VUELTA 25 (Livington 20/10/06 14:10 Página 1 La vuelta al mundo en 80 enfermedades Dra. Paloma Merino Amador “El Dr. Livingston, supongo” Un médico contra la esclavitud La llamada de África El continente negro fue durante muchos siglos un lugar inexplorado y lleno de misterios geográficos y antropológicos. Para una parte de los europeos, África suponía una fuente inagotable de recursos naturales y, por desgracia, humanos donde poder comerciar y llenar las arcas de los avariciosos reinos; otros se sintieron en la “obligación” de evangelizar a aquellas gentes “bárbaras” y crear misiones en los territorios más insospechados, pero también hubo aventureros que sintieron la llamada de África casi como un embrujo. Ese fue el caso de David Livingston, un médico y misionero escocés que acabo siendo uno de los mejores exploradores del continente. Con profundas creencias religiosas, se integró entre los pueblos africanos gracias al respeto y a su admiración hacia ellos. No pretendió cambiar sus costumbres y los respetaba del mismo modo que ellos le respetaron a él y a su mujer, Mary Moffat. En pleno siglo XIX, cuando aún se cuestionaba “la humanidad” de la raza negra, Livingston luchó contra una de las peores epidemias que ha contemplado el mundo, la esclavitud. La esclavitud Mary Moffat, la africana blanca, nació en tierras de Sudáfrica y se crió en la actual Botswana. Sus padres, los Moffat, crearon grandes misiones evangelizadoras en lugares en los que jamás antes había llegado un europeo. Mary aprendió desde la infancia las costumbres, alguno de los idiomas del continente y recibió de sus padres una excelente educación de respeto y amor. En un viaje del reverendo Moffat al Reino Unido, David Livigston quedó enamorado de las historias que el misionero contaba. Tal fue la pasión que llegaron al acuerdo de que éste partiera para la misión que tenían en Botswana mientras la familia permanecía un tiempo en Inglaterra. El joven médico se adaptó de maravilla a la dura vida de la misión y pronto los nativos le tomaron gran aprecio. Era médico y trataba las enfermedades, mantenía vivo el espíritu religioso y luchaba contra costumbres ancestrales que iban en contra de la vida, pero nunca los trató como seres de raza inferior o sin respeto. Apreciaba cada rincón de África, cada nuevo día, y su corazón inquieto le llevó a organizar grandes expediciones en busca de sus secretos que escondía el continente negro. Mary y David se enamoraron como no podía ser de otro modo, pero su vida, a pesar de ser una gran y bella historia de amor y lealtad, no fue en absoluto sencilla, en parte por el afán explorador del médico. Durante largas temporadas, Mary y los niños vivieron con los abuelos maternos en la cómoda misión de Kuruman, mientras Livingston, para enfado de su suegra, sufría grandes penalidades en viajes exploratorios donde podía perder la vida. Pero Mary sufría lejos de su esposo y, en parte, ella también sentía el deseo de moverse por aquellas regiones que, aunque inhóspitas, atrapaban los espíritus inquietos de los Livingston. Mary fue un apoyo fundamental para David, y cuando ésta murió en el río Zambeze el Dr. Livingston nunca volvió a ser el mismo. En los viajes que realizó a Europa, Livingston criticó duramente el tema de la esclavitud en una sociedad donde el comercio de esclavos movía grandes cantidades de dinero. Escri- bió: “La enfermedad más extraña que he visto en este país parece ser la del corazón destrozado, que ataca a los hombres libres que han sido apresados y convertidos en esclavos”. “El Dr. Livingston, supongo” Tras la muerte de Mary y con 52 años, David aceptó llevar a cabo otra expedición para descubrir las fuentes del Nilo Blanco. Pasaron los años y no llegaban noticias. The New York Herald contrató a un joven periodista, Henry Stanley, para ir a buscar al Dr. Livingston. En 1871, Stanley encontró a un Livingston envejecido en el lago Tanganika, pero no logró convencerle para que regresara a Inglaterra; África le había atrapado. Cuando murió en la actual Zambia, sus servidores enterraron su corazón en la tierra africana; después, los nativos, siguiendo técnicas ancestrales, embalsamaron su cuerpo y lo enviaron a Inglaterra. Aunque Livingston descansa en la abadía de Westminster, su alma se quedó en África.J la conquista de las tierras americanas, los euro• Tras peos necesitaron mano de obra para explotar las riquezas del nuevo continente. África se convierte de este modo en un paraíso para los comerciantes de vidas humanas. El negocio de la esclavitud sería uno de los más rentables y humillantes de la historia. 1713 la British South Sea Company consiguió la exclu• En sividad para el tráfico de esclavos desde África a América. La trata de esclavos fue legal hasta finales del siglo XIX. Entre el siglo y el algunas regiones africanas sufrie• ron fuertes estragos demográficos, con graves implicacioXVI XIX nes en el desarrollo económico y social del continente. Con la colaboración de