(L 1 PeriódicoQuincenal Organodelassociedades, obreras de la Comarca Año L Núm. 3. edaccion 1 pta. : Núm.suelto 10cts. RIPOLL 28 Abril 1917 Trimestre, Administracion El Trinidad,48 --EederacinObrera .1.0 de Mayo Hoy hace treinta y un años que el proletaria do organizado de Norte América, anunció la de claración de la huelga general, como única arma para conseguir las mejoras económicas, que las necesidades de una vida, relativamente mejor, reclama. No somos de los místicos religiosos que consagran el esfuerzo de sus, luchas, para la conquista de’un ¡tituto, que siempre queda más allá de las fronteras hasta dondese prolonga la existencia del hombre, yendo fatalmente al dua lismo absurdo entre la vida real, y la vida irreal e inesistente de ultratumba. Nosotros luchanios por la consecución de ideales de suprema justicia, pero hechos realidades tangibles, aquí en la tie rra. Por esto luchamos denodrdarnente por me jorar el presente con la vista en el futuro, para acelerarlo cuanto podamos y lo permita el desen volviniiento de la humana evolución. Por esto, también aceptamos en principio, la ‘lucha econó nuca del proletariado, aunque no podernos estar conformes, con que la apiración proletaria, se concreté solamente en la consecución de uuzaho ra menos de trabajo, y uizos céntimos inds de salario. Sabemos que con esos triunfos, en úl timo análisis el proletariado sigue siendo el hom bre-cása, la continuación viviente de músculos y sangre, de las máquinas productoras con entra ñas de vapor y pulmones de hierro, el esclavo de un régimen donde aún no se han reconocido los valores humanos. Por. eso no nos embriagan esos triunfos, del proletariado, y sin despreciarlos en absotuto, ni declararnos enemigos de esas luchas por el mendrugo, tratamos de empujar al proletariado, hacia las grandes batallas del ideal, donde se disputan los supremos intereses de una alta moral humana. El hecho de la proclamación de la huelga ge neral por el proletariade de Norte América, no tienes para nosotros, otro valor moral, que es la epopeya de la terrible síntesis, que se inicia el 4 de Mayo de 1886 en el mitin de Aymarket, donde se escribe la primera página del drama, con la ex plosión de una bomba. Sigue después la repre sentación trágico-teatral, y el acto de realidad más palpitante, de más fuerte sugestión ideológi ca, tiene lugar más tarde, cuando al levantar el telón del escenario, aparecen los jueces prevari cadores y concusionarios, y la voz de la historia, por el verbo elocuente y cálido de Parsons, ha bla durante ocho horas, de idóales sublimes, en carnación augusta de justicia; humanas redencio nes que tras el celage inmenso de los siglos, lle garon hechas vividas realidades, y allí sonó fuerte y vibrante el laud de guerra, de los icono clastas, indomitos. El último acto del drama, es el mundo bur gués, que tiembla ante el poder de la idea, que inmaterial, se expende e irradía fulgores de liber tad, y entonces en un supremo espasmo de terror, pide a sus jueces venales,’ que ahoguen la idea, apretando la garganta de sus heraldos. Y pen dientes del brazo de la horca, se balancean con ritmo macabro los cuerpos de los nobles adalides. pero el aire trae en sus alas invisibles el eco de las palabras póstumas de Ling, y llega hasta no sotros a través del tiempo. Eso representa el drama de Chicago. La lucha de las ideas contra un mundo viejo que se desmorona. El proceso de las humanas aspira ciones que se concretan en los principios filosóf cos de la anarquía. El rugido impotente del mun do burgués, que trata de ahogar en su sangre, lo ‘ 4 EL IDEAL 9 que es inmortal para su esencia. La consumación de un crimen jurídico, que bañó en sangre inocen te el rostro de víctimas y victimarios. Eso es, y eso significa en su orígen el 1.° de Mayo. La exposición valiente de aspiraciones libertadoras. La afirmación categórica de los principios ideoló gicos de humana jústicia. Claro es, que la hu manidad es así. Principia por sentir aspiraciones, y concluye por tener sistemas, y de ese modo, el 1.0 de Mayo, ha llegado a ser la fiesta del traba jo, y los Tártupos de alma tísica y corazón enteco, han conseguido que el proletariado,, en risible mascarada, vaya al son’de músicas y con banderas que flamean al viento, a las puertas de los ministerios, ante los herederos: directos, y fie les continuadores del crímen de Chicago, no ha vindicar un derecho, sinó pedir reformas po líticas. No es el 1.