Historia de Pinel y la liberación de los dementes RINCÓN DE LA CULTURA Act Terap Dermatol 2004; 27: 56 Prof. Dr. Pablo A. Viglioglia Un poco de distracción no viene mal La finalidad de esta columna, es liberar momentáneamente al dermatólogo de los temas exclusiva o puntualmente médicos, introduciéndolo en el fascinante mundo de los acontecimientos históricos, artísticos, literarios, e inventos que han conmovido la humanidad. Historia de Pinel y la liberación de los dementes A pesar de que la medicina en general tuvo su renacimiento en el siglo XVI, el progreso de la psiquiatría en ese período se malogró. Los locos eran quemados como brujas y aún cien años después eran tratados como animales o criminales. Uno de los métodos más comunes y menos crueles era la restricción con cadenas y esposas. Muchos eran arrojados a calabozos húmedos y oscuros. Palizas, chapuzones fríos, purgas drásticas, eméticos y humillaciones físicas constituían recursos terapéuticos habituales. Rara vez vistos por los médicos, los locos eran objeto de los antojos, caprichos, y crueldad de cuidadores ignorantes, muchos de ellos criminales y forajidos provenientes de las cárceles vecinas. Felipe Pinel nació el 30 de abril de 1745 en St. André d'Alayrac, pequeña aldea del sur de Francia. Inició sus estudios en la carrera eclesiástica, pero luego tornó a la medicina como su padre y su abuelo. En Tolouse tomó gran interés en las matemáticas y llegó a graduarse en ella. Recibió su título de médico en 1773 y continuó sus estudios cinco años en la Universidad de Montpellier. Llegado a París en 1778, no se dedicó a la práctica de la medicina por varios años, sino que se instaló modestamente en el Barrio Latino, ganándose el sustento por medio de la enseñanza de las matemáticas y dedicándose a la literatura médica. Visitaba frecuentemente el hospital privado del Dr. Belhomme, donde transitaban enfermos mentales. En ejercicio de sus funciones, Pinel tuvo que presenciar la ejecución de Luis XVI; se le confiaron posiciones médicas de importancia durante la Revolución y el Terror; fue testigo de la carrera de Napoleón, y sirvió también durante la Restauración. Fue honrado y condecorado por cada uno de estos gobiernos, a pesar de lo cual permanecía fiel a sus convicciones y firme en sus esfuerzos dirigidos a mejorar el tratamiento de los enfermos mentales y aliviar sus sufrimientos. El 25 de agosto de 1793 asumió la dirección de la Bicêtre, una combi- nación de cárcel y asilo de alienados. Personalmente presentó, ante la Oficina Central de la Comuna, un proyecto para quitar las cadenas de los locos. Couthon, presidente de la Comuna, le otorgó autorización para llevar a cabo su experimento. Al principio hizo quitar las cadenas a un número reducido de pacientes. Los resultados favorables justificaron su posición. Gracias a la libertad física, el tratamiento humano, al aire fresco, a los baños, a la buena comida y, por sobre todo a la paciencia, la bondad, la firmeza, muchos considerados incurables se recuperaron. El 4 de diciembre de 1794, Pinel fue nombrado profesor de medicina interna y en 1795 administrador de la Salpétrière, arsenal donde se preparaba el salitre para la pólvora del ejército, convertido en hospital de indigentes y en 1660 destinado a asilo de alienados. En la Salpétrière Pinel puso nuevamente en práctica sus ideas liberando a las enfermas de sus cadenas y grillos; reorganizó y reeducó a pacientes, guar- Felipe Pinel, padre de la psiquiatría, ordenó en 1795 que se quitaran las cadenas y los grillos a los alienados de la Salpétrière. dias y personal médico. Estableció un sistema permanente de registro, sentando normas para la administración de hospitales para enfermos mentales. Pinel continuó trabajando y siendo objeto de honores, hasta que en 1823 sufrió una hemorragia cerebral que lo incapacitó; el 25 de octubre de 1826 un segundo ataque le causó la muerte. Entre sus escritos se destacan la clasificación de las enfermedades (Nosografía filosófica) y sus publicaciones sobre psiquiatría (Tratado médicofilosófico sobre la manía). Sus ilustres discípulos, su hijo y un sobrino continuaron su labor. Para sus contemporáneos, Pinel era conocido como la autoridad indiscutida de los círculos médicos de Paris durante veinte años. En la actualidad, sin embargo se lo recuerda como un gran psiquiatra, que no solamente amó a sus pacientes y creía que podían ser curados, sino que además reemplazó teorías y clasificaciones vanas por observaciones exactas y sobre la base de ellas, se colocó en posición no alcanzada previamente para ayudar a los enfermos mentales. Modificó los métodos tradicionales con el cuidado físico adecuado, la clasificación y separación de los enfermos con fines de tratamiento especializado, las medidas psicológicas y la laborterapia. Su devoción a la observación, su prudencia en la medicación y su estatura moral se combinaron para hacer de Pinel digno sucesor de Hipócrates, el antiguo maestro a quien tanto admiraba. ❑ Prof. Dr. Pablo A. Viglioglia