Política, corrupció i justícia Recull d’articles i reflexions sobre les sentències de Jaume Matas i Maria Antònia Munar 26 de juliol de 2013 La corrupció política a les Balears, només passat? Editorial – AraBalears Ahir es varen conèixer al mateix temps dues sentències que afecten dos dels principals polítics que han tingut les Balears els darrers temps. Una afectava l'expresident del Govern balear i exministre Jaume Matas, del PP, i l'altra, l'expresidenta del Parlament balear i del Consell de Mallorca Maria Antònia Munar, del desaparegut partit Unió Mallorquina. Tots dos havien estat socis de govern entre 2003 i 2007 i, durant molts anys, les persones més poderoses de les Illes. En el cas de Matas, el Suprem confirmava la condemna de tràfic d'influències per haver influït en la concessió d'una subvenció al periodista que li redactava els discursos, tot i que desestimava altres delictes com el de prevaricació o malbaratament de diners públics. Així, dels sis anys a què el va condemnar l'Audiència de Palma, ha passat a només nou mesos. La sentència contra Munar, que encara no és ferma, la condemna a sis anys de presó per prevaricació i frau en la venda "manipulada" d'un solar públic al centre de Palma. El més greu del cas, però, és que aquests dos casos no són l'excepció en la seva carrera política. Tant l'un com l'altra tenen per davant altres judicis per corrupció. La llista és llarga, com també ho és la d'altres polítics imputats. Sense anar més lluny, en els propers dies dos exconsellers balears de Turisme, ambdós d'UM, entraran a la presó per diversos càrrecs. La societat illenca està fins i tot cansada de tants casos que omplen cada dia les pàgines dels diaris i es demana què ha passat perquè el Tribunal Suprem rebaixi d'una manera tan considerable la pena de Matas. Els ciutadans mereixen totes les garanties de revisió que preveu l'ordenament, però sobta que aquest procés sigui tan favorable per a l'expresident. I més encara si es té en compte que un dels magistrats ha emès un vot particular contrari a tanta rebaixa. Tots aquests casos mostren com la corrupció formava part de l'ADN d'alguns partits amb poder a les Illes. Un, UM, es va desfer després del reguitzell d'acusacions. L'altre, el PP, va voler marcar un abans i un després amb l'etapa Bauzá. Ara s'ha llevat el quadre de Matas de la seu del Govern. El temps dirà si la corrupció és cosa del passat. De Molt Delinqüent a Delinqüent Matías Vallés – Diario de Mallorca El Supremo dicta sentencia "en el ejercicio de la potestad jurisdiccional que la Constitución y el pueblo español le otorgan". Hasta donde puede medirse la opinión pública, nunca un tribunal se alejó con tanta vehemencia del "pueblo" que le otorga su legitimidad como al indultar parcialmente a Jaume Matas. El expresident desciende de Molt Delinqüent a Delinqüent a secas. Respecto a Mallorca, el Supremo se ha comportado como un instancia colonial, situada al margen de la tesis de que "el aumento de casos de corrupción en la nuestra y en otras comunidades ha generado en la sociedad un clima de hartazgo que precisa también una contundente respuesta por razones de prevención". Este pronunciamiento figura en la detallada sentencia en que la Audiencia de Palma revalidó ayer su compromiso contra la corrupción, simbolizado esta vez en una condena de seis años a Maria Antònia Munar por Can Domenge La Sala Garzón del Supremo sólo condena a los débiles. Sorprende la avidez por perdonar a los poderosos, por parte de jueces cuya vertiente punitiva aflora desde su propia coletilla penal. Francisco Camps, el exministro socialista José Blanco y el exministro popular Matas han recibido un tratamiento versallesco en fechas muy próximas, mientras se condenaba a la pena de muerte profesional al juez que simboliza la marca España en cuanto a lucha contra la corrupción. El perdón a Blanco sin necesidad de juicio es inseparable de la importante reducción de pena al corrupto Matas, y no sólo por la presencia del exfiscal general Carlos Granados en ambas sentencias. En cambio, los políticos mallorquines sin el paraguas de PP y PSOE reciben penas de cárcel merecidamente ejemplares en el Supremo. Débiles condenas para los poderosos, condenas poderosas para los débiles. El ministro de Aznar se salva de la cárcel, y las instituciones encajan otro golpe en su reputación. El propio Matas suscribe la atmósfera de camaradería, cuando el político corrupto se alegra desde su lugar de veraneo de que los jueces se hayan sustraído a la presión ambiental. Es decir, han podido actuar en las habitaciones llenas de humo y al margen del condenado –este sí– "pueblo español", que en teoría se pronuncia a través de sus magistrados. El revocamiento de esta peligrosa connivencia figura en la propia sentencia del Supremo. En concreto, en el ejemplar voto particular del magistrado Alberto Jorge Barreiro, que desmantela con dos papirotazos jurídicos la artificiosa construcción de sus compañeros de sala para soslayar la prevaricación del exministro. Es más sencillo desmontar una mentira que urdirla. El juez disidente recuerda a sus colegas que "se da así en no pocas ocasiones la grave contradicción de que la persona que es la máxima responsable de la acción delictiva es condenada como mero partícipe, y quien es un mero ejecutor de los mandatos de su superior, competencial y disciplinariamente, es condenado como un auténtico autor". El suplicio de los débiles y la salvación de los poderosos, aquí en lenguaje jurídico. Por cierto, se añade que "la