comité para la edición del COM Las Palmas: Marcos Gómez Sancho. Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Las Palmas. Jorge Freixinet Gilart. Vicepresidente 2º COM Las Palmas. Mª del Carmen Bautista Quintana. Gerente COM Las Palmas. Valentín Sinovas Sánchez. Responsable de Imagen y Comunicación COM Las Palmas. Expertos redactores de este cuaderno Coordinador y redactor: Antoni Trilla Garcia. Doctor en Medicina. Unidad de Evaluación, Soporte y Prevención (Dirección Médica) del Hospital Clínico de Barcelona. Profesor de Salud Pública de la Universidad de Barcelona (UB). Benito Almirante Gragera. Doctor en Medicina. Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Profesor de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Maria Casado González. Doctora en Derecho. Profesora de Filosofía del Derecho de la UB. Directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la UB. Tomás Pumarola Suñé. Doctor en Medicina. Servicio de Microbiología del Hospital Clínico de Barcelona. Profesor de Microbiología de la UB. Revisión y asesoramiento científico Miquel Bruguera Cortada. Presidente Colegio Oficial de Médicos de Barcelona Josep Arimany Manso. Médico Forense. Director Instituto de Medicina Legal de Cataluña. Consejería de Justicia. Generalitat de Catalunya. José María Bayas Rodríguez. Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Servicio de Medicina Preventiva. Hospital Clínico de Barcelona. Profesor del Departamento de Salud Pública. UB. Joan A. Caylà Buqueras. Médico de Familia. Servicio de Epidemiología. Agencia de Salud Pública. Ayuntamiento de Barcelona. Àngela Domínguez García. Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Directora de Programas de Vigilancia de la Salud. Dirección General de Salud Pública. Consejería de Salud. Generalitat de Catalunya. Francesc Gudiol Munté. Catedrático de Medicina. UB. Jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas. Hospital de Bellvitge. Barcelona. Ariadna Mas Casals. Médico de Familia. Grupo de Vacunas del Grupo de Estudio y Recomendaciones sobre Enfermedades Infecciosas en Atención Primaria- Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria. José M. Miró Meda. Presidente Sociedad Catalana de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Consultor del Servicio de Enfermedades Infecciosas. Profesor asociado de Medicina. Hospital Clínico. Barcelona. Ma. Lluïsa Morató Agustí. Médico de Familia. Grupo de Vacunas del Grupo de Estudio y Recomendaciones sobre Enfermedades Infecciosas en Atención Primaria- Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria. Antonio Moreno Martínez. Técnico superior. Fundación Catalana de Neumología y Servicio de Epidemiología. Agencia de Salud Pública de Barcelona. Antoni Plasència Taradach. Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Director General de Salud Pública. Consejería de Sanidad. Generalitat de Catalunya. Amadeo Pujol Robinat. Médico Forense. Jefe del Servicio de Clínica Médico-forense. Instituto de Medicina Legal de Cataluña. Núria Rabella Garcia. Especialista en Microbiología y Parasitología. Servicio de Microbiología. Hospital Sant Pau. Barcelona. Consejo Asesor de la Gripe Aviar en Cataluña. Alex Ramos Torre. Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Director Centro de Estudios Colegiales. Colegio Oficial de Médicos de Barcelona. Miquel Sabrià Leal. Especialista en Medicina Interna. Unidad de Enfermedades Infecciosas. Hospital Trias y Pujol. UAB. Josep Vaqué Rafart. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología. Hospital Valle de Hebrón. UAB. Barcelona. Edita COLEGIO OFICIAL DE MÉDICOS DE BARCELONA Centro de Estudios Colegiales. Paseo de la Bonanova, 47. 08017 Barcelona •Comité de Redacción de los Cuadernos de la Buena Praxis (edición en castellano): Presidente: Miquel Bruguera Cortada. Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona. Dirección: Alex Ramos Torre. Director del Centro de Estudios Colegiales del COMB. Coordinación: Antonia Barroso Torrubia. Técnico de Formación del Centro de Estudios Colegiales. Raquel Dolado Murillo. Técnico de Formación del Centro de Estudios Colegiales. • Traducción: Ester Roig © 2006 COLEGIO OFICIAL DE MÉDICOS DE BARCELONA. No se puede reproducir ninguna parte de esta publicación, ni almacenarla en un sistema recuperable, ni transmitirla por ningún medio electrónico, mecánico, fotocopiado, en discos, ni de cualquier otra forma, sin la previa autorización por escrito del propietario del copyright. Coordinación gráfica, diseño y maquetación: AMBIENT GRÀFIC. Roger de Llúria, 90, bajos. 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Aspectos profesionales y éticos en una situación de pandemia o epidemia 8 8 10 10 11 11 12 12 14 15 16 18 20 20 26 Bibliografía y webs de interés Cuadernos de la Buena Praxis es una publicación periódica del COMB, editada desde 1991 por su Centro de Estudios Colegiales y caracterizada por ser: • Una acción de Formación Médica Continuada que promueve un comportamiento profesional acorde con la esperada protección de los ciudadanos en las áreas temáticas tratadas. • Una guía de práctica clínica que fomenta la prevención de riesgos profesionales. • Una herramienta del ámbito medicolegal que protege al mismo tiempo al ciudadano y al profesional de la medicina. PRAXI LAS PALMAS FILMACION 3 8/5/06, 12:28 Presentación Representa un placer y un honor escribir una breve introducción de este Cuaderno de la Buena Praxis, “La gripe, la gripe aviar y la amenaza de una pandemia gripal”, editado por el Colegio Oficial de Médicos de las Palmas para sus médicos colegiados. Este Cuaderno es una traducción y adaptación del original editado por el Colegio de Médicos de Barcelona. El texto ha sido encargado para su redacción a mis ilustres colegas y amigos de la Universidad de Barcelona y la Universidad Autónoma de Barcelona y se ha realizado una revisión y asesoría para que el texto fuera consensuado por reconocidos expertos en la materia y representantes de instituciones relacionadas con esta temática, tanto desde un punto de vista clínico, como de salud pública y médico-legal. Este Cuaderno es tan importante como oportuno pues recoge un sentimiento generalizado de la población expresado por un conjunto de dudas y temores en relación con una hipotética epidemia de gripe aviar, fruto sobre todo de un desconocimiento generalizado y de una pésima comunicación del riesgo. Los médicos no somos los únicos responsables de comunicar de forma adecuada los riesgos para la salud pública a nuestros pacientes; ello compete sobre todo a la Administración sanitaria. Pero estamos sin duda en una posición inmejorable para transmitir información de forma adecuada y disipar las dudas en nuestros pacientes. Para ello debemos estar bien informados y, por lo tanto, debemos leernos este cuaderno con detenimiento. Los incrementos en las demandas de vacunas antigripales entre el colectivo médico en la campaña de vacunación actual demuestran que el riesgo de epidemia gripal aviar es percibido por los médicos como una amenaza real. Si mi introducción consigue que los médicos de Las Palmas nos leamos esta guía, me doy por más que satisfecho. Por ello evitaré sintetizar en un par de párrafos el trabajo redactado por Trilla y colaboradores y consensuado por expertos: léanlo y profundicen en un tema que puede tocarnos muy de cerca en un futuro más o menos próximo. No es fácil hacer predicciones ni dar opiniones acerca del problema, y tampoco sabemos si la situación en Canarias será peor que en otras partes de España o del mundo; todo depende de cómo planifiquen y ejecuten la reacción las autoridades sanitarias y de la gravedad y el origen de la pandemia. Por de pronto a uno le da la sensación de que a las autoridades les preocupa más que no baje el consumo de pollo que desarrollar un riguroso plan de actuaciones. En cualquier caso, en Canarias existe un Plan de actuaciones al respecto por parte del Servicio Canario de Salud que se complementa con planes en cada uno de los hospitales públicos. Se confía en que la cosa no pase a mayores, y es muy posible que así sea, pero también es posible que vivamos una nueva pandemia de gripe en la próxima década; las aves de todo el mundo ya la están sufriendo. Por otro lado, es importante que al responder a las preguntas que nos formulan nuestros pacientes sobre el tema en el día a día sepamos decir la verdad y, al mismo tiempo, tranquilizarlos, pero sin necesidad de quitar todo el hierro al asunto. Ellos lo agradecerán. Hasta ahora el contagio en humanos se ha producido solamente por el contacto íntimo con aves enfermas, si bien no se descarta un posible contagio por ingestión de sangre o vísceras crudas de aves enfermas. Todo lo demás, hoy por hoy, no representa ningún riesgo de contagio. La amenaza de una pandemia gripal constituye un verdadero desafío para los sistemas de salud pública y, en nuestro entorno, será necesario desplegar esos planes de actuación en los que a los médicos nos tocará jugar un papel fundamental. Por ello debemos estar preparados. O, al menos, bien informados. Lluís Serra Majem Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Servicio de Medicina Preventiva, Hospital Universitario Insular. 4 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 4 8/5/06, 12:28 acudir antes a los dispositivos de Atención Primaria o a un Servicio de Atención a Viajeros Internacionales para recibir las recomendaciones especializadas pertinentes y actualizadas. Introducción ¿Habrá una pandemia de gripe? Nadie tiene la respuesta a eso, pero no hay ninguna razón de peso para pensar que ésta no se presentará, tarde o temprano, con más o menos gravedad y con más o menos consecuencias para la salud de todo el mundo y de nuestra sociedad. La historia de las pandemias gripales, que sirve de antecedente, pero no como modelo predictor, nos indica que probablemente en los próximos 5-20 años es de esperar una nueva pandemia gripal, de magnitud y gravedad desconocidas. El virus gripal aviar A H5N1, responsable actual de la gripe aviar, puede causar una pandemia. Debería adquirir la capacidad de transmitirse de forma eficiente y directa de persona a persona y debería conservar su agresividad, al mismo tiempo que debería mantener características básicas que lo hacen “desconocido” para nuestro sistema y memoria inmunológicos. Es un candidato a ser el próximo virus pandémico: teóricamente es posible, matemática o epidemiológicamente es imposible asegurar con qué probabilidad sucederá eso y cuándo. Lo mejor que podemos hacer es, sin ser alarmistas, considerar que debemos estar lo más preparados posible para afrontar diferentes escenarios posibles y razonables. Como dicen los anglosajones, si nos equivocamos, que sea por estar siempre en el lado donde haya más seguridad (“to err in the safer side”).Dada la incerteza y la variabilidad de la situación, lo que debemos hacer los profesionales sanitarios es, por una parte, adquirir, evaluar críticamente y transmitir la información científica más precisa, contrastada y realista posible (ya sea esta optimista o pesimista). Después, que la sociedad, nuestros pacientes, sus familias y nuestros compañeros de otras profesiones sanitarias sepan cuál es nuestra opinión profesional sobre lo que sucede y sobre lo que se dice que sucede, y especialmente sobre qué se está haciendo para hacer frente a la realidad y qué para prevenir lo que puede pasar. En la situación actual, y bajo la amenaza potencial de la gripe aviar, lo más razonable es seguir con nuestra vida normal: vacunarnos de la gripe estacional anual (recordemos que el personal sanitario debe vacunarse de la gripe cada año), y recomendar a nuestros pacientes y a sus familias que se vacunen también cada año si pertenecen a un grupo de riesgo; comer con normalidad cualquier clase de ave y huevos comprados con las garantías sanitarias vigentes en nuestro país y cocinados según las medidas habituales de higiene y las recomendaciones referidas a la temperatura de cocción, al tiempo que llevar una vida sana y saludable, incluyendo el hábito higiénico del lavado de manos. Finalmente, si tenemos que viajar a países en los que se hayan dado casos de gripe aviar, Como médicos tenemos que estar al corriente de la situación epidemiológica y del nivel de alerta cambiante de pandemia, colaborar estrechamente con los servicios de Epidemiología y Medicina Preventiva y con las autoridades sanitarias, y tener previstas (y bien ensayadas) una serie de actuaciones a seguir ante tres grandes supuestos diferentes: 1 Cómo gestionar un posible caso humano sospechoso de gripe aviar (por ejemplo, un viajero con una infección respiratoria a su regreso de Vietnam, Turquía o China), 2 Cómo gestionar en los Equipos de Atención Primaria y en los Servicios de Urgencias de los Hospitales un aumento inusual de casos de gripe humana (debida a la cepa que sea) en el curso de una temporada epidémica normal, y, 3 Participar activamente en la redacción de los planes de contingencia locales ante el supuesto de una epidemia o pandemia, hecho que exigiría un verdadero esfuerzo coordinado de toda la institución y especialmente de sus profesionales. Si aumenta notablemente la incidencia de la gripe humana o si debemos hacer frente en el futuro a una pandemia, la Atención Primaria y las urgencias, las verdaderas puertas grandes del sistema sanitario, serán la probable “zona cero”. Los profesionales sanitarios seremos un factor clave, seremos los que marcaremos la diferencia entre una respuesta que los ciudadanos esperan y merecen o un fracaso de consecuencias imprevisibles. Así pues, debemos estar preparados. Este Cuaderno de la Buena Praxis pretende dar una visión multidisciplinaria sobre aspectos básicos de la gripe humana y de la gripe aviar y analizar finalmente algunos rasgos esenciales de las posibles consecuencias de una pandemia y sus planes de preparación. Pretende también introducir algunos elementos de discusión sobre aspectos éticos y prácticos que a menudo quedan fuera de esos planes de preparación. Las pandemias gripales anteriores supusieron una gran carga para nuestro país, y un gran esfuerzo para el sistema sanitario, pero, como el resto del mundo, salimos adelante. La meritoria y abnegada dedicación de los médicos en la asistencia de la población ha sido una constante en las situaciones epidémicas, notablemente en la pandemia gripal de 1918-1919. Ahora, si fuera necesario afrontar una eventualidad similar, deberíamos hacerlo aún mejor. Estamos advertidos. 