1 HITOS DE LA LIJ ESPAÑOLA DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS1 Pedro C. Cerrillo Durante los años de la 2ª República (1931-1936), la literatura infantil y juvenil española (en adelante LIJ) vivió una renovación importante, tanto en los temas como en las formas, el lenguaje y la estética. Escritores e ilustradores que publicaban para niños y jóvenes se acercaron con cierta intensidad y bastante curiosidad a la estética de las vanguardias: entre los primeros, Manuel Abril, Antoniorrobles, Mª Teresa León, Salvador Bartolozzi o Magda Donato; y, entre los segundos, Lola Anglada, el propio Bartolozzi, Robledano, K-Hito, Barradas o Ramón Gaya contribuyeron a que la LIJ española de aquellos años tratara nuevos temas, modernizara la ilustración, incorporara juegos de lenguaje y expresiones absurdas, o realizara una cierta crítica social. Por primera vez en España se editaban libros infantiles, incluso algunos de ellos para uso escolar, que daban prioridad a los valores literarios, a la imaginación y a la fantasía, frente a los valores doctrinales, morales o instructivos que habían sido prioritarios en la LIJ que, hasta entonces, se había hecho. Pero la Guerra Civil que, trágicamente, vivió España entre 1936 y 1939 truncó aquella renovación y, con ella, los caminos casi recién estrenados. La LIJ española de la postguerra fue un reflejo más de la política impuesta por el gobierno dictatorial de Franco, de modo que en ella predominaron los elementos doctrinales, las lecciones morales, la exaltación de los valores históricos más rancios, la intencionalidad ideológica y el lenguaje simplista, incluso cursi a veces. El niño de la España de postguerra quedó desprovisto así de una literatura concebida dentro de unas dignas coordenadas artísticas, al tiempo que se veía relegado al papel de espectador mudo de una tragedia que no había comprendido ni comprendía, pero cuyas consecuencias hubo de sufrir.2 Clásicos, libros canónicos, HITOS... La acepción 2 de la palabra “hito” del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua dice “firme, estable”; y la acepción 6 “persona, cosa o hecho clave y fundamental dentro de un ámbito o contexto”3. Un hito literario, por tanto, no es un clásico ni tampoco, necesariamente, un libro canónico. No hablamos, por tanto, ni de clásicos ni de cánones, lo que no quiere decir que las obras aquí seleccionadas no puedan ser entendidas como obras canónicas de la 1 Trabajo publicado en Hitos de la LIJ iberoamericana. Madrid: Fundación SM, 2013, pp. 145-158, libro coordinado por Beatriz H. Robledo y presentado por la Fundación SM en el II CILELIJ. 2 Jaime García Padrino, Libros y literatura para niños en la España contemporánea, Madrid, Fundación GSR, 1992, p. 498. 3 Real Academia Española de la Lengua, Diccionario, consultado el 8 de junio de 2012 en: http://www.rae.es/rae.html 2 LIJ española si, como define Enric Sullá, entendemos el “canon” como “una lista o elenco de obras consideradas valiosas y dignas por ello de ser estudiadas y comentadas”4, aunque para ello debamos concebir el concepto de canon como algo más abierto y más plural de lo que el mundo de la filología ha entendido casi siempre. El canon literario ha sido establecido en función de unos parámetros a veces tan subjetivos como la opinión sobre la calidad estética o la originalidad. O ciertos inconfesables elitismos de clase que han situado fuera determinadas manifestaciones paraliterarias que, a menudo, utilizan unos valores no asumidos o no legitimados por las pautas clásicas de prestigio.5 Pero no se debe confundir “canon” con “clásico”, entre otras razones porque una obra podemos considerarla canónica (particularmente en el caso de algunas obras de LIJ presentes en ciertos cánones escolares), antes de que haya pasado el tiempo necesario para poder valorarla como “clásica”. Según la acepción 3 del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua6, “clásico” es el autor o la obra, “que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia”; el latinista Carlos García Gual precisa más cuando indica que lo que ha consagrado y definido como “clásicos” a