autora material del delito de prevaricación es Rosa Estarás", con la entusiasta participación de Matas. La doctrina del Supremo conduce a que Matas no contrató al periodista Antonio Alemany, se lo impusieron sus sedicentes subordinados con aviesas intenciones. En cuanto deje de reír, imagine al pobre president, aislado en el Consolat mientras sus inferiores urdían su perdición y perseguían salpicarle con sus delitos. Interrumpa un segundo la carcajada para recordar que dos de los acusados se confesaron culpables de una prevaricación que según el altísimo tribunal no existe. Nunca hay que subestimar las posibilidades cómicas de la justicia de campanillas. La sentencia reconoce su atípica misión, en el laborioso estreñimiento que negocia para liberar de la mayoría de ataduras al corrupto Matas. Es un texto culpable hasta el punto de que admite a regañadientes que "podrá existir una irregularidad administrativa, e incluso otra figura delictiva distinta". Magro alivio, sólo merma el crédito del Supremo. Salvado el escollo de la pena de prisión para el exministro, la sentencia fluye con soltura al entretenerse en las culpas mayores de acompañantes como Alemany o Joan Martorell, un director de Comunicación que gozaba de menos autonomía que el pomo de una puerta. Atascado. No cabe entrar en el mal gusto habitual de Matas, que recibe una condena del Supremo como delincuente con una rueda de prensa desde su lugar de veraneo. Mientras se pavonea, el autor de sus discursos arrastra una pena que conlleva la entrada en prisión, pero al president de Balears nunca le perturbaron las desgracias de sus adeptos. La importancia política de la fecha de ayer radica en el correcto funcionamiento de la sociedad de socorros mutuos PP/PSOE. En la adaptación provinciana, sorprende la confusión Suprema del funcionamiento de Balears o de cualquier estructura de poder, véase de nuevo el párrafo del voto discrepante sobre la pirámide invertida de la responsabilidad. Aunque el pesimismo ante la condena adelgazada sólo afecta a quienes idealizaron el viraje en la lucha contra la corrupción, sorprende la capacidad de retorcimiento textual, el asalto a los intocables "hechos probados", las acusaciones gravísimas contra los juzgadores que en la Audiencia habrían introducido "elementos subjetivos" o "hechos psíquicos". En efecto, la sentencia bordea a menudo la parapsicología y, en unos magistrados que presumen tanto de Constitución, tal vez conviene recordarles que la palabra "constituida" no se acentúa, aunque ellos la atilden para impostarle la enjundia que sus textos le requisan. Cambio ministro popular por ministro socialista, para demostrar que la justicia es una ciencia exacta. La sentencia de ayer permite calcular que la suma de condenas a personajes poderosos en los casos de Bárcenas, Urdangarin o los EREs no excederá de cinco años. El "pueblo español", en cuyo nombre se imparte justicia, deberá plantearse si la economía procesal y la monetaria no sugieren la suspensión de causas judiciales diáfanas para cualquiera que no ocupe un sillón en el Supremo. Entretanto, la sentencia de la Audiencia de Palma contra la trama de UM en Can Domenge exhibe un trabajo hercúleo de desentrañamiento de la maraña burocrática tejida por el partido desaparecido. Munar basó su defensa en la arriesgada tesis de que ignoraba los manejos de subordinados que no pestañeaban sin el permiso de su lideresa. Nadie puede aceptar esta versión en Mallorca, únicamente el Supremo avalaría tan ingenuo desconocimiento. Por desgracia, Munar carece de padrinos en Madrid. Cabe recordar que sólo se ha juzgado la primera parte del mayor soborno de la historia de España, según han confesado el sobornador, los sobornados y hasta el intermediario de los cuatro millones de euros. En sí misma, la decisión de vender a 30 millones un solar público de 60 millones provoca un estupor superior a cualquier condena penal del "traje a medida", por utilizar los términos de la Audiencia. Sobre todo, porque los dirigentes de UM trabajaron, según constata la condena, a plena luz del día y mientras se amontonaban las críticas a su delictivo proceder. Los escándalos políticos se descubren años después de haber ocurrido, hasta seis en el caso del Túnel de Sóller. La innovación mallorquina consiste en hacer de Can Domenge un ejemplo de corrupción en directo. Desde el primer momento se alertó a los dirigentes de UM y del Consell de la flagrante ilegalidad en que estaban incurriendo. Nunca podrá decirse con mayor propiedad que los condenados tienen exactamente lo que buscaban, cuando desafiaron abiertamente la reacción a la venta incalificable. Cabe recordar que UM es el partido de todos los mallorquines. No sólo por su definición, sino porque cada votante de la isla ha aportado su sufragio a alguna formación –PP, PSOE, PSM, IU, Verds– que pactó ocasional o perdurablemente con Munar. Esta transversalidad conlleva el dolor del colaboracionismo, así en los miembros populares del Consell que levantaban dócilmente su mano para apoyar el fraude de Can Domenge como en el tácito asentimiento de Antich a la política de su conselleria de Turismo. Si hubiera que compendiar las dos sentencias conocidas ayer en un único personaje, Miquel Nadal sintetiza a la perfección a los gobernantes de PP y UM durante la legislatura que va de 2003 a 2007, con todo lo que ello comporta. Carente de personalidad propia, admiraba equitativamente a Munar y a Matas. Según los jueces, también calcó el modo de actuar de sus ídolos, por