5 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 5 8/5/06, 12:28 1. ¿Qué es la gripe? La gripe es una enfermedad infecciosa aguda, causada por un ortomixovirus, conocido habitualmente como virus de la gripe (en inglés: influenza virus). Es una enfermedad altamente contagiosa, que se transmite fácilmente de persona a persona. Debido a la propia biología del virus gripal, éste cambia constantemente y, por ello, hay muchas cepas distintas de virus circulando todo el año en todo el mundo, con predominio temporal también variable de unas sobre las otras. Las características infecciosas y la gravedad de la infección son diferentes entre ellas. Por este motivo, cada año los virus de la gripe son algo diferentes. Aunque las fronteras entre una y otra situación pueden ser relativamente arbitrarias, a los efectos de simplificación, en este Cuaderno de la Buena Praxis hablaremos brevemente de la gripe humana estacional (la gripe habitual en la mayoría de los años), de su presentación ocasional como gripe epidémica (aumento del número de casos por encima de lo esperado), de la denominada gripe pandémica (aumento del número de casos muy por encima de lo esperado y gran extensión geográfica de la enfermedad) y, finalmente, de la gripe aviar, una epizootÍa (epidemia animal) que se está extendiendo entre las aves en la actualidad y que ya ha provocado casos aislados de infección en seres humanos. 1.1 Gripe humana estacional y gripe epidémica Cada año, habitualmente concentrado en la estación fría, se produce un aumento notable de los casos de gripe entre los seres humanos. En España la gripe llega generalmente entre los meses de diciembre y enero. Se estima que cada año afecta (tasa de ataque) al 25-50 % de la población, aunque sólo el 10-20% de las personas infectadas desarrollan una enfermedad clínica que requiere atención médica. También se cree que aproximadamente el 25 % de los procesos febriles agudos que se producen durante la temporada gripal podrían ser provocados por el virus de la gripe. La intensidad de la actividad de la gripe se mide basándose en el nivel de referencia histórico de la región o país. Éste es el nivel en el que la actividad de la gripe se mantiene semanalmente en la mayoría del verano y hasta el inicio del invierno. Habitualmente hay un período de 6 a 12 semanas (de diciembre a marzo) en que el número de casos asciende por encima de lo habitual. Ocasionalmente (alrededor de uno de cada 10 años) hay un invierno en el que este aumento no se produce. Algunos países tienen datos históricos de más de 30 años de antigüedad y otros sólo tienen datos más recientes. Algunas redes de vigilancia estiman los niveles de alerta o umbrales siguiendo diferentes cálculos matemáticos. Se habla de epidemia de gripe cuando hay un aumento por encima de lo esperado en una comunidad, región o país concreto y por un período de tiempo determinado. Si suponemos una población actual en Canarias alrededor de los 1,7 millones de habitantes, los datos mencionados indican que habría entre 425.000 y 850.000 personas infectadas por el virus de la gripe en un año determinado, de las que entre 42.500 y 170.000 desarrollarían una enfermedad sintomática. Estas tasas se analizan y se publican habitualmente como número de casos por 100.000 habitantes. Así, en España, la tasa anual de gripe (incidencia acumulada) fue de 1.551 casos por 100.000 habitantes en el año 2004. El invierno pasado (2004-2005) se vivió una epidemia de gripe en toda Europa, y las tasas semanales llegaron (España) a un máximo de 543 casos por 100.000 habitantes la semana número 2 del año 2005. Arbitrariamente, siguiendo los ejemplos de Inglaterra y el País de Gales, se puede considerar que si la tasa semanal supera los 400 casos de gripe por 100.000 habitantes se está en situación epidémica, siendo la tasa estacional semanal habitual inferior a los 200 casos por 100.000 habitantes. La gravedad y extensión de las epidemias anuales están relacionadas con el grado de cambio antigénico menor del virus (denominado deriva o drift). A más cambio antigénico menor, más gravedad y más extensión. La mortalidad global (cruda) por gripe en España en la última década se sitúa entre el 0,15 y el 3,4 por 100.000 habitantes y año. Estas tasas son mucho más bajas que las comunicadas por ejemplo en los Estados Unidos, donde se contabilizan conjuntamente las muertes por gripe y neumonía (Pneumonia & Influenza deaths), lo que complica en parte la comparación de los datos. La tasa de letalidad (número de muertes por cada 100 casos de gripe) en una epidemia gripal es inferior al 0,5 %, y habitualmente oscila entre el 0,06 i el 0,18 %. 1.2 Gripe pandémica Se habla de pandemia cuando se trata de una enfermedad que se extiende por todo el mundo, afectando a centenares de miles de personas en países diferentes. La palabra pandemia procede del griego pan, que significa “todo”, y demos, que significa “pueblo”. Otras enfermedades infecciosas que han alcanzado la condición de pandemia son por ejemplo la infección por HIV/SIDA, la tuberculosis o la malaria. 6 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 6 8/5/06, 12:28 Las pandemias gripales son habitualmente epidemias que progresan rápidamente, con diferentes brotes simultáneos en diferentes lugares, que se pueden presentar fuera de la estación fría (primavera, otoño), con elevadas tasas de ataque (hasta el 30 %), que tienen diferentes olas antes y después del pico principal y que pueden llegar a tener una tasa de letalidad mucho más alta (1-5 %). Teniendo en cuenta las dificultades y los posibles errores derivados de la interpretación de los datos, es posible que la primera pandemia gripal de la que se tiene noticia se presentara en el año 1580 (curiosamente con una notable incidencia en España). En los últimos 300 años es probable que haya habido unas 10 pandemias, separadas por una media de 24 años. En el siglo pasado hubo tres pandemias gripales (Figura 1): • La gripe Española (1918-1919) (producida por el virus A H1N1): La peor pandemia en la historia de las enfermedades infecciosas. El virus era de origen aviar y pasó directamente de las aves al hombre. Su origen geográfico es dudoso, pero ha quedado suficientemente demostrado que no fue originaria de España: el nombre se lo otorgó la prensa internacional de la época, probablemente por las primeras noticias aparecidas en la prensa española, no sometida a la censura derivada de la Primera Guerra Mundial. En un período de 12 meses afectó (en tres olas) a un 30-50 % de la población mundial y causó una cifra de al menos 50 millones de muertos (probablemente la mortalidad llegó hasta los 75-100 millones, sobre una población mundial de unos 1.300-1.600 millones de personas). La enfermedad presentó especial gravedad y mortalidad en el grupo de población de 15 a 45 años de edad, a diferencia de lo que suele ser más habitual (niños muy pequeños y personas de más de 65 años de edad). En España causó oficialmente entre 160.000 y 170.000 muertos (sobre un total de 20 millones de habitantes), pero es probable que la cifra total de muertos relacionada con la pandemia gripal se sitúe alrededor de las 250.000– 260.000 personas. En esta pandemia, a pesar de su altísima mortalidad en cifras absolutas, un 95 % de los casos de gripe fueron casos no complicados: la mayoría de la gente sufrió una gripe más o menos “normal”. El virus A H1N1 es el antecesor de la mayoría de los virus gripales que han circulado con posterioridad entre nosotros. • La gripe Asiática (1957-1958) (producida por el virus A H2N2): La pandemia se originó en Asia y siguió un patrón más “clásico”: los grupos de más gravedad y más incidencia de enfermedad fueron los niños y las personas de más edad y con enfermedades de base graves. El virus desapareció 11 años después. Se pudo utilizar una vacuna parcialmente eficaz en algunos países de Europa y en los Estados Unidos, y se pudieron tratar con más facilidad (antibióticos) algunas de las complicaciones bacterianas asociadas a la gripe. La mortalidad global se estima en unos 3 a 5 millones de personas. • La gripe de Hong-Kong (1968-1969) (producida por el virus A H3N2): También originada en Asia. El patrón epidémico en Europa fue notablemente diferente del de las otras dos pandemias. Se registró un aumento notable de casos de gripe, pero la mortalidad no aumentó hasta el final de la pandemia (y lo hizo sólo ligeramente), lo que se atribuyó en parte a la existencia de un cierto grado de inmunidad residual cruzada. La mortalidad global se cifró en 1-1,5 millones de personas, la mayoría en Asia y en Estados Unidos. El virus H3N2 persiste actualmente entre nosotros. PANDEMIAS DE GRIPE EN EL TRANSCURSO DEL SIGLO XX Y TIPOS DE VIRUS GRIPALES CIRCULANTES Pandemia Gripe Española Pandemia Gripe Asiática 1918 1957 Pandemia Gripe Hong Kong 1968 1977 H1N1 H1N1 H2N2 H3N8 1900 H3N2 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 Figura 1 7 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 7 8/5/06, 12:28 2. ¿Qué características biológicas importantes tienen los virus de la gripe? Los virus de la gripe A y B se caracterizan por ser virus de simetría helicoidal con envoltorio y por poseer RNA monocatenario segmentado en ocho fragmentos. En el envoltorio hay dos glicoproteínas, la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N), que tienen un gran interés en la historia natural de la infección por estos virus. La H determina la penetración vírica en el interior celular. La N participa en la liberación de las nuevas partículas víricas de la célula diana y ambas glicoproteínas tienen importancia en el desarrollo de inmunidad protectora frente a la gripe. Los virus de la gripe A y B son antigénicamente diferentes y no presentan inmunidad cruzada. El virus de la gripe A se clasifica en subtipos según los antígenos de la H y la N. Se han descrito un total de 16 H y 9 N por el virus de la gripe A en su reservorio natural aviar. Sólo tres H (H1, H2 y H3) y dos N (N1 y N2) se han asociado mayoritariamente a infección en seres humanos, causada habitualmente por cuatro subtipos de virus de la gripe A: H1N1, H2N2, H3N2 y H1N2. La respuesta inmunitaria es exclusivamente subtipo-específica. La denominación de los virus de la gripe incluye el tipo y el subtipo antigénico (por el virus de la gripe A) y el lugar, número y año de su aislamiento. Así, la cepa A/New Caledonia/20/99 (H1N1) indica que es un virus de tipo A, subtipo H1N1, aislado en Nueva Caledonia en el año 1999 y que corresponde a la cepa número 20 aislada en este año 1999. Adicionalmente, en los virus de origen animal se especifica el huésped, por ejemplo: A/chicken/ Hong-Kong/156/97(H5N1). 