El rumor como poder político De persona en persona Sostienen especialistas, que el rumor es mucho más que una declaración de cuestionable veracidad y puede tener, como en los casos del rumor político, serias consecuencias por conllevar un gran poder. La conceptualización del término rumor todavía no es muy clara, pero existen dos aproximaciones que suelen ser las más utilizadas en la actualidad. La primera lo define como información relevante que aún no ha sido verificada, y la segunda como la creencia acerca de un evento específico que se supone ocurrió o que va a ocurrir. Desde siempre, el rumor ha estado muy presente en nuestras vidas, en el patio del colegio o en la peluquería, estábamos expuestos a escucharlos y contarlos. El ser humano tiende a querer tener siempre más información y saber más que nadie, esto en consecuencia puede desencadenar mensajes seductores y ambiguos destinados a ser creídos. El rumor puede nacer de una manera no intencionada o con una clara voluntad y estrategia para debilitar al otro. Aunque a veces es difícil controlar el efecto, ya que puede convertirse en algo devastador o puede quedarse en una anécdota inofensiva. Partiendo de esta base, haremos foco en el rumor político, una de las herramientas más utilizadas dentro del mundo político para la persuasión de masas y la influencia sobre el pensamiento colectivo. A su vez, el rumor se caracteriza por su cuestionable veracidad y sus serias consecuencias a futuro, si es que corre por demasiadas bocas. El rumor, sostienen especialistas, solía ser exclusivamente transmitido por vía oral, pero con la llegada de Internet y de las redes sociales esto cambió, actualmente se ha convertido en una gran fuerza que no debe ser subestimada ya que el acceso de cualquier persona a las redes hace posible que el rumor pueda adquirir instantáneamente un alto grado de credibilidad independientemente de su veracidad. Es tanta la influencia y el poder que poseen los rumores políticos, que en muchos casos fueron causantes del fracaso de campañas electorales, la caída de gobiernos y el desprestigio de un sinnúmero de presidentes. Tal y como dice el psicólogo social Nicolás Di Fonzo, “son cinco los factores presentes en la exitosa transmisión del rumor: incertidumbre, importancia, falta de control, ansiedad y convicción”. El rumor se caracteriza por su carencia de evidencias o de pruebas, pero aun así genera un alto grado de convicción. En muchos países se han realizado encuestas a la población, con el fin de hacer visibles los falsos rumores que circulaban en su sociedad, y los resultados establecieron lo siguiente: en Estados Unidos, más del 30 por ciento de la población asegura creer que Obama es musulmán; en Nuevo México, después de dos generaciones, más del 34 por ciento de la población sigue creyendo que una nave espacial de otro planeta se estrelló en Roswell en 1947 y que desde entonces el FBI custodia el secreto; el propio presidente Chávez se hizo eco de rumores acerca de que en Estados Unidos niegan el viaje a la luna o que “fabrican” terremotos como el de Haití. Increíblemente, estos como tantos otros rumores siguen circulando día a día, y es tanto su poder que no podemos lograr que desaparezcan del todo. Dos modernos investigadores, Brendan Nyhan y Jason Reifler, sostienen que “cualquier intento de desacreditar un rumor puede tener un efecto contrario y reforzar su aceptación”. Entre 2009 y 2010 estos académicos experimentaron con pruebas para desmentir falsos rumores sobre Irak y la religión de Obama. Su conclusión fue que confrontar información falsa con hechos, no es suficiente para combatir la percepción errónea de los ciudadanos, y que enfrentar un rumor con la verdad puede más bien fortalecerlo. Como dice el escritor Manuel Rivas, “los rumores son como la crecida de un río, no se pueden frenar”. Generalmente las personas que más inclinadas están a creer y esparcir rumores son aquellas que encuentran los rumores políticos compatibles con sus simpatías partidistas o ideológicas. VICTORIA HERRERA