Literatura Griega. Historiografía - Dpto. de Clásicas del IES Don

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GRIEGO II
HISTORIOGRAFÍA
1. Introducción
La Historiografía es el primer género en prosa de la literatura griega. Aparece en el siglo VI a.
C., estrechamente ligado a las costas de Jonia (Mileto) y al fenómeno de la colonización. En
este momento, el horizonte humano, que en Grecia había estado centralizado, se expande; y
surge una necesidad de explicar y describir los nuevos pueblos y nuevas gentes que se van
colonizando.
Se dice que hay cinco subgéneros historiográficos que después se unirán en la historiografía de
época clásica. Estos son:
1. Genealogía: En él se hace una sistematización de las tradiciones legendarias locales.
Tiene ya antecedentes en Hesíodo y Homero.
2. Etnografía: Relata las costumbres de los pueblos extranjeros
3. Horografía: Se corresponde con los annales latinos. En estas obras se cuenta al
detalle la historia de una ciudad año a año; no obstante, tuvo poco éxito.
4. Cronología: Permite la localización de acontecimientos que tienen lugar en sitios
diferentes.
5. Historia: Relata los hechos de los hombres, sus causas y sus consecuencias.
En el siglo V a. C. todos estos géneros ya están perfectamente configurados. La Etnografía
adquiere forma literaria en obras llamadas periégesis y periplos; es decir, relatos de viajes con
detalladas descripciones de los pueblos. Los periplos contienen descripciones de los pueblos
que el navegante conoce al bordear las costas. Un autor de periplos muy conocido es Escilax
de Carianda, del último cuarto del siglo VI. Por encargo de Darío, Escilax hizo un viaje de
exploración desde el río Indo hasta las costas mediterráneas de la Magna Grecia y de Sicilia. No
pudo llegar más allá, ya que Cartago dominaba el resto del Mediterráneo. Se conservan muy
pocos fragmentos de esta obra; pero sí conservamos un periplo atribuido a un tal Escilax, en el
que se combinan los datos antiguos con los de un nuevo periplo escrito en época Imperial.
La Etnografía es un subgénero fundamental para la obra de Heródoto. Este tipo de tratados
tuvieron una importancia decisiva. Heródoto debe mucho de su obra a estas obritas de finales
del siglo VI. Los lo/goi de Heródoto deben su nombre a los tratados de los historiadores
jonios como Escilax o Hecateo de Mileto. También encontramos tratados de costumbres de
pueblos extranjeros en esta época; y a todos sus autores se les llama logógrafos. Al contrario
que la etnografía, los demás subgéneros historiográficos tienen muy poca influencia en épocas
posteriores.
Los principales autores que cultivaron este género fueron Heródoto, Tucídides y Jenofonte;
aunque también cabe destacar a Ctesias de Cnido y a Éforo.
2. Heródoto
Heródoto es el primer gran historiador de la literatura griega. Parece que nace en el año 484 a.
C. en Halicarnaso, y escribió su obra más o menos coincidiendo con Esquilo y Sófocles.
Fue el autor que marcó el tránsito claro de la logografía a lo que conocemos como relato
histórico. Halicarnaso se sitúa en Asia Menor, a caballo entre las culturas griega y persa; y en la
ciudad conviven lenguas, culturas y elementos étnicos que le confieren una visión especial del
mundo. Heródoto fue un autor muy viajero: sufrió el exilio en Samos, ya que los habitantes de
Halicarnaso lo expulsaron porque se oponía a la tiranía propensa. Allí en Samos tuvo una
estrecha relación con los logógrafos jonios. También estuvo en Atenas, en donde se enroló en
la expedición que fundaría la ciudad de Turios, promovida por Pericles. Turios le concedió la
ciudadanía, por lo que también se le llama, en algunos manuales, Heródoto de Turios. Allí
conoció de primera mano todas las noticias que se nos cuentan sobre Libia en su historia.
También estuvo en Egipto, Fenicia y Mesopotamia. Posteriormente viajó hacia Escitia, cerca
del Danubio. Su obra, por tanto, recoge en muchas ocasiones descripciones de lugares que, o
bien ha conocido personalmente, o bien tuvo noticias. Con todos estos viajes, pudo haberse
dedicado a componer una obra de logógrafos; pero lo que verdaderamente se propone es
escribir una historia universal, en la que cuenta las causas y el desarrollo e la conflagración que
sufre el mundo conocido entre Asia y Europa; es decir, el enfrentamiento entre persas y
griegos. Su historia abarca hasta el año 480 a. C., en el que tiene lugar la batalla de Maratón.
a. La Historia
Literariamente hablando, la historia de Heródoto adquiere una composición abierta; es decir,
introduce en el relato de los hechos multitud de digresiones y retardaciones del argumento
central. Tiene tantas digresiones cuantos pueblos describe; y describe los pueblos siguiendo el
orden de expansión del Imperio Persa.
