las escarchas y fríos tardíos estraordinanos^qüe suelen acabar con casi todas las plantas delicadas, cuando se siembran m u y anticipadamente en la primavera. Prospera igualmente en toda clase de t e r renos, con tal que la tierra esté bien barbechada, abonada con e s tiércoles , y labrada á la profundidad correspondiente. La labor d e be ser mucho mas honda que la que comunmente se da para el cultivo del trigo y demás cereales, porque la planta es mucho mas crecida, y sus raizes se introducen mas profundamente en la tierra. Por no atender á esta circunstancia tan esencial esquilma el maiz el terreno mas de lo que debiera, pues apura y consume la porción de jugos ó sustancias alimenticias propias para su conservación é incremento, que encuentra en aquella corta porción de tierra labrada y movida, y este suele perjudicar á las cosechas de las demás e s pecies de cereales que se cultivan inmediatamente después en ei mismo terreno. Para el cultivo del maíz se destinan regularmente los rastrojos del año anterior, alzándolos á últimos de otoño ó principios de invierno, luego que la tierra se halla bien recalada y r e blandecida con las lluvias estacionales; se binan á últimos de F e brero ó en M a r z o , y se cobechan al tiempo de hacer la siembra. Algunos dan una entrecava al terreno; luego la igualan y distribuyen en eras proporcionadas, y le siembran en seguida. Muchas v e zes se emplean para el cultivo de esta planta las tierras que han producido alguna cosecha de las que se siegan en verde por la p r i mavera para dárselas en clase de forrage al g a n a d o ; se labran y preparan con una ó dos vueltas de a r a d o , y después se siembran. E n las provincias frescas y húmedas del reino, como en las de G a licia, Asturias, V i z c a y a y otras, se cultiva el maiz de secano, y produce muy bien; pero en las cálidas y secas necesita precisamente del auxilio del riego para poderse criar y prevalecer. Cuando la tierra está bien preparada y dispuesta para recibir el maiz, se abren unos surcos derechos, que por lo regular se hacen con el azadón, aunque y o tengo por mas económico abrirlos con el arado, y en el fondo se va echando la simiente con la m a n o ; en cada golpe se suelen echar dos granos juntos; los surcos se dejan á la distancia de dos pies y medio á tres unos de otros, y los granos en las hileras á la de pie y medio con corta diferencia, y luego se cutren con el arado ó con el azadón. En algunas partes igualan y allanan m u y bien toda la superficie del terreno después de cavado o labrado, y siembran las simientes ó granos de maiz con un p l a n tador, abriendo á las distancias proporcionadas unos hoyos de c u a tro dedos de h o n d o , y echando en cada uno dos simientes, que se cubren inmediatamente con la misma tierra. Generalmente se acostumbra sembrar dos granos juntos de maiz en cada golpe ú h o y i j con la idea de que si el uno se desgrana, ó no sale por algún t 0