Peluquería Sálvese quien pueda

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Peluquería sálvese quien pueda y otras
historias
Y desde el co
16 en Alemania
Mienzo
20
Toda la
de
Casa es
mayo
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Ba
esto sucedió
Esa noche había dormido bien, pero tuve pesadillas. Apenas me levanté,
sentí un mal presentimiento en mi interior y cuando fui a desayunar, lo
comprobé. Mi casa parecía una casa de locos: mi papa tenía rulos en la cabeza
y estaba cortándole el pelo a mi hermano; mi ñaño no paraba de murmurar
palabras como: debo ayudar a la familia, lavaré los platos, cocinaré, limpiaré la
casa, barreré el piso, desempolvaré los sillones, bañaré al perro; el bebé estaba
vestido con terno y camisa, se había vuelto jefe de una empresa e iba rumbo al
trabajo en el carro, y mi madre estaba vestida con un rarísimo traje de
astronauta con el sello de la Nasa y gritaba: conquistaré el universo, visitaré el
mundo, me subiré a una nave espacial, conoceré la luna.
Después mi papá se fue a su nueva peluquería y, aunque no lo parezca,
tenía muchos clientes y ellos estaban muy a gusto porque era una peluquería
enorme. Mi padre les servía bebidas y snacks, pero ahí terminaban los talentos
de papá, porque quería ser peluquero, pero de peluquero no tenía nada. Como
había tantos clientes, no podía concentrarse, confundía el esmalte con el tinte
de pelo, cortaba el pelo a los clientes mientras revisaba su wasap, el corte que
hacía era tan pequeño que las personas parecían calvas, pintaba el cabello de
las damas con colores extravagantes como: púrpura, verde, naranja, etc. En
fin, si por mí fuera, yo le habría puesto de nombre: ¡peluquería sálvese quien
pueda!
Mientras tanto en mi casa, Matías, que tenía cinco años, ponía la
vivienda patas arriba, intentaba limpiarla, pero no lo lograba, inundaba la
casa con el agua del lavaplatos y mientras los lavaba, rompía varios, quemaba
los focos de tanto prenderlos y apagarlos, manchaba la ropa al lavarla y
mezclaba los colores, no recordaba dar la comida al perro, etc. Creo que si
sigo contándoles todo lo que hizo mi hermano, van a descubrir cuan
desordenada encontré la casa cuando llegué, así que voy a hablarles del bebé.
Como ya les conté, mi mamá era astronauta. Resulta que mi mamá,
desde su primer día de trabajo, había sido contratada para un viaje de
reconocimiento hacia la Luna, y cuando Yo me enteré, Ella ya estaba en
camino, así que tuve que hacerle una video llamada. Lo que vi fue espantoso,
mi madre estaba saltando y jugando, de modo que no dirigía la nave, y así la
nave se desvió de su rumbo. Yo le grité, ¡mamá, presta atención a la nave! Y
mi madre esta vez volvió a tomar el control de la nave: dime hijo; —Mamá,
¿por qué no me comentaste que te ibas? —No te preocupes, hijo, ya volveré,
respondió Ella.
 José Ignacio Parreño
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