Encontramos en su obra la pretensión de que los hechos que el narra no caigan en el olvido.
Este aspecto es muy homérico. La Historia no es una obra para eruditos, sino que pretende la
difusión de los procesos históricos entre todo el mundo. Heródoto habla de investigación, que
en griego es i(stori/a. Desde el principio, el mundo se encuentra dividido en dos: griegos y
bárbaros. Este enfrentamiento se remonta a tiempos míticos, concretamente hasta los mitos
de Ío y Europa. Heródoto intenta dar una explicación no mítica del mito, lo que se ha llamado
evemerismo (explicación racional e histórica de los mitos). El mito esta presente para contar
los antecedentes más remotos del enfrentamiento, que surge verdaderamente con la guerra
de Troya. A partir del rapto de Helena, los griegos resultaron ser mucho más culpables, desde
el punto de vista de Heródoto. Más adelante, expondrá dos ideas que justifiquen su postura:
1. Los persas están sometidos a una tiranía, mientras que los griegos son libres. Por
este motivo resultan vencedores.
2. Los persas de la actualidad se comportan como los griegos se comportaron en Troya,
cuya población es comparada con la griega actual.
Las digresiones en el relato de Heródoto son enormes en algunos casos. Por ejemplo, los logoi
Lidio y Egipcio ocupan casi dos libros de su obra, que está compuesta por nueve libros. A partir
del quinto, Heródoto se dedica a contar hechos verdaderamente históricos.
b. El método de Heródoto
El método de Heródoto se basa en tres tipos de medios:
1. Observación (o)
o)/yij)
ij personal de los hechos que narra. Cuando estos hechos le
parecen destacables, Heródoto los introduce, expone una digresión y después los
vuelve a recuperar. Cuenta con una descripción geográfica, una descripción de las
costumbres y una sucesión de los hechos más destacables. Esto en todo lo que él ha
observado por sí mismo.
2. Investigación (i(i(stori/a): Consiste en la obtención de datos a partir de las fuentes,
que son tanto escritas (biógrafos anteriores, principalmente Hecateo, poetas, listas de
la ciudad, inscripciones, etc.), como orales. Es muy típico que hable de sus fuentes
orales (“dicen que…”, “algunos piensan que…”, etc.) cuando expone este tipo de
hechos. Los testimonios orales fueron importantísimos, aunque no pueden ser
contrastados. Este es el motivo por el que se le ha acusado de poco riguroso y poco
serio.
3. Consideraciones personales (gnwmh/
gnwmh/) formuladas según el modelo de especulación
científica en boga: dado que algo no se puede confirmar, pero se ha escuchado a
través de varias fuentes diferentes, lo más verosímil puede ser una aproximación de lo
que se cuenta. Esto es el argumento de lo verosímil. También utiliza la interpretatio
graeca: como el era griego, muchas cosas las pasa por el tamiz de lo helénico: nombres
de dioses o instituciones persas se trasladan a su correspondiente griego. Por ejemplo,
en Persia existían monarcas, no tiranos. Como Heródoto sólo conoció el fenómeno de
la tiranía, lo aplica también al de la monarquía persa.
c. El Pensamiento de Heródoto
Heródoto cree que los hechos históricos y los hechos humanos pueden ser causados por
intervención divina y actuación humana. Ambas pueden coincidir o intervenir por separado.
Los persas no perdieron la guerra sólo porque lo hicieron mal, sino porque los dioses no
quisieron que ocurriera así. Esto es típico del pensamiento de Homero y de Esquilo.
Hay otros elementos en su relación con la divinidad muy típicos: la envidia de los dioses que
puede llevar al desastre y a la muerte. También se encuentra el concepto de destino, la fuerza
inexorable que se impone a los hombres desde que nacen hasta el mismo día de su muerte.
Estas ideas proceden del sustrato de la religiosidad popular. También podemos encontrar
sueños premonitorios y oráculos.
Lo que de verdad distingue a griegos y bárbaros es el sentido de la libertad de los griegos
frente al sometimiento de los persas. Esto no solo fue esencial en la obra de Heródoto, sino
que fue decisivo en la concepción del mundo griega.
3. Tucídides y la Historia de la Guerra del Peloponeso
El segundo historiador de la literatura griega nació en Tracia, alrededor de año 455 a. C., en el
seno de una familia muy rica que tenía minas importantes. Por parte de madre, que era
ateniense, estaba emparentado con las familias más influyentes de su época. Estuvo viviendo
en el exilio hasta el año 404, terminada ya la guerra del Peloponeso. Hay quien dice que el
exilio le permitió obtener ideas y datos de los dos bandos.