determinados textos y autores es: La lectura reiterada, fervorosa y permanente de los mismos a lo largo de tiempos y generaciones. Clásicos son aquellos libros leídos con una especial veneración a lo largo de los siglos.7 De todos modos: ...Sí es cierto que los clásicos son libros canónicos o, al menos, así debieran ser considerados, pero no lo es que libros que pudieran aparecer en algunos cánones tengan que tener el reconocimiento de clásicos.8 Hablaremos aquí, por tanto, de “hitos”, es decir de libros que han abierto caminos nuevos en la LIJ española, poniéndolos a disposición de quienes quisieran transitar por ellos. Además, en algunos de los casos (los libros de Ana Mª Matute y Carmen Martín Gaite) nos encontramos con el valor añadido de ser obras de dos escritoras que, ocupando un importante espacio en la novela española de la segunda mitad del siglo XX, dedicaron su talento y su maestría en el oficio a escribir también para los chicos. Seis hitos de la LIJ española de los últimos 50 años 4 Enric Sullá, El canon literario, Barcelona, Arco, 1998, p. 11. Gemma Lluch, Análisis de narrativas infantiles y juveniles, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2003, p. 193. 6 Real Academia Española de la Lengua, Diccionario, op. cit. 7 Carlos García Gual, “El viaje sobre el tiempo o la lectura de los clásicos”, en El País, 27 de octubre de 1998, p. 36. 8 Pedro C. Cerrillo, "Lectura escolar, enseñanza de la literatura y clásicos literarios", en Lluch, G. (Ed.), Las lecturas de los jóvenes. Un nuevo lector para un nuevo siglo, Barcelona, Anthropos, 2010, p. 93. 5 3 A partir de los primeros años 60 del pasado siglo, y sobre todo a partir de 1975 con el fin de la dictadura franquista y la posterior restauración democrática, la LIJ española, ya sin censuras de ningún tipo y con el reconocimiento de la existencia de cuatro lenguas oficiales, vio cómo se editaban obras que marcaban caminos diferentes a los de los años anteriores de la mano de autores como Ana Mª Matute, Fernando Alonso, Montserrat del Amo, Jaime Ferrán, Mª Luisa Gefaell, Gloria Fuertes, Carmen Kurtz o Juan Farias. Por ello, los “hitos” de la LIJ española aquí seleccionados tienen como fecha de primera edición años posteriores a esa década citada. Los 6 libros elegidos se editaron en un espacio de tiempo de casi treinta años (entre 1965, en que se publicó el primero, y 1994 en que se publicó el último de los seis), años en que se sentaron las bases de la nueva LIJ española. Por orden de aparición en el mercado editorial son: Ana Mª Matute, El polizón del Ulises, Barcelona, Lumen, 1965 Fernando Alonso, El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, Madrid, Alfaguara, 1978. Joan Manuel Gisbert, Escenarios fantásticos, Barcelona, Labor, 1979. Juan Farias, Algunos niños, tres perros y otras cosas, Madrid, Espasa Calpe, 1981. Carmen Martín Gaite, Caperucita en Manhattan, Madrid, Siruela, 1990. Elvira Lindo, Manolito Gafotas, Madrid, Alfaguara, 1994. Creo que “son” todos los que “están”, pero podrían haber estado otros, sin duda, también publicados en ese mismo espacio de tiempo: Los batautos de Consuelo Armijo (Juventud, 1975), por su aportación a la literatura fantástica; Munia y la Luna de Asun Balzola (Destino, 1982), por su innovador tratamiento del lirismo y el humor; La tierra del sol y de la luna de Concha López Narváez (Espasa Calpe, 1984) o El oro de los sueños de José Mª Merino (Alfaguara, 1986), por la excelente manera de novelar acontecimientos históricos relevantes; La casa pintada de Montserrat del Amo (SM, 1990) por su propuesta de estructura narrativa; Campos de fresas, de Jordi Sierra i Fabra (SM, 1997), por el abordaje de temas “tabú” (drogas, anorexia); o, incluso, algún libro de poemas de la prolífica Gloria Fuertes, en los que incorporó elementos de la tradición popular pero también otros que procedían de su interés por los lenguajes vanguardistas. De los 6 libros seleccionados, todos (excepto Caperucita en Manhattan) aparecen incluidos en 100 obras de literatura infantil española del siglo XX9, y esos mismos fueron los más votados por los diecinueve críticos e investigadores españoles que seleccionaron, convocados por Victoria Fernández, la parte española de “Hacia un canon iberoamericano de LIJ”10, argumentando que son “libros vivos y vigentes que interesan aún a los niños del siglo XXI”. Para su selección hemos considerado además la calidad literaria de los libros, que representen una cierta conquista de 9 Victoria Fernández, “100 obras de literatura infantil del siglo XXI. VI Simposio de Literatura Infantil y lectura”, en CLIJ, 130, 2000, pp. 56-60. 