° de Mayo un símbolo; abominamos de todo simbolismo, que necesarianiente ha de encanallar el espíritu en la práctica de bajas ido latrías. Pero no es la fiesta del trabajo, porque el trabajo no puede celebrar su fiesta mientras sea esclavo y se le considere, como título de in famia, y menos aún puede ser esa fecha en la que el ejército de los productores se conviertan en mesnada de pólíticos arribistas. El 1.0 de Mayo, es si se quiere un dia de iniciación en la lucha por la libertad, que marca una fecha trágica en los fastos de la historia del proletariado. RAFAELRUEDALÓPEZ. Barcelona. El Poeta de Corazón Emilio Carrére ¡Carrére..! Decir Carrére, es decir poesía, alada poesía,pero rima fuerte, viril, enérgica, de batalla y de luz, azul y aúrea. ¿Le conocéis? ¿Leistéis algún soneto bellísimo ue los suyos, en los que, a fuerza de espíritu, diríamos que el vo cablo adquiere poder de hechizo?.. Pero, ante todo, debo deciros, buenos amigos que habeis de pasar vuestrós ojos ávidos por estas líneas—-no por ser mío el artículo, sino por arrastraros, ya que poseeis corazón, el título, el encabezamiento fosforecente casi—, que no me propongo ha cer crítica de la labor delicadísima, aromada y punzante a la vez, de este gran poeta. No, no anio ni gozo en envidiar las antiparras grasien tas del «señor crítico’; que sólo quiere encontrar a frase «atrevida», la «estridencia». ¡Qué sabe ese lego, por muy crítico que sea, de lo qué es el corazón, el alma, de que se amasaron siempre los versos lumínicos de este genio! No, sólo las «reglas», el «buen uso», es lo que buscará el muy «sesudo», y no alcanzará jamás el nervio, el espíritu, que habla de rebeldía y de fuerza psí quica, de soberanía anímica. Cuando algo de Carrére ha caído a mis ma nos, mi alma hace sentido enseguida sutilmente acariciada; ha sidoaquello, ¿cómo os lo contaré yo si la palabra es tan pobre e incolora tantas veces? Ha sido como si brisa de lamejor prima vera me rozara el espíritu, como si una diosa be nigna y bella me ofrendara el más puro, el más embriagador de sus ósculos; lo diría casi sin aver gonzarme: ha sido como si un cacho de su alma— porque Carrére es poeta grande, inmenso por eso, porque alma pone en sus estrofas que sedu cen—-viniese a adherirse a la mía. ¡Y me he sentido tan feliz, tanto solha entrado en mi cora zón..! Lo he leido con emoción, y núnca arre pentido de ello, casi he llorado. ¡Se llora—los que tienen alma, los hombres. Los fantoches, que, incapaces a la sensación fuerte, encierránse, con aires de superioridad, en un indiferentismo absur do, y horméticos, fríos, sigue la ruta imbécil de los sin corazón—tantas veces en la vida por una honda alegríaque recibamos! Mayormente admiré a Carrére por quién fué que por quién es, aunque hoy me embelesa y ro cía mi espíritu con sus versos de oro. Lo sabreis todos ya, pero no está de más el decirlo—cómo todas las cosas que se saben o se cree saberse, el mayor mal consiste en no querer pensar en ellas! —: Carrére ha sido un labrador, un gran lucha dor, uno de esos temples que no han sabido ce der, y hoy sus ojos han visto i1e cerca la gloria, esa gloria que hombres necios y torpetes o bella cos y ruínes, porque no es exagerado el decirlo, trataron de negarle y se doblegaron impávidos ante el astro soberano de ese portento de la poe sía moderna. Y en prosa, ¿cómo lo hace Carrére? ¡Ah, en prosa, en prosa..! Tentado he estado por más de dos veces por escribir al señor Gómez Hidal go, rogándole no prive a un lector de «El Dia» de aquellos artículos admirábles, henchidos de evoluciones agridulces, en ue Carrére nos con taba el sabor de la bohemia triste y olvidada y nos prevenía el peligro de enamorarse locamente de la literatura, sin dejár de alentar a los que sa ben pelear y son esforzados campeones del arte y de la belleza y mueren o vencen en esa noble lid, donde la pluma es espada formidable que se hinca valerosa