Su obra narra el conflicto desde sus orígenes hasta el año 411, y no hasta el 404, año en que
termina la guerra; por lo que relata hechos contemporáneos a sí mismo. No escribe ninguna
historia universal, sino una historia concreta que sucede entre griegos mientras él está con
vida. Por tanto, Tucídides relata por primera vez hechos contemporáneos. Además, elimina de
su obra la etnografía y el elemento irracional.
Al igual que en Heródoto, encontramos en la Historia de la Guerra del Peloponeso conclusiones
de lo verosímil. Tucídides critica todo lo que no puede ser demostrado y sus fuentes son bien
escritas o bien directas. Distingue entre la ai)ti/a, “causa profunda”, y la pro/fasij o
“pretexto”; es decir, el motivo visible. Tucídides pretende construir un relato de los hechos con
un fin didáctico, partiendo de que la naturaleza humana es siempre la misma. Si se logra
transmitir con exactitud los hechos, se construirá una obra útil para las generaciones
posteriores. Maneja las ideas del ansia de poder, del tener más, y del domino, que lleva
siempre al sometimiento del más débil y al imperialismo de los pueblos. Si se logra hacer
visible que esto es así, se podrá evitar que los hombres futuros cometan los mismos errores, ya
que para él muchas guerras tienen su origen en diferencias religiosas o étnicas.
Cuando Tucídides no puede presentar documentos o fuentes, puede dar credibilidad a lo
verosímil y establecer una deducción lógica. La Historia de Tucídides está libre de elementos
irracionales y de juicios de valor personales, con una excepción: la alabanza de Pericles y la
crítica de Cleón.
4. Jenofonte
Jenofonte nace alrededor del año 428 a. C. en Atenas, siendo contemporáneo de Sócrates y de
Platón. Muy joven (año 401) decide enrolarse en una expedición en la que el persa Ciro el
Joven intentaba derrotar a su hermano Artajerjes, aunque en la batalla de Cunaxa sus tropas
fueron derrotadas. Se produce entonces la retirada de las tropas griegas. A grandes rasgos,
esto es lo que Jenofonte cuenta en su Anábasis. Este fue un autor muy prolífico, y sus escritos
se pueden agrupar en obras históricas, biografías y obras socráticas, las Memorables y la
Apología de Sócrates. Hay quien dice que el Sócrates de Jenofonte daría una imagen más real
que la platónica.
También escribió las Helénicas, una continuación de la historia de Tucídides desde el año 411
hasta el 362; una obra que contrasta mucho con las de sus predecesores, ya que está contada
desde una perspectiva espartana y se observa, además de un propósito histórico, una
intención moralizante, basada en que los dioses castigan las conductas impías. Jenofonte es un
gran admirador de Esparta. Junto con Agesilao marcha contra Atenas, hecho por el que es
exiliado. A partir del 380 a. C. se va a vivir a Escilunte, cerca de Esparta, donde cría caballos. En
ningún momento pretende ser objetivo, ya que busca un fin moralizante.
Una última obra histórica que se atribuye a Jenofonte es La República de los Lacedemonios,
donde expone la constitución de Licurgo y el estado ideal.
Las biografías históricas son Ciropedia y Agesilao. La primera cuenta una biografía de Ciro el
Viejo, con el propósito de mostrar a los lectores un pasado idealizado en el que Ciro era el jefe
de un sistema ideal, y poniéndolo en comparación con los nuevos ideales decadentes. Esto es
una biografía novelada, pero no es real.
Agesilao fue un rey espartano, del que Jenofonte elaboró un encomio en el que se dedica a
caracterizar al monarca ideal, y con el que pretende la idealización del noble espartano.
Su obra ha sido la precursora de dos ideas muy vigentes durante el Helenismo:
1. Vuelta a las descripciones geográficas a la manera de Heródoto.
2. Ampliación del escenario geográfico por Asia.
Por otra parte, se establece con su obra el modelo de monarca ideal. También es interesante el
recurso de introducir el esfuerzo de la sabiduría práctica y de las virtudes sociales. Además de
esto, también es el precursor de los temas cotidianos e individuales tan presentes en la
literatura helenística.
En sus obras El económico y Sobre la equitación da consejos prácticos para llevar una casa rica
y para criar caballos. En El económico se ve muy bien la idea del trabajo personal, que también
se da en época helenística. Se ha llegado a decir también que Jenofonte es, en cierta medida,
el precursor de la novela.
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