3. ¿Cuáles son los reservorios habituales de la gripe? El virus de la gripe B infecta prácticamente de forma exclusiva al hombre. En cambio, el reservorio natural del virus de la gripe A son las aves acuáticas (en particular, los patos), en los que el virus ha alcanzado un nivel óptimo de adaptación. La mayoría de aves acuáticas migratorias estudiadas se infectan de forma asintomática por el virus A, que se multiplica en las células del epitelio intestinal y se elimina en grandes dosis por las deposicio- 2.1 ¿Qué son las variaciones antigénicas menores? Los brotes epidémicos anuales son producidos por virus del mismo subtipo que presentan variaciones antigénicas menores (antigenic drift), caracterizadas por la acumulación de cambios de aminoácidos, básicamente en la H, que dificultarán la unión a los anticuerpos y reducirán la inmunidad a la infección por las nuevas variantes antigénicas. Éstas son las responsables de las modificaciones anuales de la vacuna. 2.2 ¿Qué son las variaciones antigénicas mayores? La gripe pandémica es la consecuencia de variaciones mayores o sustituciones antigénicas (antigenic shift), que implican la aparición de un nuevo subtipo de virus de la gripe A, con una H (y, en ocasiones, una N) diferente al virus difundido hasta entonces en la población, frente al cual ésta no tiene ningún tipo de experiencia inmunológica. Las variaciones mayores se producen por un fenómeno de reagrupamiento genético (genetic reassortment) entre cepas humanas y animales. Se ha demostrado que el reagrupamiento genético sucede de forma espontánea en la naturaleza. Los subtipos causantes de las pandemias de gripe Asiática (1957) y gripe de Hong-Kong (1968) fueron el resultado de reagrupaciones genéticas entre el genoma de los virus humanos previamente circulantes y virus aviares (Figura 2). Estudios recientes del virus de la gripe A H1N1, responsable de la pandemia de 1918, demuestran que la gripe también puede ser causada por un proceso de adaptación de virus aviares al hombre mediante variaciones menores exclusivamente (Figura 3). nes. Así, el principal mecanismo de transmisión entre las aves es de tipo fecal-oral. A partir del reservorio aviar, los virus de la gripe A se transmiten ocasionalmente a otros animales, incluyendo aves de corral y también mamíferos (principalmente cerdos y caballos), siendo causa de infecciones transitorias y brotes epidémicos. Los cerdos pueden tener un papel relevante por la posibilidad de que haya infecciones más persistentes para determinados subtipos y por constituir en ocasiones el “tubo de ensayo” para el reagrupamiento genético que ayuda a cruzar la barrera de especie hasta el hombre, dado que el cerdo es susceptible a la infección por cepas aviares y humanas. 8 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 8 8/5/06, 12:28 SUBTIPO CAUSANTE DE LAS PANDEMIAS DE GRIPE ASIÁTICA Y DE GRIPE DE HONG KONG AVES ACUÁTICAS MIGRATORIAS AVES DOMÉSTICAS CERDO (MIXING VESSEL) HOMBRE Variaciones antigénicas mayores (antigenic shift) para intercambio de material genético entre un virus aviar y un virus humano. El cerdo actuaría como un tubo de ensayo o vaso mezclador, al poderse infectar por ambos tipos de virus. Este mecanismo probablemente fue el responsable de las pandemias de 1957-1958 y de 1968-1969. Figura 2 SUBTIPO CAUSANTE DE LAS PANDEMIAS DE GRIPE ESPAÑOLA AVES ACUÁTICAS MIGRATORIAS HOMBRE AVES DOMÉSTICAS Variaciones antigénicas mayores (antigenic shift) por paso directo del virus gripal de las aves al hombre. Este mecanismo probablemente fue el responsable de la pandemia de 1918-1919. Figura 3 9 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 9 8/5/06, 12:28 4. ¿Cómo se transmite la gripe? El virus de la gripe se transmite de forma relativamente fácil de persona a persona cuando una persona infectada habla, tose o estornuda y expulsa el virus en el aire. • Estas gotas requieren para ser transmitidas proximidad entre la persona fuente y la persona posible receptora. No quedan suspendidas en el aire. Deben entrar en contacto directo con las mucosas oral, nasal o conjuntival. 2 Transmisión directa por contacto: • La proporción de transmisión del virus gripal por contacto directo es desconocida, pero esta vía de transmisión gripal es claramente posible. • El contacto directo supone el contacto de piel (por ejemplo, por las manos) entre una persona infectada y una susceptible. • El virus gripal puede sobrevivir, en general, 2448 horas en superficies ambientales. La transmisión más habitual depende del contacto con las manos con estas superficies y el posterior contacto de las manos contaminadas con las mucosas nasal, oral o conjuntival, sin lavado previo. 3 Transmisión aérea: • La transmisión aérea del virus gripal (vía núcleos goticulares de menos de 5 mm de diámetro, que quedan suspendidos en el aire y pueden viajar algunos metros) se ha sugerido en algunas comunicaciones, aunque las evidencias que apoyan esta transmisión son limitadas y referidas a espacios cerrados y poco ventilados. • No se ha estudiado la transmisibilidad aérea de la gripe en relación con procedimientos médicos de más alto riesgo (por ejemplo, intubación, broncoscopia, tratamientos en aerosol) • No existe evidencia para considerar que los núcleos goticulares con virus de la gripe puedan desplazarse por los sistemas de ventilación a largas distancias, como puede suceder por ejemplo con otros virus o con el bacilo de la tuberculosis. No son necesarios, pues, en principio, sistemas de aislamiento respiratorio especiales. También se puede contagiar por tocar superficies contaminadas con virus y tocándose después la cara (ojos o nariz) sin lavarse debidamente las manos. El período de incubación (tiempo en el que una persona está infectada, pero no ha desarrollado los síntomas) es habitualmente de uno a tres días. Los adultos son probablemente infecciosos (pueden contagiar) unas 24-48 horas antes de desarrollar síntomas y hasta 4-5 días después de iniciados éstos. Los niños y los pacientes inmunodeprimidos son probablemente contagiosos antes y durante un período más prolongado que los adultos. En las personas infectadas asintomáticas no queda claro qué potencialidad real de transmisión del virus puede haber. El número reproductor básico (R0), cifra que indica el número de personas sanas que de media se infectarán (en el supuesto de que no haya inmunidad previa en la población) al entrar en contacto con una persona enferma de gripe, se sitúa habitualmente entre 1,8 y 2. Los mecanismos principales de transmisión de la gripe son: 1 Transmisión por gotas: • Los virus gripales se transmiten predominantemente por gotas grandes (> 5 mm). • Las gotas grandes son expulsadas (tos, habla, estornudo) y no viajan por el aire más allá de una distancia de 1 metro. 5. ¿Cuál es el cuadro clínico habitual de la gripe humana? La gripe humana típica ocasiona un cuadro clínico de inicio brusco, tras un corto período de incubación de uno a dos días. Existe un predominio de los síntomas sistémicos en forma de fiebre elevada, con o sin escalofríos, cefalea, mialgias intensas (especialmente localizadas en las extremidades y en la musculatura dorsal y lumbar), afectación importante del estado general y anorexia. Son también síntomas usuales las mialgias en la musculatura ocular, las artralgias, el lagrimeo y la sensación de ardor conjuntival. Los síntomas respiratorios, como la tos seca, la odinofagia y la sensación de obstrucción nasal con rinorrea, acostumbran a tener menor relevancia que las manifestaciones sistémicas. Es difícil, pues, diferenciar clínicamente la gripe de otras infecciones víricas con afectación respiratoria predominante. La clínica de la gripe se acompaña, en algunos brotes epidémicos, de una sintomatología intestinal muy llamativa, en forma de náuseas, dolor abdominal y diarreas, lo que ha hecho denominarla (de forma no científica) “gripe intestinal”. En niños y adolescentes el cuadro clínico de la gripe está dominado por la fiebre elevada, mientras que en personas de edad avanzada la aparición de alteraciones del nivel de conciencia se puede asociar a la sintomatología general y respiratoria mencionadas. 10 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 10 8/5/06, 12:28 La duración del cuadro clínico más florido es de tres a cuatro días, aunque pueden persistir síntomas sistémicos o respiratorios residuales hasta ocho días de su inicio. No es inusual observar astenia, de mayor o menor grado, persistente durante varias semanas en las personas convalecientes de una gripe. Esta situación se ha descrito con 6. ¿Cómo hacer el diagnóstico microbiológico? El diagnóstico virológico de la gripe se realiza sobre muestras respiratorias (frotis nasal y faríngeo o aspirado nasofaríngeo) durante los cuatro primeros días de la enfermedad, período en el que se da una concentración vírica máxima en esa zona. Las muestras deben transportarse inmediatamente al laboratorio (en un medio de transporte específico para virus). El principal método de diagnóstico virológico es la detección del virus directamente sobre producto patológico por aislamiento en cul- 7. ¿Qué complicaciones puede tener la gripe? La gripe puede producir complicaciones de tipo respiratorio y no respiratorio. Entre las primeras puede desarrollarse una neumonía vírica primaria por el virus gripal, una neumonía bacteriana secundaria o una exacerbación de la enfermedad pulmonar crónica. La neumonía vírica primaria es una entidad clínica poco frecuente, que afecta generalmente a personas con enfermedades cardiovasculares crónicas. Ocasiona un cuadro clínico respiratorio de especial gravedad con una alta mortalidad asociada, debida al fracaso respiratorio que comporta. Radiológicamente se pueden observar patrones muy variados, aunque existe un predominio de afectación bilateral de tipo alveolo-intersticial. La eficacia de los tratamientos antivíricos ha sido poco estudiada, por la dificultad de establecer un diagnóstico de certeza de la infección neumónica y por el retraso de su instauración. La neumonía bacteriana secundaria se produce en general en personas mayores o en las que padecen enfermedades crónicas debilitantes (cardiopatías o broncopatías mayor frecuencia en las edades medias de la vida y en el sexo femenino. Además del cuadro más típico de gripe ya comentado, hay que considerar también que la infección por el virus gripal A puede causar otros cuadros respiratorios, como faringitis, traqueitis y bronquitis. tivo celular, la detección de proteínas por inmunofluorescencia o la detección de ácidos nucleicos por amplificación genética. El cultivo celular y la detección de ácidos nucleicos por amplificación genética son pruebas que presentan mayor sensibilidad. La ventaja de la amplificación genética es su rapidez (48 horas frente a los 7 días del cultivo celular). El cultivo celular permite caracterizar la cepa aislada. Otra posibilidad diagnóstica es la serología, aunque su sensibilidad es baja y aporta resultados con retraso, ya que es necesario tener dos muestras de suero separadas durante 15 días para valorar la seroconversión o el aumento significativo del título de anticuerpos. crónicas, diabetes mellitus, hepatopatías crónicas y estados de inmunodepresión como las neoplasias, los trasplantes y la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana). Los síntomas característicos de la neumonía aparecen después de una o dos semanas del inicio del cuadro gripal. Los agentes causales más comunes son Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y Staphylococcus aureus. Como agente etiológico de las neumonías bacterianas comunitarias, esta última bacteria se observa casi de forma exclusiva en personas con antecedentes de gripe en los días previos. En los pacientes en los que se realiza un diagnóstico adecuado de las neumonías bacterianas secundarias a la gripe y en los que se inicia un tratamiento antibiótico correcto existe generalmente una buena respuesta clínica, aunque con toda probabilidad la neumonía es la causa más frecuente de mortalidad asociada con la gripe. Las complicaciones respiratorias se pueden observar hasta en un 10 % de pacientes en el transcurso de una epidemia gripal, especialmente en la población de más edad y en pacientes con procesos crónicos debilitantes. Las complicaciones extrarrespiratorias de la gripe son excepcionales. La aparición de un síndrome de GuillainBarré o un síndrome de Reye asociado a la gripe es objeto de controversia. 11 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 11 8/5/06, 12:28 8. ¿Cuál es el tratamiento que habitualmente se recomienda para la gripe? 