por hueco debido a las diferencias metrológicas entre los

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por hueco debido a las diferencias metrológicas entre los vanos y sus huecos
respectivos, igual que ocurría con las cotas de las alturas para los hierros que
enlazan los maineles. Estos problemas imponían que los estudios necesarios
para fabricar los vidrios nuevos, como por supuesto para reparar los antiguos,
debían realizarse en León, debido a la particularidad de cada caso concreto.
Faltaba en el último proyecto de Demetrio de los Ríos un documento esencial para poder sacar a concurso la fabricación y reparación de las vidrieras de
la Catedral de León, como era el pliego de condiciones facultativas y así lo
declaró la Academia; a la redacción de este documento debió dedicarse Demetrio de los Ríos los últimos meses del año de 1891; sin embargo, el informe de
la Academia, con fecha de mayo de ese año, llegó a Demetrio de los Ríos pocos
meses antes de su fallecimiento cuando ya sentía considerablemente debilitadas sus fuerzas. El fallecimiento de Demetrio de los Ríos el 27 de enero de
1892 supuso la detención de los trabajos de vidriería cuando éstos estaban
superando los preparativos y trámites precisos para poder dar comienzo al
certamen internacional; aún quedaba en suspenso esta convocatoria del concurso internacional para la reconstrucción de los vidrios necesarios para cerrar
los ventanales. Demetrio de los Ríos había planteado pocos meses antes de su
defunción, el día 23 de mayo de 1891, la creación de un taller de restauración
de vidrieras localizado en la llamada Casa-Lonja dependiente de la Catedral de
León, para lo que proponía la rehabilitación del edificio.
Derecha: Huida a Egipto.
Dibujo de Torbado para la reconstrucción de un
paño en las ventanas de la Presacrisaa.
[Foto: Archivo Edilesa/Fernando Fernández].
Ésta era la situación en que se encontró los proyectos de vidriería Juan Bautista Lázaro al ocupar la dirección facultativa de las obras de restauración en
junio de 1892. Todo apuntaba hacia la creación de un concurso internacional para la factura de las nuevas vidrieras, como de hecho se había realizado
en 1881 para realizar los vitrales nuevos de la catedral de Burgos: en esa ocasión concursaron las más prestigiosas casas europeas dedicadas a este arte,
como eran los talleres de Zetller de Munich, los de Mayer de Londres, la
parisinas casas de Anglade y de Lorin, ésta última con talleres también en
Chartres —vinculados a Viollet-le-Duc—, la de Schmit de Aachen y, dentro de
España, la barcelonesa firma de Amigó; entre todas ellas parecían gozar de
mayor prestigio los talleres muniqueses de Zetller, que también contaban
con sucursales en Londres. La necesidad de plantear un pliego de condiciones facultativas como requisito previo a la convocatoria del concurso y la
complejidad misma de realizar un certamen internacional, ocasionaron dilaciones que hacían peligrar el éxito de la empresa. Estos graves escollos no
pasaron desapercibidos a Juan Bautista Lázaro que empleó sus dos primeros
años al frente de la catedral en profundizar en el estudio del arte y la técnica de la vidriería; para ello comenzó efectuando algunos ensayos a pequeña
escala para poder juzgar la calidad, coloración y fortaleza de los distintos
tipos de vidrios que podía proporcionar la industria nacional y extranjera.
Estas tentativas de fabricar las vidrieras directamente en León se aplicaron
a algunos paneles o témpanos enteramente nuevos, primero a partir de dibujos o copias de vidrieras para comparar los resultados con los originales: el
resultado fue poco satisfactorio debido a que los dibujos no daban idea exacta de los matices de las vidrieras antiguas. Después se procedió a realizar
una copia con un témpano antiguo a la vista del que se hizo una copia con
vidrios nuevos y se repusieron en el viejo los que faltaban, dando un resultado sumamente satisfactorio, hasta el punto que no se podían distinguir
los vidrios nuevos de los antiguos sino después de un detenido examen: quedaba demostrado que era sumamente difícil encargar a una casa extranjera la
fabricación de los vidrios necesarios para completar y reparar las vidrieras
antiguas, puesto que los resultados sólo podían ser satisfactorios si la vidriera se reparaba con el modelo antiguo a la vista. Del mismo modo, Juan Bautista Lázaro para completar los ensayos comprobó el resultado visual de estos
primeros vidrios fabricados en León en su emplazamiento propio puesto que
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