y recta en lo podrido y lo ruín. Lo otro EL IDEAL no es ser literato, no ser autor, no escribir. Y lo otro es llegara miserableplumífero, vendiéndolo todo, la digidad y la altivez, esa altivez mil veces loable de los que en su conciencia núnca cono cieron turbacionesni sobresaltos y por el rostro, los ojos francos asoma un estado féliz del alma serena y alumbrada. Sí, Carrére, en prosa, co mo en la rima, es grande, es gigante y sus ideas se cubren con gayas vestimentas señoriales... Rico en el lenguaje y en la expresión, Carrére as ciende hasta lugares de ensueño, desde donde los mortalessemejan minúsculos gusanillos, que se afanan y desvivensin saber porque. Y tienen sus páginas, sus crónicas, sus simplessonetos un poderinéfable, como mágico y excelso, por el cual saciamos nuestra sed de vida mejor. Por que úrgeme acabar este artículo, que por mi gus to no acabaría núnca, diré que Carrére, el intré pido luchahores un poeta de todo corazón. ¿Con cebís el alcance de eso: «es un poeta de todo corazón»? Lo presumo. Se me olvidaba: dije más arriba: «...no prive a un lector de «El Dia», etc. y por si algún mali cioso no se explicara lea yo ese diario madrileño, advirtiéndole que me repugna en extremo, por lo distanciado que estoy con su credo, pero allí leo a Unamuno,Hoyos y Vinent y leí tambiénal poe ta que me ocupa, que vienen a ser autores que viven en mi interior. RICARDOVAQIJE. Barcelona, 23-4-17. “Crónica” ReYlecsiones de un cobarde De donde venía? No reuerdo. SóIQrecuer do que la noche era fría, muy fría. La luna bri llaba como hermoso disco de blanquísima plata ahogando los pálidos reflejos de las rutilantes es rellas que avergonzadas descollaban entre el azul del cielo. El vientosoplaba frío y despiadadamente.Las calles de la gran ciudad aparecían desiertas y los reflejos de los farolesdibujaban caprichosas for mas cuyasfntásticas siluetas asemejabanse a los mónstruos de la noche. Frío y silencio,silencioy hambre, hambre y rabia, rabia y cobardía... Apresuré el paso, me interné en un callejón 3 obscuro y estrecho, uno de esos callejones que tanto abundan en las grandes ciudades. El fondo del callejón veíase alumbrado melancólicarnente por los tímidos rayos de üna luz mortecina La ca lle era súcia; los gérmenes de las enfermedades contagiosas crecian burlando cinicamemente la salutífera influenciade los rayos solares que no podían penetrar, gracias a las negruzcas m 6Iesde piedra, levantadas por los hombres. ¿Será posi ble, me preguntaba. que aquí viva el hombre? De pronto me fijé en el recodo de la esquina; ha bía algo que se parecía a un no se qué humano... era un hombre. Su aspecto uó era terrible, era simpático. Su mirada era fría corno el vendaval que soplaba, de sus ojos brotaban chispas que parecian relámpagos de noche tempestuosa, en su rostro mutiladopor la cruel tormenta desencadenada en las profundidadesde su alma, dibujá banse las ansias de un algo grande; de ese algo sublime que ha de rehabilitaral hombre... ¿Un hombre? ¿Que espera? Un mendigo, será tal vez? Sus ropas súcias, por el tiempo y el uso dejan entrever al hijo abandonado, al ser caido... Me acerqué a él; mucho,mucho; lo ví de cerca. Parecía el genio de la venganza, el rayo destructor del odio, el ángel hermosode la rebel día con su diestra levantada reduciendoa la im potencia a los pigmeos del mal. ¡Qué grande era él y que pequeños los demás hombres! Ante su grandeza me humillé. Con turbado acento le dije: decidmebuen hombre, quien sois y a que buscais por aquí en horas tan intempestivas? Su contestación fué una nirada horrible y fría como el hábito de la muerte. No se movía. Insistí de nuevo. •Decidmebuen hombre, buscais algo? Esta vez su contestaciónno se hizo esperar; sal tando lijero como fugaz exhalación descargó un fuerte puñetazo en mi cabeza que me hizo rodar por tierra. La situaciónera trágica; aquel hom bre ya era otro. Sus ojos se hincharon y se abrieron desmesuradamente,sus labios cármineos adquirieron un color violáceo, el corazón embria gado por el odio embotado, palpitaba con fiero coraje y sus nervudas manos se agitaban amena zadoras desafiandorabiosamentea los elementos precursores de su caída. Si, a