lo que ha recibido una condena proporcionalmente superior a su arquetipo en el Govern. Icaro voló demasiado alto, sin protección solar. Un párrafo judicial emitido ayer debería figurar en el frontispicio de todas las instituciones. Tras señalarle las penas, la Audiencia recuerda a Munar que la corrupción de los gobernantes "que utilizan el poder para sus propios y desviados intereses requiere que su castigo y represión sean ejemplares, pues quebrantan la confianza de los ciudadanos en la democracia y en el estado de Derecho". El Supremo opina que tampoco. Matas té cera del Corpus Joan Riera – dBalears No hi ha dubte que Jaume Matas té cera del Corpus. La sentència a sis anys de presó dictada per l'Audiència Provincial ha quedat reduïda a nou mesos. Tota una podada espectacular protagonitzada pel Tribunal Suprem, que admet l'existència del delicte de tràfec d'influències però absoldre tots els altres que li endossava Can Berga. Sembla una mica incoherent que un president del Govern cometi el delicte de tràfec d'influències i no caigui en cap altra dels conceptualment lligats a aquest. Sembla un absurd tant jurídic com de sentit comú. Però així és el Tribunal Suprem. La diputada Rosa Díaz veu un tuf estrany en tot el que està passant. Sembla com un canvi de cromos quan els implicats són exministres d'Espanya. Fa uns dies li arxivaren l'afer Campeón al socialista Pepiño Blanco, que pel que sembla jugava a conillons per les benzineres. I ara Matas se'n surt amb nou mesos, la qual cosa significa que no anirà a la presó. És sorprenent, en principi, que el president del Govern se'n surti amb quasi una tercera part de la pena que se'n du el seu periodista de cambra Antonio Alemany (dos anys i tres mesos). Però així és la justícia, que mira molts d'aspectes i perfelans. Haver estat ministre pesa molt a Madrid, rompeolas de todas las Españas, i més si, com en el cas de Jaume Matas, formava part del Gabinet l'imperial Aznar, autèntica ombra del via crucis que ara entravessa Rajoy. Matas sap tal quantitat de secrets d'Estat que no hi ha cap gana per Madrid de dur-lo una temporada a l'ombra. I prou viu és ell. Amb l'afer del Palma Arena confeccionà una obra d'art. Embolcallà Urdangarin i Cristina. L'escàndol ha estat tan gran i ha arribat tan amunt que ara sembla perdut per devers els niguls. Mentrestant, el Suprem li pegà ahir una retallada espectacular a la seva condemna. Qui ha trepitjat moqueta madrilenya té benedicció urbi et orbe. I qui no, el martiri assegurat. És el cas de Maria Antònia Munar, expresidenta d'un partit que jugava a ser frontissa nacionalista. En aquest cas, no hi ha pietat ni arranjaments de cúpula en el darrer moment i molt amunt per salvar dos exministres. Munar presidia un partidet petit i mallorquí. És a dir, res que importi als voltants del Paseo de la Castellana. El mateix es pot dir de Miquel Nadal. Amb ell el Suprem no ha anat de punyetes. Un altre que ha d'anar viu és Joserra de Marratxí. L'Advocacia de la Comunitat Autònoma demanà per a Matas la mateixa pena que exigia la Fiscalia Anticorrupció. Matas va ser qui impulsà la carrera política de Joserra i qui negocià perquè fos batle del seu terme municipal i ascendís dins el PP. Qualque dia, quan tot hagi acabat, és molt possible que Matas li torni la humiliació i els anys de passar pena que ha suportat i que suportarà encara durant molt de temps. En aquesta vida cada any ve un nou dia del Corpus: els ciris cremen i la cera calenta patina molt. El Supremo rebaja la pena a Matas a nueve meses y le evita ingresar en prisión El Mundo El Tribunal Supremo ha confirmado la condena por un delito de corrupción que la Audiencia Provincial de Palma impuso, en el caso Palma Arena, al expresidente balear Jaume Matas, pero ha rebajado la pena de 6 años de prisión a 9 meses, lo que muy probablemente evite que el político ingrese en prisión. La Sala Segunda del Supremo he hecho pública su sentencia sobre el caso, en la que elimina los delitos de malversación y prevaricacióny mantiene la condena por tráfico de influencias. Las penas de hasta dos años de cárcel permiten el cumplimiento fuera de prisión siempre que no pesen sobre el reo antecedentes penales anteriores y no se produzca ninguna otra condena posterior. Se trata de una decisión contraria a la petición de la Fiscalía, y que no ha supuesto una sorpresa dado que, según informa hoy EL MUNDO, la Sala de lo Penal del Supremo se inclinaba por realizar una profunda corrección a la condena dictada por la Audiencia de Baleares contra el ex presidente de la comunidad autónoma. Los magistrados de Mallorca le impusieron una pena total de seis años de cárcel en el primero de los más de 20 procesos abiertos contra él por el instructor del caso Palma Arena, inicialmente referido a la investigación del sobrecoste del velódromo construido por el Gobierno balear pero que se ha convertido en una macrocausa de la que el juez José Castro ha desgajado sucesivas piezas separadas. Matas fue responsable del Govern balear entre los años 1996-1999 y 20032007 y ministro de Medio Ambiente de 2000 a 2003. Dos años y tres meses para Alemany El Supremo absuelve al periodista Antonio Alemany de algunos los delitos y, aunque mantiene varias condenas por prevaricación, malversación y falsedad en documento mercantil, le impone por ellas una sola condena de dos años y tres meses de prisión, además de inhabilitación por cuatro años y siete meses. La misma sentencia condena al ex director general de Comunicación del Govern de Matas, Joan