10 Ídem, “Hacía un canon iberoamericano de LIJ”, en: VV.AA., Actas y Memoria del Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, Madrid, Fundación SM, 2010, p. 146. 4 espacios nuevos para la LIJ española de los últimos cincuenta años (porque incorporan temas nunca tratados con anterioridad, porque interpretan o explican el mundo infantil de manera diferente, o porque proponen estéticas y lenguajes novedosos o aportaciones de estilo relevantes), y que hayan sido leídos mayoritariamente, traducidos a otras lenguas y reeditados en bastantes ocasiones tras su primera aparición pública. Además, en los seis casos, sus autores han sido estudiados en diferentes tesis doctorales. El polizón del Ulises, de Ana Mª Matute. (Barcelona, Lumen, 1965. Ilustraciones de Cesca Jaume). La académica Ana Mª Matute (Barcelona, 1926) ha escrito libros autobiográficos, relatos cortos y novelas con los que ha logrado merecido prestigio e importantes premios (Planeta, Nacional de Literatura, Nadal, Nacional de las Letras Españolas o Cervantes). Pero Ana Mª Matute es también autora de libros para niños y jóvenes, prestigiando la literatura infantil: El saltamontes verde, Caballito loco, Paulina, Solo un pie descalzo o El verdadero final de la Bella Durmiente. Con El polizón del Ulises la escritora obtuvo el Premio Lazarillo en 1965. Es la historia de Jujú, un niño que es abandonado por unos gitanos frente a la casa de tres señoritas situada junto al Campo de los Presos. Etelvina (gran lectora), Leocadia (enamoradiza) y Manuelita (trabajadora y diligente) acogen al pequeño y lo educan en las materias que creen más importantes. Pero el chico quiere aventuras, para lo que, junto a sus tres inseparables amigos (un perro, un gallo y una perdiz), imagina que en el desván de la casa hay un barco, el Ulises, que navega mar adentro. Cierto día, Jujú descubre que esa casa tiene paredes falsas que esconden una habitación secreta, la del Gran Bisabuelo. La infancia protegida y feliz de Jujú se ve alterada cuando llega a la casa un preso herido que se ha fugado de la cárcel, al que el chico ocultará y cuidará. La construcción del relato que hace la autora se explica, en cierto sentido, cuando conocemos la opinión que ella misma tiene de su infancia, en la que afirma que había una gran tradición de lectura: “En casa, cuando éramos pequeños, la tata nos leía y luego la cocinera nos encantaba con aquellos cuentos de miedo que nos contaba...” (Declaraciones de la autora realizadas en Toledo, 28 de junio de 2010). Con El polizón del Ulises, por primera vez aparecía en un libro infantil español el mundo de la infancia, en la doble realidad de la infancia perdida y la infancia recuperada. Ana Mª Matute sabe captar las necesidades afectivas del niño, lo sabe comprender y se sabe colocar en su lugar, poniendo a su servicio su gran capacidad para la imaginación, creatividad, desbordante fantasía y dominio de la lengua, sin otra pretensión que ser, en palabras suyas, “una contadora de historias”. La idea infantil de hacerse mayor, que provoca en muchas personas un cierto dolor por el paraíso 5 perdido de la infancia (recordemos a García Lorca) es, en el caso de Ana Mª Matute, la que provoca el deseo de Jujú de vivir lo desconocido, de cruzar la frontera entre lo conocido y lo por conocer, de emular la gran aventura del mítico Ulises, pero con rango de polizón. El polizón del Ulises es un relato de aventuras dirigido a los lectores infantiles en el que la autora aplica todo su talento literario para hacer oír la voz de la narradora sin renunciar al lirismo, a un cierto compromiso social, a la emoción, a la fantasía