que te importaa ti, me dijo, lo que hago aqui y o que aquí espero? Yo me revolcava por el duro suelo sin atreverme a levantar. Aquí, si, estoy, estoy esperando a que pase alguien para robarle todo cuanto lleve y, a matarlosi se resiste... Los que sucumben son los débiles; aquí estoy, imbécil, dispuesto a robar y a matar para vivir; mi vida vale algo más, si, que la vida de los otros... vete, vete cobarde o te aplasto por imbécil. Me levanté avergonzado, no por los golpes recibidos, pero si por reconocer - — 4 EL IDEAL 4 en mí las sintomizaciones de esa enfermedad que anonada, que llaman cobardía. Me alejé. Por las calles circulaban hombres, pero no hombres como aquel, hombres como... yo. ¡Que grande era aquel hombre y que pequeños eran los demás! ¡Robar y matar para vivir es hermoso, grande como la misma vida! Robar... Matar... El viento soplab la luna, la eterna acaricia dora de los siglos, ensorbecida en su belleza brilla ba sonriente, los reflejos anémicos de los faroles dibujaban negruzcas sombras, los espectros lla mados hombres aceleraban el paso aguijoneados por el frío y el hambre y allá lejos, muy lejos el mar con sus notas quejumbrosas burlándose de! caído espectro y arrullando con sus cantos al hombre... J. MEDICO. De «El Productor Literario.» Polen hn balde solloza la mísera anciana y en vano con ruegos humildes pretende que le fien mcís pan en el puesto llas quejas son tantas que ya no conmueven! Oid! lo que dice: la anciana estremece: —Pasan hambre, mis hijos, mis nietos... ¡Señor que se mueren!.. A la puerta, la joven aguarda: sus ojos son bellos y son elocuentes ¡no quisiera saber lo que piden!.. ¡no quisiera saber lo que ofrecen!.. VICENTE MEDINA. a trato de mercenario,bajo conveniosde la moralidad de nuestros tiempos, que se cede por etiqueta o a pre sentación de un Don Fulano que acredite la desgra cia. Penetrad en muchos edificios edecuadospara ser vir de amparoa todo necesitado, y os cerciorareis de la piedad de esas virtuosas gentes que por ahí van di ciendo que se entregan al sacrificiopor velar al desam parado. ¡Y que espectáculoel de estos lugares! Ima gínase un teatro, dondese representa a cada instante la comedia del suplicio o la tragedia del dolor y la muerte y, no haya ningún espectador que se vuelva compasivo, indulgente, piadoso ante el supliciar del agonizante. ¡Cuanta hipocresía, señores piadosos! Querer ser lo que sois, siendo solo unos impiadosos ante ese torrente que vierten los desgraciados. Todo lo que se hace es el convenio del trato en que se rigen, como si fuera el rudo sistema penitencia rio, nada hace el bien que él pueda, sino el designado, figuran desesperarse por hacer obra de piedad ante los ojos del público pero alií, donde hay que hacer y mostrar amor a todo dolor, y no hay público, se ali geran como las mariposas en busca de otra flor que tenga más asencia. Y lo más chocante del caso es, que, cuando uno no cree lo que ellos quieren o lo que les es necesario, ya puede considerarse. que nadie le ha de tener lástima aunque sea el que más cuidado requiera, y si se excla ma, si pide consuelo, el remedio mejor en que se le auxilia- es que desista de su modo de pensar; o del contrario parecerá sin que nadie tenga piedad ni le ha ga lástima el agonizar del suplicante. ¡Cuanta malicia! ¡Cuanta farsa en esta soçiedad! La piedad al uso habría que desaparecer, porque es un escarnio ver que se practica rodeada de vanidad y desprovista de interés voluntario, resultando tan gro sera que a los ojos de la razón puédase considerar co mo perversidad. Si se remonta a través de la Histo ria se verá que es tan distinta de la que Cristo practi caba que son en realidad opuestas y hasta cierto punto rivales. Haced un esfuerzo ¡óh piadosos!para llegar a la generosidád, a la grandeza, al cariño en por igual para todo desgraciado. Borrad poco a poco esos instintos inmorales y enca minaos ¡oh filantropos! a la verdadera, a la pura, a la única Piedad. SOR. Piedad ¿A donde anidas? Doquiera la evoca el necesitado y núnca con ella abraza, siempre la envidia, la codicia y el desprecio es lo que halla, y cuando por aquellas casualidades la encuentra, núnca es la legítima