Martorell, por prevaricación y malversación y le impone una pena de siete meses y un día, además de inhabilitación por tres años; y al publicista Miguel Romero le absuelve de todos los delitos. Las condenas a Alemany y Romero se producen por el llamado "Contrato Menor", en el que no está implicado Matas. La sentencia, de la que ha sido ponente Carlos Granados, cuenta con un voto particular del magistrado Alberto Jorge Barreiro, quien considera que debió condenarse a Matas por delitos de prevaricación y falsedad, aunque no por malversación, ni tampoco por fraude. La Audiencia de Palma consideraba probado que Matas benefició con dinero público al periodista que escribía sus discursos,Antonio Alemany con actos producidos entre 2003 a 2007. En ese tiempo Matas concedió a Alemany, mediante un concurso pantalla a favor de su empresa Nimbus, 200.000 euros por escribir sus discursos y asesorarle en materia informativa, al tiempo que influyó para beneficiarle con una subvención de 450.000 euros para crear una agencia de noticias. Matas fue condenado por estos hechos a penas diferenciadas: 5 años, 3 meses y 1 día de cárcel en calidad de inductor por los delitos de fraude a la Administración, falsedad en documento oficial y mercantil, prevaricación y malversación, y 9 meses y 1 día de prisión por el de tráfico de influencias. El Supremo, que mantiene la última pena (tráfico de influencias), no discute los hechos probados, pero sí la consideración delictiva que les atribuyó la Audiencia. En cuanto al concurso, dice el Supremo, se adjudicó a una sociedad, Nimbus, que realizó trabajos -como redacción de discursos y otros- por los que cobró, todo lo cual "en modo alguno" puede ser considerado prevaricación, ya que hubo un servicio prestado a cambio del dinero pagado. Por lo que se refiere a la malversación, el tribunal acepta la tesis de la defensa de los reos, pues mientras la Audiencia condenó porque del dinero pagado a Nimbus se dedujeron comisiones para terceras personas, ahora el Supremo considera que se trataría, en todo caso, "de un acuerdo entre particulares". En otras palabras, se hizo un concurso abierto y se firmó un contrato con Nimbus (del periodista Antonio Alemany) que se pagó a cambio de servicios prestados. Si luego, de ese dinero, el perceptor pagó una comisión, ya no se trataba de dinero público, por lo que no puede haber malversación, dice el Supremo. En cuanto al fraude, el Supremo señala que pudo existir, en el concurso sobre el que Nimbus pudo disponer de información privilegiada, una irregularidad administrativa o incluso otra figura delictiva, pero no fraude, ni tampoco falsedades en documentos público y mercantil. Por lo que se refiere al tráfico de influencias, el Supremo sí considera queMatas "utilizó su autoridad jerárquica para presionar" en favor de que se favoreciera la solicitud de Alemany para obtener una subvención pública a su Agencia Balear de Noticias, algo que hizo "con pleno conocimiento de que influyó con prevalimiento". El expresidente balear Jaume Matas (PP) es el cuarto presidente autonómico desde la Constitución de 1978 que ha sido condenado penalmente. Matas fue responsable del Govern balear entre los años 1996-1999 y 2003-2007 y ministro de Medio Ambiente de 2000 a 2003. Matas: “Seguiré defendiendo mi inocencia hasta el final” Andreu Manresa – El País “Me congratula que se demuestre que los jueces y fiscales del caso Palma Arena se equivocan. Siempre he creído que el tiempo y la justicia pondrían las cosas en su sitio y harían que la verdad se impusiera”. El Jaume Matas de sus días de poder reapareció este martes ante la prensa satisfecho. Libre de la amenaza de los seis años de cárcel, negó tener la tentación de volver a la política en el PP. “No hay contra mí ninguna acusación por apropiación indebida”, insistió. En las causas pendientes, reseñó, no pesan sospechas de que haya metido la mano en la caja. Vino así a responder a quienes le interpelaron a lo largo de seis años, desde que se iniciaron las investigaciones. Matas arrastra aún el caso Nóos por los negocios de Iñaki Urdangarin, las contrataciones de los arquitectos del caso Palma Arena, contratos y supuestas firmas de las actas de fundaciones públicas y, además, elcaso Over, sobre financiación electoral del PP. En semanas, se someterá a un tribunal popular por un cohecho impropio, por un sueldo regalado por un hotelero a su esposa, con una petición de pena de multa e inhabilitación. Matas habló en un hotel donde veranea, Sa Colònia de Sant Jordi, al sur de Mallorca, que regó con más de 20 millones de inversiones, en una habitación con ocho televisiones y retransmisión en directo de TVE 24 horas. El expresidente de Baleares, exministro de Medio Ambiente con Aznar y exlíder del PP balear, lanzó un reiterado mensaje: fe en el sistema judicial, porque el Tribunal Supremo tumbó la sentencia de la Audiencia de Palma con “el ambiente social, político y económico” en contra, “el peor que podía rodear [al Supremo] desde los años noventa”. No quiso revelar a qué se dedica profesionalmente, para que “no sufra” su familia, y subrayó que perdió su trabajo en EE UU porque le retiraron el pasaporte. Ocupación carcelaria superior a la hotelera Llorenç Riera – Diario de Mallorca Nunca pensábamos que, en el mejor verano de aceptación turística de Mallorca, hubiera otras hospederías, impuestas eso sí, que obtuvieran mejor ocupación y alto rango de inquilinos. En la Mallorca artificial, la prisión de Palma acapara, hoy mismo, mayor protagonismo