8.1 Tratamiento sintomático La gripe es una enfermedad autolimitada que en la mayoría de pacientes requiere únicamente un tratamiento de tipo sintomático con analgésicos y antipiréticos (paracetamol o ibuprofeno). Se considera fundamental el reposo, ya que colabora a una rápida resolución de los síntomas y a la prevención de las recaídas. En ocasiones, puede ser necesaria la administración de antitusígenos, antihistamínicos o fluidificantes mucosos. Siempre hay que procurar evitar el empleo de ácido acetilsalicílico, por el riesgo de complicaciones hemorrágicas en los adultos o por la predisposición al desarrollo de un síndrome de Reye entre la población pediátrica. 8.2 Tratamiento específico (antivíricos) En la actualidad existen dos familias de fármacos antivíricos con actividad frente al virus de la gripe: los inhibidores de los canales iónicos M2 o adamatanos (amantadina y rimantadina) y los inhibidores de la neuraminidasa (INA) (zanamivir y oseltamivir). Los primeros son activos de forma exclusiva frente a los virus de la gripe tipo A, mientras que los INA tienen actividad frente a ambos virus gripales tipo A y B. La eficacia de todos los antivíricos está en relación directa con su utilización durante las primeras 48 horas desde el inicio de la sintomatología de la gripe. Su uso, en estas condiciones, únicamente ha demostrado producir una mejoría moderada de los síntomas y un acortamiento del 9. ¿Cómo se previene la gripe? 9.1 período de enfermedad de aproximadamente uno o dos días. En la población pediátrica únicamente está aprobado el uso de la amantadina y del oseltamivir. En niños menores de un año no puede utilizarse, de momento, ningún antivírico con actividad frente al virus de la gripe. La eficacia de los adamantanos no ha sido evaluada nunca en poblaciones de riesgo elevado. Su uso rutinario es responsable de la aparición de mutantes del virus gripal resistentes hasta en un 30-50% de los pacientes tratados, especialmente en la población pediátrica, siendo además estos nuevos virus transmisibles y patógenos. Actualmente no se aconseja el tratamiento de la gripe con estos fármacos, excepto en casos muy especiales. Los últimos datos publicados en Estados Unidos indican que la tasa de resistencia puede haber llegado al 90 %. Los INA han demostrado también su utilidad en la reducción de la duración de los síntomas clínicos de la gripe en adultos jóvenes, así como en la reducción de la gravedad de los síntomas. Los INA no han sido evaluados extensamente en adultos con factores de riesgo de presentar complicaciones asociadas a la gripe, aunque en un metaanálisis se demostró que el tratamiento precoz con estos antivíricos (en especial el zanamivir) reduce la duración de los síntomas clínicos y el porcentaje de complicaciones infecciosas que requieren tratamiento antibiótico. El uso de INA parece que no comporta todavía un riesgo demasiado alto de aparición de resistencias, y las cepas mutantes del virus tienen habitualmente una menor patogeneidad y transmisibilidad. En resumen, el tratamiento específico de la gripe con antivíricos se debe limitar probablemente a las poblaciones de alto riesgo, cuando existe una sospecha clínica elevada de infección por virus gripal (por ejemplo, en situación de epidemia) y siempre dentro de las primeras 48 horas desde el inicio de los síntomas. No hay todavía suficientes datos para estimar de forma adecuada la eficacia y la efectividad de estos fármacos antivíricos frente al virus de la gripe aviar A H5N1. La OMS recoge los datos de la vigilancia epidemiológica mundial y recomienda la composición anual de la vacuna de la gripe. Ésta se publica en el último número del mes de febrero del WHO Weekly Epidemiological Report, lo que proporciona margen habitual a las empresas farmacéuticas hasta el mes de septiembre para su fabricación. La vacuna de la gripe La vacuna antigripal es la mejor prevención de la que se dispone para hacer frente a esta enfermedad. Su eficacia varía según el grupo de edad y de riesgo. Existen dos aproximaciones al diseño de las vacunas de la gripe, según se utilicen virus inactivados o virus atenuados. En la actualidad, en España sólo se comercializan y son ampliamente utilizadas las vacunas inactivadas. Debido a la circulación de dos subtipos del virus de la gripe A (H1N1 y H3N2) y del virus de la gripe B, las 12 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 12 8/5/06, 12:28 vacunas utilizadas actualmente en la prevención de la gripe epidémica anual son trivalentes. Pese a su purificación estándar, la vacuna puede contener restos de las proteínas del huevo. Actualmente se están llevando a cabo grandes esfuerzos en investigación biomédica para obtener vacunas más eficaces, con protección más prolongada y fabricación más rápida. El desarrollo de las líneas celulares en sustitución de los huevos embrionarios (genética inversa) y la obtención de cepas vacunales atenuadas o vehiculizadas por vectores víricos (adenovirus) constituyen algunas de las principales áreas de trabajo. La vacuna antigripal es la medida preventiva actual más idónea para conseguir, de forma eficaz y eficiente, la protección de la salud individual y colectiva. Esto implica el conocimiento de una serie de deberes y de derechos para todos: la Administración sanitaria debe controlar la calidad de las vacunas y ponerlas al alcance de los profesionales, para que así las puedan aplicar de forma segura. Los profesionales sanitarios deben informar previamente al ciudadano de la necesidad de este acto, tanto para prevenir el sufrimiento individual de enfermedades, como para evitar su propagación a terceros. 9.2 Indicaciones de la vacunación antigripal La vacuna está indicada en todas las personas en las que el riesgo de complicaciones relacionadas con la gripe es alto: • Personas de 60 años o mayores. • Personas internadas en instituciones cerradas: residencias geriátricas, centros de enfermos crónicos y otros. • Adultos y niños con enfermedades pulmonares o cardiovasculares crónicas, incluida el asma. • Adultos y niños sometidos a vigilancia médica o a hospitalización durante el año anterior debido a enfermedades metabólicas crónicas (incluida la diabetes mellitus), insuficiencia renal, hemoglobinopatías o inmunosupresión (incluida la causada por medicación o por el VIH), que padecen el síndrome de Down, o que sufren trastornos cognitivos o neuromusculares que puedan comprometer la función respiratoria, la eliminación de secreciones respiratorias o que aumenten el riesgo de aspiración. • Niños y adolescentes (de los 6 meses a los 18 años) tratados durante un período largo con ácido acetilsalicílico y que, por tanto, pueden desarrollar un síndrome de Reye después de la gripe. • Mujeres embarazadas. • Viajeros internacionales que viajen a zonas en épocas de epidemia, que variará dependiendo de si se trata de zonas tropicales (continuada) o al hemisferio Sur (de abril a septiembre), especialmente si se trata de personas con riesgo de sufrir complicaciones. La vacunación antigripal anual también está indicada en aquellas personas o grupos de personas que pueden transmitir la gripe a personas de alto riesgo: • Personal médico, de enfermería y otros trabajadores sanitarios, hospitalarios y extrahospitalarios, incluyendo trabajadores de residencias geriátricas o personas que cuidan a enfermos crónicos y que tengan contacto con pacientes o residentes. • Trabajadores de residencias y centros de acogida de personas de alto riesgo. • Personal que presta asistencia domiciliaria a individuos de alto riesgo (enfermería, trabajadores voluntarios, etc.). • Contactos domiciliarios (incluídos los niños) de personas de alto riesgo. Finalmente, la vacunación antigripal anual también está indicada en personas que realizan servicios esenciales a la comunidad (cuerpos de seguridad, bomberos, mantenimiento de servicios básicos), para así minimizar la interrupción de su actividad durante los brotes de gripe, a través de sus servicios de prevención. Se recomienda en general que toda la población que se deba vacunar lo haga entre el 1 de octubre y el 30 de noviembre, de manera que cuando empiece la temporada gripal esté ya inmunizada. Si una persona para la que esté indicado vacunarse no lo ha hecho durante los meses de octubre y noviembre lo puede hacer hasta que termine la estación gripal habitual. El objetivo de la campaña de vacunación antigripal es reducir la mortalidad por gripe, enfermedad infecciosa aguda del aparato respiratorio y neumonía en un 10 % entre la población mayor de 60 años. 9.3 ¿Qué contraindicaciones tiene la vacuna de la gripe? La única contraindicación absoluta que siempre debe considerarse es la alergia de tipo anafiláctico a alguno de los componentes de la vacuna, dato que debe valorarse siempre después de una anamnesis muy meticulosa. Esta contraindicación es válida tanto para las vacunas con virus completos como para las vacunas fraccionadas y vacunas de subunidades. Las contraindicaciones generales para cualquier vacuna, como la presencia de fiebre, son situaciones temporales que sólo obligan a retrasar la vacunación unos días o semanas. En niños con antecedentes de convulsiones fe- 13 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 13 8/5/06, 12:28 inmunológica es algo peor, y se obtienen cifras de protección situadas alrededor del 20-50 %. Sin embargo la vacuna ofrece una protección frente a las complicaciones secundarias (30-40 %), reduce en un 25-50 % la necesidad de hospitalización y reduce en un 40-50 % la mortalidad relacionada con la gripe. briles, hay que prestar atención a la posibilidad de una reacción febril posvacunal. Los efectos secundarios son poco relevantes y poco frecuentes (<5 %): molestias locales (dolor, eritema o inflamación en la zona de inoculación) que aparecen durante las primeras 24 horas y desaparecen en 24-48 horas más. La existencia de fiebre y de reacciones generales (dolor de cabeza, escalofríos, mialgias) es también infrecuente. Los niños menores de 10-12 años pueden presentar con más frecuencia estos efectos secundarios, motivo por el que se aconseja su vacunación con vacunas fraccionadas o de subunidades. La vacuna de la gripe no puede provocar la gripe, ya que ningún preparado de los utilizados para la administración parenteral disponibles en nuestro país contiene virus vivos. Lo que sí es posible es que, por un mecanismo inmunitario, la vacuna pueda provocar un cuadro similar a la gripe, pero en ningún caso una infección vírica. 9.4 ¿Qué efectividad tiene la vacuna de la gripe? La eficacia (medida en condiciones controladas) y la efectividad (medida en condiciones reales de aplicación) de la vacuna de la gripe depende de la edad de la persona vacunada y de su estado inmunitario, así como del grado de similitud entre la vacuna utilizada y los virus gripales circulantes. • En niños de menos de 14 años de edad, la vacuna es eficaz en la prevención de la gripe en un 60-90 % de casos. No lo es tanto en referencia a la prevención de complicaciones como la otitis media. • En adultos de más de 65 años y adultos que tienen enfermedades crónicas, la respuesta 10. La vigilancia epidemiológica de la gripe Uno de los instrumentos más importantes, necesarios y eficaces en la prevención y control de la gripe es la vigilancia epidemiológica. Ésta tiene por objetivo detectar lo más pronto posible los casos de gripe en animales y en seres humanos e identificar el virus que los produce. Desde hace 50 años, la OMS dispone de un Programa Internacional de Vigilancia de la Gripe. En el programa participan más de 110 centros colaboradores de 70 países, entre ellos tres centros situados en España: el Centro Nacional de Microbiología y Virología (Majadahonda, Madrid), el Centro de la Gripe de la Universidad de Valladolid y el Servicio de Microbiología del Hospital Clínic– Universitat de Barcelona. • En adultos sanos de menos de 65 años la vacuna es más eficaz en la prevención de la gripe, hasta el 60-80 %. Esto disminuye el absentismo laboral y reduce la necesidad del uso de servicios sanitarios y de antibióticos, si los virus circulantes son similares. 9.5 ¿Cómo y cuándo debe hacerse quimioprofilaxis de la gripe? Todos los antivíricos disponibles para el tratamiento específico de la gripe son relativamente eficaces para su prevención si se administran de forma continuada durante todo el período de exposición. La indicación más usual de la quimioprofilaxis es la administración a los residentes en instituciones cerradas (residencias geriátricas u hospitales psiquiátricos, entre otros) en el curso de un brote epidémico demostrado. La quimioprofilaxis se administra por un período de 5 a 7 días. Esta recomendación también puede ser válida en casos especiales de miembros de una familia que convivan en el mismo domicilio de un caso índice. En ambas indicaciones de quimioprofilaxis se puede utilizar la amantadina (si los casos índice no han sido tratados con este antivírico), o bien preferentemente los INA. La vacunación antigripal previa no es una contraindicación para hacer también quimioprofilaxis, en caso de estar esta última indicada. En Europa se creó hace 10 años también un sistema de vigilancia e intercambio y centralización de la información, denominado European Influenza Surveillance Scheme (EISS), dependiente del nuevo European Center for Disease Control and Prevention (ECDC). En España, desde 1993-1994, existe un sistema de vigilancia coordinada, cuya información se centraliza en el Centro Nacional de Epidemiología. En Canarias, corresponden a la Dirección General de Salud Pública las actividades orientadas a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, así como la información y la planificación sanitaria en base a un sistema organizado de difusión sanitaria, la vigilancia y acción epidemiológica. También le competen las derivadas de vigilancia y control del cumplimiento de la legalidad en materia de salud. 