o la ad mirable, sino que es la yana caridad esa que se hace IANO. El trabajador Hoy se juzga al trabajador como a máqljina produc tiva que anda y actua al compásmonótonodel egoismo patronal y a impulsos de la soberbia autoritaria. Su peditado en tan miserablesino, pasa por la vida, desde al nacer hasta morir, completamente desapercibido 5 EL IDEAL de que forma parte integrante al continuo bullicio hu mano y al latir angustioso de los seres que se agitan y revuelven en los múltiples axiomas i sofismas que embellecen la vida del hombre. Nadie se apercibe de que es algo, cuya alocada audacia exala rugidos salvajes encaminados a la crea ción de aquel espíritu protestativo que ha de moldear la imágen del porvenir. Nadie se dá cuenta de que es algo, de que vale algo, de ser quien sea, de que existe para algo, cuya misión será grande o pequfla, noble o innoble, pero que innegablemente sigue el camino que las leyes humanas le trazaron. Le tratan miserablemente, como a calidsd de es clavo, sin tolerarle siquiere el derecho a pensar, ni le miran tal cual es; miserable o asesino, mendigo o la drón, humano o inhumano. No es que pretende entonar un himno a la evalan cha desordenada de la colectividad, no; demasiado sé yd que son ceros solamente, cifras sin valor cuya fuer za es un desgaste de energías sin eficacia positiva al guna. Compendiando las ansias dispersas en un cómulo de fuerzas vitales, no dé más que tin tétrico grito de impotencia vergonzosa, con la agravante de simular una errogante póse y ficticia caballerosidad que, sin ceramente, está muy lejos de poseer. ¿Que debido a su indiferencia está bien clasificado y bien tratado? Si; es verdad; el indiferente no merece otra distin ción ni otro trato, si quereis, por ser el ditritus moral y material de los seres, por ser el empedernido decaden te que, con inaudita frialdad deja caer las más grandes obras construidas por el esfuerzo colectivo de muchos siglos; por ser el que mira impávido como resbalan, hechas ruinas, las más altas concepciones del vidente idealista; por ser el que vegeta en la vida automática mente, divertiéndose en las matemdticas que se escriben en las páginas de la libreta de la caja de aho rros. Forma parte a la legión que perversamente in mola a la humanidad. Es justo pues, que encuentre su merecido. Más, si debiere de respetarse cuanto menos, a una pequeña parte cuya calidad no. puede someterse sino por la fuerza a compartir con aquellos las amarguras de la esclavitud, y soportar aunque çon rugidos salva jes, los latigazos que para los demás guardan sus se ñores amos: Hay que respetar aquella minuciosa selecciÓn del montón, con cerebro que siente y corazón que late a impulsos de lo que en realidad sintetiza la vida; del amar y del odio, y con vehementes ansias de rnovar, símbolo real de almas grandes, predestinadas al con cierto armonioso de una nueva vida, regida por las sensibles vibraciones del bien. No negareis por ser una verdad a’domática que al entregar el hombre sus brazos a cambio de un puñado de calderilla, pierde en gran parte su personalidad, ya que deja que dispongan, aunque en sus tasadas horas, totalmente de él. Esto sir contar que hay quien se entrega completamente a la disposicióii de su compra dor, supeditándose miserablemente a sus caprichos pa ra cautivar la simpatía que mañana le hade flagelar - sonrientamente su demacrado rostro. Y, rie en el trabajo! Y, canta en la esclavitud! Y, vive feliz, sin darse cuenta que hoy el trabajo deforma al trabajador. Cuando un patrón dice, «mis trabajadores» analizad bien el modo y la forma en qu lo dice y vereis que más bien quiere decir; «mis escla vos», «mis máquinas productoras», mis vasallos», «mis autómatas vivientes>’, «mis muñecos animados», «mis criados», diis servidores», haciendo una gran distinción entre estos y su perrito predilecto, ya que a este no le falta nunca quien le cepillie el pelo, ni quien le procura alimentación, ya que en verdad, es el cán, uno de los mejores objetos de lujo que ostenta nuestra clase di rectora. ¡Así está la sociedad! Se impone, innegablemente, una revisión de valo res para el idealista y una revisión en los métodos de