Rev Clin Esp. 2010;210(8):394–396 Revista Clínica Española www.elsevier.es/rce EDITORIAL Éxtasis: un viejo éxito inquietante Ecstasy: A disturbing old success He dedicado más de cuarenta años a los problemas derivados del uso de alcohol y otras drogas. Para el ámbito de la Psiquiatrı́a, y para mı́ en particular, resulta muy reconfortante el que unos jóvenes clı́nicos de otra especialidad investiguen desde el ángulo privilegiado de las urgencias hospitalarias las sustancias cuyo abuso puede alterar la conducta. Parece soplar un aire nuevo que aminora la distancia entre lo que se disocia conceptualmente denominándose mental y su paradigma de oposición, lo corporal. Como si fueran dos entes distintos, y se olvide, más de lo prudentemente aconsejable, que solo son dos perspectivas de una sola y misma cosa: el ser humano. Son dos metodologı́as de aproximación a él, que tienden, por fin, a ser convergentes y no excluyentes en los últimos 25 años. El parámetro urgencias de hospital, con el análisis de lo ocurrido a través de los datos de las historias clı́nicas, retrospectivamente, en dos dı́as elegidos al azar, secuenciados en dos semestres consecutivos, existe en el Sistema Estatal de Notificación sobre Drogas y Toxicomanı́as desde 1990. Es un indicador de obligado cumplimiento en las autonomı́as de España y un dato cada vez más y mejor cumplimentado y comunicado con metodologı́a casi idéntica por las naciones de la Unión Europea. Pero sus datos no son comparables a los que en el artı́culo original se ofrecen, ni cualitativa ni cuantitativamente. Las conocidas como )drogas de diseño* son un cajón de sastre cuyo contenido es necesario clasificar y diferenciar. Con una clara intención mercantil se promueven como productos de un autor innovador, casi un artista, que está generando o promoviendo algo nuevo y mejor en el campo de la moda. De hecho, en inglés se las llama )designer drugs*1. Vende más y mejor. Técnicamente, se hacı́a referencia, hace ya treinta años, a modificaciones discretas en la estructura molecular de sustancias previamente bien conocidas, como la efedrina y otras fenil-etil-aminas, de la efedrona o metil-catinona, los opiáceos naturales o sintéticos, como el fentanilo, o los derivados de la meperidina. En ningún caso se incluirı́an el ácido gammahidroxi-butı́rico ni la cloro-fenilmetilamino-ciclohexanona (ketamina), ambos anestésicos registrados con prescripción y dispensación autorizada, aunque exclusivamente de uso veterinario. Además, el perfil del ácido gamma-hidroxibutı́rico y de la ketamina es sedante y en ningún caso estimulante o entactógena (facilitadora del contacto interpersonal) como los derivados de la efedra. El éxtasis (XTC) merece un capı́tulo aparte. Hasta cuenta con un eminente biólogo y farmacólogo investigador y promotor de su uso tanto terapéutico como lúdico: Alexander Shulgin, descubridor en 1974 del 2CB (Venus), un intento de competir en el mercado por medio de una sustancia al principio no prohibida ni por la ley americana ni por las convenciones internacionales hasta 1994. La historia del XTC tiene bastante de folklórico. En los años sesenta del pasado siglo fue un acompañante telonero habitual del consumo del compuesto dietil-amida del ácido lisérgico, especialmente en la California del Berkeley hippie por excelencia. Entonces era el metilen-dioxi-anfetamina (MDA). Una molécula más de tipo fenil-etil-amina2. Pero su éxito fue mediocre, y más cuando por no ser adictivo se mezcló el dietilamida del ácido lisérgico con anfetaminas convencionales diversas que sı́ lo eran, dando lugar a los )tripies*, que salvaron el negocio de los bajos fondos. Fue una época de pseudoinnovación y revisiones de las propiedades psicodélicas de muchas sustancias, en su mayor parte, descubiertas e investigadas por la industria quimicofarmacéutica europea antes de la gran guerra. Un derivado del MDA, conocido por metilen-dioxi-meta-anfetamina, es el actual XTC posmoderno. Fue sintetizado en 1910 y registrado como medicamento anorexı́geno en 1914 por los laboratorios Merck de Darmstadt. Ya tiene cien años lo más )guay* y súper de moda. Desde la década de 1980 el XTC ha tenido un uso progresivamente creciente. Hasta su )eclosión* en toda Europa a finales de la década de 1980, acompañando las fiestas rave en espacios abiertos y sin previa convocatoria anunciada. El teléfono móvil fue el vehı́culo avanzado de comunicación que salvaguardaba el secreto. Con pocas variaciones, el metilen-dioxi-meta-anfetamina ha llegado a España, y la prevalencia de su consumo es del 3,9% en 0014-2565/$ - see front matter & 2010 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rce.2010.04.009 EDITORIAL población general entre 15–64 años. El consumo medio en Europa es del 