que cualquier hotel de renombre. La corrupción ha arrinconado al glamour y la fama con el agravante de que ni el turismo regenera nuestra economía ni las condenas penales a quienes debían liderar esta tierra y dignificar sus instituciones, propician la enmienda o el reconocimiento de culpa. En consecuencia, no podemos excluir la reincidencia. Avisados estamos. De princesa en todos los castillos a retenida en los calabozos de seguridad en prevención de tentaciones y males mayores. Deberemos anotar la fecha del 24 de julio en la historia negra „"sucia" diría la Audiencia Provincial„ de esta isla. Ha sido el día en que el sol abrasador del mediodía ha fundido para siempre el legado institucional y político de Maria Antònia Munar. Los tiempos judiciales hicieron que este fuera el momento fortuito en el que la exlíder de casi todo ingresara en prisión. Desolación, ni un gesto de apoyo, algún abucheo y gritos de rechazo. Contraposición absoluta con aquella primera llegada a Can Berga en coche oficial y besos al aire. Del Audi oficial al utilitario de garantía y custodia policial. Por decirlo en lenguaje llano, para la sala segunda de la Audiencia Provincial, Munar es la personificación del riesgo. Tiene presumibles tentaciones en forma de dinero "sucio" en el extranjero, todos sus bienes visibles intervenidos y un panorama procesal "desolador", con nueve juicios a la vista y condenas acumuladas superiores a la década de prisión. Ante todo ello, aun teniendo en cuenta que del Tribunal Constitucional emana sobrada jurisprudencia en el sentido de que una condena no es causa suficiente para el encarcelamiento preventivo, una Sala a la que "la persona de Munar genera elevada desconfianza", tiene en cuenta también que resulta obligado "ponderar todos los intereses en juego" y llega a la conclusión de que se han incrementado las posibilidades de que, quien se declara "víctima de una causa general" eluda la acción de la Justicia. Por eso ha fijado su residencia inmediata entre el espacio vallado anexo a la carretera de Sóller. Mantendrá corte impuesta en reino inexistente. Vicens se le ha adelantado, Buils llega con ella y Nadal está a punto de volver a cobijarse bajo su sombra. Esta es también su respectiva condena recíproca. Y la nuestra. La situación familiar y el historial clínico han pesado de forma insuficiente a la hora de decidir el destino de Maria Antònia Munar. Tampoco fueron determinantes en sus tiempos de esplendor. La incredulidad de verla en la cárcel se volverá rutina. Pese a todo, el verano de 2013 quedará marcado por los presos de alto rango antes que por la proliferación de turistas. La sentencia del Tribunal Supremo y el caso Matas José Mª Lafuente – Diario de Mallorca No soy partidario de los proyectos de ley que pretenden trasladar el recurso de casación a la competencia de los Tribunales Superiores de Justicia en las comunidades autónomas. El Tribunal Supremo garantiza la distancia que favorece una justicia alejada de la presión política y mediática. La lectura de esta sentencia número 657/2013 del Tribunal Supremo, que casa y anula parcialmente la de la Audiencia Provincial de Palma, se sustenta en un determinante precepto constitucional: el principio de legalidad penal del artículo 25 de la Constitución (Nulla poena sine lege scripta e stricta) cuya primera formulación data de la Magna Charta Libertatum inglesa de 1215. El Estado y los jueces sólo pueden castigar a un ciudadano cuando el Parlamento elegido por el pueblo así lo haya tipificado previamente en una ley. Este principio prohíbe que sea el poder ejecutivo o el judicial quienes sustituyan al Parlamento en la determinación de los límites de la criminalidad. Soy mucho menos abstracto de lo que pueda parecer: corresponde al poder legislativo regular la libertad y la seguridad de los ciudadanos (¡nada menos!). De lo contrario, la Democracia dejaría de existir. Debe ser privado de libertad aquel que ha cometido un crimen porque ha infringido todos los elementos de un tipo penal escrito. Nadie más, so pena de quebrar la presunción de inocencia. No ha lugar a confundir los juicios legales con los morales. Pues bien, esta sentencia del Tribunal Supremo ha sido acordada por mayoría de cuatro magistrados, con un voto particular matizado por el quinto. Tanto las absoluciones como las condenas se han fundamentado precisamente en los principios de legalidad y de tipificidad. Se discuten cuatro casos: "pago de facturas", "concurso", "concurso menor" y "subvención" que se refieren a las relaciones entre el expresidente Jaume Matas y el periodista Antonio Alemany con motivo, esencialmente, de las facturas por la elaboración de los discursos de aquél a través de Nimbus Publicidad y los pagos a una Agencia Balear de Noticias. El Tribunal Supremo absuelve a Jaume Matas de los delitos de fraude, falsedad, prevaricación y malversación. Sólo se mantiene la condena por tráfico de influencias que se pena con nueve meses y un día. También se ha reducido sustancialmente la condena impuesta a Antonio Alemany por los delitos en los casos "contrato menor" y "subvención". El Tribunal Supremo invoca su propia jurisprudencia y la del Tribunal Constitucional para defender la jerarquía jurisdiccional e interpretativa que consagran la Constitución y la Ley Orgánica del Poder Judicial. Para la condena por un delito por prevaricación no basta con que la resolución sea jurídicamente incorrecta, sino que debe ser además "injusta" y "arbitraria" (STS 49/2010). El delito de malversación