lucha. Sería necesario educar al individuo preferente mente a la colectividad, pero ambasa la vez. Debe ría de inculcársele la integridad absoluta del criterjo de los idealistas en sus diversos aspectos del vivir so cial, persuadiéndole en el convencimiento de un ideal o de una personalidad que le hiciera fuerte y digno en el camino de la perfección. Que no se dejará absorver por sus propios defectos, por sus propios vicios o de bilidades. Que en lugar de supeditarse al sofista charlatán, le elevára hacia él, con errogancia i digni dad. Que en lugar de descender a las vulgarida ds de la masa, la elevára consigo mismo, educándola con los métodos de su desinteresada investigación. He aquí nuestra misión. y. OLAS. NiÚerías - El loco reía, drillaba y hablaba; al mismo tiempo que una multitud se apiñaba a su rededor; para oir los disparates, las frases extrañas que salían de aquella mente desaquilibrada; cuando de repente le pregunta un buen Juan. ¿Que es lo que discurres Julio el loco? Mucho ha blas sin que sea provechoso; parece que hoy nos quie res sermonear chiflándonos... El loco volvió la cabe za para mirar quien le interrogaba en semejantes pa labras; clavándole sus verdosos ojos, dejó oirse una amarga carcajada. Luego díjo: escucha buen cristiano —Ves esos señorones que tu los has designado para que rigen los destinos del pueblo; los ves? Son los concejales de vuestro ayuntamiento que van a empren der un viaje a la capital de esa nación, (‘pie in’:’ de luto por la muerte de tui gobierno tiberal hastá cierto punto, y por la muérte de un sabio taurómaca) para humillarse a los pies de sus supériores y pediries un no se que de reforma para el pueblo. ‘> 6 EL IDEAL —Y que—contestó Juan—que no está bien hecho? —Calla y escucha—replicóel loco. Todo está bien hecho cuando uno es ciego,pero cuandouno ve algo, se indigna ver las cosas tal cual son., y de la ma nera que se hacen. Cuando uno de esos señores tiene que emprender un viaje para sus negocios ú otras co sas, economizatodo lo que puede viajando de 3a por que no hay cuarta, pero e aquí, que cuandoel pueblo paga, no hay economía ni ahorro, se viaja de 2a, másalante, cuandonadie de los que son locos los ven Calló el loco porque vió que un Muni... lo mal mi raba. El buen Juan le contestó Pero si por ahí van di ciendo que tal vez los gastos se los abonaránde su bolsillo... Rióse el loco, alejándosede esa multitud enseñando sus blancos dientes en el murmurarde sus labios.... El buen Juan dijo a la multitud. No hacer caso; está loco. Curiosidades — He aquí los años que vivieron unos cuantos escri tores inmortales: Milton autor del «Paraíso Perdido», 66 años. Shakespeare autor de «Hamlet»,52. Petrarca italiano, cantor de Laura, 70. Goethe aleman, autor de «El Fausto», 83. — — — — — Dante italiano, autor de «La Divina Comedia», — 56. Corneille trágico francés, 78. — Cervantes 69. Camoens portugués, autor de «Os Lusiades, 55. Lord Byron inglés, autor de «DonJuan», 63. Boilalid poeta francés, 75. Miguel Servet español, 44. Ariost poeta italiano, autor de «Orleandofurio so», 59. Balzac poeta francés, 51. — — — — — —Has oído lo qu.edicen de la riña de los conceja’ — les. —No, Luis, que se dice. —Nada... que el que recibió los trompazosenfu riasmado recurre a laJusticia para que se le haga cau. sa contra su agresor. ¿Que te parece? —Cosas de los vcilientes; a mi si uno me pegara, créame le respondría de la forma más edecuada. —Que quieres decir, con esto. —Lo qúe quierodecir no lo hablo. Solo diré, que si el agredido no se ve en corazón para volver lo que. le dán, tampocohabía de hablar para que se la propi naran. —Es .quefué despuésde una sesión acalorada de ayuntamiento. —Acalorada has dicho, no me hagas reir? Te pa — - Infancia de los grandes hombres Desiderio Erasmo de Roterdam, primer sabio del siglo XV fué niño de coro. rece a tf que si tan acalorados se encontraban recu rrirían a la Justicia?... ca, hombre ca; para acab ramientos nohay comouna buena ducha. Oliverio Cromwell,primer personaje de la revolu ción de Inglaterra y protector de su república,era hijo de un cervecero. —Poes así para tí está bien propinada la... tanda. Shakespeare, poeta inglés