48 CONOCER Zoom Excusas para no pensar los lectores preguntan a eduardo punset ¿Qué pasos debemos dar para no equivocarnos? E stoy en Santander, y la Escuela de Organización Industrial –del Ministerio de Industria– me ha pedido que les comente a los alumnos de este comienzo de verano los pasos que deben dar para no equivocarse. Estuve dudando un buen rato, pero al final pensé que iba a intentar recordar lo que los grandes sabios o premios Nobel me habían sugerido en el curso de entrevistas efectuadas los últimos veinte años para el programa de divulgación científica de La 2 de TVE. El primero que me vino a la memoria fue Ken Nealson. La NASA le había encargado a ese biólogo envidiable nada menos que inaugurar su programa de búsqueda de otras vidas en el espacio. Hasta que no se descubriera otro tipo de vida distinta de la nuestra, no podríamos compararnos con otros y sería imposible describir cómo éramos nosotros mismos. La verdad es que fue a raíz de la investigación de Ken cuando di con la foto más preciada, que me hizo llegar un buen amigo y que he guardado para siempre en mi despacho. xlSemanal 14 de julio de 2013 La fotografía reproducía el instante en el que una amonita de unos cien millones de años, acostumbrada a deambular por el fondo del mar, se sintió presa del pánico al encontrarse en medio de un torbellino geológico que la desplazó hacia arriba a velocidades vertiginosas, hasta encontrarse al lado de un cactus tranquilo en un desierto africano. Supongo que la amonita miró perpleja al cactus y que, desde entonces, jamás olvidó lo que era su propia vida. «Cada vez que veáis algo incomprensible –les dijo Ken a su equipo de investigadores–, siempre que no entendáis bien lo que está ocurriendo, que no sepáis lo que está sucediendo, concentrad entonces todos los motores y aparatos en lo que no entendéis, porque podría ser vida». Ken Nealson tenía la misma idea de la vida que los físicos cuánticos de comienzos del siglo XX: admitía que se había despejado cantidad de interrogantes, lcomo el momento de su aparición, pero quedaban sin revelar otros, como la forma concreta en que la vida apareció por primera vez. «Life is a mistake, Eduard», me dijo. Fue la gran contribución de Ken a mi propia vida y de los cuatro físicos cuánticos que, a comienzos del siglo XX, marina cano Esther Sánchez Villegas. correo electrónico "Su frase, que me conmovió para siempre, fue: 'Los que más me han enseñado son los que no sabían nada de lo mío'" explicaron al mundo cómo una partícula podía estar en dos hemisferios distintos a la vez, entremezclándose y desapareciendo cuando se las quería observar al mismo tiempo. Se tardó varias décadas en que este principio de incertidumbre penetrara en la mente dogmática de la mayoría, pero ya nadie podría discutir con el tiempo necesario el final del dogma. «La vida es una equivocación», y no sabemos cómo empezó. Sidney Brenner era premio Nobel de Medicina cuando lo entrevisté; recuerdo que se iba hacia un lugar de Extremo Oriente para estudiar la vida de organismos desconocidos para la gran mayoría. Su frase, que me conmovió para siempre, fue decirme: «Los que más me han enseñado son los que no sabían nada de lo mío». Sin darle importancia, de pasada, Sidney Brenner acababa de exterminar una de las teorías que más daño han hecho a la mente humana: la especialización exagerada y la negativa a salirse de su recodo; como decía Marx de los monetaristas, «cada vez saben más de menos, hasta que lo saben todo de nada». No hay que tener miedo a adentrarse en competencias diversas y alejadas de su propio conocimiento. El paso de organismos unicelulares a multicelulares fue muy importante; en realidad, es lo único importante que ha ocurrido en los últimos seiscientos millones de años, aunque los científicos que dedicaron muchos años a estudiar este tránsito no lograron explicárselo. Pero vale la pena hacer un viaje hasta Japón para intentar averiguarlo. n Si quiere participar en la sección, envíe sus preguntas a xlsemanal@tallerdeeditores.com o a XLSemanal. Excusas para no pensar. Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 7. 1.ª. 28027 Madrid.