DESCIFRANDO EL RECIBO DE LA LUZ. PRIMERA PARTE El día 1 de abril cumple un año el nuevo sistema de cálculo del precio de la electricidad. Sin embargo, no todos los consumidores contratamos y pagamos la luz de la misma manera. http://www.rtve.es/alacarta/audios/finanzas‐para‐todos‐los‐publicos/finanzas‐para‐ todos‐publicos‐funcas‐descifrando‐recibo‐luz‐1‐parte‐30‐03‐15/3068758/ Texto del programa: El día 1 de abril cumple un año el nuevo sistema de cálculo del precio de la electricidad. Sin embargo, no todos los consumidores contratamos y pagamos la luz de la misma manera. En el programa de hoy compararemos las distintas alternativas que tenemos a la hora de contratar el suministro de electricidad. La electricidad que consumimos tiene su origen en distintas fuentes de energía primaria que, una vez transformada, se transmite a través de las redes de transporte y distribución, hasta llegar a nuestros hogares. Dichas fuentes son, principalmente, el gas natural, el carbón, las energías renovables ‐como la hidráulica, la solar o la eólica‐ y la energía nuclear. Con todas ellas se produce electricidad, bien en centrales ‐de ciclo combinado, térmicas o nucleares‐, bien aprovechando los saltos de agua, el sol o la fuerza del viento. Una vez que la electricidad llega a nuestras ciudades, los consumidores tenemos tres opciones para contratar el suministro: Primera. Si tenemos una potencia inferior o igual a 10kW (lo que sucede en la práctica totalidad de las familias), podemos acogernos al denominado “precio voluntario para el pequeño consumidor” con alguna de las 5 grandes empresas que son las “comercializadoras de referencia”. Con este sistema contratan cerca de 14 millones de consumidores. En este caso, el precio no se negocia, sino que responde a una metodología fijada por la Administración, en la que el precio varía cada hora en función de la oferta y la demanda, y por tanto resulta diferente en cada factura. Solo al final del periodo bimestral en que se leen los contadores podremos saber el coste del recibo. Alternativamente ‐y esta es la segunda opción‐ estas grandes empresas tienen la obligación de ofrecernos un precio fijo anual por si queremos evitar las oscilaciones del mercado y conocer de antemano lo que va a costarnos el recibo de la luz en los siguientes doce meses. El número de consumidores que se acogen a esta modalidad es, ciertamente, testimonial. La tercera opción consiste en elegir libremente una empresa comercializadora. Existen más de doscientas en toda España, aunque muchas de ellas tienen un ámbito exclusivamente local o regional. Aquí, el precio y las condiciones son las que se pacten libremente, aunque lo normal es optar por un precio fijo anual. Más de 11 millones y medio de consumidores eligen este tipo de contratos, que han tenido un desarrollo muy rápido durante los últimos años. Finalmente, los consumidores eléctricos vulnerables pueden solicitar el bono social, resultando entonces una tarifa con un descuento del 25%. Se considera que son vulnerables aquellos hogares que cumplen alguna de estas condiciones: una potencia contratada inferior a 3 kW, pensionistas con prestaciones mínimas, familias numerosas, o familias con todos sus integrantes en situación de desempleo. En total, unos dos millones y medio de consumidores. Pues bien, sabiendo ya las opciones que tenemos para contratar de uno u otro modo nuestro suministro de electricidad, ¿qué fórmula es la que más nos conviene? La página web de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (www.cnmc.es) contiene un comparador de ofertas de suministro energía de las diferentes empresas para que podamos escoger, según nuestras características, la que más nos interese. La alternativa más cara, y por tanto, la menos recomendable, son las ofertas a precio fijo que las comercializadoras de referencia tienen la obligación de hacer a los consumidores. En este caso, la seguridad en el precio tiene un sobrecoste que por lo general resulta muy elevado. Se trata, por tanto, de optar entre una empresa suministradora del mercado libre y elegir por ejemplo una tarifa plana, o acogerse al precio regulado por la Administración. Según estimaciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, el ahorro que un pequeño consumidor obtendría con la oferta más barata del mercado libre se situaría en 32 euros al año, pero hablamos de una comparación con la oferta más barata. Lo cierto es que el resultado puede variar en función de cómo se comporte el precio regulado que, como ya hemos dicho, es un precio variable. Un consejo: conviene leer muy bien las condiciones del contrato e interpretar correctamente los descuentos promocionales, su duración en el tiempo o los costes que en ocasiones suponen los servicios adicionales. En la letra pequeña puede estar finalmente la diferencia.