MENSAJE ~~!!~~JsAJE Vol. 1. Númei;p 6 ol2, - R I S T I A N O F R E N T E A L MUNDO DE HOY :'y (PE O PRADO, UN VERDADERO POETA El arte juvenil, llámese poesía, ensayo O pintura, no es más que la exterionización de las intensas inquietudes, que luchan por adquirir una eventual plenitud, vagamente intuida". La adolescencia y las posteriores etapas del individuo, se encargarán de dar madurez a esas vivencias, que permanecen ocultas, pero dotadas de tal dinamismo, que son ellas precisamente las que orientarán la actividad creadora. Este proceo psicológico actuó de manera particular en nuestro poeta y a él se de. ben algunos aspectos de su arte lírico. Pedro Prado, Premio Nacional de Literatura 1949 y recientemente fallecido, no logró incautarse, digámoslo así, de las canicias y sobre todo, del recuerdo que va quedando plasmado en el alma con la figura tangible y material de la madre. El poeta la perdió cuando contaba dos años escasos y ese sentimiento ligero que habrá sentido en la niñez, fué acentuándose con los años, con la cultura, con la experiencia oída de otros muchachos, de otros hombres, de los libros; en resumen, de la vasta relaoión que sobre la madre se tiene, reduciéndose los poetas y escritores en general, a trasiadar su caso particular -ya sea muerte, enfermedad o aflicción- al problema universal de la vivencia grandiosa y casi sobrehumana de la madre. Recordemos que muchos soldados en la última guerra, heridos en los campos de batalla, solos o acompañados por los demás en las mismas condiciones, oyendo el fragor del combate y de la metralla, adoptaban posiciones que se creían superadas y en ese instante de horror y de abandono, Ilamaban llorando a su madre, ya muerta o a 'A por ALFREDO PEmA RlOS centenares de kilómetros, subsistiendo eso etapa de niñez en los hospitales o en los campos de prisioneros. Pero Prado nos lo dirá: "Tenia dos años apenas cuando mi madre murió. ¿Cómo podría en verdad recordarla? ¿Y cómo podria en verdad olvidarla ?". Y ese sentimiento de vacío, agravado despues con la muerte del padre, lo aisk; prorrumpe el alma buscando una sdida que en el poeta será la soledad, el amor a las cosas minúsculas, el identificarse. en vano, con el parecido que no se encuentra. Y dirá: "Me sé distinto de mortal nacido niño o zagal, maduro ya o anciano; no encuentro el alternar o busco en vano entre tantos ! a alguno pareoido !" Este problema de la identificación lo veremos a menudo en sus libros de poemas o en su exquisita prosa. No encuentra urna senda por donde camine lo más profundo de su alma, otra vivencia que lo comprenda. que lo amalgame y defienda de las inclemenoias de la vida. E s impresioname por ejemplo. leer y releer aigunos capitulos de "Un juez ruraln en donde 19 soledad se siente, camina con nosotros como si verdaderamente nos afligiera también. El protagonista está solo, pero cree que m Ii noche silenciosa (se repiten los + t ~ ~ i n o s ) alguien lo busca, que otro ser lo acecha. Y sus .intuiciones se cumplen: j un hombre ahí1 Pero, rápidamente se da cuenta de la situación que lo había sobrecogido; era su imagen reflejada. en un tspejo. Peio. ése era él 1 Quiso estrechar la mano de ese desconocido. . que era 8 . . "pcm iae iip- . . 194 M E N S A J E nos, sin poder estrecharse, quedaron separadas por algo frío e infranqueable". Este mismo sentimiento. matizado sólo por el canto de un pájaro perdido o el vendaval que lanza su rugido, se da en los s;gWmtes vemos: "Veo la soledad que combatida queda en la gracia del callar turbada. Oculta su tristeza, n i ~ sva herida"; etc. El poeta cree en el pasado; para él es Ya en lo que hemos visto, Prado se nos presenta Cnteresante, original en algunos wpectos con la forma estrechamente ceñida al paisamiento, pues su medio de expresión favorita será el soneto. ¿Razones? Interesantisirno será buscar - p o r asi decirlo- en sus libros, comentarios y convemcioum que han quedado en sus amigos, junto con un análisis estilística profundo. algo que todavía existe; y existe en el rec d o . (A pesar de las dunas. cuya arena barre d viento). "El recuerdo es el tiempo eternizado". Y se eternizar5 en el monumeato escrita, en el poema fragante, delicioso, arnnóeo, limitado por el pasamiento. 