14 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 14 8/5/06, 12:28 11. Qué es la gripe aviar? 11.1 Características de los virus gripales de las aves La denominada gripe aviar es una infección muy común entre las aves, especialmente entre las domésticas o de corral (pollos, gallinas, pavos) y las acuáticas (patos, ocas, cisnes). Hay muchos tipos de virus gripales que afectan a las aves (de hecho, son el reservorio natural del virus), y éstos se clasifican según su patogenicidad (virus aviares de alta o baja patogeneidad). Un virus de baja patogenicidad puede eventualmente convertirse en uno de alta patogenicidad. La actual epidemia (en sentido estricto, epizootia), que se está extendiendo en muchos países de todo el mundo, es debida a una cepa de virus gripal aviar A H5N1, de alta patogenicidad. Las aves se infectan en su tracto respiratorio y digestivo y sufren diferentes complicaciones neurológicas y pulmonares. Acaban muriendo rápidamente en una muy elevada proporción (90-95 %). 11.2 ¿Cómo se contagia la gripe aviar a las personas? Los casos descritos hasta el momento (abril 2006) comparten dos características básicas: a están geográficamente localizados en países del sudeste de Asia (Vietnam, Camboya, Indonesia, Tailandia y China) y del Este de Europa y Oriente Medio (Turquía, Irak), y b han afectado a personas que tenían contacto estrecho, continuado y directo con aves infectadas por el virus gripal aviar A H5N1. La vía probable de transmisión ha sido la inhalación de partículas víricas en aerosoles generados por el contacto con las aves (las secreciones, las plumas, las deposiciones), que ha infectado directamente a las personas. Esta transmisión es muy poco frecuente y poco eficaz: el número de casos detectados (unas 170 personas hasta ahora) es muy bajo, si se compara con el número de personas que están y han estado en contacto con aves enfermas. Hay casos anecdóticos en los que no se ha podido descartar totalmente que el contagio humano haya sido por la ingestión de sangre de aves (patos) cruda. Hasta el momento actual, la transmisión del virus de la gripe aviar A H5N1 de persona a persona no se ha podido demostrar de manera concluyente, aunque se ha considerado probable en algunas ocasiones excepcionales. En ningún caso la transmisión se ha extendido a más de una persona. Por lo tanto no ha habido cadenas de transmisión. 11.3 ¿Cuál es la situación de esta enfermedad en el mundo? La gripe aviar es, actualmente, una verdadera pandemia (panzootia) entre las aves. Una catástrofe veterinaria de difícil control, con importantes repercusiones económicas para algunos países y para muchas familias con bajo nivel de renta. Se calcula que nos hemos acercado a los 150 millones de aves muertas por la gripe aviar o sacrificadas por este motivo. A las señales de alerta previas emitidas por la OMS, referidas al riesgo de aparición de una pandemia gripal humana (lo que ya se estaba anunciando desde hace más de cinco años), hay que añadir ahora que el virus aviar A H5N1 puede convertirse en candidato a ser el causante de la próxima pandemia humana: se ha extendido rápidamente entre las aves, ya se ha detectado en aves en numerosos países (incluidos países de la Unión Europea), los subtipos del virus están mutando rápidamente (aunque predominan dos líneas genéticas básicas), se está expandiendo el número de especies de mamíferos a los que infecta y causa una enfermedad muy grave en los seres humanos, con tasas de letalidad muy altas (probablemente cercanas al 45-50 %). 15 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 15 8/5/06, 12:28 12. La amenaza de una pandemia gripal Lo que se deriva de todo lo que sabemos sobre las pandemias gripales es que éstas son del todo imprevisibles. No hay modelos matemáticos ni datos epidemiológicos que nos permitan afirmar o descartar que una nueva pandemia llegará, cuándo lo hará, qué virus la producirá y cuáles serán sus consecuencias (transmisión, gravedad, grupos de riesgo afectados, mortalidad, susceptibilidad a los antivíricos, respuesta a las vacunas disponibles). En caso de pandemia, aumentarán sin duda de forma rápida, pero también mantenida en el tiempo (8-12 semanas), las consultas y las visitas domiciliarias y a urgencias por síndromes febriles y síndromes gripales. Al mismo tiempo deberá mantenerse la actividad asistencial ordinaria esencial. Muchos pacientes con gripe requerirán atención y tratamiento domiciliario o ambulatorio y otros requerirán hospitalización. La gripe es una enfermedad febril aguda y que se disemina rápidamente, motivo por el cual podría ser preferible mantener a los pacientes en su domicilio sin ingresar en los hospitales, pero será necesario analizar con precaución si esto puede hacerse realmente en la práctica y cómo podemos hacerlo de forma segura. El sistema sanitario sufrirá una reducción del personal disponible, por la propia pandemia y por otras alteraciones colaterales posibles. Se calcula (según modelos desarrollados en el Reino Unido) que un 25 % de la población laboral estará de baja de 5 a 8 días laborables en un período pandémico de tres meses. Las estimaciones sugieren que en el momento de máximo absentismo laboral, éste será un 50 % más alto de lo habitual en el sector privado y un 66 % más alto de lo habitual en el sector público (incluida la sanidad). La pandemia se extenderá más fácil y rápidamente en las guarderías, escuelas, facultades y otras comunidades cerradas (por ejemplo, centros sociosanitarios, prisiones y otros) y puede llegar a tener un impacto negativo en todos los servicios básicos, incluidos fuerzas de seguridad, bomberos, ejército, personal encargado del suministro de combustible o de la producción de alimentos, transporte y distribución de los mismos. Todas las estimaciones son totalmente teóricas y pueden variar notablemente en función de muchas variables que, ahora mismo, desconocemos. Algunas de ellas sólo se podrán empezar a estimar, y siempre de forma dinámica, en el momento en el que ya haya empezado la pandemia. 12.1 Lecciones de las pandemias históricas En un informe publicado en enero de 2005, la OMS identificó las lecciones principales derivadas del análisis de las tres pandemias de gripe del siglo XX: a Las pandemias son imprevisibles, se comportan de forma imprevisible y los virus gripales que las provocan también son imprevisibles. Las variaciones observadas en mortalidad, gravedad, modo de diseminación, extensión y otras características importantes son muy notables. b Un dato fundamental para la posible preparación frente a una pandemia es el aumento rápido del número de casos en un período muy breve de tiempo, habitualmente 8-12 semanas. c Aparte de la letalidad inherente al virus en los grupos de riesgo tradicionales, su capacidad para causar enfermedad grave y muerte en otros grupos (notablemente adultos jóvenes) es un determinante mayor en el impacto de la pandemia. d El potencial de un virus pandémico se desarrolla en diferentes olas. Las olas secundarias acostumbran a ser más graves que la inicial. e La vigilancia epidemiológica internacional, como la que lleva a cabo la OMS, se ha mostrado útil para confirmar la posibilidad de una pandemia. f La mayoría de las pandemias y epidemias de gripe se han originado en Asia, allí donde hay una alta densidad de población, en contacto humano muy cercano con grandes cantidades de aves (especialmente patos) y cerdos. g Algunas medidas preventivas y de control podrían llegar a retrasar la diseminación internacional de una pandemia, pero no podrían detenerla. h Retrasar la diseminación es deseable, ya que permite distribuir la curva epidemiológica (los casos) en un período más largo de tiempo, favoreciendo la reducción de la presión sobre los sistemas sanitarios. i El impacto de las vacunas en una situación de pandemia, aunque potencialmente es muy alto, deberá demostrarse. En los años 1957 y 1968, los fabricantes de vacunas respondieron rápidamente. Si la capacidad de producción actual es, como 16 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 16 8/5/06, 12:28 ahora, limitada, la llegada de cantidades insuficientes de vacunas para su administración en grandes grupos de población podría no tener un impacto tan favorable en el control de la pandemia. j k l Los países con capacidad de producción doméstica (interna) de vacunas serían probablemente los primeros en recibir las vacunas. España no tiene esta capacidad ahora mismo. La tendencia de las pandemias a ser más graves en las segundas olas (que se presentan unos meses después de la inicial) puede favorecer que se disponga de más tiempo necesario para prevenir la enfermedad en las poblaciones de riesgo más elevado, que también probablemente serán mejor identificadas a partir de la primera ola. Aquellos países con más experiencia en las campañas de vacunación antigripal anual tendrán una ventaja logística para hacer la evaluación y distribución de la vacuna. En el mejor o más favorable de los escenarios posibles, una pandemia gripal producirá sin duda un aumento de la mortalidad en las edades extremas de la vida y en personas con enfermedades crónicas de base. 12.2 ¿Qué determina el riesgo de pandemia? Aun y considerando el grado de incerteza e imprevisibilidad ya comentado, se pueden tener en cuenta los dos datos siguientes: a Las cepas circulantes del virus gripal A: Éstas se pueden clasificar en: • cepas no pandémicas: Incluyen las que han circulado recientemente o están circulando entre los seres humanos (tipo H1N1, H1N2 y H3N2) • cepas de pandemias anteriores: Suponen un riesgo más alto, ya que la población ya no tiene inmunidad suficiente frente a ellas (incluyen por ejemplo las de la gripe Asiática H2N2 de 1957-1958 y quizá cepas de la gripe Española original H1N1 de 1918-1919) • cepas pandémicas potenciales: Deben reunir las condiciones siguientes: (1) sus características antigénicas las hacen desconocidas para la población en general (son “nuevas”), (2) han de poder replicarse en los seres humanos, y (3) deben transmitirse de forma eficiente de persona a persona. Estas cepas serán probablemente subtipos de aquellas ante las que no hay mucha experiencia inmunitaria en los seres humanos: los de los tipos H5 y H7 • cepas pandémicas (panzoóticas) en animales: las cepas de virus gripal animal, incluida la cepa que causa la actual gripe aviar (H5N1), no se pueden considerar cepas pandémicas humanas si no cumplen los criterios citados en el punto anterior, pero hay que reconocer su potencialidad para evolucionar mediante la reagrupación genética o para una adaptación gradual a los seres humanos. La gran mayoría de las cepas gripales animales no suponen un riesgo relevante para los seres humanos. b El tiempo transcurrido entre pandemias: La última pandemia se produjo el año 1967-1968. Han pasado, pues, cerca de 40 años desde entonces. En el último siglo se produjeron tres pandemias. Nada hace pensar que, a lo largo de este siglo XXI, no se pueda presentar una nueva pandemia. La diferencia en nuestros sistemas sanitarios actuales y los de hace 50 o 100 años, y la capacidad de respuesta actual de los mismos es evidente, así como el envejecimiento de la población y la existencia entre ésta de más personas con enfermedades crónicas o enfermedades inmunosupresoras. La población mundial ha aumentado de forma exponencial y se desplaza (personas y mercancías) mucho más rápidamente. También tenemos mayor grado de interdependencia, y las consecuencias sociales y personales de un deterioro, reducción o suspensión temporal de algunas líneas de suministro básico podrían ser notables. 