Sonrío. Casi feliz..., casi. Voy volando por alturas increíbles, entre nubes níveas y brisas perfumadas. Me mezclo entre pájaros y escucho el concierto de su piar armonioso. Nunca antes estuve aquí. Es un mundo por mí, desconocido. Siento el suave rumor de su aleteo majestuoso y es un goce observar el colorido iridiscente de su plumaje. Remontan en perfecta formación, para lanzarse como saetas teledirigidas, hacia algún blanco por mí no visto. Los pierdo en algunas de sus piruetas..., y quedo como hipnotizada mirando hacia abajo. Mi curiosidad, hacia esta masa movediza, luminosa y radiante, me atrae como imán, pero aun no se qué es. ¿Será agua, ó arena que se mueve de un sitio a otro empujada por el viento? ¿O son árboles..., animales, quizá? Aventura, aventura ..., decido descender. Suavemente voy perdiendo altura. Ya no hay alegres colores. Una niebla espesa, gris, me detiene; y entreabriendo los párpados con dificultad, puedo ver ramas que se estiran. Largas varas que se pegan a mi cuerpo envolviéndolo, como los tentáculos de un pulpo gigantesco. Mis labios no se despegan; no puedo gritar, además.... ¿quién me ayudaría, si solo estamos los pájaros y yo. La babosa que despiden estos seres infernales, me lo impide. Me va cubriendo lenta pero firmemente, como una gran telaraña. Me envuelve...., ¿serán manos? Parecen ramificarse en miles de dedos, flacos, huesudos, venosos, que lastiman, me ahogan y penetran con avidez humillante sin poder escapar. No puedo desprenderme de esa gelatina amarillo-verdosa que contamina el ambiente y me hace vomitar, asqueada..., tratando de conseguir una bocanada de aire limpio y fresco. - ¿Serán pulpos? – grito- ¡¿serán pulpos?! Las ventosas viscosas y adherentes, despiden un tenue vapor tibio, asfixiante, que enturbia mis ojos y me impide saber en qué averno he caído. Se mueven con indolencia y casi pesadamente. Se arrastran..., ¿serán gusanos?... Siento que pierdo las fuerzas; que chorros de sangre inundan mi cerebro, para vaciarlo inmediatamente después, dejando algún coágulo que se desliza sin prisa hasta que algún movimiento brusco de mi cuerpo, que se debate en furiosa lucha, acelera su recorrido y lo impulsa a reunirse con el fluido caliente, que con ritmo y precisión, maltrata y entorpece mis facultades, tratando de convertirme en un guiñapo vapuleado por ésta masa informe, lasciva, impúdica, libidinosa, que despide un humo maloliente y pegajoso. En un brutal esfuerzo que me agota, voy soltándome de esos insolentes garfios que me aprisionan. Tal vez...., - pienso – con una burda imitación del aleteo de los pájaros, pueda desprenderme de ésta pesadilla.... Y comienzo con audaz fantasía, una desesperada carrera contra el tiempo. Tiempo...., tiempo para mis pulmones a punto de estallar. Tiempo para que el aire rellene mis vacíos; tiempo para liberarme. ¿Libre¿ ¿Integra? ¡No! Porque han desgarrado mis carnes; robado la serenidad; me quitaron la sencillez, el candor, la ingenuidad, convirtiéndome infamemente en adulta. Pero hay algo que no pudieron rapiñarme...: La imaginación. Y con ella estoy aquí, volando nuevamente por alturas infinitas, huyendo del olor nauseabundo de aquello que creí alucinaciones y tan crudamente descubrí que.... ¡Eran solamente hombres!! ------