exige acreditar el "ánimo de lucro". El de fraude a la administración requisita "la existencia de un concierto para defraudar a la administración entre un funcionario y un particular". El delito de falsedad en documento oficial y en documento mercantil precisan que la "mutatio veritatis recaiga sobre elementos esenciales". El tribunal Supremo se sorprende cuando afirma: "No es usual examinar en una casación una sentencia de instancia cuyos hechos probados se extiendan en 23 páginas". Tal vez no se trate tanto de condenar por una multitud de delitos, cuanto de hacerlo por aquellos cuyos hechos estén suficientemente probados en todos sus elementos. De este modo se evitaría la sorpresa que sin duda esta sentencia del Tribunal Supremo causará a la ciudadanía. Munar, centre de totes les polèmiques Joan Riera – dBalears Fins i tot empresonada, Maria Antònia Munar continua essent el centre de totes les polèmiques, talment com quan plantà cara a Cañellas a principis dels anys noranta, quan conformà el primer Pacte de Progrés amb l'esquerra al Consell el 1995 o com quan el 2007 envià Matas a l'oposició i a Amèrica. Tothom parlava d'ella. Ara, per motius relacionats amb la Justícia, privada de llibertat i a l'espera de veure què diu el Tribunal Suprem sobre la sentència del cas Maquillatge, tota Mallorca torna a parlar d'ella. És una constant des de fa més de vint anys, tant en els moments bons del canvi progressista com en els dolents de la involució propiciada per l'avanç del PP o en els tràgics, com és en l'actualitat. Mallorca ja ha vist les imatges de la que fou la seva presidenta dins un vehicle policial que la condueix al centre penitenciari de la carretera de Sóller. Però no per això deixà de ser Maria Antònia Munar, un dic contra l'hegemonia del PP, una frontissa que va permetre aire fresc dins la política balear amb diferents girs cap a l'esquerra. L'actual capítol de la vida de Munar és terrible. Està malalta i dins una cel·la penitenciària. Però tothom parla d'ella. No és el cas d'altres polítics que han anat a la presó i que al cap de pocs dies han caigut dins l'oblit. Amb Munar no passa això. Partidaris i detractors veuen com mentre a Matas se salva ella s'enfonsa. Va ser Munar la que decidí el 2007 enviar el PP a l'oposició. A patir d'aquí esdevingué una legislatura plena d'escàndols que acabà amb un procés involutiu i l'arribada de la dreta extrema al Consolat. Ara Matas pot presumir del seu "màxim respecte" per les decisions de la Justícia. Mentrestant, qui li féu perdre el poder estar tancat. independentment del què puguin decidir els jutges conforme a les proves que disposen un fet sembla inqüestionable: continua la involució a aquesta terra. La dreta més extrema s'enforteix com un vent imparable i sense que l'esquerra pugui evitar-ho. Una esquerra que en el futur tendrà molt difícil tornar a obtenir el suport del centre regionalista o nacionalista. El record de la legislatura 2007-2011 i de les seves conseqüències farà pànic. Munar entra en la cárcel por su propio pie Matías Vallés – Diario de Mallorca ¿Ha tomado conciencia por fin Munar de que ya no reina en Mallorca ni arbitra la política balear? Cuarteada su máscara imperial, en la mañana de ayer sólo amaneció un ser humano desesperado por la pérdida inminente de la libertad previamente malgastada. El desgarro facial la traicionaba, pero ni en tal trance se apeó de sus exigencias. Tampoco asumió la mínima responsabilidad por su gestión. Se proclama traicionada por sus íntimos colaboradores, que se han limitado a rendirse a la evidencia. Omite que los eligió porque se plegaban a su voluntad inapelable. Porque ninguno de ellos rechistó cuando les planteó UM como un gran negocio. Lo fue, pero los abusos obligaron a bajar la verja de la tienda. La entrada en la cárcel de un ser humano es una pésima noticia. El instinto político de Munar le obliga a calibrar la satisfacción ciudadana por su ingreso en prisión, a sopesar por qué ni el mayor castigo imaginable le ha prestado un átomo de simpatía adicional. Ha llegado a la prisión contra todos y por su propio pie. Es la autora única de su destino, sólo puede dirigir su estupor hacia sí misma. Su lamento histórico a Josep Melià, "algo habremos hecho para que nos odien tanto", se ha quedado romo sin iniciativas que repararan la animadversión masiva. Ni rastro de reparación del daño causado, la continua apelación a su enfermedad reclama de nuevo un privilegio compasivo sin contrapartida. Al contrario, la megalomanía de Munar se ha mantenido intacta mientras se desmoronaba su imperio. Apresada por las evidencias, se sintió impulsada a invocar un derecho Penal a su medida, donde las tropelías de los políticos estuvieran exentas de la cárcel. Ni siquiera efectuó una descalificación genérica del sistema correccional en las entrevistas con sus periodistas de pago, sólo buscaba altavoces para resguardar su inmunidad. Jamás conoció intereses que no fueran los propios, la capacidad que comparte con sus socios sucesivos. Dado el poder simbólico que Munar se atribuyó, piensa que con ella se encarcela a toda Mallorca. Confió en la fidelidad perruna de su cohorte de testaferros. Sin embargo, sus esbirros evaluaron opciones vitales más confortables tras advertir que su dueña había perdido los resortes para librarles de la cárcel que se ha convertido en la desembocadura de UM. Hace tiempo que caducaron los tiempos de Gabriel Cañellas, flanqueado en el banquillo del Túnel de Sóller por dos consellers resignados a su suerte con