o a los sentimientos, con un lenguaje cuidadísimo, una galería de personajes inventados pero creíbles, y un ritmo narrativo sostenido y acertado. El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, de Fernando Alonso. (Madrid, Alfaguara, 1978. Ilustraciones de Ulises Wensell). En más de una ocasión, Fernando Alonso (Burgos, 1941) ha afirmado que este libro, ganador del Premio Lazarillo en su edición de 1977 (por su renovada propuesta temática), le ayudó a tomar la decisión, consciente y decidida, de dedicarse a escribir para niños. Además, fue un feliz hallazgo para la LIJ española de la transición democrática porque su compromiso social y su defensa de la libertad individual eran algo inexistente durante los años de la larga dictadura franquista, y algo todavía polémico en aquellos años del paso a la democracia. El libro lo componen ocho cuentos: “El hombrecito vestido de gris”, “El barco de plomo”, “Los árboles de piedra”, “El viejo reloj”, “El barco en la botella”, “El guardián de la torre”, “El espantapájaros y el bailarín” y “La pajarita de papel”, con los que el autor invita a los pequeños lectores a acceder a múltiples y diferentes lecturas. Ocho historias sencillas que toman elementos cotidianos y, en cierta manera, cercanos a los niños para, a partir de ellos, construir cada una de las ocho tramas, que ofrecen una visión de la realidad española de los últimos años del franquismo y que tienen como motivos principales la soledad, el paso del tiempo, la libertad, la solidaridad, la injusticia o la tiranía; el propio autor lo ha explicado: Historias de seres oprimidos por unas estructuras sociales injustas y autoritarias que les impiden realizarse como personas. Y que sueñan, y tratan de construir los caminos que convierten esa sociedad opresora en una sociedad libre donde pudieran ser felices.11 La capacidad para la imaginación y para la fabulación del autor confieren a sus libros un atractivo especial para los jóvenes lectores, a quienes se dirige introduciéndose en el relato e invitándolos a familiarizarse no solo con las historias sino también con los personajes, con las situaciones y con los escenarios; incluso, en alguno de los relatos ofrece dos finales diferentes, uno triste y otro feliz, para que el lector elija el que más le guste. 11 Fernando Alonso, "El hombrecito vestido de gris y otras soledades", en Pedro C. Cerrillo y Jaime García Padrino, Presente y futuro de la literatura infantil, Cuenca, 2000, p. 132. 6 La gran aportación de este libro de Fernando Alonso fue iniciar en la LIJ española un camino diferente, el de un nuevo realismo que se alejaba definitivamente del adoctrinamiento y la moralina de los años anteriores y que se acercaba al “realismo mágico” con historias sobre la libertad, el autoritarismo, el tiempo o la paz, todas ellas escritas con gran lirismo y un lenguaje de alto nivel literario, claro y comprensible pero también cuidado y sugerente, con bellísimos aciertos estilísticos, en ocasiones deudor de las narraciones orales de tradición popular. Un buen ejemplo de ello sería la historia del primero de los cuentos, el que da título al conjunto del libro, protagonizada por un “gris” oficinista que tiene el sueño de ser cantante de ópera, pero cuya vida es aburrida y sin alicientes; él quiere cambiarla y cumplir su sueño pero la sociedad, también “gris”, no se lo permite. Aunque la vida urbana reprime la creatividad y limita la fantasía, soñar es gratis y vale la pena luchar por lo que anhelamos, incluso enfrentándonos a la realidad, por prosaica que pueda ser. Traducido al inglés, sueco, francés, griego, inglés y coreano, de El hombrecito vestido de gris y otros cuentos se han realizado casi cincuenta ediciones en español, siendo todavía un libro muy interesante para miles de lectores. Escenarios fantásticos, de Joan Manuel Gisbert. (Barcelona, Labor, 1979. Ilustraciones de Miguel Calatayud). Sugerente y distinto, la feliz aparición de este libro de Joan Manuel Gisbert (Barcelona, 1949) supuso una renovación de “lo maravilloso” en la LIJ española, sin renunciar a la expresión en un lenguaje de indiscutible belleza, lo