de inmortal memoria, fué hijo de un carnicero. —Mucho me haces hablar, para que me entiendas digo tan solo, que el que pulgas quiere, justo es que se las..... arregle. Y, buenas tardes. EL RUBIETE. Cristóbal Colón, que dió a Europa un mundo, de bió el ser a un cardador de lana. Esopo, fabulista que vive en la memoria de los hombres hace más de 2.400 años, fué enclavo toda su juventud. EL IDEAL Sóñadores Paso; paso a la juventud soñadora y libre, aparta os, productores resignados que teneis el corazón en callecido como vuestras manos; grandes sabios que pa sáis las noches en vela haciendo cálculos ante papele tas llenas de números para, como decís vosotros, redi mir a la humanidad; los cansados los que os habeis pa rado en el camino de la vida encogiéndoos de hombros y llenando brutalmente vuestros estómagos; los que oléis a incienso y gastáis hábitos negros que vuestras conciencias; muñecos de oro, paso; paso a los soñado res... porqueéstos, caminan más deprisa que vosotros. Sí; apartáos ante esos jóvenes que os enseñan sus corazones henchidos de amor, y en los que os ensañáis clavando vuestras infestadas uñas. Vedlos siempre errantes por la faz de la tierra, dejando tras sí lágrimas que confundís con vuestros asquerosos esputos. Dejad que los devore la miseria, y quemad en fatídicas hogueras a los hijos de su inte ligencia; esos papeles donde estamparon la única ver dad con pedazos de su corazón. Sí; escarnecedios, des pertando en ellos la venganza y el odio.., que acaso algún día, aterrados, desciendan los pastores de las abruptas montañas para deciros que en las cavernas hay li3mbres qne beben, en un cráneo, el agua de los mares y la sangre de los hombres, como el Han de Is landia, de Víctor Hugo. E. C. — 12 — primera vez çautivó mi corazón. A las primeras palabras que cruzamos, sentimos ambos el amor. Al conocernos intimamos profundamente a la vez que nuestros cuerpos latían, nuestros labios se besaron. La elocuencia del silencio triunfó. Muy poco duró nuestra felicidad sin embargo. Un dia las exigencias del vivir en sociedaa nos separó violentamente, despiedadamente. Y, ¡oh fatalidad! perdimos involuntariamente nuestra relación. Al verse Carmen perdida en el gran bullicio humano, entre los caprichos del amor, ignorando el paradero del ser al que entrego todo su pureza, lloró; lloró de súbito su impotencia, pero indagó incansablemente, indagó durante muchos dias, y el tiempo pasaba indiferente, sonriendo, haciendo su camino hacia al infinito, tronchando amarguras y arrollando alegrías ab sorviendo en su estómago de Titán, repleto de lava volcánica, todas las sensaciones y carcaja das que la humanidad en mueca sarcástica exhala. Abandonó su hogar, subió a una loéomotora que corría, volaba en dirección contraria a la que estaba su amante. Situación trágica la suya! Cuanto más le quería, más se alejaba! Y, la lo- 7 Virgilio Es Virgilio el primero y más dulce de los poetas latinos, autor del célebre poema titulado la «Eneida». Viviendo en el siglo primero antes de la era cris tiana, en plena época de luchas civiles romanas, aquel espectáculo hiera su alma delicada, dándole ocasión a escribir estos sentidos reproches: «El abandonado arado está deshonrado; los campos, de donde ha sido arrancado el labrador, languidecen desolados; con el hierro de la encorvada guadañase han formado homicidos espadas. Marte domina el mundo entero con sus furores impíos.» Virgilio dirige su mirada hacia una edad de oro fu tura que describe así: «Entonces se suavizarán la ferocidad de los, tiem pos; entonces la antigua Fe y Vesta, dictarán leyes a los pueblos; las temibles puertas del templo de la gue rra se cerrarán con estrechas barras de hierro. » El sueño de Virgilio sigue siendo el de todas las almas puras. Notas Pensábamos poder entablar una polémica donde se discutieran razonadamente principios y medios evolu Cionistas o, cuanto menos exponer simples apreciacio —9— flores que víctimas de todas las privaciones, mo rían al salir de sus capullos. Se ahogaban en la esclavitud! Más hoy, míralas como sonríen de cara al sol. ¡Pobres amapolas! Mira como saludan al gran astro. ¡mitémos las. Oye, amor mío; oye a