un mutismo estruendoso. Los mayordomos de Munar se comportaron como hubiera hecho ella en idéntica circunstancia. Algo aprendieron, a menudo parece que su patrona les reprocha la celeridad en imitar el comportamiento que les infundió. Al margen de su apelación a la inocencia personal, pudo descender al plano humano de deplorar las acciones que atribuye a sus subordinados. Es superior a sus fuerzas porque, si alguien hubiera insinuado durante la enajenación enajenada de Can Domenge que Miquel Nadal llevaba las riendas de UM, hubiera desatado las iras hegemónicas de la propietaria del partido. Munar no tiene defensa, desde la chocante elección de letrado hasta el desparpajo de presentarse en solitario ante la Audiencia que debía juzgarla al día siguiente. Las cárceles no fueron diseñadas para albergar a presidentas de Mallorca pero conviene recordar que, sólo en Can Domenge, Munar ha ocasionado mayor quebranto que la totalidad de los internos de la prisión provincial. Treinta millones de euros un solar, sesenta euros una papelina. Cada familia mallorquina perdió 250 euros del patrimonio común cuando el CIM –Consell Inmobiliario de Munar– malvendió la parcela palmesana para que los dirigentes de UM se embolsaran cuatro millones de euros en sobornos, según las versiones de todos los implicados en el canje a excepción de la entonces presidenta de Mallorca. El partido de centro pero no decente se desembarazó de Can Domenge con todas las consecuencias. Los hoy condenados se mofaban abiertamente en las hemerotecas de las consecuencias que podría reportarles su conducta. La excitación de la impunidad era un aliciente adicional, una droga tan poderosa como el dinero. A propósito, Mallorca habrá de someterse en alguna ocasión a una terapia colectiva, para explicarse la corrupción masiva de PP y UM. Roberto Saviano acude en auxilio de la isla desde su Nápoles camorrista. En su libro Zero Zero Zero, el autor de Gomorra disecciona los circuitos de la cocaína. Allí explica que "la mafia corrompe sin hacer nunca que el corrupto sienta el pecado, consigue que la corrupción parezca una praxis expeditiva y sin peso, algo que en el fondo hacen todos". Pregunten en la prisión de Palma, la insoportable levedad de la corrupción. Munar y el delincuente Matas, el único político que celebra una condena del Supremo con una comparecencia bufa ante la prensa, son la pareja que corrompió a una isla, pero quizás lo tuvieron demasiado fácil. De hecho, la presidenta de UM no piensa que deba eludir la cárcel porque sea inocente, sino porque es Munar. A través del juicio y la sentencia, ha buscado entre los jueces y fiscales profesionales el guiño del reconocimiento, la sintonía. No en vano su circuito de aduladores la embriagó con odas a su astucia. Hoy se han desembarazado de ella para no verse salpicados por la engorrosa prisión. Desde el momento en que atravesó el umbral de la cárcel, Munar se convirtió en una víctima, pero no menos que los centenares de internos que comparten su condición. Al perder su singularidad, la propietaria de UM entenderá que la celda hiciera recapitular a Bartomeu Vicens hasta el extremo de impulsarle a contar la verdad, un instinto repudiado genéticamente por el centroderecha mallorquín. Si los rapaces contrabandistas levantaran la cabeza, se asombrarían ante la renacida pasión por limpiar las sentinas de la sociedad mallorquina. La diferencia entre Matas y Munar radica en que el exministro de Aznar no podía estrangular a la derecha insular. En cambio, la creadora de UM ha lesionado definitivamente al mallorquinismo, lo ha situado al borde de la erradicación. Para ello creó un partido diminuto y manejado por pocas personas, un bajel que se ha hundido por el peso de los billetes. Tras la catarsis, toda invitación al optimismo ha de ser desalentada. A Munar la han obligado a cambiar, no abundan las evidencias de que Mallorca lo haya hecho. La justicia no está a la altura Antonio Papell – Diario de Mallorca La crisis económica, que ha provocado la peor recesión de nuestra historia reciente, ha producido un tremendo shock psicológico sobre la sociedad española, que ha visto de repente cómo sus presupuestos de bienestar y prosperidad se desmoronaban súbitamente, mientras se abrían hacia el futuro unas perspectivas no tan boyantes como hubiéramos imaginado hace apenas unos pocos años. Y, lamentablemente, junto al desengaño económico, está sobreviniendo una paralela frustración política, al emerger un conjunto de episodios de corrupción que han desacreditado la funcionalidad del sistema y han puesto en duda la calidad de la democracia, al tiempo que han provocado una gran irritación social que deriva en una potente desafección hacia lo público. El caso Gürtel con su pieza separada el caso Bárcenas, el caso de los ERE andaluces, el caso Palma Arena en Balears y el caso Palau en Cataluña son la espuma de una capa viscosa de corrupción que nos ha invadido en los últimos años. No hace falta decir que en el inaplazable saneamiento de esta situación debe desempeñar un papel esencial la Justicia, que, sin embargo, está naufragando estrepitosamente en estas lides. Lo que contribuye a agravar la reacción airada de los ciudadanos. Las investigaciones judiciales, bastante heterogéneas en lo cualitativo, han dado ya algunos motivos de asombro: el caso Palau pasó muchos meses en el limbo de la lenidad judicial, como si la influencia de los amigos de Millet hubiera conseguido paralizar las actuaciones en su contra. Y los primeros pasos