que ha sido refrendado por las numerosas ediciones y traducciones que de él se han realizado desde su primera edición. El protagonismo lo comparten Dionisio Leganés, un funcionario jubilado cuya afición a la lectura le permite mantener viva su imaginación, y Demetrius Iatopec, un extraordinario mago que atrapa y doma espejismos para su futuro espectáculo del Gran Teatro Mundial de los Espejismos. El libro se estructura en tres partes tituladas “Jardines del dirigible”, “La danza de las imágenes gigantes” y “El Parque de atracciones del arco iris”, siendo la voz que narra la de Nathaniel Maris, un periodista especializado en temas fantásticos. Dionisio ocupa su tiempo libre observando una vieja fábrica que le inspira historias policiacas; pero un día la fábrica es derribada, por lo que decide hacer una maqueta de aquel edificio para poder seguir imaginando historias, hasta que se cansa y la entierra en el solar donde antes se ubicaba la fábrica. Su sorpresa es que a la mañana siguiente la fábrica, como un espejismo, había aparecido en el mismo lugar ante el asombro de muchas personas. Surge entonces la figura de Demetrius, que se lleva el espejismo dentro de una gran pompa de jabón para poder exhibirlo en su teatro. 7 Inventos increíbles pueblan el peculiar parque de atracciones que crea la desbordante imaginación de Demetrius, en el que se pueden admirar una cámara de cosquillas, una máquina que escribe cuentos, un túnel capaz de leer los sentimientos, música que llueve del cielo o un tobogán que baja hasta el centro de la tierra. Es un canto al poder de la imaginación, para lo que Gisbert elige las palabras por su capacidades para despertar o estimular los sentidos, con un rigor que es de agradecer y con la construcción de acertadísimas metáforas, a veces meras imágenes que hacen que desaparezca la barrera que separa la realidad de la fantasía. Joan Manuel Gisbert, ganador de importantes premios (Lazarillo, Barco de Vapor, Gran Angular, Edebé), consigue con Escenarios fantásticos que los lectores participen activamente en la lectura, recurriendo con frecuencia a las “reticencias” (que marca con puntos suspensivos), de modo que sea el lector quien desenlace un episodio, una aventura o una acción cualquiera; o, en otras ocasiones, incluyendo supuestas pérdidas de fragmentos del texto que el lector debe recuperar, o inventar, para que la historia tenga sentido completo. Algunos niños, tres perros y más cosas, de Juan Farias. (Madrid, Espasa Calpe, 1981. Ilustraciones de Arcadio Lobato). Juan Farias (Ferrol, 1935–Madrid, 2011) ganó con este libro el Premio Nacional de Literatura Infantil en 1980. En él destacan dos aspectos que no eran nada frecuentes en la literatura que se escribía para niños en España hasta entonces: la clara voluntad de estilo del autor (manifestada en la sintaxis corta, las metáforas elocuentes, las personificaciones, la exacta sencillez o la precisión terminológica) y su evidente compromiso ideológico (que le llevó a abordar el tema de la Guerra Civil en libros escritos para niños: Crónicas de media tarde). Algunos niños, tres perros y más cosas lo componen nueve cuentos breves que tratan del poder de la imaginación de los niños, de sus pensamientos, de su manera de ver el mundo, incluso de sus sentimientos, emociones y valores. En ellos son frecuentes las críticas al mundo de los adultos (aunque suele hacer excepción con las personas muy mayores, casi siempre abuelos de los niños intervinientes): la ridiculización del alcalde que ordena matar a un perro vagabundo siguiendo una “lógica” incomprensible para los niños, el rechazo del autoritarismo, la mentira y la injusticia, o el desprecio a quienes dan el máximo valor al dinero, que no son generosos o que se manifiestan hipócritamente. El autor, que utiliza fórmulas narrativas propias del cuento popular, se introduce en el relato provocando que el lector también se sienta dentro de él y hace algunas concesiones a la imaginación disparatada, como cuando se refiere al “perro zurdo que ladra valses”. Farias (quien en 2005 fue galardonado con el primer Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil de la Fundación SM), logró crear en Algunos niños, tres perros y más cosas un 8 mundo muy cercano a los gustos de los chicos, en el que se valoran los buenos sentimientos, se respeta la naturaleza, se ama a los animales, se desarrolla la creatividad o se estimula la imaginación por medio de historias cotidianas y emocionantes (reconocibles para muchos lectores), protagonizadas por personajes reales que son creíbles, que despiertan inquietudes, provocan sonrisas, estimulan emociones o avivan el pensamiento. Todo es posible en estos cuentos de Farias, como la historia del niño que decidió “no jugar más a “señor serio que piensa cosas importantes” y convertirse en “barco pirata y en los 10 piratas que llevaba el barco”, es decir historias que hablan de las capacidades de los chicos para imaginar situaciones, soñar despiertos, revertir realidades o inventar juegos. Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite. (Madrid, Siruela, 1990. Ilustraciones de la autora). Con anterioridad a la aparición de Caperucita en Manhattan, Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925–Madrid, 2000) había publicado algunos textos para niños (El pastel del diablo o El castillo de las tres murallas), pero era conocida por sus aportaciones narrativas de carácter general: había ganado el Premio Nadal en 1958, el Nacional de Literatura en 1978 y el Anagrama en 1987, siendo galardonada además en 1988, por el conjunto de su obra, con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Caperucita en Manhattan supuso la irrupción de Martín Gaite en la LIJ española con una novela en la que recreó, en contextos del siglo XX, una historia (Caperucita Roja) que forma parte de la literatura popular universal. Tomando el esquema y la estructura de ese cuento maravilloso, un cuento que está vivo en la tradición oral desde hace cientos de años, la autora construye una moderna Caperucita (la niña de diez años Sara Allen) en un escenario actual (Manhattan a finales del siglo pasado), trasponiendo todos los personajes y motivos del cuento original (el Lobo es el millonario pastelero Mr. Woolf, la Abuela es la cantante de cabaret jubilada Gloria Star, el bosque es Central Park o la comida que la niña lleva a su abuela es la tarta de fresa). A todo ello se añade Miss Lunatic, un personaje misterioso que ayuda cada noche a quienes sufren desgracias o desventuras y concede deseos como si de lámpara mágica se tratara, representando la libertad por medio de la imagen, más que simbólica, de la famosa estatua neoyorquina, en donde vive escondida durante el día. Esta moderna Caperucita tiene un puntito de rebeldía que le lleva a transgredir las normas, como la protagonista del cuento popular, imponiendo su criterio por encima, incluso, de los peligros. Es una Caperucita lectora, viajera, imaginativa, soñadora, inteligente y creadora de palabras (“farfanías”), que provoca que el mundo de los adultos no quede en buen lugar. La autora 9 es el narrador omnisciente que se mete en los personajes para poder transmitirnos directamente sus pensamientos, sus emociones o sus inquietudes. Caperucita en Manhattan es una excelente novela, diferente e innovadora en el panorama de la LIJ española de los últimos años, en la que la imaginación se desborda en un escenario real, que encierra un decidido canto a la libertad individual: “Cerremos los ojos, apretemos los dientes, digamos la palabra mágica `Miranfú´” y, como Sara Allen, todos –niños o adultos– iniciemos nuestra propia aventura. Manolito Gafotas, de Elvira Lindo. (Madrid, Alfaguara, 1994. Ilustraciones de Emilio Urberuaga). El “fenómeno Manolito”, del que se ha llegado a decir que era “el pequeño Nicolás” español, ha sido uno de los mayores éxitos de ventas vivido por la LIJ española. El libro aquí reseñado es el primero de una serie total de seis. La autora, la periodista Elvira Lindo (Cádiz, 1962), que no siempre se ha sentido contenta por la mayoritaria aceptación de su libro por el público infantil, creó el personaje en la radio algunos años antes de la publicación de la primera de las seis historias. El éxito que alcanzó el