Igualmente debemos anotar los fracasos de todas las tentativas de intro­ ducción artificial del pino en el seno de los escobonales puros, contrastando con el éxito de las repoblaciones en esos mismos predios, cuando la corta y descepe del Cytisus ha precedido a la introducción del pino. El efecto dese­ cante de las capas superiores del terreno, por la absorción que hacen las raí­ ces de la vegetación establecida, impide la instalación de plantas jóvenes, sean de pino o de los propios escobones. Quizá nos hayamos extendido excesivamente sobre este tema, en el que necesariamente tendremos que insistir más adelante; pero la referencia al mismo era obligada ahora y ella nos ha conducido insensiblemente a la anti­ cipada exposición de algunas de nuestras apreciaciones, en las que, sin nece­ sidad de ulterior explicación, podremos basarnos cuando esta cuestión deba ser nuevamente abordada. Continuando nuestra información sobre la ecología de los aspectos del pinar, vamos a tratar ahora de la distribución de los mismos según exposi­ ciones y altitudes, fijándonos especialmente en éstas, por considerar de la mayor elocuencia al factor altitud, dado lo que en él se resume en cuanto a temperaturas, humedad e incluso calidad de suelo. En principio podemos admitir que la sucesión altitudinal de las facetas del pinar está en lógica correspondencia con la cliserie general que para los tipos de vegetación fué establecida, concediéndose al aspecto jaral gran amplitud de desplazamiento altimétrico, pero adjudicándole especialmente los niveles medios del pinar, coincidentes con el óptimo de esta formación. De este modo, al ascender por la ladera Norte de un monte que ofreciera la representación completa de las citadas facetas, iríamos encontrándolas por el siguiente orden: pinar con faya, con brezo, con jara, con escobón y con codeso. El aspecto Micromeria puede aparecer en cualquiera de los ni­ veles correspondientes a los tres primeros, si la regresión del bosque y de­ gradación del suelo es avanzada en ellos. En las vertientes meridionales, salvo situaciones de condición excepcional, falta totalmente el aspecto faya, y es menos frecuente la intervención del brezo, que se manifiesta a mayores altitudes del pinar, en vaguadas, barrancos y otros sitios, en general bien poblados, donde no falta un algo de frescura. Por lo demás, se conserva la mencionada escala, con la natural expansión de los tipos regresivos corres­ pondientes al jaral y al tomillar; pudiendo, por amplitud, asimilarse a este último las interferencias del matorral xerófilo de la región inferior. No obstante la ausencia de la facies correspondiente al escobón, que ya dijimos ocurría solamente en Tenerife, quizá sean los pinares de La Palma los que, por conservar menos desfigurada la integridad de su dominio, se presten, mejor que otros, a estas observaciones sobre la sucesión altitudinal de aspectos, a la que nosotros hemos dedicado especial atención en los reco-