Jesús como modelo de una vida de oración II El 18 de enero prediqué sobre el tema de Jesús como modelo de una vida de oración. Quiero decirles que este no es el mismo sermón. Los predicadores tienen mucho miedo de predicar el mismo sermón ante el mismo auditorio en un lapso corto de tiempo, aunque puede parecerles que no es así. Por este motivo, trato de registrar con cuidado los lugares y las fechas en que he predicado los sermones. Me acuerdo de una experiencia que viví hace muchos años cuando servía como profesor invitado en el Seminario Bautista de Nueva Orleáns. Si no aparecía algún predicador invitado a tener el mensaje en alguno de los cultos, el presidente del Seminario lo reemplazaba y a veces tenía que hacerlo con poco aviso previo. Resulta que en el lapso de unos pocos días el presidente tuvo que cubrir la ausencia de un invitado en dos ocasiones y en la segunda ocasión repitió el mismo sermón que había predicado en la primera ocasión. Se podía sentir la incomodidad de la gente presente. Todo el mundo sabía que él estaba repitiendo el sermón pero él no se daba cuenta. De modo que les anticipo que este no es el mismo sermón del mes pasado. Yo pensaba que si en las películas puede haber un Rocky I, II, III y IV y un Terminator I, II, y III porque no puede haber sermones I y II. Quiero aclarar que no he visto estas películas. El nivel de acción fuerte no es de mi gusto. El problema con las películas II, III y IV es que tienden a no ser tan interesantes como el número I. Se espera que no sea así en el caso del sermón de esta mañana. Prediqué sobre el tema de la vida de oración de Jesús en relación con el énfasis de ministerio para 2009 que hemos acordado. “Oramos por usted y su familia”. Presupone un compromiso de oración y la intención en aquel entonces era mirar la vida de oración de Jesús como modelo para nuestra vida de oración. Lo hice a la luz de la experiencia de Jesús en Getsemaní como lo encontramos en Lucas. Esta mañana quiero volver al mismo pasaje y considerar varios aspectos de su experiencia en Getsemaní que no tocamos y seguir pensando en los sentidos en que el ejemplo de Jesús nos puede servir en nuestra vida de oración. En el primer sermón notamos que Jesús es un modelo: I. En su práctica de la oración II. En tener un lugar establecido con cierta privacidad: III. En reconocer el valor de compañeros de oración. IV. En reflejar el rol de la postura en la oración. V. Tener la convicción de que el Dios a quien oramos es Padre amante. VI. En afirmar la capacidad ilimitada de Dios para responder. Leamos Lucas 22:39-46 para descubrir otros sentidos en que Jesús es un modelo para nuestra vida de oración. Jesús es un modelo en: I. Ser franco y honesto en la oración. Observación de Alejandro al estudiar el pasaje en la clase sobre Marcos, un detalle en que no había fijado. “Siento en mi alma una tristeza de muerte” (Mar. 14:34, DHH). “ . . . no me hagas beber este trago amargo” (Luc. 22:42, NVI). “. . . empezó a orar . . . que no tuviera él que pasar por aquella hora” (Mar. 14:35, NVI) La muerte no tomó de sorpresa a Jesús. Desde el momento de la transfiguración él lo mencionaba una y otra vez. Se entiende que él se daba cuenta de como terminaría todo mucho antes. ¿Cómo entonces debemos entender esta reacción de Jesús? Es sin lugar a duda uno de los pasajes que más habla de la humanidad de Jesús en la encarnación. El confiesa su debilidad ante sus discípulos y ante el Padre. Nos cuesta a nosotros reconocer nuestra necesidad de ayuda delante de los demás. Nos cuesta ser honestos y francos en nuestras oraciones. Pensamos que para orar hay que usar cierto tono, usar ciertas palabras y tocar ciertos temas. C. S. Lewis: “Tenemos que exponer delante de Dios lo que hay dentro de nosotros, no lo que debe haber en nosotros.” Yancy: “Tenemos que entregar a Dios en confianza lo que él ya sabe.” Salmo 139:4: “Aún no tengo la palabra en la lengua, y tú, Señor, ya la conoces” (DHH). II. Advertir la importancia de la oración en las pruebas. “. . . oren para que no caigan en tentación {o “pruebas}” (Luc. 22:38, NVI) “. . . para que puedan soportar las dificultades que tendrán” (LA); “Pedid no sucumbir en la prueba” (BP). NRSV: “Oren para que no entren en el tiempo de la prueba”. NEB: “Oren para que no tengan que pasar por la hora de la prueba”. El término traducido tentación puede traducirse “pruebas”. De hecho aparece en 22:28 donde Jesús dice: “Ustedes han estado siempre conmigo en mis pruebas” (DHH) Parece claro que el sentido en este versículo es “pruebas” y las versiones confirman este sentido. En este contexto parece que se trata de pruebas más bien que de la seducción de lo malo. La fe de los discípulos será probada por las circunstancias que van a vivir en las próximas horas. Sea que se traduce prueba o tentación, la aplicación es válida. “. . . el diablo anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8, BLA). Debemos siempre estar al día con nuestras oraciones porque cuando venga el diablo a tentarnos es tarde para empezar a prepararnos. Y cuando venga la prueba como la tormenta ya es tarde para reparar el techo. III. Aceptar la voluntad de Dios en la oración. “. . . no se cumpla mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22:42, NVI). Percibió lo que era la voluntad de Dios en la situación. Se sometió a la voluntad de Dios. La capacidad de dejar el asunto en manos de Dios y decir Señor: “Te lo dejo. ¡Que se arregle cuando y como tu quieras!” La xperiencia de un hermano de la congregación que esperaba ansiosamente la finalización de un tramite importante que se había demorado por más de un año y medio. Estuvo tentado a buscar algún gestor que podría agilizar el trámite. Orando, llegó a la convicción de que tenía en Dios el mejor de los gestores y como decía alguien que escuchó el testimonio y ni necesita saber el número del documento o del expediente. Lo dejó en manos de Dios y a los pocos días llegó el aviso de que al fin había salido el trámite. IV. Pagar el costo de la oración: “. . . como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra” (Luc. 22:44, NVI) Colosenses 4.12: “Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Jesucristo, os envía saludos, siempre esforzándose intensamente {NVI, “luchando”} a favor vuestro en sus oraciones” (BLA). Aceptar pedidos de otros para orar por ellos es asumir una carga con ciertos costos. V. Persistir en la oración. “. . . y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras” (Mat. 26:44, BLA). Siguió hasta estar seguro de tener respuesta. Las respuestas pueden sorprendernos con la rapidez que llegan, pero a veces se demoran y estamos tentados a desesperarnos. VI. Experimentar el poder de la oración: “En esto se le apareció un ángel del cielo para darle fuerzas” (Luc. 22:43, DHH) Podemos no ver el ángel, pero todo hombre que ora ha experimentado la misteriosa renovación de fuerzas que trae la oración. Aquí tocamos un aspecto misterioso de la oración, la manera en que un tiempo de oración trae nuevas fuerzas, animo e inspiración.