1 QuC paradoja l El recuerdo de su nies triste, el único confidente es su padre; muerto éste sufre penalidades sin cuate, Hubo huracanes siniestros, embestidas tremendas de la salud y el destino; el sufrimiento lo llevó al borde de la locura, pero su alma nunca dejó de ser como dice la escritura "el claro cristal donde puede mirarse la divinidad" y según COmentanos recientes de Alone. Se ilustran algunas ideas del poeta desaparecido, en el poema XLIX de "Esta Bella Ciudad Envenenada" : Cuando todo a su término camina sólo lo que no fué, por ser se obstina; existe sin vivir, y no se muere. Si nunca comenzó. pues no terminal Por confinar en Dios. El le confiere pura existencia, inmaterial, divina !" Pero aún antes el alnia había ya tomado conciencia de su propio peso y se lanzaba al encuentro de la eternidad presentida, como puede observarse al leer la obra premiada "Camino de las Horas". Es interesante consignar que a pesar de todos estos contratiempos y obstáculos y que algunas veces lo amargaban por no poder abarcar in extenso la belleza iniinita. muchos de sus sonetos destilan esa fragancia, esa suavidad que sólo podemos figu ramos en un alma quieta, sin grandes coiriplicaciones ni problemas. Y su alma profunda, recelando quizás en ese mar de fondo en que se debaten nuestros impulsos, tendencias y deseos, mostraba los detalles de la vida, un mirar intuitivo, un "ver sin mirar" adivinando, presagiando la belleza: "Hasta el perfume de una flor me hiere. itanto mi corazón es sensitivo l Tanto el ensueño mi razón prefiere, que hasta una nube me llevó cautivo. "No todo pasa; que el poder no cesa del vivo sueüo que yo viese un día. Limitada y fugaz fué la alegría; infiel en persistir fué la tristeza; Es un ver sin mirar todo intuitivo; siempre el mistemo mi visión inquiere; en esta vida ya otra vida vivo, donde la vida de apariencia muere.. .". El problema de Alsino, el muchacho que despliega sus dos aias inmensas, gjgantexas para abarcar desde lo alte la tierra. el inar, el &o, el universo es otra de SUS facetas interesantes para comprender mejor al poeta que que* ser una totalidad en la vida intuitiva. Y ese mismo deseo transparentado en Alsino, en su prosa poética, se da en un soneto, el XX, de "Esta Bella Ciudad Envenenada" que comienza: témino tiene lo que un día empieza1 S6le le que no fué, mas yo veía. sin luz briihba, y brilla todavía! Azul f idelidid siempre profesa. "Estuve a punto de entrever el cielo; sentí mi espalda que se hmchaba, ardiinte y esperé, por instantes, de repente nacer mis alas desatando el vuelo". PEDRO PRADO, UN VERDADERO POmA En sus Ultimas años ae habia encariñado digámoslo así- con la muerte, debido a su misma clarividencia poética, a su intdción maravillosa de las cosas semibles. Y su obra poética giró hacia lo divino, hacia lo que naturalmente tenia que llegar por su acento cristiano, aniador de la belleza en lo natural, via agradable y bella para desembocar en el Creador de tanta maravilla. Eran un místico acercamiento unido a un total desasimiento por lo terreno, esperando el amor final de Dios : I, Ni tu rostro, Señor, ni tu alegría, a mi alma insatisfecha y que confía podrian ya saoiar. Nunca scrá harta hasta ser en tu Ser y que comparta tu gloria inmarcesible, hasta que mede al seno de tu seno y allí quedel" El poeta chileno, el organizador de LOS DIEZ, espaldaraso a la Iitica de nuestro país, ha muerto. Ha llegado par.a él lo que presentia en vida y la deseaba. "Tú que me vas leyendo, me liberas; transido en la emoción que te sacude. sabrás ya tarde que en el verso pude encerrar las futuras primaveras". 189 Y su misión ha sido cumplida; ejemplo de hogar feliz fué su morada, rodeado del cariño y comprensión de su esposa e hijos; su prosa fué galardón y premio a nuestros oídos y sus poemas, un acicate al detalle, i la emoción contenida, varonil, a Lo grandioso que posee la soledad y 'el deseo inmenso de identificarse para existir en la vida. Pedro Prado 1cg1Ó encontrar su mda y consciente de sus deberes prodigó a los caminos vecinos. cariño y compnnsión, hondad y ternura. Fué como el vigía que nos anuncia las buenas y las malas nuevas, estas últimas siempre retocadas, para hacemos más suave y llevadero el dolor. El canto en muchas ocasiones fué grandioso, fué eslabón que unió, a semejanza de los pájaros errantes que, a pesar de la o h ridad, incansables volaban, manteniéndose unidos por d canto. "En tanto en la balandra -dirá el poeta en "Los Pájaros Errantes"- como pájaros extraviados, los corazones de los pescadores aleteaban de inquietud y de deseo. Insconciente, tembloroso, llevado por la fiebre y seguro de mi deber para con mis taciturnos compañeros, de pie sobre la borda, uní mi voz al coro de los pájaros errantes".