17 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 17 8/5/06, 12:28 13. ¿Qué planes de preparación existen para afrontar una pandemia? Para revisar las implicaciones que una pandemia puede tener para la salud pública, es necesario y útil entender las diferentes fases en las que probablemente ésta se desarrollará (Figura 4). Actualmente (abril de 2006) estamos en la fase 3 de alerta pandémica. Los planes de preparación frente a posibles pandemias gripales (hay más de 100 en todo el mundo) son mayoritariamente públicos, han sido elaborados por los diferentes gobiernos y se han hecho siguiendo las recomendaciones de la OMS. En ellos se detallan una serie de actuaciones referidas a la prevención y control de una pandemia gripal. El Plan de Preparación Frente a una Pandemia de Gripe (PPFPG) español fue publicado en mayo de 2005 y define una serie de estructuras organizativas y de coordinación, integradas mayoritariamente por representantes de diferentes Ministerios y organismos oficiales. En referencia a la respuesta práctica de los servicios sanitarios y de los profesionales, el PPFPG indica que las Comunidades Autónomas tendrán un Plan Autonómico de Preparación y Respuesta, con un Comité Ejecutivo y un Comité Asesor. Los programas de respuesta enunciados en el PPFPG indican la necesidad de disponer de planes que establezcan las actividades de prevención y control, vigilancia y seguimiento de los pacientes, garantía de asistencia sanitaria, acceso rápido a las medidas de salud pública (antivíricos y vacunas) y las vías de comunicación e información. También indican la necesidad de garantizar que el Plan de Respuesta Autonómico sea conocido por todos los actores, y que se revise y pruebe periódicamente. Como derivación del PPFPG se han elaborado los cinco primeros protocolos estatales (noviembre de 2005) que tratan: 1) las medidas de control de la infección, 2) el procedimiento a seguir ante la detección de un caso humano de infección por virus gripal A H5, 3) guías para los servicios de Sanidad Exterior, 4) protocolos de actuación ante trabajadores y personas expuestas a aves o animales infectados por virus de la gripe aviar altamente patógenos, y 5) protocolo de definición de los grupos prioritarios para el uso de antivíricos. 13.1 ¿Habrá vacuna para afrontar una pandemia? Probablemente sí, pero con limitaciones importantes: primero se debe identificar y caracterizar el virus que provocará la pandemia y después hay que poner en marcha una serie de acciones tecnológicas e industriales para fa- FASES DE DESARROLLO DE UNA PANDEMIA PERÍODO INTERPANDÉMICO PERÍODO DE ALERTA PANDÉMICA PERÍODO PANDÉMICO NO SE HA DETECTADO NINGÚN SUBTIPO NUEVO EN HUMANOS EXISTE SUBTIPO NUEVO* EN ANIMALES QUE COMPORTA RIESGO PARA LOS HUMANOS DETECCIÓN DE INFECCIÓN HUMANA PARA SUBTIPO NUEVO PEQUEÑAS AGRUPACIONES DE CASOS EN HUMANOS TRANSMISIÓN LOCALIZADA GRANDES AGRUPACIONES DE CASOS EN HUMANOS TRANSMISIÓN LOCALIZADA INCREMENTO SUSTANCIAL DE LA TRANSMISIÓN EN POBLACIÓN HUMANA FASE 1 FASE 2 FASE 3 FASE 4 FASE 5 FASE 6 Fases de la pandemia gripal según la OMS. Por subtipo nuevo (*) se entiende un subtipo que no ha circulado durante varias décadas y frente al cual la gran mayoría de la población no tiene inmunidad. Figura 4 18 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 18 8/5/06, 12:28 bricar una vacuna segura y eficaz en cantidades suficientes para vacunar al número más alto posible de personas. Actualmente, la industria multinacional (unas 10 compañías en todo el mundo) que fabrica vacunas necesitaría entre 6 y 8 meses para ponerlas a disposición del público. No existe tampoco una vacuna modelo o tipo que después se pueda adaptar directa y rápidamente. Los obstáculos principales a la mejora de esta situación son, ahora mismo, de tipo económico y político y no tanto técnicos. Es necesaria una decidida intervención de las autoridades sanitarias y de los gobiernos para mejorar estas perspectivas, especialmente con una fuerte inversión en investigación y desarrollo tecnológico. 13.2 ¿Para qué servirán los antivíricos en una pandemia? El papel de estos fármacos en caso de una pandemia es también incierto. A falta de la vacuna, los antivíricos pueden teóricamente ayudar a atrasar la extensión de una pandemia por un tiempo limitado. Su acción más razonable (y probablemente menos incierta) sería, sin embargo, su uso para tratar a los pacientes con gripe, todos ellos o sólo los más graves o vulnerables, en caso necesario. Existen otros interrogantes que debemos considerar: 1) la eficacia de los antivíricos es limitada frente al virus aviar A H5N1 y, ahora, sólo los inhibidores de la neuraminidasa (oseltamivir y zanamivir) son eficaces; 2) se han comunicado resistencias del virus aviar A H5N1 a estos fármacos; 3) no hay experiencia de su uso en situación de pandemia; 4) su utilización profiláctica (prevención primaria) es también menos conocida y no ha sido suficientemente demostrada: no sabemos por cuánto tiempo y a qué dosis deberían utilizarse con esta función en el contexto de una pandemia y qué efectos secundarios o resistencias se podrían presentar, y 5) su producción y su suministro son también, ahora, notablemente limitados. Siguiendo las indicaciones de la OMS, la mayoría de países más desarrollados han hecho encargos y/o disponen de un número limitado de dosis de oseltamivir (y algunos también de zanamivir y de amantadina). España ha encargado un número de dosis teóricamente suficiente para cubrir un tratamiento corto en un 15-20 % de la población. Los planes de preparación definen qué grupos de pobla- ción serían susceptibles de recibir el antivírico en éstas y otras circunstancias. En cualquier caso, es importante recordar que el uso de estos fármacos debe hacerse en condiciones especiales, que probablemente vendrán en todos los casos indicados por las autoridades sanitarias, y que su adquisición (en el extranjero o por Internet), almacenaje y uso particular indiscriminado debe desaconsejarse formalmente. 13.3 ¿Qué otras medidas pueden ser eficaces para controlar una pandemia gripal? La OMS, basándose en datos limitados, recomienda también un conjunto de medidas no farmacológicas que es preciso considerar en las distintas fases de una pandemia gripal. En las fases 4 y 5 del período de alerta pandémica, las recomendaciones incluyen el aislamiento de los pacientes infectados y la cuarentena de los contactos. En el período pandémico (fase 6) el objetivo es limitar y retrasar la transmisión del virus y reducir sus efectos en la población. Sería recomendable que las personas se quedaran en su casa en cuanto aparezcan síntomas gripales. La instauración de las medidas de aislamiento y cuarentena forzadas de un gran número de personas comportaría un conjunto de problemas prácticos muy considerables, que deben prevenirse y solucionar de antemano. Si la pandemia progresara, se podrían recomendar también medidas que evitaran la proximidad y aglomeración de personas (medidas llamadas de “alejamiento social”): cierre de centros de enseñanza, prohibición de determinados espectáculos y actos públicos, y otros. También se podría recomendar la restricción de viajes no esenciales a las zonas afectadas. Las medidas higiénicas de rutina (lavarse las manos e higiene respiratoria) serán esenciales en el control de una pandemia. La limpieza y la desinfección de las superficies contaminadas será también una medida importante. La recomendación de usar mascarillas faciales protectoras deberá basarse en una evaluación del riesgo y del contexto en el que se utilizarán. 19 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 19 8/5/06, 12:28 14. ¿Podría detenerse una pandemia de gripe en su origen? No se sabe con certeza, pero hay diferentes modelos matemáticos y epidemiológicos que sugieren que una actuación rápida, decidida y contundente sobre un posible foco de origen de la epidemia, antes de que ésta afecte a un número elevado de personas, podría ayudar a detenerla o a retrasar su progresión. La prevención primaria de la gripe aviar reside, obviamente, en un mejor control de la enfermedad entre las aves y en unos sistemas de vigilancia completos, potentes y rápidos. Dejando a un lado la imprescindible mejora y extensión de los sistemas de prevención y control veterinarios, el supuesto en el que se basan las llamadas a la 15. Aspectos profesionales y éticos en una situación de pandemia o epidemia solidaridad y la ayuda internacional es el de la detección rápida de un posible foco inicial de la pandemia. La pandemia humana se originará con mayor probabilidad (fases 4 y 5 de alerta epidémica) en alguna zona rural del sudeste de Asia o quizá en África Subsahariana. La información epidemiológica precisa y rápida será, siempre y en todos los casos, esencial. Si se detecta la transmisión eficaz de persona a persona en un grupo no muy elevado de personas, se pueden iniciar medidas combinadas de aislamiento, restricción de movimientos y, especialmente, el empleo inmediato y focalizado de antivíricos, que podrían ayudar a controlar el brote. No se puede garantizar, sin embargo, que este control sea totalmente efectivo, por lo que también se trabaja bajo la suposición de que este brote inicial no se pueda controlar adecuadamente y que la enfermedad se vaya extendiendo por todo el mundo. pugna entre diferentes derechos fundamentales. Cuando se produce una colisión entre derechos y bienes jurídicos protegidos es necesaria una adecuada ponderación de los mismos en el momento de su ejercicio, y una valoración muy ajustada de los intereses en juego al elaborar y aplicar las normas. Los profesionales sanitarios seremos responsables también de proporcionar información sanitaria precisa a una población que probablemente estará atemorizada y sometida a una gran tensión informativa por los medios de comunicación. En un estado de derecho, las normas jurídicas representan la voluntad mayoritaria y constituyen una garantía para los ciudadanos. El conflicto entre sociedad e individuo se manifiesta con claridad en el dilema perenne de la salud pública: los derechos individuales (libertad, privacidad, dignidad) frente al bienestar colectivo (salud de la población: prevención de una enfermedad). Este hecho puede ser especialmente evidente en el caso de una situación de pandemia, pero también lo es en otras situaciones que requieren limitar los derechos de los ciudadanos, como por ejemplo en la declaración del estado de alarma (Ley Orgánica 4/1981, de Estados de Alarma, Excepción y Sitio). Es preciso recordar que ningún derecho es absoluto y que todos pueden ser limitados: también los derechos de los pacientes, si existen razones que lo justifiquen, respetando siempre las garantías necesarias. Es probable también que deban tomarse decisiones que comporten la priorización y racionalización de recursos escasos, hecho que no todo el mundo aceptará de buen grado, y que deban hacerse cumplir una serie de recomendaciones y protocolos determinados por el Ministerio de Sanidad y los Gobiernos de las diferentes Comunidades Autónomas. Necesitaremos, pues, estar familiarizados con estos protocolos y colaborar activamente en su redacción y adaptación. El marco ético y jurídico actualmente establecido proporciona pautas suficientes para abordar una situación de pandemia: la Constitución, la Ley General de Sanidad, la Ley de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública (ver Tabla 1) y la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en Materia de Información y Documentación Clínica, contemplan la necesidad de proteger y fomentar la salud individual y colectiva. Es importante tener en cuenta que ante una situación de pandemia se presenten conflictos éticos y también una Coincidentemente, las normas deontológicas que vinculan a los profesionales sanitarios, así como las normas Los profesionales sanitarios debemos considerar seriamente el riesgo de una pandemia. Seremos también los principales responsables del éxito o el fracaso de las medidas de control. Los planes de preparación citados incluyen recomendaciones para mantener y reforzar la actividad del sistema sanitario, pero todos sabemos que éste trabaja habitualmente en condiciones de saturación y que su capacidad de enfrentarse a una necesidad elevada y rápida de recursos (la llamada surge capacity) es muy limitada y acaba recayendo habitualmente en los propios profesionales. 20 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 20 8/5/06, 12:28 éticas generales, establecen que procurar por la salud de la población es uno de los fines de la medicina y de la propia actividad de la Administración. Este entramado normativo sanitario permite adoptar las medidas necesarias para ayudar a controlar una posible pandemia, pero a la vez exige que las decisiones tengan siempre apoyo científico y técnico, y sean proporcionales a los fines que se persiguen, así como que las limitaciones de los derechos individuales que se establecen en beneficio de la colectividad se lleven a cabo con las garantías establecidas, sean lo menos restrictivas posible, no utilicen a las personas como medios en beneficio de la colectividad y respeten los procedimientos previstos. 