libro conllevó que se estrenaran dos películas y una serie de televisión (de desigual resultado). Aunque este fenómeno editorial ha suscitado alguna polémica en el mundo de la crítica de la LIJ española, es incuestionable su trascendencia y su influencia. El gran acierto de Elvira Lindo fue crear un protagonista, el niño Manolito, con caracteres de antihéroe (tiene gafas, no es muy agraciado físicamente, forma parte de una familia humilde que vive en un barrio obrero de Madrid y tiene un hermano pequeño que le ha “robado” protagonismo en su familia), que se hace singular por sus expresiones (“el mundo mundial”, “cómo mola”, “se siente”), algunas de las cuales, incluidas sus redundancias, han traspasado las páginas del libro y se han incorporado al habla de muchos niños españoles, pudiendo escucharse todavía hoy, casi veinte años después de su primera publicación. Manolito Gafotas ofrece una visión del mundo exterior y de la realidad cotidiana desde los ojos de un niño con la mente muy despierta y la lengua afilada, en el escenario de un barrio real del antiguo extrarradio madrileño, en el que hay de todo: bueno y malo, pero en el que el chico vive los acontecimientos que, día a día, le suceden como apasionantes aventuras. Sin necesidad de recurrir a los chistes fáciles, el humor está presente de manera desbordante provocando en los lectores la risa espontánea e inesperada; un humor que se sustenta en los buenos diálogos, en el lenguaje del protagonista y en muchos de los acertados personajes que crea la autora: El Imbécil, hermano pequeño de Manolito; Catalina, la madre, a la que Manolito “pone de los nervios”, pero que él sabe que lo quiere mucho; el Orejones, el mejor amigo del chico, de enormes orejas y con 10 padres separados; Yihad, el chulito del barrio; Nicolás, el abuelo materno de Manolito, al que le une una gran relación, afectiva y tierna; Manolo García, el padre que está poco en casa porque es camionero; Susana Bragas-Sucias, amiga y ex-novia de Manolito; Paquito, el listo de la clase; o Jessica, la chica cursi y casi pija, a la que llaman la “exgorda”. Aunque el libro ha sido traducido a otras lenguas, la ambientación tan concreta y particular de la historia puede ser una dificultad, o al menos una limitación, para esos nuevos lectores. Los libros seleccionados Alonso, Fernando, El hombrecito vestido de gris y otros cuentos, Madrid, Alfaguara, 1978. (Ilustraciones de Ulises Wensell). Farias, Juan, Algunos niños, tres perros y más cosas, Madrid, Espasa Calpe, 1981. (Ilustraciones de Arcadio Lobato). Gisbert, Joan Manuel, Escenarios fantásticos, Barcelona, Labor, 1979. (Ilustraciones de Miguel Calatayud). Lindo, Elvira, Manolito Gafotas, Madrid, Alfaguara, 1994. (Ilustraciones de Emilio Urberuaga). Martín Gaite, Carmen, Caperucita en Manhattan, Madrid, Siruela, 1990. (Ilustraciones de la autora). Matute, Ana María, El polizón del Ulises, Barcelona, Lumen, 1965. (Ilustraciones de Cesca Jaume). Bibliografía citada Alonso, Fernando, “El hombrecito vestido de gris y otras soledades”, en Pedro C. Cerrillo y Jaime García Padrino, Presente y futuro de la literatura infantil, Cuenca, 2000, pp. 127-136. Cerrillo, Pedro C., “Clásicos literarios y canon escolar de lecturas”, en Literatura Infantil y Juvenil y educación literaria, Barcelona, Octaedro, 2007, pp. 63-81. Fernández, Victoria, “100 obras de literatura infantil del siglo XX. VI Simposio de Literatura Infantil y lectura”, en CLIJ, 130, 2000, pp. 56-60. —, “Hacía un canon iberoamericano de LIJ”, en VV.AA., Actas y Memoria del Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, Madrid, Fundación SM, 2010, pp. 143-154. García Gual, Carlos, “El viaje sobre el tiempo o la lectura de los clásicos”, en El País, 27 de octubre de 1998, p. 36. García Padrino, Jaime, Libros y literatura para niños en la España contemporánea, Madrid, Fundación GSR, 1992. Lluch, Gemma, Análisis de narrativas infantiles y juveniles, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, 2003. Real Academia Española de la Lengua, Diccionario, en: http://www.rae.es/rae.html Sullá, Enric El canon literario, Barcelona, Arco, 1998.