3,1%. En paı́ses, como España, su demanda se encuentra estabilizada, según datos de los últimos cinco años. Las pequeñas oscilaciones en su consumo son inversamente proporcionales a las de la demanda de cocaı́na. Existe un consumo de fin de semana cuantioso, solo superado por el alcohol y el cannabis. El 75% de su consumo se concentra en jóvenes con edades entre los 15–34 años. Generalmente se consume de forma esporádica en horarios de ocio durante los fines de semana y en entornos recreativos, especialmente en discotecas y en los llamados )escenarios pop* o )afterhours*, con alcohol en cuantı́a moderada o sin combinación alguna4. Los consumidores abusivos de riesgo cumplen la norma general de ser policonsumidores. Y es en este colectivo minoritario donde las consecuencias graves, incluso mortales, se han concentrado. La mayor experiencia nos venı́a del Reino Unido, donde se registraron hace ya 25 años algunas muertes )related to* (relacionadas con), pero cuidadosamente no )caused by* (causadas por) el consumo de XTC. Fue un debate medicoforense muy enjundioso. Los hallazgos de las autopsias eran casi idénticos a las muertes por deshidratación, semejantes a las producidas por insolación o golpe de calor. Escasa o nula especificidad. Aunque haya fundadas sospechas de su subnotificación, no parecı́a representar una seria amenaza para la salud pública. En España, los consumidores se han comportado de forma casi idéntica a los británicos5. Y las muertes, con más frecuencia de la deseable, se han acompañado de conductas casi delictivas por parte de los promotores y los organizadores de las macrofiestas o macroconciertos donde se han producido; se detectó incumplimiento de las más elementales normas sanitarias y humanitarias en buena parte de estas. No existı́a la posibilidad de conseguir agua ni en los retretes para forzar la adquisición de )XTC* en los mostradores de los bares propios. Donde estas circunstancias no se produjeron, su peligrosidad potencial no se ha traducido en cifras relevantes de morbimortalidad. En ciertas ocasiones y convocatorias de pop-rock ya en España trabajan algunas ONG muy cualificadas, como Energy Control, que informan y advierten a los posibles usuarios de cómo evitar mayores problemas si deciden comprar y consumir. Son trabajadores sociosanitarios generosos y voluntarios en la modalidad de reducción del daño y el riesgo. Salvo en Grecia, Chipre y Rumania, entre las que hay ciertas diferencias, el resto de los paı́ses de la Unión Europea aplican medidas de seguridad en discotecas y fiestas masivas para asegurar agua fresca gratis, atención médica urgente y riesgos del entorno próximo. Un modelo de referencia es el programa )Safer Dancing* de Inglaterra y Gales3. Una primera cuestión que debe plantearse es el hecho de que el contenido y la dosis de las )pastis* que se van a comprar y a consumir es desconocido y su formulación incierta. Los que las compren van a ser cobayas gratuitas de un experimento abierto sin garantı́as de la mı́nima seguridad y sin poder reclamar a nadie. El vendedor dice, en general, que es )XTC*, pero nos consta que no siempre es ası́, y que en los últimos tres años se ha combinado o cambiado por piperazinas (benzodiacepinas, mCPP), 2CB, catinonas, metanfetamina o los antiguos MDA y DEA, cuya sı́ntesis no necesita de precursores sometidos a un control internacional, cada vez más eficaz, pero que escasea en ocasiones. 395 El )XTC* es una sustancia de abuso que se percibe como muy poco peligrosa en el conjunto de Europa. En España, en particular, su riesgo percibido se aproxima mucho a los derivados del cannabis. Aquı́, paradójicamente, un paı́s con gran demanda, alcanza un precio medio de ocho–diez euros, mientras que en otros paı́ses de la Unión Europea oscila, como máximo, entre los tres–seis euros por pastilla. Aunque la tendencia de su consumo parece ser estable o baja, su manifiesta relación de sustitución recı́proca con otros estimulantes y la cocaı́na obliga a seguir vigilando su empleo. La mayor parte de las emergencias que provoca suelen resolverse en las 24 h siguientes. Y desgraciadamente, son de las que, con más frecuencia de la deseable, se pueden dar en menores de 18 años. Al igual que las intoxicaciones etı́licas agudas graves, cuando se está de guardia en un hospital casi todos los fines de semana se plantea el conflicto de avisar o no a la familia o a los responsables del menor. Habrá que establecer un más amplio debate que aclare mejor las responsabilidades de los profesionales, la familia y las autoridades del poder judicial. En este número de Revista Clı́nica Española, Galicia et al6 describen las caracterı́sticas de las consultas relacionadas con el consumo de )XTC* en un servicio de urgencias. Con