15.1 Respuesta ante una demanda extraordinaria de servicios durante una pandemia En el supuesto de una pandemia gripal grave, es proba- ble que se dé una demanda extraordinaria y continuada de servicios sanitarios, que se producirá adicionalmente a las demandas de atención médica normal en cualquier circunstancia. Entonces probablemente se dará una situación de saturación del sistema sanitario, y los recursos pueden verse gravemente limitados: pueden faltar profesionales (médicos, enfermeras, auxiliares, conductores de transporte sanitario), vacunas, fármacos (antivíricos o antibióticos para tratar las complicaciones), equipos de protección personal (mascarillas, otros), camas de hospitalización convencional, camas de UCI o ventiladores mecánicos. El artículo 4 de la Ley de Medidas Especiales de Salud Pública (ver Tabla 1) trata precisamente algunos de estos supuestos, otorgando a la Administración competencias para la distribución y el uso de medicamentos y otros productos sanitarios en situaciones excepcionales. Los responsables de tomar decisiones deberán hacer frente probablemente a una racionalización y priorización de los recursos limitados. Esto significará que las actuales LEY ORGÁNICA 3/1986, DE 14 DE ABRIL, DE MEDIDAS ESPECÍFICAS EN MATERIA DE SALUD PÚBLICA ARTÍCULO 1 Al objeto de proteger la salud pública y prevenir su pérdida o deterioro, las autoridades sanitarias de las distintas Administraciones públicas podrán, dentro del ámbito de sus competencias, adoptar las medidas previstas en la presente Ley cuando así lo exijan razones sanitarias de urgencia o necesidad. ARTÍCULO 2 Las autoridades sanitarias competentes podrán adoptar medidas de reconocimiento, tratamiento, hospitalización o control cuando se aprecien indicios racionales que permitan suponer la existencia de peligro para la salud de la población debido a la situación sanitaria concreta de una persona o grupo de personas o por las condiciones sanitarias en que se desarrolle una actividad. ARTÍCULO 3 Con el fin de controlar las enfermedades transmisibles, la autoridad sanitaria, además de realizar las acciones preventivas generales, podrá adoptar las medidas oportunas para el control de los enfermos, de las personas que estén o hayan estado en contacto con los mismos y del medio ambiente inmediato, así como las que se consideren necesarias en caso de riesgo de carácter transmisible. ARTÍCULO 4 Cuando un medicamento o producto sanitario se vea afectado por excepcionales dificultades de abastecimiento y para garantizar su mejor distribución, la administración sanitaria del Estado, temporalmente, podrá: a. Establecer el suministro centralizado por la Administración. b. Condicionar su prescripción a la identificación de grupos de riesgo, realización de pruebas analíticas y diagnósticas, cumplimentación de protocolos, envío a la autoridad sanitaria de información sobre el curso de los tratamientos o a otras particularidades semejantes. Tabla 1 21 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 21 8/5/06, 12:28 expectativas de nuestra sociedad referidas al acceso, prestaciones y calidad de los servicios sanitarios deberán cambiar necesariamente en el contexto de una crisis de salud pública de grandes proporciones. Nuestra sociedad, y los colegios y colectivos profesionales implicados, esperan que las decisiones adoptadas sean siempre razonables, abiertas y transparentes, adecuadas y responsables. La justicia y legitimidad (lo que los anglosajones denominan fairness) de las decisiones será crucial, especialmente si éstas deben irse adaptando a un contexto cambiante como puede ser el de una pandemia gripal. Es muy recomendable y necesario que estas decisiones tengan un previo marco de referencia científico y ético en el que hayan participado activamente los profesionales y la propia sociedad, y que haya una estrategia de comunicación adecuada de las bases racionales del proceso de toma de estas decisiones. 15.2 ¿Qué marco ético y legal da cobertura o apoyo a los profesionales en una situación extraordinaria como la derivada de una posible epidemia o pandemia? El marco de actuación del médico, y también el de los organismos profesionales y de los poderes públicos, así como el de los propios pacientes/ciudadanos, está legalmente establecido por la normativa antes mencionada, que determina cuáles son los derechos reconocidos y cuáles son sus límites. Los ciudadanos tenemos múltiples derechos en el ámbito sanitario. Algunos de ellos son de gran relevancia en el caso que nos ocupa, pero todos ellos pueden ser limitados si existen razones para ello. Es básico el respeto a la dignidad de la persona, así como la prohibición de discriminación en el ámbito de los servicios. En la línea de protección de la autonomía del paciente se encuentran también otros derechos como el de obtener medicamentos y productos sanitarios que se consideren necesarios para promover, conservar o restablecer la salud. En esta área concreta pueden presentarse conflictos a la hora de priorizar la dispensación de un fármaco o una vacuna a uno u otro grupo de pacientes en función de criterios sanitarios, aunque no sociales, que deben estar previamente decididos con carácter general, de tal forma que cuando se presenten casos particulares no haya lugar a discriminaciones. Precisamente estos derechos, de tipo más individual, son los que pueden requerir mayores limitaciones en circunstancias excepcionales como una pandemia e, incluso, pueden limitarse derechos como el que tiene cualquier enfermo de pedir su alta hospitalaria. Uno de los derechos más emblemáticos de los pacientes es el consentimiento informado requerido en cualquier actuación sanitaria, tanto por el Convenio de Derechos Humanos y Biomedicina (artículo 5) como por la Ley 41/ 2002 (artículo 2), y podría no ser tenido en cuenta en una situación de pandemia. Cuando está en riesgo la salud pública, la autoridad sanitaria puede imponer (incluso en contra de la negativa expresa del paciente) un tratamiento médico determinado. Así, por ejemplo, la Administración tiene derecho a adoptar medidas de vacunación obligatoria según la Ley de Medidas Especiales en materia de Salud Pública (apéndice, artículos 2 y 3), cuando haya peligro para la salud de la población debido a la situación concreta de una persona o grupo de personas, o por las condiciones sanitarias en las que se desarrolla una actividad. Igualmente, la Administración tiene derecho a adoptar medidas preventivas necesarias para controlar la transmisión de enfermedades contagiosas. También tiene el derecho y el deber de sancionar las acciones y omisiones que provoquen o puedan provocar daños efectivos en la salud de los ciudadanos. El respeto a la dignidad exige que se informe al interesado y que se intente que éste preste su colaboración. Pero en el caso de que se niegue, podrá actuarse contra su voluntad, pese a saber además que si el tratamiento obligatorio comporta internamiento en una institución sanitaria, será preciso comunicarlo (antes de 24 horas) a la autoridad judicial competente, ya que afectaría al derecho fundamental de libertad. Son los llamados tratamientos sanitarios obligatorios debido al riesgo para la salud pública que se contemplan en la citada ley. 15.3 ¿Cuál es el deber que los profesionales sanitarios tenemos para proporcionar asistencia en el contexto de una situación de epidemia o pandemia de una enfermedad transmisible? El deber de prestar asistencia a los pacientes es una obligación ética primaria para los médicos y otros trabajadores sanitarios, porque hemos elegido libremente nuestra profesión y, por lo tanto, también hemos asumido los riesgos que ésta comporta, y porque tenemos un contrato con la sociedad que nos pide que, en tiempo de crisis o emergencia, estemos especialmente a su servicio. Es importante que los códigos de ética y códigos deontológicos proporcionen una guía suficiente sobre estos puntos y sobre los derechos y responsabilidades profesionales en situaciones de alto riesgo. Es importante que todos sepan lo que se espera de ellos en un momento de una crisis debida a una enfermedad transmisible, incluyendo el consejo o recomendación específica sobre qué riesgo es razonable asumir por el profesional sanita- 22 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 22 8/5/06, 12:28 rio, la obligación de proporcionar atención a los pacientes y de cuidar nuestra propia salud al mismo tiempo para poder seguir proporcionándoles asistencia, y el deber que tenemos también de no causar perjuicio a los demás por el hecho de poder transmitir una enfermedad infecciosa. El ejemplo reciente de la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), especialmente la experiencia vivida en los hospitales de Canadá, puso sobre la mesa una serie de situaciones éticas que también habrá que afrontar por adelantado en nuestro país. Así, por ejemplo, aparte de los deberes de los profesionales sanitarios para servir a la sociedad en casos como en una pandemia, también hay aspectos de reciprocidad y solidaridad que es preciso considerar. Si los profesionales sanitarios asumimos riesgos elevados para nuestra salud y la de nuestras familias, la sociedad, especialmente las instituciones públicas, debe darnos garantías y apoyo. Así, las instituciones sanitarias públicas y privadas deben prever cómo afrontar las situaciones de tensión personal y colectiva que se pueden generar entre los profesionales sanitarios, reconociendo que nuestra tarea en el curso de una pandemia puede ser muy peligrosa: han de proporcionar los medios necesarios para garantizar al máximo nuestra seguridad y han de garantizar también que nos proporcionarán la atención médica y social adecuada si enfermamos mientras estamos cumpliendo nuestro deber y/ o que compensará debidamente el daño o discapacidad (incluida la muerte) que podamos sufrir como consecuencia de nuestro trabajo. También deben considerarse por adelantado las necesidades y sistemas de provisión de los recursos humanos necesarios para hacer frente a estas situaciones excepcionales. Habrá riesgo físico, pero también habrá riesgo psicológico. Los médicos, especialmente los gestores o directores clínicos, deberán afrontar probablemente decisiones difíciles y complejas sobre la asignación de tareas y deberes a los diferentes profesionales sanitarios implicados en el control y la asistencia en una pandemia. Estas decisiones deben tomarse por adelantado y deben ser transparentes, equitativas y razonables. 15.4 ¿Qué nivel de riesgo es ético asumir en una situación de pandemia? que, por principio, el concepto de deber profesional incluye la aceptación intrínseca del riesgo natural y ordinario que toda actividad clínica implica. Consecuentemente, cualquier forma de negativa y/o impedimento a la asistencia de este tipo de pacientes (en cuanto a la responsabilidad deontológica y jurídica), puede significar omisión del deber profesional y omisión del deber de socorro. Las limitaciones a la aceptación de riesgos para la salud personal de los sanitarios sólo pueden aceptarse por la necesidad de asegurar la prestación de los servicios de la forma más adecuada posible, por ejemplo en el establecimiento de sistemas de turnos para evitar la fatiga excesiva de los profesionales y, por ejemplo, también en la reclamación de garantizar el uso de las medidas de protección razonables y de eficacia demostrada en el momento de llevar a cabo nuestro trabajo. En estas circunstancias, ningún médico puede dejar de tratar a los pacientes por miedo al contagio. Como en el resto de enfermedades contagiosas, la asistencia clínica del paciente con gripe pandémica comporta la necesidad de adoptar las medidas oportunas para evitar la transmisión del virus a otros usuarios de la sanidad y al personal sanitario. Con criterios básicos de seguridad clínica y laboral, han de adoptarse rutinariamente las medidas de prevención estipuladas en los protocolos asistenciales y técnicos. Eso supone para las instituciones sanitarias la obligación de facilitar estos medios y medidas, así como supone el derecho de los profesionales clínicos y técnicos sanitarios a exigir laboralmente que se les faciliten. En este sentido, genéricamente se admite que la falta y/o no disponibilidad de estos medios podría romper la inexcusable obligación de asistencia por deber profesional de auxilio sanitario y el propiamente laboral o contractual, siempre que la actividad