del caso Gürtel, con la expulsión de Garzón y algún sobreseimiento sorprendente, después enmendado, dispararon todas las alarmas, aunque más tarde se encauzaron los procedimientos. De cualquier modo, la lentitud exasperante de los procesos atenta contra el concepto de estado de derecho y vulnera la Constitución, que proscribe las dilaciones indebidas a los procesos públicos (artículo 24.2). Pero, además, estamos transitando por un camino de perplejidad: el Tribunal Supremo, al revisar la primera sentencia derivada del caso Palma Arena, ha reducido la condena al expresidente del gobierno balear, Jaume Matas, desde los seis años de prisión a nueve meses y un día, tras estimar parcialmente el recurso de casación y decidir que sólo existió delito de tráfico de influencias. Pocos días atrás, resultaba totalmente exonerado de toda responsabilidad el exministro José Blanco al decidir el Tribunal Supremo que no existió tráfico de influencias en la conducta del político socialista, por lo que se sobreseía el llamado caso Campeón que estuvo abierto casi dos interminables años. Hace bien poco, la fiscalía archivaba el caso Segovia 21, un "pelotazo" urbanístico cargado de oscuridade Y ayer mismo, el Supremo exoneraba de toda responsabilidad a la presidenta navarra Yolanda Barcina, acusada en primera instancia de delitos económicos por el cobro de astronómicas dietas en Caja Navarra? Es mucha coincidencia, siempre en la misma dirección. Aunque de esta acumulación de hechos emana un cierto tufo a compadreo, como ha declarado algún líder minoritario, no hay motivos en principio para dudar de la ecuanimidad de las decisiones judiciales. Lo que sí es escandaloso, junto a la interminable duración de los procesos, es la gran disparidad de criterios en el propio seno de la Justicia, que parece ser indicio de una gran falta de rigor y de una generalizada incompetencia. Cuando reiteradamente se producen contradicciones tan llamativas entre sentencias que se refieren a los mismos hechos, es que algo falla en la preparación técnica del Poder Judicial y en la debida coordinación que habría de procurar el Consejo General, cada vez más politizado y mediocre. Y sería un drama que la Justicia no estuviera esta vez a la altura de los requerimientos. Mallorca es lugar para inocentes Llorenç Riera – Diario de Mallorca En contra de las apariencias, lo que la política y la malversación separó, lo vuelve a unir la práctica procesal. Jaume Matas y Maria Antònia Munar están otra vez, de forma irremediable, unidos bajo un mismo destino. Su respectiva reacción de ayer, ante las sentencias que les afectan, así lo acredita. Si atendemos a sus palabras, no queda espacio para la duda. Son víctimas del sistema, de "una causa general" dice Munar y de la "desinformación" asegura un Matas que se esfuerza en convencerse de que no hay más verdad que la que emana de su criterio. O de su conveniencia. Para acabar de adornarlo, entre la ráfaga de sudorosos titubeos emitidos ayer en Colònia de Sant Jordi, halló espacio para hacer ver su infortunio al obtener una absolución –cómo si el tráfico de influencias fuera cosa de poca monta– en "el peor momento social posible". Teme que "los graves problemas de la gente" puedan inmunizarla frente a la compasión y la solidaridad que él merece. Mallorca, por lo visto, no es tierra para impartir justicia y por eso, como dice Matas, los tribunales se equivocan en territorio insular. Lo sabe bien su letrado que no tiene reparo en servirse de la insolencia para descalificar a la Audiencia Provincial. A Mallorca, sobre todo en julio, se viene a entregarse al ocio. Dejaremos pues de preocuparnos de Matas y Munar y empezaremos a hacerlo por la quiebra del sistema porque esta es la verdadera condena del conjunto de sentencias emitidas y comenzadas a ejecutar ayer. ¿Qué ha sido de la confianza que debe emanar de las resoluciones judiciales que afectan a los cargos públicos? Se ha dilapidado por completo si atendemos a las primeras reacciones, más allá de los imputados, claro está. Munar, a expensas de que Anticorrupción logre hoy su ingreso en prisión por sumar la condena de Can Domenge a su colección particular, siempre unida a Jaume Matas, intentará seguir sus pasos y frutos en el Supremo. Alemany, sin tanta fortuna que el lector de sus discursos, también apelará hasta el infinito si es necesario. Buils ya sabe que el primer aleteo del Voltor le ha llevado a la cárcel y Miquel Nadal está a punto de emprender el mismo vuelo, corto y bajo. Nada de la exuberancia de las avionetas. ¿Seguro que lo visto y decidido ayer no es fruto de una alucinación veraniega? La crisis de identidad se ha vuelto mayúscula. Este archipiélago no puede reconocerse ya en sí mismo. Mucho menos en quienes han sido sus dirigentes. El Tribunal Supremo dice que, en el caso de Matas, no se ha respetado de forma suficiente la presunción de inocencia y que han sobrado las suposiciones. Un principio fundamental del derecho penal es el de no condenar a nadie sin hechos probados. ¿Hasta qué extremo? ¿Con qué vara de medir? Lo planteamos porque prevalece una duda mayor que también mantienen los fiscales de Palma y Madrid, la de saber la intencionalidad de las decisiones, su validez de servicio público y el uso de los dineros desviados o directamente evaporados. Hubiera sido tan fácil como restituirlos al lugar de origen para hacer brotar los primeros brotes verdes de confianza hacia una política y justicia que, por lo menos a gran escala, acaba y empieza en idéntico punto.