LOS SACRAMENTOS DE SERVICIO A LA COMUNIDAD: EL SACRAMENTO DEL ORDEN SAGRADO Como bien lo hemos mencionado, la Iniciación Cristiana es un proceso que nos inserta en el Misterio Pascual de Cristo y en su Cuerpo, que es la Iglesia. Ahora bien, al ser integrados a su Cuerpo, los cristianos asumimos responsabilidades y tareas en el proyecto de salvación que el Señor lleva adelante con su pueblo. Por esta razón, por medio de los sacramentos de servicio a la comunidad, Cristo sigue presente en medio de este mundo capacitando a algunos fieles para que a través del Orden Sagrado o el Matrimonio colaboren en la edificación del Reino. En efecto, estos dos sacramentos […] están ordenados a la salvación de los demás. Contribuyen ciertamente a la propia salvación, pero esto lo hacen mediante el servicio que prestan a los demás1. Ahora bien, el Orden Sagrado tiene un papel particular en esta obra de salvación de la comunidad cristiana. Es decir, por medio del sacerdocio (obispos y presbíteros) y del diaconado (diáconos), Cristo [elige] dispensadores de los santos misterios, para que en todas las naciones de la tierra se ofrezca el sacrificio perfecto, y con la palabra y los sacramentos se edifique la Iglesia […]2. Para cumplir con esta tarea, los obispos y presbíteros que han sido llamados al sacerdocio ministerial [presiden] en nombre de Dios el rebaño del que son pastores (San Ignacio M., Philad., 1.1; Mag. 6, 1, ed. Funk, I, p. 264 y 234)3. Esta misión la cumplen a través de tres servicios bien definidos: enseñar, santificar y gobernar a la comunidad cristiana4; siendo esta función de regir la que los distingue del resto de ministerios. Por su parte, los diáconos que el Señor escoge para esta vocación particular, son destinados al servicio […] de la liturgia, de la palabra y de la caridad5. Por una parte, la caridad es la tarea que les distingue de los otros servidores, no porque sea una virtud propia del diaconado, sino porque les corresponde enseñarle a la comunidad en qué consiste la vivencia del amor cristiano. Pero además, el diácono […] no es ordenado para el sacerdocio sino para que sirva al obispo […]6. Esto significa que no son sacerdotes, no presiden la comunidad; su tarea es más bien asistir a quienes tienen esa responsabilidad, es decir, a los sacerdotes (obispo y presbíteros). CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, “Segunda parte. La celebración del misterio cristiano”, Bilbao: Asociación de Editores del Catecismo, 2010, n.1534, p. 428. 2 Misal Romano. Renovado por decreto del Concilio Ecuménico Vaticano II, promulgado por la autoridad del Papa Pablo VI y revisado por el Papa Juan Pablo II. Edición típica para México según la tercera edición típica latina, aprobada por la Conferencia del Episcopado Mexicano y reconocida por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: “Prefacio II: Cristo, origen de todo ministerio eclesial": México: Obra Nacional de la Buena Prensa, 2013, p. 984. 3 CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Lumen Gentium’ sobre la Iglesia”: Concilio Ecuménico Vaticano II. Constituciones, Decretos y Declaraciones. Edición bilingüe patrocinada por la Conferencia Episcopal Española, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2000 2, n. 20, p. 63. 4 Cf. Ibíd., n. 25-27, p. 75-85. 5 Ibíd., n. 29, p. 91. 6 HIPÓLITO DE ROMA, La Tradición Apostólica, Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica, colec. “Cuadernos Phase” 75, 20105, p. 29. 1 En conclusión, para realizar su obra de salvación en medio de la humanidad, Cristo se sirve de bautizados a los que capacita para que guíen y encaucen los esfuerzos de la Iglesia en la instauración del Reino de Dios, de manera que los cristianos luchemos por la salvación de todos. Por supuesto, esto nos compromete a colaborar con amor y a orar por los sacerdotes y diáconos, para que sean capaces de entregarse por entero a la comunidad, cumpliendo cada uno con las tareas propias a las que el Señor les ha llamado.