clínica y asistencial en situación de tal carencia suponga para los profesionales sanitarios un riesgo personal objetivo de similares características y gravedad al que se trata de evitar. Con criterios médicos y legales estrictos, en circunstancias de falta de disponibilidad de los medios preventivos especialmente recomendados para determinadas situaciones o procedimientos de elevado riesgo de contagio, y sin que exista una finalidad terapéutica y/o asistencial ineludible, la desproporción entre riesgos y beneficio clínico atenúa el nivel de exigencias profesionales a los sanitarios. Igualmente, y por los mismos criterios, ante opciones terapéuticas de igual eficacia clínica, sería justificable optar por la más segura para el profesional. En términos sociales y sanitarios, a los pacientes afectados por una pandemia de una enfermedad transmisible como la gripe se les reconoce, igual que al resto de enfermos, el derecho a la asistencia clínica necesaria y apropiada a su patología. Esto comporta la obligada prestación de estas atenciones por parte del personal sanitario, como un deber profesional propio de su actividad clínica. Las medidas preventivas constituyen, pues, tanto un deber como un derecho, de todos y para todos entre sí, afectando a la totalidad de estamentos involucrados en el sistema y en el proceso asistencial. Por lo tanto, no es legítima la negativa a la asistencia, dado Este proceso ha de ejercerse interactiva y equilibradamente 23 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 23 8/5/06, 12:28 para conseguir la necesaria seguridad clínica y laboral y también clínica y asistencial, pero siempre sin que exista ningún detrimento para el paciente. La adopción de medidas preventivas en pacientes con enfermedades transmisibles que reciben atención sanitaria es de obligado cumplimiento para todos los sanitarios. No sólo es necesario observar las medidas establecidas por la Administración sanitaria, sino también todas aquellas que científicamente pueden estar ya ordinariamente protocolizadas. ciudadanos y de los profesionales sanitarios en los planes de preparación que se puedan establecer, por parte de las autoridades sanitarias y la Administración, en referencia a las medidas a adoptar en el curso de una pandemia, ya que un sistema de democracia deliberativa y participativa como es el nuestro ayuda a determinar cuáles son las prioridades ciudadanas en este campo. 15.6 ¿Qué derecho y qué obligación ética y legal tiene un médico de recibir y proporcionar información sanitaria en el contexto de una epidemia o pandemia? ¿Qué medidas legales deben tenerse en cuenta al considerar o recomendar la limitación de los derechos de movilidad, reunión o intimidad (por ejemplo, en caso de indicar una situación de cuarentena)? Es importante que existan planes previos, y que sean bien conocidos los criterios de actuación que se utilizarán por todos. El riesgo para la salud pública constituye una excepción al principio de la voluntariedad y permite adoptar varias medidas para proteger la salud de los ciudadanos. Así lo exige el derecho a la información epidemiológica establecido con toda claridad en la Ley de Autonomía del Paciente: los ciudadanos tienen derecho a conocer los problemas sanitarios de la colectividad cuando impliquen un riesgo para la salud pública o para su salud individual, y derecho a que esta información sea difundida en términos verdaderos, comprensibles y adecuados para la correcta protección de la salud (artículo 6 de la Ley 41/2002). De la misma manera opera el derecho a la información sobre los servicios sanitarios a los que pueden acceder y sobre los requisitos necesarios para su uso (artículo 10.2 de la Ley General de Sanidad y artículo 12.1 de la Ley 41/ 2002). Este hecho tiene una doble importancia ya que establece los límites de lo que se puede o no exigir y garantiza el conocimiento de aquello a lo que se tiene derecho y, en este supuesto de pandemia, ha de proporcionar una pauta de interés para el personal sanitario. Es un deber ético el que existan pautas establecidas para hacer frente a la generalidad de los casos de una misma manera, y que permita enmarcar los supuestos concretos de forma equitativa. La Ley Orgánica de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública establece que con el objetivo de controlar las enfermedades transmisibles, la autoridad sanitaria, además de realizar las acciones preventivas generales, podrá adoptar las medidas oportunas para el control de los pacientes, de las personas que estén o hayan estado en contacto con ellos y del medio ambiente inmediato, así como las que se consideren necesarias en caso de riesgo de carácter transmisible (véase apéndice, artículo 3). 15.5 Respecto a la información particular referida al estado infeccioso de pacientes individuales, se admite en la mayoría de códigos deontológicos que el médico podrá revelar el secreto con discreción, exclusivamente a quien deba hacerlo y en los justos límites necesarios, si con el silencio se presumiera un muy probable perjuicio para el paciente, para otras personas o un peligro colectivo (declaración de enfermedades contagiosas. Finalmente, la normativa vigente también reconoce el derecho de participación en las actividades sanitarias (artículo 10.10 de la Ley General de Sanidad, artículo 12.2 de la Ley 41/2002), así como el derecho a utilizar las vías de reclamación y propuesta de mejoras. Ambas posibilidades abren la puerta a una más amplia participación de los El cómo se articulan de forma concreta las medidas que sean precisas corresponde a las autoridades sanitarias, que tienen un amplio margen de discrecionalidad. Obviamente, estas facultades han de ejercerse de forma ponderada y nunca arbitraria, para intentar evitar la transmisión de una enfermedad. Esto incluye la recomendación e indicación de recibir vacunas y tratamientos preventivos beneficiosos para el propio individuo o para la salud pública, ante los cuales, en ciertos casos, no sería aceptable la negativa de los afectados. En cada caso hay que considerar no sólo que las medidas a tomar tengan la validez jurídica necesaria, sino que deberá evaluarse la eficacia sanitaria de la medida adoptada ya que, precisamente, sería lo que justificaría su imposición. Un tratamiento sanitario obligatorio puede tener efectos contraproducentes, por ejemplo en el caso de que los individuos, temerosos de ser sometidos a estas medidas y a la estigmatización que pueden comportar, no acuden a los centros y servicios sanitarios y con este resultado el riesgo de transmisión y diseminación sea aún más alto. El respeto al principio de proporcionalidad supone el eje sobre el que se fundamenta la validez de la aplicación de las medidas y tratamientos obligatorios. El Tribunal Constitucional ha insistido en su jurisprudencia en que las 24 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 24 8/5/06, 12:28 gado por las leyes, para determinar las medidas a adoptar, que siempre deberán estar basadas en el mejor conocimiento y evidencias científicas y médicas, y ser proporcionales a los fines perseguidos. Administraciones públicas deberán actuar respetando siempre el principio de proporcionalidad (artículo 96.1, Ley de Régimen Jurídico y del Procedimiento Administrativo Común). Para la adopción de las medidas preventivas en relación con la salud individual y colectiva las limitaciones sanitarias deberán ser proporcionadas a los fines que en cada caso se persigan (artículo 28.c, Ley General de Sanidad). La aplicación de este principio de proporcionalidad al caso concreto de una pandemia exige que el tratamiento sanitario impuesto cumpla el requisito de la indicación médica y que resulte beneficioso para la salud de quien lo recibe o, como mínimo, que no sea perjudicial. No puede obviarse que el Convenio de Derechos Humanos y Biomedicina establece la primacía del ser humano al disponer que el interés y el bienestar del ser humano han de prevaler sobre el interés exclusivo de la sociedad o de la ciencia (artículo 2). Por lo tanto, no es admisible imponer un tratamiento que, para preservar la salud de terceros, incida negativamente en la salud del individuo, que se convertiría así en un objeto para beneficio de otros. En general, se considera que la medida del aislamiento es la máxima que puede imponerse en este sentido. En referencia a la forma de llevar a cabo un tratamiento obligatorio, conviene tener en cuenta que, en principio, hay que propiciar la posibilidad de que la persona asuma de forma voluntaria el tratamiento que se pretende realizar. Así, se otorga preferencia a la colaboración voluntaria con las autoridades sanitarias (artículo 28.a, Ley General de Sanidad) de manera que sólo se podrá ejercer coacción directa sobre las personas ante la negativa a un tratamiento considerado obligatorio, cuya definición deberá haberse establecido previamente. Puede solicitarse a la autoridad judicial la autorización de un internamiento involuntario en casos de riesgo para la salud pública. Dado que el principio de proporcionalidad exige la adecuación entre los fines perseguidos y los medios utilizados, hay que preferir siempre el tratamiento menos restrictivo y que menos limite los derechos de los afectados (artículo 96.2, Ley de Régimen Jurídico y del Procedimiento Administrativo Común; artículo 28.d, Ley General de Sanidad). También hay que evitar la adopción de medidas discriminatorias no basadas en una necesidad sanitaria debidamente comprobada. En resumen: a En referencia a los planes de actuación frente a una pandemia: • Las autoridades sanitarias tienen la obligación de elaborar planes de actuación adecuados y darlos a conocer públicamente. • Sería muy conveniente que estos planes sean sometidos periódicamente a ejercicios de prueba teórica y práctica. • Existe un amplio margen de discrecionalidad, otor- b • Siguiendo las pautas y recomendaciones establecidas por la OMS y por nuestro ordenamiento jurídico, es necesario que los ciudadanos participen y estén implicados en la elaboración y la ejecución de los planes de preparación y es necesario que haya también una amplia participación e implicación del personal sanitario y de los organismos colegiales y otras instituciones sanitarias y sociales implicadas. En referencia a la información en el supuesto de una pandemia: c • Existe un doble deber de información: el individual a cada paciente y el colectivo para transmitir a todos los ciudadanos, con claridad, coherencia y sin ser alarmistas, lo que está sucediendo en cada momento y las medidas que han de ser adoptadas. En referencia al consentimiento informado en el curso de una pandemia: • Las razones de salud pública son una excepción a la exigencia de contar con el consentimiento informado para tratar a cualquier persona. • Es posible instituir tratamientos obligatorios, con los siguientes requisitos: - Deberán estar indicados científica y médicamente. - Deberán haber sido establecidos previamente. - Deberán tener suficiente eficacia sanitaria para alcanzar los objetivos de salud pública perseguidos. - Se preferirá siempre el tratamiento menos intrusivo y menos coactivo. - Deberá intentarse siempre la colaboración del paciente. - Si ésta no se consigue, es posible llegar a la contención. - En este supuesto, debe comunicarse a la autoridad judicial en un plazo máximo de 24 horas. • Los límites generales para instituir tratamientos o medidas obligatorias son los siguientes: - Las personas no pueden ser nunca utilizadas como medios. - No se puede utilizar a un ser humano en su perjuicio (causándole daño) ni para el beneficio del grupo. - No se pueden imponer medidas que perjudiquen a un individuo en beneficio de la colectividad sin su consentimiento. Las medidas de aislamiento constituyen lo máximo generalmente aceptado en este sentido. 25 PRAXI LAS PALMAS FILMACION 25 8/5/06, 12:28 16. Bibliografía y webs de interés 1. Bhat N, Wright JG, Broder KR, Murray EL, Greenberg ME, Glover MJ, et al. Influenza-associated deaths among children in the United States, 2003-2004. N Engl J Med 2005;353:2559-67. 2. Brett AS, Zuger A. The run on tamiflu – Should physicians prescribe on demand? N Engl J Med 2005; 353:2636-7. 3. Casado M. Las Leyes de la Bioética. Colección Bioética, Ed. Gedisa, Barcelona, 2004. 4. Cerco C. Epidemias y derecho administrativo. Las posibles respuestas de la Administración en situaciones de grave riesgo sanitario para la población. Revista Derecho y Salud, vol 13, jul-des 2005. 5. Consell de Col·legis de Metges de Catalunya. Codi de Deontologia. Accesible (2/01/2006) en http:// www.comb.cat /cast/comb/normativa/codi_deontologic/ home.htm. 6. 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