los pajarillos como en armoniosa orquesta de trinos saludan nuestros amores. Oye el susurrar del agua que en el rio va marchando como perezosamente murmura al contemplar nuestra alegría. Más ella se aleja, se aleja alegre y sonriente musilando endechas pregonando, allá, lejos, através del .mundo, la grandiosidad de un ideal de amor y paz. Y la brisa, ves? como discretamente se lleva los sus piros que, repletos de amor exalan nuestros co razones. Todo son himnos de amor que invocan feli cidad! Reímos, amada mía: así, confundidos núestros cuerpos, en la cumbre del placer, gritando fuer te, muy fuerte para que aquellos que en la barri cada luchan nos oigan y nos initen después al terminar tan ruda batalla.> EL IDEAL 8 nes de los problemas de la vida; pero nos hemos equi vocado. Nuestro contrincante nos ha salido ladrando a la luna. Efectos de su impotencia. Nos congratu lamos sinceramente. * ** Los carpinteros de esta villa han pedido les aumen ten el salario a 4’50 diarias en lugar de las 3’75 que vienen ganando. ¡Si son modestos los carpinteros! Piensan comer algún mendrugo más con tan mez quino jornal. Con 4’50 en los tiempos que corremos, solamente se puede comer pan, garbanzos y alguna arangada de vez en cuando. Preguntad si no a vuestros patronos si podrían ellos vivir con seis pesetas diarias. Yo por mi parte les daria siete y aún no llegarían a comer bacalao. Se ve claramente que no se contentan con explota ros a vosotros solos, si no que necesitan a vuestras esposas, hermanos, hijos, padres y abuelos. Si así lo haceis y sois buenos chicos quizá llegais a comer tres veces al dia merluza salada y agua fresca. Apostaría un botón que aún os querran discutir tan brilante Menú. ¡Son tan. egoistas! Hemos recibido una extensa carta de Campdevánol comunicándonos el maiproceder del director de la f á brica de Carburo del puente de la Cabreta Sr. Vicen te Vilá, para con sus obreros. Para complacer los caprichos de su señora, dice nuestro comunicante—no vacila en insultar y atrope llar a los que por desgracia han de estar supeditados a sus mandatos. Después de usar el vahículo de uno de sus operarios le obligó a gastar cuatrocientas pesetas en modificarlo y a los dos dias le despidió en blaiico. ¡Bonito modo de obrar tienen el señor y la señora de Vilá! Esto es insultar impunamente. Esperamos que nuestro comunicante nos pondrá al corriente de cuanto sucede, pues con sumo gusto echa remos los trapitos al sol a este sefiór, modelo de di rectores. En el número pasado se deslizaron algunas erratas entre ellas una digna de mensión por tergiversar el contenido del artículo. En el artículo «Monotonía» página 6, línea 30, don de dice: un ideal, es amor apocado. Ha de decir; el amor sin un ideal, es amor apocado. Tipograf ja Ripollesa, Batt, 15.—RipolI. — lo — Se calló la voz del jóven amante, saliendo triunfante el ruido de un sonoro beso. * ** Continua tronando el cañón en las calles fren te a las barricadas cual destructor huracán. Sil va aún, la bala perdida por el espacio, através de los rayos de la blanca luna en busca de un co razón tirano. Siguen los ;gritos de pavor y de desolución invadiendo Ja gran Metrópolis. Es la paz que violentamente se opone a la despótica opresión de un régirilen que mata. — 11 — II Carmen A los pocos dias, tomando café en una Terra sse de la Rambla, supe que la pareja que discu rría de modo tan oríginal, era mi amigo Ricardo y su amante Carmen. Después de felicitarles por tan bello poema en noche tan trascendental, se ofreció él, contarme algo del viaje que tuvie ron que realizar aquella misma semana hacia un pueblecito donde vivian los padres de ambos. Y, efectivamente, el próximo domingo en el mismo café me dijo Ricardo: Ante todo debo de hacerte un rápido ebozo de Carmen, pués así, no extrañarás su atrevi miento en ciertos pasajes que te iré relatando. Es mi amado el prototipo de la mujer amante capaz de sacrificar su vida para alcanzar la imá gen prevista en eróticos ensueños. Es soñado ra, romántica; con este romanticismo puro, volup tuoso, sensitivo, que nos legan las verdaderas heroinas del amor. Es jóven; de ojos negros; hermosa, relativamente hermosa. Al verla por