seguridad, esta publicación se convertirá en poco tiempo en una referencia obligada en el ámbito europeo. Galicia et al6 recogieron los datos clinicoepidemiológicos de 498 enfermos durante más de siete años consecutivos. El 71% eran hombres y el conjunto tenı́a una edad media de 26,5 años. Acudieron a urgencias, esencialmente, por ansiedad o alteraciones del pensamiento (32,8%), agitación (17,2%), disminución del nivel de consciencia (7,2%) y convulsiones o movimientos anormales (5,6%). El 81% habı́a consumido otros tóxicos además del XTC, especialmente alcohol (53%), cocaı́na (36%) y XTC lı́quido (25%). Veintiséis pacientes (5%) requirieron ingreso (6 de ellos en cuidados intensivos) y 4 fallecieron (0,8%). Este estudio se ha realizado a partir de los datos recogidos en las urgencias de un hospital. El análisis de lo sucedido, partiendo de los datos de las historias clı́nicas, retrospectivamente, en dos dı́as elegidos al azar secuenciados en dos semestres consecutivos ya existe desde 1990 en el Sistema Estatal de Notificación sobre Drogas y Toxicomanı́as. Es un indicador de obligado cumplimiento en las autonomı́as de España y un dato cada vez mejor cumplimentado y comunicado con metodologı́a casi idéntica en todas las naciones de la Unión Europea. Esta información no es comparable a la que se ofrece en el original de Galicia et al6, ni cualitativa ni cuantitativamente. A pesar de la abundante autocrı́tica que se explicita6 con referencia a las limitaciones de un estudio unicéntrico, retrospectivo, con dos submuestras diferentes para conocer los aspectos evolutivos, sin posibilidad de confirmar los tóxicos consumidos y sin poder evaluar las emergencias que no llegan al hospital por ser atendidas en otros ámbitos, como los servicios médicos de urgencias, es la mayor serie investigada con exhaustividad en España y en Europa, donde, por cierto, tendrı́an siempre iguales o más limitaciones, con excepción del Reino Unido. En suma, el esfuerzo investigador realizado por Galicia et al6 es encomiable. Entre sus conclusiones señalan algo trascendental: mejorar la transferencia y la derivación del enfermo una vez dado de alta para que sea atendido a medio y a largo 396 plazo en la red sanitaria más idónea. Es esencial mejorar la accesibilidad desde el centro hospitalario a los servicios especializados del área donde puedan tratar y mejor retener a cada enfermo. A mejor accesibilidad y retención, mejor pronóstico del caso y de los parámetros de salud pública. El trabajo social debe optimizar la coordinación entre diversas redes paralelas, como el Sistema Nacional de Salud, la Salud Mental y la Red de Drogodependencias. La mortalidad referida por Galicia et al6 fue muy inferior a la que cabrı́a esperar: cuatro enfermos y todos ellos policonsumidores. De nuevo son casos relacionados con y no causados por el )XTC* en términos epistemológicos y forenses. Sin dejar de preocupar, esta mortalidad sigue siendo más baja, ponderada por su consumo, que la de muchos otros tóxicos ilegales. En España se atiende bien a las emergencias por drogas, incluso con un nivel muy bajo de rechazo u hostilidad que apenas sesga la intervención adecuada por prejuicios morales o éticos en relación con el estilo de vida de los pacientes. El ı́ndice de fugas de la urgencia no supera el 6%. No obstante, y como apostilla final, en España ningún consumo de sustancias susceptible de abuso con y sin dependencia es superior en prevalencia, cuantı́a, frecuencia, urgencias, complicaciones médicas, psicológicas, laborales ni costes sociales al del alcohol etı́lico. Y complica, por sı́ mismo, los problemas de otros consumos de drogas ilı́citas. EDITORIAL Bibliografı́a 1. Morgan JP. Designer drugs, en Substance Abuse, 3 ed. Williams & Wilkins; 1997 p. 264–269. 2. Grob C, Poland R. MDMA, en Substance Abuse, 3 ed. Williams & Wilkins; 1997 p. 269–276. 3. El Problema de la drogodependencia en Europa. Informe anual 2009. Observatorio europeo de las drogas y las toxicomanı́as. Lisboa 2010. 4. Bobes J, Saiz P, editores. Monografı́a Drogas Recreativas. Revista Adicciones. 2003;5. 5. PNSD. Publicaciones. Delegación del gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Drogas de sı́ntesis en España. HTML de su Web Site. Ministerio de Sanidad y Polı́tica Social. 6. Galicia M, Nogué S, Sanjurjo E, Miro O. Consultas urgentes derivadas del consumo de éxtasis (MDMA) y derivados anfetamı́nicos: perfil epidemiológico, clı́nico y evolutivo. Rev Clin Esp. 2010. C. Álvarez Vara Comisión Clı́nica de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Ministerio de Sanidad y Polı́tica Social, Instituto Complutense de Drogodependencias, Facultad de Medicina, Universidad Complutense, Madrid, España Correo electrónico: calvarez.vara@telefonica.net