“NARRADOR CONFUNDIDO” Hoy te voy a contar un cuento. ¿Qué cuento me vas a contar? Ricitos de Oro y los tres cerditos. ¿Pero no es Ricitos de Oro y los tres ositos? Mentira, un día Cenicienta… ¿Cenicienta? Calla…Un día Blancanieves perdida en el castillo. ¿En el castillo? Déjame seguir, perdida en el castillo, se encontró con una habitación habitada por Drácula. ¿No me estabas contando Ricitos de Oro? Te estoy contando Caperucita Verde. ¿Caperucita Verde? ¿No es Caperucita Roja? Es que su abuelita sólo le pudo tejer una capa roja, y como no tenía ganas de levantarse, le hizo una caperuza verde y otra azul, lo que pasa es que la caperuza azul no le gustaba. No te sabes el cuento, te los estás inventando todo. No te sabes el cuento, y encima el cuento lo estoy contando yo. Vale, sigue. Siguiendo al cuento, mientras, caminaba con su pajarito morado. ¿Un pajarito morado? ¿No se supone que es un cuento? Sí. Pues déjame seguir, mientras Caperucita iba a bañarse a la playa. ¿Pero no vivía en las afueras del bosque? Claro, vivía en la ciudad, bueno sigo, cuando iba al río a coger agua se encontró con la abuelita pescando. Me aburre el cuento, no sabes contar cuentos, el próximo día lo cuento yo. Sandra Cuesta Gutiérrez Primer Premio Primera Categoría “UNA ANTIGUA AMISTAD” Hace mucho tiempo, en la prehistoria, había una niña llamada Ur. Pertenecía a una tribu nómada, y tenía un hermano, Kal. Ur tenía 12 años y Kal 7. Cierto día, llegaron a unas cuevas desconocidas, y decidieron quedarse allí una temporada. Frente a la cueva, había un río, donde los niños de la tribu disfrutaban bañándose y jugando. Por las noches, si hacía frío, utilizaban madera de algunos árboles para encender fogatas. Y para alimentarse, las mujeres recolectaban moras, miel, manzanas, castañas, nueces… y también se acercaban hasta el mar para coger bígaros o arcinos. Los hombres cazaban, y de los animales conseguidos se comían la carne, utilizaban la piel para hacerse ropa o decorar la cueva y aprovechaban los huesos para confeccionar collares, pulseras o tobilleras. Y en la pesca participaban hombres y mujeres, consiguiendo truchas, salmones… A Ur le encantaba estar en el río con sus amigas, pero a veces tenía que ayudar en la pesca, pues ya no era tan niña. También le gustaba jugar con Kal, su hermano. Inventaban muchos juegos, como por ejemplo que uno esté un rato con los ojos cerrados mientras el otro se escondía, y luego había que encontrarlo, o hacían carreras a la pata coja o saltando con los pies juntos. Un día se escondieron detrás de un arbusto para ver cazar a los hombres de la tribu. Cazaban unos animales de pelaje oscuros, más grandes que los hombres, con el hocico alargado, pelo en el largo cuello y una gran cola. Los ahuyentaban hasta que los metían en un corral, y luego los domesticaban. Días más tarde, Ur y Kal se encontraron con uno de esos extraños animales, pero estaba tirado en el suelo y respiraba muy mal. Se acercaron para ver qué le pasaba y vieron que tenía una herida en el lomo. Ur sabía lo que había que hacer, pues lo había visto alguna vez, en el corral de la aldea. Le pedía a Kal lo que necesitaba y él venía corriendo con ello. Cuando el animal se curó completamente se hizo amigo de Ur y Kal, ya que le habían salvado la vida. Estuvo con ellos unas semanas, pero se tuvieron que despedir, porque si el animal seguía con ellos, lo acabarían cazando. Los dos hermanos lo vieron irse tristemente. -Tenemos que hacer algo para recordarlo-dijo la mayor.-Podríamos dibujarlo en la cueva.-sugirió. Y así lo hizo. Mientras Kal sujetaba un recipiente con una mezcla de óxido con agua, Ur pintaba la cara de aquel animal lo más definida posible. Miles de años después, un grupo llamado Torreblanca descubriría esa cueva, dándole el nombre de Tito Bustillo, y se encontrarían con ese dibujo hecho por Ur y Kal para recordar a su amigo, que era un caballo, y que serviría como símbolo para el pueblo donde se instalaron, Ribadesella. Lucía Alonso Puente Segundo Premio Primera Categoría “SALIDA AL ESPACIO EXTERIOR” Hola lector, ésta es mi historia me llamo Ramón, me conocen con el sobrenombre de ¡AAAH! Porque es lo que provoco cuando las chicas me ven con mi traje de astronauta. Incluso alguna que otra se desmaya. Yo soy un astronauta de ojos marrones, el pelo castaño, la nariz chata y siempre estoy sonriente. Para saber mi historia nos remontaremos al pasado: una vez una cigüeña llevaba un niño… ¡eh eh eh eh! No tan atrás. Vamos a mi primer día de trabajo, es muy interesante, me meten en una especie de lavadora gigante y me hacen girar sin parar y cuando tengo los ojos vueltos y el estomago más revuelto me sacan. Es perfecto, no sé si estoy en la Tierra o en Marte hasta que me dan un poco de bebida isotónica y reconozco mi alrededor. Ando con mi traje como un pato porque cómodo lo que se dice cómodo no es.Mi comida son solamente pastillas que no saben a nada y caben en una mano. Mientras mastico pienso en la comidita que hace mi mami, esto dura poquísimo lo que tardo en tragármelas. Me meten en una cámara comprimida y quieren que con unos inmensos guantes y flotando saque una tuerca de un tornillo, very difficult for my, pero también lo hago. Estudio física, astronomía, matemáticas, química molecular etc. En fin, un buen trabajo sabiendo que estaré unos años sin ver a mis familiares y amigos, y sin hacer cosas triviales. Pero a mi me gusta que las chicas chillen y mi traje de astronauta. Me llamo Ramón y os veré desde el espacio estelar. Adrián Minordo Ocaña Tercer Premio Primera Categoría